JULIO 2015
Edito
Staycation, o lo que es lo mismo, quedarte en la city en verano.
Y sí, sí, es verdad que hay menos tráfico, menos gente, no hay atascos, se puede aparcar y todos los motivos relacionados con coches y transeúntes.
Es la única ventaja.
Por lo demás, y con este calor endemoniado, a todos nos gustaría estar en la playa o sitio fresco sin hacer nada (que es lo que demandan las temperaturas).
Pero para los que nos quedamos: ahí va mi homenaje a la ciudad en verano. O más que a la ciudad, a los planes que se hacen cuando ya empieza a bajar el sol (o tú sabes por la hora que debería empezar a aflojar la intensidad). Y esa noche tienes planes, siempre en un espacio al aire libre: terraza en la acera, sobre el césped, rodeada de verde, ático snob, jardín, etc. etc.
Y ahora, más que nunca pospones el momento de arreglarte lo máximo posible porque jode ducharte, encremarte y maquillarte para empezar a sudar sobre el mínimo vestido de seda.
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Uñas inusualmente largas, bien limadas, afiladas, gatunas. Pintadas de rojo sangre en la penumbra calurosa y resguardada de la habitación. Uñas largas que cambian nuestros movimientos, la manera que escribimos, que tecleamos en el ordenador, que nos expresamos, que conducimos. Uñas de un vibrante tono rojo que piden a gritos un cigarro compañero de sus ralentizados y elegantes movimientos, que mezcle su penetrante olor expelido en volutas con el de la laca y una crema corporal ya fundida con la piel.
Un expectante deseo del aroma a crepúsculo, hierba cortada y gin tonics sobrevuela el ambiente.
Pieles afeitadas, luminosas, lisas, satinadas en piernas descubiertas bajo falda de volantes. Tacones infinitos, sofisticados, llevados con indiferencia y soltura.
Tangas diminutos bajo telas vaporosas en íntima y secreta provocación.
Cremas florales, acondicionadores botánicos, aceites empalagosos, atalcados polvos de sol, amoníaco de unas mechas que llenan el pelo de sol..
Pitillos, volutas de humo que suben sinuosas atravesando el tórrido aire imbuido de esencias que esconden deseos de seducción, la recién conquistada libertad de nuestros cuerpos desligados de las ataduras de la ropa.
Y el sutil aroma de ese pitillo.
Colillas impregnadas de brillo labial que besan y succionan las puntas carnosas terminadas en brasa refulgente en cada concentrada inspiración.
Desodorantes discretos se mezclan desde cóncavos humedales.
Tintineo de pendientes, risas, tacones.
Tacones sobre el duro y seco asfalto.
Olor y sonido del verano.
Olor y sonido de STAYCATION.
The summer wind, Madeleine Peyroux
https://www.youtube.com/watch?v=CnTxplw60FU
El sofocante calor de la tarde parecía darle golpes en la espalda...
Un rayo de sol la despierta zumbando rojo en sus párpados...
En el entarimado hay manchas de sol. Ellen al pisarlas siente en las plantas de los pies una agradable sensación de calor...
El sol ya calienta y hierve en las aceras, en los cristales, en las placas esmaltadas de polvo...
El sol le ciñe la cintura como él, le acaricia los antebrazos desnudos como él, es su aliento en sus mejillas...
Manhattan Transfer. John Dos Passos
Y sí, sí, es verdad que hay menos tráfico, menos gente, no hay atascos, se puede aparcar y todos los motivos relacionados con coches y transeúntes.
Es la única ventaja.
Por lo demás, y con este calor endemoniado, a todos nos gustaría estar en la playa o sitio fresco sin hacer nada (que es lo que demandan las temperaturas).
Pero para los que nos quedamos: ahí va mi homenaje a la ciudad en verano. O más que a la ciudad, a los planes que se hacen cuando ya empieza a bajar el sol (o tú sabes por la hora que debería empezar a aflojar la intensidad). Y esa noche tienes planes, siempre en un espacio al aire libre: terraza en la acera, sobre el césped, rodeada de verde, ático snob, jardín, etc. etc.
Y ahora, más que nunca pospones el momento de arreglarte lo máximo posible porque jode ducharte, encremarte y maquillarte para empezar a sudar sobre el mínimo vestido de seda.
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Uñas inusualmente largas, bien limadas, afiladas, gatunas. Pintadas de rojo sangre en la penumbra calurosa y resguardada de la habitación. Uñas largas que cambian nuestros movimientos, la manera que escribimos, que tecleamos en el ordenador, que nos expresamos, que conducimos. Uñas de un vibrante tono rojo que piden a gritos un cigarro compañero de sus ralentizados y elegantes movimientos, que mezcle su penetrante olor expelido en volutas con el de la laca y una crema corporal ya fundida con la piel.
Un expectante deseo del aroma a crepúsculo, hierba cortada y gin tonics sobrevuela el ambiente.
Pieles afeitadas, luminosas, lisas, satinadas en piernas descubiertas bajo falda de volantes. Tacones infinitos, sofisticados, llevados con indiferencia y soltura.
Tangas diminutos bajo telas vaporosas en íntima y secreta provocación.
Cremas florales, acondicionadores botánicos, aceites empalagosos, atalcados polvos de sol, amoníaco de unas mechas que llenan el pelo de sol..
Pitillos, volutas de humo que suben sinuosas atravesando el tórrido aire imbuido de esencias que esconden deseos de seducción, la recién conquistada libertad de nuestros cuerpos desligados de las ataduras de la ropa.
Y el sutil aroma de ese pitillo.
Colillas impregnadas de brillo labial que besan y succionan las puntas carnosas terminadas en brasa refulgente en cada concentrada inspiración.
Desodorantes discretos se mezclan desde cóncavos humedales.
Tintineo de pendientes, risas, tacones.
Tacones sobre el duro y seco asfalto.
Olor y sonido del verano.
Olor y sonido de STAYCATION.
The summer wind, Madeleine Peyroux
https://www.youtube.com/watch?v=CnTxplw60FU
El sofocante calor de la tarde parecía darle golpes en la espalda...
Un rayo de sol la despierta zumbando rojo en sus párpados...
En el entarimado hay manchas de sol. Ellen al pisarlas siente en las plantas de los pies una agradable sensación de calor...
El sol ya calienta y hierve en las aceras, en los cristales, en las placas esmaltadas de polvo...
El sol le ciñe la cintura como él, le acaricia los antebrazos desnudos como él, es su aliento en sus mejillas...
Manhattan Transfer. John Dos Passos