OCTUBRE 2015
El héroe de las mil caras
(Psicoanálisis del mito)
Joseph Campbell
El futuro se ve no en los términos de una serie inevitable de muertes y nacimientos, sino como un sistema concreto de ideales, virtudes y finalidades de uno y como si se establecieran y se aseguraran ventajas.
La introversión voluntaria, de hecho, es uno de los recursos clásicos del genio creador y puede emplearse como un recurso deliberado. Lleva las energías psíquicas a lo profundo y activa el continente perdido de las imágenes infantiles inconscientes y arquetípicas. El resultado, por supuesto, puede ser una desintegración más o menos completa de la conciencia (neurosis, psicosis; la fuga de la hechizada Dafne), pero por otro lado, si la personalidad es capaz de absorber e integrar las nuevas fuerzas se habrá experimentado un grado casi sobrehumano de autoconciencia y de control dominante. Éste es un principio básico de las disciplinas hindúes del yoga. Ha sido también el camino de muchos espíritus creadores de Occidente. No puede describirse cabalmente como una respuesta a una llamada específica. Es más bien una negativa deliberada y aterradora a dar otra respuesta que no sea la más honda, la más alta y la más rica a la demanda todavía desconocida de un vacío interior en espera; una especie de golpe total, o rechazo a los términos que ofrece la vida, como resultado de lo cual una fuerza transformadora lleva el problema a un plano de nuevas magnitudes, donde repentina y finalmente se resuelve.
...nuestros puntos de vista conscientes de lo que la vida debería ser pocas veces corresponden a lo que la vida realmente es. Generalmente nos rehusamos a admitir dentro de nosotros mismos o dentro de nuestros amigos la plenitud de esa fiebre incitante, protegida en sí misma, maloliente, carnívora y lasciva que es la verdadera naturaleza de la célula orgánica. Mas bien tendemos a perfumar, a blanquear y a reinterpretar, imaginando mientras tanto que todas las moscas en el ungüento y todos los pelos en la sopa son los errores de algún otro ser, bien desagradable.
Pero cuando repentinamente se nos revela o se impone ante nuestra atención que cada una de las cosas que pensamos o hacemos participa necesariamente del olor de la carne, entonces no es poco común que se experimente un momento de repulsión: la vida, los actos de la vida, los órganos de la vida, la mujer en particular como el gran símbolo de la vida, se vuelven intolerables para la extremada pureza del alma.
Y así sucede que los símbolos cósmicos se presentan con el espíritu de una paradoja sublime que aturde al pensamiento. El reino de Dios está dentro y también fuera; Dios, sin embargo, no es sino un medio conveniente de despertar al alma, la princesa dormida. La vida es su sueño y la muerte es su despertar. El héroe, que despierta su propia alma, no es en sí mismo sino el medio conveniente de su propia disolución. Dios, aquel que despierta el alma es, por lo tanto, su propia e inmediata muerte.
Lo que representa esa figura es la fuerza protectora y benigna del destino. La fantasía es la seguridad, la promesa de que la paz del Paraíso, que fue primero conocida dentro del vientre materno, no ha de perderse; que sostiene el presente y está en el futuro tanto como en el pasado (es omega y es alfa), que aunque la omnipotencia parezca amenazada por los pasajes de los umbrales y despertares a la vida, la fuerza protectora está siempre presente dentro del santuario del corazón y existe en forma inmanente dentro o detrás de las extrañas apariencias del mundo. El individuo tiene que saber y confiar, y los guardianes eternos aparecerán. Después de responder a su propia llamada y de seguir valerosamente las consecuencias que resultan, el héroe se encuentra poseedor de todas las fuerzas del inconsciente. La Madre Naturaleza misma apoya la poderosa empresa. Y en tanto que el acto del héroe coincide con aquello para lo que su sociedad está preparada, se hallará dirigiendo el gran ritmo de los procesos históricos. "me siento -dijo Napoleón cuando empezó su campaña contra los rusos- empujando hacia un fin que no conozco. Tan pronto como lo alcance, tan pronto como me vuelva innecesario, un átomo será suficiente para destruirme. Hasta entonces ninguna fuerza humana puede hacer nada contra mí".
En la Arabia anterior a Mahoma, los genios (singular: m.jinni, f. jinniyah) eran los demonios que se aparecían en los desiertos y las soledades. Peludos y mal formados, o con forma de animales: avestruces o serpientes, eran un peligro para las personas indefensas.
