DICIEMBRE 2016
Edito
Una canción que invita a cimbrear caderas y me llena de buen humor, me devuelve las ganas de destrozar alguna pista, cualquiera donde suene bien alto.
Give me the Night de George Benson
https://www.youtube.com/watch?v=imYJpr09IgQ
Imágenes llenas de color rojo, de fuego. No necesito nada más.
El mes de las grandes fiestas, auténtica tormenta de emociones. Pero ninguna fiesta superará a las de Thomas Pynchon, hago un recuerdo en Music & Inspiration, y prometo no volver a citar más este libro, uno de los que más me han marcado este año.
¿Cuál más? Podría tal vez enumerarlos, hacer una lista. Lo que me recuerda que este mes, es también el mes de hacer listados, enumeraciones, ránkings. También encontrarás unas cuantas listas por aquí, algunas ya salieron en su día. Las recopilo. Me gusta leer las de los demás, me agobia hacer una propia. Siempre se me olvidan los detalles más importantes, los dgnos de mentar, es un patrón de funcionamiento de mi cerebro. Lo tengo asumido.
Imágenes en diciembre de color rojo. ¿Por qué? Supongo que como yo pondré rumbo al desierto, su calor comienza a impregnar mis pensamientos y porque ya está bien de tanta blanca Navidad.
En Lecturas, Yoga Sutras de Pañajali (1), y el 1 viene porque es la primera lectura que le doy y estructuro lo que me ha parecido más importante por temas. Sé que me he quedado en lo más superficial, pero es que estoy en una etapa muy xterna todavía, ya iré pelando la cebolla. Como será un lirbo al que vuelva dentro de un tiempo, me encantará comparar las conclusiones de entonces con las que he tenido ahora. Seguro que ni de lejos me llama la atención lo mismo.
Living con imágenes que, cual escenario de Thomas Pynchon, invitan al desmadre, la fiesta, el sinsentido, disfrute, excentricidad... como la vida misma. Pues mi realidad la voy a vivir según la estructura de mi mente.
¿Que no tiene mucho que ver todo esto con los sutras? Para mí sí, de cierta manera y en capas profundas lo tiene.
Diciembre es fuego y ardiente. Totalmente cegador. Fuego, agni, la combustión que hace posible, que insufla energía a cada uno de los cambios que gestábamos en el mes anterior.
Es la fuerza, el calor que necesitamos para que meras ideas se lleven al campo de la realidad.
Sequedad, grietas, sofocante, llamarada, rojo, naranja...
Así que me sumerjo en estas imágenes.
Y que el mes despliegue sus encantos, las sorpresas que nos tiene preparadas.
Give me the Night de George Benson
https://www.youtube.com/watch?v=imYJpr09IgQ
Imágenes llenas de color rojo, de fuego. No necesito nada más.
El mes de las grandes fiestas, auténtica tormenta de emociones. Pero ninguna fiesta superará a las de Thomas Pynchon, hago un recuerdo en Music & Inspiration, y prometo no volver a citar más este libro, uno de los que más me han marcado este año.
¿Cuál más? Podría tal vez enumerarlos, hacer una lista. Lo que me recuerda que este mes, es también el mes de hacer listados, enumeraciones, ránkings. También encontrarás unas cuantas listas por aquí, algunas ya salieron en su día. Las recopilo. Me gusta leer las de los demás, me agobia hacer una propia. Siempre se me olvidan los detalles más importantes, los dgnos de mentar, es un patrón de funcionamiento de mi cerebro. Lo tengo asumido.
Imágenes en diciembre de color rojo. ¿Por qué? Supongo que como yo pondré rumbo al desierto, su calor comienza a impregnar mis pensamientos y porque ya está bien de tanta blanca Navidad.
En Lecturas, Yoga Sutras de Pañajali (1), y el 1 viene porque es la primera lectura que le doy y estructuro lo que me ha parecido más importante por temas. Sé que me he quedado en lo más superficial, pero es que estoy en una etapa muy xterna todavía, ya iré pelando la cebolla. Como será un lirbo al que vuelva dentro de un tiempo, me encantará comparar las conclusiones de entonces con las que he tenido ahora. Seguro que ni de lejos me llama la atención lo mismo.
