OCTUBRE 2015
Edito
Estrellas, oscuridad, una lámpara, un fantasma, rocío, una burbuja,
Un sueño, un relámpago y una nube:
Así deberíamos mirar todo lo que se ha hecho. (Vajrachedika).
Todos somos héroes y hemos recorrido nuestra odisea particular. Varias odiseas. Pequeñas odiseas dentro de Odiseas que forman parte de la Gran Odisea de nuestra vida.
El tema de las odiseas es que nunca sabes cuando comienzas una.
Las odiseas y los héroes del Siglo XXI creemos que no tienen mucho que ver con aquellas aventuras de los mitos antiguos en los que el héroe se lanzaba fuera de su hogar para conseguir aquello que rompiera el maleficio, un hechizo, para recuperar un amor, aprender, superar una etapa, un rito de paso. Pero nos equivocamos.
Porque todos estos mitos antiguos tienen su identificación en los procesos de nuestra psique.
Lo explica Joseph Campbell en el "El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito", el libro que me ha tenido atrapada este verano y al que dedico el mes de octubre.
Hablando de cruzadas, y ahora que empiezo a ver algo de luz, pero muy consciente de que en cualquier momento la torre de palillos se puede caer y volver a la boca de lobo, creo poder reconocer que acabo de pasar por cierta etapa/odisea/aventura.
La aventura del héroe representa el momento de su vida en que alcanza la iluminación, el momento nuclear en que, todavía vivo, encuentra y abre el camino de la luz por encima de los oscuros muros de nuestra muerte en vida. (Joseph Campbell).
No siempre se tiene la certeza, y como todo en esta vida, es imposible establecer un principio o fin concreto, y por supuesto olvídate de reconocer la travesía mientras estás cruzando el desierto, porque estás más pendiente de detalles "banales" como sobrevivir, salir airosa, salvar el culo... Ver por dónde te vienen las hostias, hablando mal y pronto, a ver si esquivas alguna y que no sea "la primera en la frente".
Cuando has recobrado el aliento, es decir, cuando empiezas a levantar cabeza y a poner un pie fuera del ojo del huracán, si lo has conseguido, si eres capaz de sacar un aprendizaje y si sientes muy lejana y puedes racionalizar acerca de la situación que tenías antes de la tormenta, si ves el antes y el después y has conseguido sobreponerte y sobrevivir: entonces, sólo entonces y tal vez, y siempre que te dediques a comerte el tarro tanto como yo, puedes observar y reconocer que has salido de una oscura y larga travesía, que has pasado una prueba y con más o menos garbo la has completado y ahora puedes echar la mirada atrás y ver lo recorrido.
El crecimiento.
La evolución.
El otro día una chica que apenas conozco, con la que habré cruzado un par de palabras pero con la que comparto unas clases un fin de semana al mes, me sorprendió diciéndome que en verano había soñado conmigo lo siguiente:
Yo llegaba a clase muy muy delgada porque había pasado una racha muy mala (enferma y con problemas) pero volvía contenta y relajada porque esa etapa había pasado, se había quedado atrás. Llevaba una mochila y la tiré a un lado, diciendo: esto ya ha terminado.
Fue una revelación.
Me sorprendió que acertara tan de lleno, incluso puedo decir que me abrió los ojos.
Porque yo ya lo sabía, pero que ella lo dijera hizo que pasara de ser una idea inconsciente a una realidad expuesta y evidente.
Es un hecho que estaba observándome ahí, esperando a que yo tuviera la agudeza de devolverle la mirada.
Y haber pasado la etapa no quiere decir que ya no sea la persona de antes de la tormenta.
Y no quiere decir que aún no me escuezan las cosas a las que renuncié por estar aquí.
No quiere decir que se me haya olvidado.
No, no es una lobotomía.
Es una transformación que te hace dar un giro brusco en el destino, en la trayectoria marcada, y esos cambios nunca vienen con champán y fresas, o sí, pero sobretodo con bestiales y demoledoras resacas.
Crear un samkara cuesta tanto como escarificártelo a hierro candente.
Aunque la herida sea interna.
Aunque no se vea
¿Tal vez un nuevo brillo en los ojos?
Y otra manera de enfrentarte a tu realidad.
Hay ocasiones en las que me planteo y me pongo en situaciones, lo feliz que sería con una vida así, o viviendo a otras veras. Con ese estilo acomodado, fácil y tontorrón. Vacío.
Poniendo los ojos donde la situación me obligaba a posarlos.
Y al instante pienso que, gracias a Dios, he tenido la suerte de escapar de esa vida de rutina, estereotipada, blanda y simple. Muy probablemente mi sexto sentido me hizo huir de la trampa que me presentaba esa persona, con la mejor de sus intenciones. Una trampa que mi apetencia, mi carácter cómodo, vago, veía tan placentera.
Una vida dependiente. Una vida a espensas de otro, claro que sí, para que me pueda dar la patada cuando quiera. O para que me tenga aprisionada con hilo de seda por si quiero salir corriendo.
El miedo a perder ese status y todo lo que tengo haría que tragara con situaciones muy contrarias a mi naturaleza. O que me rechazaran y me quedara en la pitidiuna, como dice mi madre, en la silla de la caridad.
Subordinada al albedrío de otra persona, a sus ventoleras. Ni de coña. Qué peligro. Eso transforma el carácter de cualquiera que renuncia a sus preferencias para no desagradar al amo que enrolla el suave hilo.
En vez de eso, me he tenido que arrastrar por el fango, y pasar el largo proceso hasta encontrar mi propio camino, buscármelas sola. Pero de repente me quedé desnuda en medio de la vida. Con un pasado que deseaba y con un futuro que quería perpetuar lo anterior. Que no se veía si no era allí. Punto por punto, y tal como lo imaginaba.
