Octubre 14
Edito
El otro día me preguntó una chica si yo alguna vez había pensado o me había imaginado desempeñando la labor que hago ahora. No creo que lo dijera con mala intención, le salió probablemente del alma y a saber lo que tenía en la cabeza mientras lo decía, seguramente no lo mismo que a mí me dio por pensar.
Pero esta frasecita desembocó en un conjunto de pensamientos. Como siempre la frase más absurda y sus efectos.
Lo primero que me vino a la cabeza fue una frase que ya he comentado en otras ocasiones: "Seguramente era una lección que tenía aprender". La frase aparece en el libro de Ayya Khema, ¿Quién es mi yo?:
No considero que haya tropezado en ninguna piedra nueva. Ni que tenga pendiente esta lección. Son consecuencias de decisiones pasadas. Si es que se pueden considerar decisiones al resultado de ciertas acciones, que al final fueron a parar a ese destino (aunque esto no siempre tiene porqué ser así y posiblemente ni eras consciente ni te importaba mucho).
El caso es que ahora estoy aquí. He deseado tanto estar en un sitio como este... Sí, aunque parezca mentira. Y ahora tengo la oportunidad y estoy muy agradecida. Punto. He estado en posiciones mejores, ¿y? Eso fue hace mucho tiempo, eso fue en el pasado. Casi ni reconozco a la persona que vivió esa etapa... Sí, sí la reconozco, qué tontería, y además muy bien. Y la entiendo, y no la culpo para nada, tenía que vivir esa etapa nueva, y estaba hasta las narices de la antigua, se lo estaba pasando bien, necesitaba un cambio, estaba en pleno cambio de hecho Y los cambios traen rupturas y desvanecimientos, No pasa nada. Y los cambios pueden ir a mejor, o a peor. ¿Fue mejor? ¿Fue peor? ¿Comparado con qué? ¿Con la idea que me ha quedado en la cabeza después de tanto tiempo? ¿Comparado con cosas que ahora valoro a la vista de lo que ocurrió después? Fue distinto. Siempre tengo este argumento. Odio juzgar de manera simple y superficial el pasado. Hubo cosas buenas y otras no tanto, pero ni siquiera están relacionadas con este tema. Y me permitieron dedicarme a otras cosas.
Y ahora me veo forzada a contar una relato que le dé un sentido a lo que pasó, para poder tener una historia coherente, con sentido, aderezada, que disfrace un poco la supuesta locura, el sinsentido. Que explique lo que no encaja en las mentes de los que observan y opinan.
Pero, ¿por qué todo el mundo quiere que tenga una historia coherente? ¿Qué más da? Todos desean que les explique, que justifique mis decisiones pasadas, necesitan oír qué gran idea había detrás de tanto cambio, qué meditaciones, qué gran plan. Que me muestre como alguien inocente, concienzudo o desventurado y accidentado, lo que sea para poder encajar mi físico con sus estereotipos.
Pero no, de eso nada. Puede que lo hiciera a lo loco, sin pensar, dejándome llevar. ¿Qué más? ¡Yo qué sé! ¿Hay que tener explicación para todo?
Son cosas que pasaron y ahora estoy en este otro momento, ¿a quién le importa el porqué de todo aquello? No me quita el sueño a mí que soy la interesada...
Pero necesitan hacerse una idea de ti como persona.
Necesitan catalogarte cuanto antes.
No puedes estar en el limbo entre "personas que me gustan/entiendo" o "personas que no me gustan/no entiendo". Quieren saber a qué bando perteneces. Quieren aprobarte o suspenderte, y entonces ya poder relajarse.
Te ven, te juzgan por las apariencias, se forman una película y quieren saber si sus conjeturas son ciertas. Porque hay cosas que no les cuadran con el guión "lógico" que se han ido construyendo a lo largo de los años..
Y aquí estás tú relatando una historia, siempre la misma, para todas esas personas, para pasar desapercibido, encajar en su perfil y así te suelten cuanto antes y busquen una nueva presa. También puede que adereces un poco la historia, según a quién se la cuentes para impresionar, darte un aire de misterio, que te respeten y todas esas cosas. No dar la nota, no tener que explicarte mucho y estar en terreno neutral.