Living con imágenes que, cual escenario de Thomas Pynchon, invitan al desmadre, la fiesta, el sinsentido, disfrute, excentricidad... como la vida misma. Pues mi realidad la voy a vivir según la estructura de mi mente.
¿Que no tiene mucho que ver todo esto con los sutras? Para mí sí, de cierta manera y en capas profundas lo tiene.
Diciembre es fuego y ardiente. Totalmente cegador. Fuego, agni, la combustión que hace posible, que insufla energía a cada uno de los cambios que gestábamos en el mes anterior.
Es la fuerza, el calor que necesitamos para que meras ideas se lleven al campo de la realidad.
Sequedad, grietas, sofocante, llamarada, rojo, naranja...
Así que me sumerjo en estas imágenes.
Y que el mes despliegue sus encantos, las sorpresas que nos tiene preparadas.
Un mes que se sostiene entre dos eternidades: el pasado y el futuro. Un mes en el que tenemos en cuenta más que nunca el paso del tiempo, en el que estamos en un estado de Mindfulness constante. Vemos como los segundos se van devorando continuamente en un canibalismo implacable. Recuerdas todo lo que has hecho, qué te ha llevado hasta aquí, a quién has perdido, qué relaciones han cambiado, comparas con el pasado, haces planes de futuro. No es de extrañar que sea un mes de consumismo extremo.
A emociones desatadas, sensaciones límite.
Buscamos sensaciones fuertes para tapar, sustituir, ocultar, una sensación que nos corroe. Pena, incomprensión, desconcierto, angustia, perplejidad... ¿pueden ser algunas de esas emociones profundas? Si nos paráramos a observarnos un segundo, tal vez nos diéramos cuenta.
En vez de eso cogemos la cartera y ponemos rumbo al centro comercial. Comidas copiosas, compras absurdas, más detalles para la casa, vestidos nuevos, otro perfume, barras de labios, viajes, bombones, botellas de champán, montañas de marisco, la pata de jamón más cara que haya, cristales, vajillas, velas, guirnaldas, luces por doquier que llenen de chispa un apagado corazón, que intentan dar un ambiente cálido y festivo a un mes que a muchos nos pone contra las cuerdas, nos obliga a saborear cierta sustancia amarga: vértigo.
En cuanto el vértigo asoma: ¡sustitución! Y comprar nos produce esta sensación placentera repentina, la de que tenemos el control, de nuestros estados de ánimo.
¡Pero son tan cambiantes! Y la euforia de las compras rápidamente se traduce en desilusión (vuelve insistente el sentimiento subyacente) o la culpa. Por haber hecho este gasto, por adquirir cosas que no necesitas, etc, etc.
¡Conseguido! La culpa es una sensación muy potente, puede superar el vértigo que nos invade por estas fechas.
Otra opción es directamente odiar la Navidad e ir refunfuñando por todos lados. Porque la Navidad no es como te gustaría que fuera, porque todos parecen disfrutar menos tú (que no haces ningún esfuerzo) y la envidia de una Navidad utópica e irreal te hace odiar cada villancico y adorno navideño como si fueran un enemigo.
Odio para consolar el vértigo.
Odio, otra sensación fuerte, poderosa, exclusiva.
Y ¿el escapismo? Coger las maletas y salir cagando leches a algún destino lejano con cientos de actividades que nos mantengan la cabeza tan ocupada que cuando felicitemos a las 4 de la tarde la Navidad a nuestra familia nos pille en bañador, a punto de salir en el 4x4 y con suerte unas interferencias nos corten la llamada y nos eviten escuchar el tono lastimero y emocionado de nuestra madre diciendo que nos echa de menos. Otro pellizco, otra descarga en el corazón.