El héroe avanza en su aventura hasta que llega al "guardián del umbral", a la entrada de la zona de la fuerza magnificada. Tales custodios protegen al mundo en las cuatro direcciones, también de arriba abajo, irguiéndose en los límites de la esfera actual del héroe, u horizonte actual. Detrás de ellos están la oscuridad, lo desconocido y el peligro, así como detrás de la vigilancia paternal está el peligro para el niño, y detrás de la protección de su sociedad está el peligro para el miembro de la tribu. La persona común está no sólo contenta, sino además orgullosa de pertenecer dentro de los límites indicados, y las creencias populares constituyen la razón de temer tanto el primer paso dentro de lo inexplorado. (...)
Las mitologías populares pueblan con engañosas y peligrosas presencias cada lugar desierto fuera del tránsito normal de la aldea.
El guardián simboliza, de acuerdo con el doctor Stekel, "conciencia, o si se prefiere, el agregado de toda la moralidad y restricciones que se presentan en la conciencia". "Freud -continúa el doctor Stekel- describiría al guardián como el "superego". Pero en realidad es sólo un "interego". La conciencia previene la intervención de los deseos peligrosos y de las acciones inmorales. Éste es el sentido con que deben interpretarse los guardianes, policías y oficiales en los sueños en general".
Como símbolo del mundo al que nos mantienen aferrados los cinco sentidos y que no puede hacerse a un lado por las acciones de los órganos físicos, Cabello Pegajoso fue vencido sólo cuando el futuro Buddha, desposeído de las cinco armas de su nombre momentáneo y su carácter físico, recurrió a la sexta arma, invisible y sin nombre, el trueno divino, el conocimiento del principio trascendente, que está detrás del reino fenoménico de los nombres y de las formas. Entonces cambió la situación. No permaneció atrapado, sino que fue libertado porque pudo recordar que ser era ser libre. La fuerza del monstruo fenomenológico desapareció y éste aprendió a renunciar. Habiendo aprendido a renunciar se volvió divino -un espíritu con derecho a recibir ofrendas-, como es el mundo mismo una vez que se conoce, no en el sentido final, sino como un mero nombre y forma de lo que trasciende, pero que abarca de manera inmanente todos los nombres y las formas.
El contenido del mito ubicuo del camino del héroe es el que ha de servir como modelo general a los hombres y a las mujeres, en cualquier punto de la escala en que se encuentren. Por lo tanto, está formulado en los términos más amplios. La función del individuo es descubrir su propia posición respecto de esta fórmula humana general y permitir que lo ayude a traspasar los muros que lo reprimen. ¿Quiénes son y dónde están sus ogros? Esas son las reflexiones de los enigmas no resueltos de su propia humanidad. ¿Cuáles son sus ideales? Tales son los síntomas de aferrarse a la vida.
Porque el aspecto de ogro del padre es un reflejo del propio ego de la víctima, derivado de la sensacional escena infantil que se ha dejado atrás, pero que ha sido proyectada para el futuro; y la fijación idólatra de esa pedagógica no cosa es en sí misma la falta que hace permanecer al individuo penetrado de la esencia del pecado, impidiendo que su espíritu potencialmente adulto llegue a tener una visión más realista y más equilibrada del padre, y por ende del mundo. La reconciliación no consiste sino en el abandono de ese doble monstruo generado por el individuo mismo; el dragón que se piensa como Dios (superego) y el dragón que se piensa como Pecado (el id reprimido). Pero esto requiere abandonar la unión al yo mismo y eso es lo difícil. El individuo debe tener fe en la misericordia del padre y debe confiar en esa misericordia. por lo tanto el centro de la creencia se traslada fuera del apretado anillo e dios demoníaco, y los ogros temibles desaparecen.
...toda la vida es el apoyo de la meditación. Cada hombre vive siempre en medio de un silencioso sermón.
Cuando el niño sobrepasa el idilio con el pecho materno y vuelve a enfrentarse con el mundo de la acción adulta especializada, pasa, espiritualmente, a la esfera del padre, que se convierte, para su hijo, en la señal del trabajo futuro, y para su hija, en el futuro marido. Lo sepa o no, y sin importar cuál sea su posición en sociedad, el padre es el sacerdote iniciador a través del cual el adolescente entra a un mundo más amplio. Y así como antes la madre ha representado el "bien" y el "mal", ahora eso mismo es el padre, pero con esta complicación: que hay un nuevo elemento de rivalidad en el cuadro: el hijo contra el padre por el dominio del universo, y la hija contra la madre para ser el mundo dominado.
Porque la esencia del tiempo es el cambio, la disolución de la existencia momentánea, y la esencia de la vida es el tiempo.
Así como el padre es el intruso original en el paraíso del niño con su madre, es el enemigo arquetipo; desde este momento en adelante, durante toda la vida, todos los enemigos son símbolos (para el inconsciente) del padre. (...) De aquí la compulsión irresistible de hacer la guerra: el impulso de destruir al padre está continuamente transformándose en violencia pública. (...) Todo el contenido del padre y de la madre "buenos" queda en casa, mientras que lo "malo" permanece a su alrededor (...)