Pero de algo hay que hablar ¿no? Qué pereza. Sólo espero que de tanto repetirla, esta historia no sustituya a la verdaera. Y ¿cuál es la verdadera? Porque ante yo misma, me he montado otra película, me he contado, en función de mi autoestima y del momento, que si actué así fue porque soy un desastre, o porque me creía invencible, por particularidades de ese momento, por lo que me estaba pasando... Pero igualmente es una manera de justificar, de reprender a alguien muy querido. Una manera de entenderlo. Ya no recuerdo cuáles fueron las circunstancias, o más bien sí las recuerdo, pero seguramente las más dolorosas, las que me movieron a actuar, ahora ya no vienen a mi mente, seguramente hubo miles de factores, tal vez me dejé llevar... Sinceramente ¿qué importa? No hay una sucesión de causas numeradas en orden de importancia. Esto no es un libro de historia en el que poder memorizar y entender los motivos de una guerra. Qué manía con dejarlo todo articulado, clasificado, legible, ordenado, explicado, listo para que lo entienda todo el mundo.
Hay cosas que ni se pueden, ni se quieren, ni hace falta explicar.
¿Y si es más complicado que todo eso? ¿Y si lo contrario también es cierto? Porque si a veces se obtiene el mal de las buenas acciones , ¿dónde dice que de las malas acciones sólo se obtiene el mal? Puedes equivocarte de camino y que aun así este te lleve adonde quieres ir. O, viceversa, a veces puedes hacerlo todo mal y aun así sale bien. (El jilguero. Donna Tartt)
Con la manía de pedir explicaciones sólo estamos alentando una mentira. Y no sé qué jode más si escucharla o crearla. Y repetirla. Al final creamos máscaras para presentarnos ante los demás, como decía Tiziano Terzani. Repetimos dos veces una historia y ¡ya la tenemos! En futuras ocasiones la contaremos hasta con las mismas pausas, gestos, intercalando el mismo chascarrillo. En el mismo orden. ¿Terminamos creyéndolas, asumiéndolas? No lo sé, una vez asumidas ya forman mi realidad, no recuerdo qué pasó exactamente (qué decidí entonces que era lo que estaba pasando). Aunque en ese momento no piensas nada, sólo vives. Será meses más tarde cuando te toque hacer balance, cuando empieces a rescatar polvorientas y difuminadas piezas del pasado.
Muchas se han olvidado.
Montarás la historia con lo que quede y con lo que te añadas para poder encajar en tu propio "esquema lógico".
Y este texto es más para reflexiones varias que para una Edito, pero es que no hay mucho que decir en Edito. La estoy haciendo meses después, cuando tras varios despistes e intentonas me doy cuenta de que me encanta este formato.
¿Durante cuánto tiempo? ¿Quién sabe? De momento va.
Pero esta frasecita desembocó en un conjunto de pensamientos. Como siempre la frase más absurda y sus efectos.
Lo primero que me vino a la cabeza fue una frase que ya he comentado en otras ocasiones: "Seguramente era una lección que tenía aprender". La frase aparece en el libro de Ayya Khema, ¿Quién es mi yo?:
No considero que haya tropezado en ninguna piedra nueva. Ni que tenga pendiente esta lección. Son consecuencias de decisiones pasadas. Si es que se pueden considerar decisiones al resultado de ciertas acciones, que al final fueron a parar a ese destino (aunque esto no siempre tiene porqué ser así y posiblemente ni eras consciente ni te importaba mucho).
El caso es que ahora estoy aquí. He deseado tanto estar en un sitio como este... Sí, aunque parezca mentira. Y ahora tengo la oportunidad y estoy muy agradecida. Punto. He estado en posiciones mejores, ¿y? Eso fue hace mucho tiempo, eso fue en el pasado. Casi ni reconozco a la persona que vivió esa etapa... Sí, sí la reconozco, qué tontería, y además muy bien. Y la entiendo, y no la culpo para nada, tenía que vivir esa etapa nueva, y estaba hasta las narices de la antigua, se lo estaba pasando bien, necesitaba un cambio, estaba en pleno cambio de hecho Y los cambios traen rupturas y desvanecimientos, No pasa nada. Y los cambios pueden ir a mejor, o a peor. ¿Fue mejor? ¿Fue peor? ¿Comparado con qué? ¿Con la idea que me ha quedado en la cabeza después de tanto tiempo? ¿Comparado con cosas que ahora valoro a la vista de lo que ocurrió después? Fue distinto. Siempre tengo este argumento. Odio juzgar de manera simple y superficial el pasado. Hubo cosas buenas y otras no tanto, pero ni siquiera están relacionadas con este tema. Y me permitieron dedicarme a otras cosas.
Y ahora me veo forzada a contar una relato que le dé un sentido a lo que pasó, para poder tener una historia coherente, con sentido, aderezada, que disfrace un poco la supuesta locura, el sinsentido. Que explique lo que no encaja en las mentes de los que observan y opinan.
