OCTUBRE
Edito
Proyectos, proyectos, proyectos... Qué fácil es proyectar y luego qué complicado llevarlo a cabo. Pero no te puedes rendir a la primera complicación. Y puede que sea tarde, que suene a historia ya contada y cartucho consumido. Pero ésta sí puede ser la definitiva. Tienes todas las premisas: que te gusta, que no existe así que hazlo tú, que es el momento, tienes apoyo, la gente cree en ello... Te dedicas a atesorar situaciones prototipo de lugares comunes. Comentarios que pasarán a la posteridad cuando cuaje la idea. Frases premonitorias.
No va a ser un camino fácil, no va a ser relajado, habrá inconvenientes.
No va a ser un camino fácil, no va a ser relajado, habrá inconvenientes.
Pero bueno, así es en general la vida, el movimiento se demuestra andando, todo comienza con un primer paso...
Pero al mismo tiempo siento un miedo a decirlo en voz alta, a contarlo antes de que esté en marcha porque ha habido tantas ideas que se han quedado en el tintero... Tantos planes no llevados a cabo... Mucha ilusión al principio, mucha organización, esquemas, ensoñaciones... Mucho ver el final sin pensar en el proceso y al primer contratiempo tirar la toalla. O tal vez darte cuenta de que no era factible. Pero seguramente lo que no era es fácil, ni regalado, ni ya está hecho y listo para delivery (and enjoy).
Pero al mismo tiempo siento un miedo a decirlo en voz alta, a contarlo antes de que esté en marcha porque ha habido tantas ideas que se han quedado en el tintero... Tantos planes no llevados a cabo... Mucha ilusión al principio, mucha organización, esquemas, ensoñaciones... Mucho ver el final sin pensar en el proceso y al primer contratiempo tirar la toalla. O tal vez darte cuenta de que no era factible. Pero seguramente lo que no era es fácil, ni regalado, ni ya está hecho y listo para delivery (and enjoy).
Pero tal vez el problema fue no haber más que visto el final, haber soñado como la lechera con el cántaro. Y más lugares comunes: tienes que visualizarte con la idea conseguida y eso te acercará al objetivo. Pues no, yo creo que lo mejor es empezar a dar los pasitos para conseguirlo e ir viendo. Menos ensoñaciones y más acción. si no se puede ya se verá.Toca centrarse porque al final estoy a mil cosas y no profundizo en ninguna. No puedo ser tan tonta de dejar pasar esta oportunidad y seguir en el vacío, en el punto cero, en ninguna parte. Voy a coger este tren.
Ya toqué en otra ocasión el tema ferroviario. Pero esta vez me parece haber oído claramente el pitido (¿o será una manera de engañarme a mí misma y tenerme entretenida para no enfrentarme a la realidad de hacer algo, alargar un poco más mi etapa de indolencia?) y voy a subirme. No será un viaje en primera clase (ningún trayecto de la vida ofrece este lujo durante toda la travesía, y si caes en primera es porque había un hueco libre pero te puedes quedar sin él en cualquier parada en cuanto se suba alguien que te lo quite -y no necesariamente porque le corresponda-). Habrá baches gordos que te hagan tambalear, túneles oscuros de profundidad infinita, curvas vertiginosas con los que perderás el equilibrio, marearte e incluso desear bajarte. Pero lo importante es que aguantes el tirón. Ninguna curva es eterna, sujétate fuerte y aguanta. ¿Acaso hay ahora mismo otra opción? Y ningún túnel es eterno, cuanto más oscuro sea, cuando menos te lo esperes, empezarás a ver una luz que te llevará a una zona al aire libre, donde respirar, ¿quién sabe si un paraje de centelleante y luminosa claridad? Lo que está claro es que como poco, si aguantas algo del viaje, te puede llevar a otra estación donde coger el siguiente tren que te acerque al punto que quieres. La felicidad es lo que buscamos saltando de tren en tren, esperando infinitamente en ciertas estaciones. Yo ya he estado un tiempo acampada en una estación en medio de ninguna parte. Reflexionando, cogiendo fuerzas, perdiendo el tiempo, viciada en esta situación. Esperando que el maquinista me recogiera y me metiera en el tren o me avisara de que estaba esperándome con dos buenas pitadas que me sacaran de mi sueño. Pero ningún maquinista está por la labor de ir recogiendo gente, tienes que estar viva y pillar el tren que te interesa. Ningún maquinista dice a dónde te llevará, cuál es su destino. Tienes que mirar el tren, evaluar qué pinta tiene, deducir a dónde te puede llevar y arriesgarte. Y aguantar el viajecito: será de pie, rodeada de gente, con frío, será por pendientes escarpadas, te tocará meter carbón en su horno para que siga tirando, habrá momentos de relax sentada con el aire que entra por la ventanilla rozando tu cara de felicidad... ¿Quién sabe? Igual el trayecto dura 3 minutos y te obligan a bajarte (que también hay muchos trenes prometedores que el combustible no llega ni a 10 km o con el motor jodido y te deja tirada en medio de la nada o en un sitio sombrío que resulta ser la gran oportunidad de tu vida).
Bueno, lo veremos. Como dice mi madre: "quien no se embarca, no se marea".
Y aquí estoy yo, dispuesta a embarcarme, a marearme, y a llegar a buen puerto.
Bueno, lo veremos. Como dice mi madre: "quien no se embarca, no se marea".
Y aquí estoy yo, dispuesta a embarcarme, a marearme, y a llegar a buen puerto.