...la lección de que el paso del umbral es una forma de autoaniquilación...
Porque nuestros ojos están cerrados a la paradoja del enfoque doble, vemos el hecho como realizado en medio del peligro y de grandes dolores, llevado a cabo por un vigoroso brazo; mientras que la otra perspectiva es, como la muerte arquetípica del dragón, (...), sólo la realización de lo inevitable.
(Joseph Campbell).
Y por suerte, y siguiendo con mi destino, nadie ni nada vino a ponérmelo en bandeja.
Me desgañité, me desesperé, tiré de mi cabellera llorando amargamente en medio de la nada.
Me defendí a mi manera, insistí, repetí, me perdí un poquito más. Más perdida (porque de nuestros fracasos nacen nuestros aciertos... como dice el poema).
Más y más perdida, más y más oscuro, dando palos de ciego a la desesperada, desquiciada, pero llevando una apariencia de normalidad. Negándome a enfrentarme, remoloneando, perezosa, alargando un estado anterior.
Años de penumbra, perdida en el monte de la desolación.
Envidiando a los que yo creía que conseguían lo que deseé y estuve a punto de "tener" (¿quién lo sabe? y ¿por cuánto tiempo?).
¿A quién le importa? Ay lo que pudo ser y no ser, cuantas horas nos hace perder y qué aburridas además, rodeada de fantasías llenas de ansiedad.
Por suerte, nadie vino a sustituir. No hubo un premio a mis plegarias. (no hay premios, no hay sustitutos, ¡nunca!).
Tuve que trastrabilllar en el lodo, hundirme un poquito más, y de repente engancharme de un cabo y tirar de él. Casi sin darme cuenta, sin intención. Había un plan utópico detrás, un plan imposible y en el tiempo. Pero había que comenzar dando un paso.
Y ese paso, como sin querer, me trajo una nueva dirección hacia la que encaminarme.
Qué necesarias en todas estas odiseas una pista, la señal, el susurrado chivatazo que te ponga en el camino.
Como Freud ha demostrado, los errores no son meramente accidentales. Son el resultado de deseos y conflictos reprimidos. Son ondulaciones en la superficie de la vida producidas por fuentes insospechadas. Y estas pueden ser muy profundas, tan profundas como el alma misma. El error puede significar un destino que se abre.
(El héroe de las mil caras. Joseph Campbell).
Y no me queda más que estar agradecida. Si se hubieran cumplidos mis deseos, seguramente mis rodillas no estarían tan despellejadas, pero me habría quedado viviendo en la pecera absurda de la comodidad, en la jaula de la complacencia, las inseguridades, la abundancia y los celos.
Y yo necesitaba seguir mi camino, buscarlo, construirlo y recorrerlo a mi estilo: a regañadientes y sudando.
Sin esa patada y la posterior penitencia no me habría transformado, no me habría visto obligada al esfuerzo.
Ahí jamás habría descubierto lo que ahora sé. No habría salido de mi zona de confort para encontrar grandes tesoros, tesoros por desarrollar, los mejores tesoros.
Un camino, unas pistas, es todo lo que se necesita para continuar el viaje. (y muchas veces te tendrás que apañar incluso sin eso).
Y saber que vas hacia un destino, el tuyo.
Esto debe leerse como simbólico e instructivo del milagro del destino. Para el hombre que no se deja llevar por los sentimientos que emanan de las superficies de lo que ve, sino que responde valerosamente a la dinámica de su propia naturaleza -para el hombre que es, como dice Nietzsche, "una rueda que gira por sí misma" -, las dificultades se disuelven y caminos imprevisibles se abren ante él. (Joseph Campbell).
Y por supuesto no tirar la toalla, porque otras odiseas están por venir, ¡incluso es posible que ésta no haya acabado todavía! Vendrán de otros tipos, maneras, niveles de jodienda en los más diversos y variados ámbitos de los que casi no sospechabas, o en algunos que creías tener superados y estar más que curada.
La vida no para de sorprenderte. Pero la sorpresa será mutua cuando respondas con tu variado repertorio de contraataques, ingenio y fortaleza.
La prueba es una profundización del problema del primer umbral y la pregunta está todavía por resolverse: ¿puede el ego exponerse a la muerte? Porque muchas cabezas tiene esta Hidra que nos rodea; si se corta una, aparecen dos más, a menos que se aplique un cáustico adecuado a la parte mutilada. La partida original a la tierra de las pruebas representa solamente el principio del sendero largo y verdaderamente peligroso de las conquistas iniciadoras y los momentos de iluminación. Habrá que matar a los dragones y que traspasar sorprendentes barreras, una, otra y otra vez. Mientras tanto, se registrará una multitud de victorias preliminares, de éxtasis pasajeros y reflejos momentáneos de la tierra maravillosa. (Joseph Campbell).
All of this and nothing, Dave Gahan and Soulsavers
https://www.youtube.com/watch?v=2k11RlYp51I
Sing out you song, sing out for me
Give it everything you got, just one more time for me
Moving from the dark
I'm all of this and nothing
I'm the dirt beneath your feet
I'm the sun that rises while you're sleeping
I'm all you need
The rivers wide too wide to see
There's a storm outside my window moving close to me
Moving from the dark
I'm all of this and nothing
I'm the dirt beneath your feet
I'm the sun that rises while you're sleeping
I'm all you need
Black water high too high to breathe
There's a ghost outside my window haunting me
Moving from the dark
Moving from the dark
I'm all of this and nothing
I'm the dirt beneath your feet
I'm the sun that rises while you're sleeping
I'm all you need
I'm all of this and nothing
I'm the dirt beneath your feet
I'm the sun that rises while you're sleeping
I'm all you need
Moving from the dark
Moving from the dark...