Pero, ¿por qué todo el mundo quiere que tenga una historia coherente? ¿Qué más da? Todos desean que les explique, que justifique mis decisiones pasadas, necesitan oír qué gran idea había detrás de tanto cambio, qué meditaciones, qué gran plan. Que me muestre como alguien inocente, concienzudo o desventurado y accidentado, lo que sea para poder encajar mi físico con sus estereotipos.
Pero no, de eso nada. Puede que lo hiciera a lo loco, sin pensar, dejándome llevar. ¿Qué más? ¡Yo qué sé! ¿Hay que tener explicación para todo?
Son cosas que pasaron y ahora estoy en este otro momento, ¿a quién le importa el porqué de todo aquello? No me quita el sueño a mí que soy la interesada...
Pero necesitan hacerse una idea de ti como persona.
Necesitan catalogarte cuanto antes.
No puedes estar en el limbo entre "personas que me gustan/entiendo" o "personas que no me gustan/no entiendo". Quieren saber a qué bando perteneces. Quieren aprobarte o suspenderte, y entonces ya poder relajarse.
Te ven, te juzgan por las apariencias, se forman una película y quieren saber si sus conjeturas son ciertas. Porque hay cosas que no les cuadran con el guión "lógico" que se han ido construyendo a lo largo de los años..
Y aquí estás tú relatando una historia, siempre la misma, para todas esas personas, para pasar desapercibido, encajar en su perfil y así te suelten cuanto antes y busquen una nueva presa. También puede que adereces un poco la historia, según a quién se la cuentes para impresionar, darte un aire de misterio, que te respeten y todas esas cosas. No dar la nota, no tener que explicarte mucho y estar en terreno neutral.
Pero de algo hay que hablar ¿no? Qué pereza. Sólo espero que de tanto repetirla, esta historia no sustituya a la verdaera. Y ¿cuál es la verdadera? Porque ante yo misma, me he montado otra película, me he contado, en función de mi autoestima y del momento, que si actué así fue porque soy un desastre, o porque me creía invencible, por particularidades de ese momento, por lo que me estaba pasando... Pero igualmente es una manera de justificar, de reprender a alguien muy querido. Una manera de entenderlo. Ya no recuerdo cuáles fueron las circunstancias, o más bien sí las recuerdo, pero seguramente las más dolorosas, las que me movieron a actuar, ahora ya no vienen a mi mente, seguramente hubo miles de factores, tal vez me dejé llevar... Sinceramente ¿qué importa? No hay una sucesión de causas numeradas en orden de importancia. Esto no es un libro de historia en el que poder memorizar y entender los motivos de una guerra. Qué manía con dejarlo todo articulado, clasificado, legible, ordenado, explicado, listo para que lo entienda todo el mundo.
Hay cosas que ni se pueden, ni se quieren, ni hace falta explicar.
¿Y si es más complicado que todo eso? ¿Y si lo contrario también es cierto? Porque si a veces se obtiene el mal de las buenas acciones , ¿dónde dice que de las malas acciones sólo se obtiene el mal? Puedes equivocarte de camino y que aun así este te lleve adonde quieres ir. O, viceversa, a veces puedes hacerlo todo mal y aun así sale bien. (El jilguero. Donna Tartt)
Con la manía de pedir explicaciones sólo estamos alentando una mentira. Y no sé qué jode más si escucharla o crearla. Y repetirla. Al final creamos máscaras para presentarnos ante los demás, como decía Tiziano Terzani. Repetimos dos veces una historia y ¡ya la tenemos! En futuras ocasiones la contaremos hasta con las mismas pausas, gestos, intercalando el mismo chascarrillo. En el mismo orden. ¿Terminamos creyéndolas, asumiéndolas? No lo sé, una vez asumidas ya forman mi realidad, no recuerdo qué pasó exactamente (qué decidí entonces que era lo que estaba pasando). Aunque en ese momento no piensas nada, sólo vives. Será meses más tarde cuando te toque hacer balance, cuando empieces a rescatar polvorientas y difuminadas piezas del pasado.
Muchas se han olvidado.
Montarás la historia con lo que quede y con lo que te añadas para poder encajar en tu propio "esquema lógico".
Y este texto es más para reflexiones varias que para una Edito, pero es que no hay mucho que decir en Edito. La estoy haciendo meses después, cuando tras varios despistes e intentonas me doy cuenta de que me encanta este formato.
¿Durante cuánto tiempo? ¿Quién sabe? De momento va.