O aguantar el chaparrón, estoicamente, tintineante copazo en mano. Beber en los preparativos, beber durante, beber después, entrar en un estado de constante ebriedad chispeante al principio, pesada al final. Pero podrás echar unas lagrimitas sin tener que refrenar tus sentimientos, rienda suelta a un mar de sensaciones, una riada salvaje que te pasa por encima dejándote temblorosa y en los cimientos.
Aunque con suerte mañana lo recuerdes como una nebulosa, algo lejano y ridículo que interpretaste una vez más.
Y ¿cuál es la solución? ¿Hay una actitud correcta?
Claro que no. Yo caeré, ni más ni menos, que en todos y cada una de las que acabo de comentar. Y no voy a justificarme, ni me vanaglorio por ello (por no justificarme).
Supongo que vivir la vida más intensamente este mes es también una manera de rendirle tributo a los que no están, al imparable reloj, a las arrugas y achaques que llegan (y no tienen porqué ser tuyos).
Pero bueno, saber que estamos tristes, que el paso del tiempo y la fragilidad de la vida nos desborda, puede parecer una tontería y al mismo tiempo es la clave. Las paradojas constantes de la vida.
Que no se trata de cantidad sino de calidad: en cualquiera de las cosas que hagamos durante este mes. Disfrutar cada instante, hagas lo que hagas, como si fuera el último, porque realmente no hay otro igual que éste. Sí, también sentada en el despacho llenando excell para algún absurdo objetivo.
Y te pares un momento. Siempre, cada vez que quieras correr, recuérdate que lo que necesitas es parar. Sentarte en medio de la tormenta de impaciencia, prisa y ansiedad para observar qué es lo que realmente te mueve, ¿qué te impulsa a despegar como un cohete? Es cuando más tienes que estar en tierra, asentando las bases.
Y dejar que suba la corriente de propulsión: lo que quiera que sea. ¿Qué es?
¿Tristeza, incomprensión, desconcierto, angustia, perplejidad, frustración? ¿MIEDO? ¿Todo a la vez?
Párate y mira.
Esto no va a hacer que desaparezca, no va a hacer que no te importe, no te va a ayudar a controlar a voluntad tus sentimientos.
Pero observa y analiza qué ocurre después.
A cada persona le toca de una manera distinta, lo importante es que no te escondas ni huyas. La sensación es tuya, surge de ti, no es buena ni mala, ¡el origen eres tú mismo!
"Hay una sensación jodida aquí adentro. Lo sé porque estoy nervioso, desagradable, irritado, me apetece beber, no paro de buscar actividades, de comprar cosas, etc".
Así que te sientas y esperas a que se vaya revelando, bajo varias capas de sentimientos y emociones. Primero las más burdas, al final, la emoción pura.
Y no te va a cambiar la vida ni dejarás tus hábitos de respuesta.
Pero tal vez algo hace "clic", aunque no lo percibas en el momento.
Y mantén la sonrisa mientras te balanceas en este instante en medio de la eternidad.
Y dejar que suba la corriente de propulsión: lo que quiera que sea. ¿Qué es?
¿Tristeza, incomprensión, desconcierto, angustia, perplejidad, frustración? ¿MIEDO? ¿Todo a la vez?
Párate y mira.
Esto no va a hacer que desaparezca, no va a hacer que no te importe, no te va a ayudar a controlar a voluntad tus sentimientos.
Pero observa y analiza qué ocurre después.
A cada persona le toca de una manera distinta, lo importante es que no te escondas ni huyas. La sensación es tuya, surge de ti, no es buena ni mala, ¡el origen eres tú mismo!
"Hay una sensación jodida aquí adentro. Lo sé porque estoy nervioso, desagradable, irritado, me apetece beber, no paro de buscar actividades, de comprar cosas, etc".
Así que te sientas y esperas a que se vaya revelando, bajo varias capas de sentimientos y emociones. Primero las más burdas, al final, la emoción pura.
Y no te va a cambiar la vida ni dejarás tus hábitos de respuesta.
Pero tal vez algo hace "clic", aunque no lo percibas en el momento.
Y mantén la sonrisa mientras te balanceas en este instante en medio de la eternidad.