...en vez de pensar en sí mismo, el individuo se dedica al todo de su sociedad. El reto del mundo, mientras tanto (o sea, con mucho, la porción mayor de la realidad) queda fuera de la esfera de su simpatía y protección, porque está fuera de la esfera de protección de su dios. Entonces toma lugar ese dramático divorcio de los dos principios del odio y del amor que las páginas de la historia ilustran abundantemente. En vez de limpiar su propio corazón, el fanático trata de limpiar el mundo. Las leyes de la Ciudad de Dios se aplican sólo a él y a su grupo (tribu, Iglesia, nación, clase o cualquier otra cosa); mientras tanto, se aviva el fuego de una perpetua guerra religiosa (con buena conciencia y con el sentido de un servicio piadoso) contra aquella gente no circuncisa, pagana bárbara, extraña, "nativa", que ocupa la posición de vecino.
La "vacuidad de todas las cosas" (sánscrito:shunyata, vacío) se refiere, por una parte, a la naturaleza ilusoria del mundo fenoménico, y por otra, a la impropiedad de atribuir las cualidades que podemos conocer por nuestra experiencia del mundo fenoménico a lo Imperecedero.
El psicoanálisis es una técnica para curar a los individuos que sufren e forma excesiva a causa de sus deseos y hostilidades inconscientemente mal dirigidos, que tejen a su alrededor sus privadas telarañas de terrores irreales y de atracciones ambivalentes; el paciente liberado de ellos se encuentra capacitado para participar con cierta satisfacción en los temores más reales, hostilidades, prácticas eróticas y religiosas, empresas comerciales, guerras, pasatiempos y tareas domésticas que le ofrece su cultura particular. Pero para aquel que ha escogido deliberadamente la difícil y peligrosa jornada que sobrepasa el acervo de su pueblo, ha de considerarse también que estos intereses están basados en un error. Por lo tanto, la meta de la enseñanza religiosa no es curar al individuo para adaptarlo al engaño general, sino apartarlo del engaño, y esto no se logra reajustando el deseo (eros) y la hostilidad (thánatos) porque eso solo origina un nuevo contexto de engaño, sino extinguiendo esos impulsos desde la raíz, de acuerdo con el método del celebrado Camino Óctuple de los budistas:
Creencia Recta, Intención Recta,
Palabra Recta, Acción Recta,
Modo de Vida Recto, Esfuerzo Recto,
Pensamiento Recto, Concentración Recta
Con la final "extirpación del engaño, del deseo y de la hostilidad" (Nirvana), la mente sabe que no es lo que había pensado: el pensamiento desaparece. La mente descansa en su verdadero estado. Y allí puede quedarse hasta que el cuerpo se desvanezca.
Esta es la enseñanza ortodoxa de los antiguos Tantras: "Todas las deidades visualizadas no son sino símbolos que representan los diferentes sucesos que ocurren en el Camino".
La agonía de romper las limitaciones personales es la agonía del crecimiento espiritual. El arte, la literatura, el mito y el culto, la filosofía y las disciplinas ascéticas son instrumentos que ayudan al individuo a pasar de sus horizontes limitados a esferas de realización siempre creciente. Conforme cruza un umbral después de otro y somete a un dragón después de otro, aumenta la estatura de la divinidad a quien él implora su más alto deseo, hasta resumir el cosmos. Finalmente, la mente rompe la esfera limitadora del cosmos hacia una realización que trasciende todas las experiencias de la forma, todos los simbolismos, todas las divinidades: la apreciación del inevitable vacío.
¿Qué deidad adora Amaterasu con sus abstinencia en la Planicie del Alto Cielo? Ella adora un propio ser interior como una deidad, intenta cultivar la divina virtud en su propia persona por medio de la pureza interior y así se vuelve una con la Deidad.
El anillo talismán del encuentro del alma con su otra porción en lugar debido prueba que el corazón estuvo allí, consciente de lo que Rip van Winkle pasó por alto, y prueba también una convicción de la mente despierta: que la realidad de las profundidades no ha de ser apocada por la luz del día. Ésta es la señal de que el héroe debe entretejer sus dos mundos.
El campo de batalla es simbólico del campo de la vida donde cada criatura vive de la muerte de otra. El caer en la cuenta de la inevitable culpa de vivir puede enfermar el corazón de tal modo que, como Hamlet o como Arjuna, el individuo puede rehusarse a seguir. Por otra parte, como casi todos nosotros, el individuo puede inventar una falsa y finalmente injustificada imagen de sí mismo como un fenómeno excepcional en el mundo, no culpable como los otros, sino justificado de sus inevitables pecados porque representa el bien. Esa rectitud del yo lleva a un mal entendimiento, no sólo de uno mismo, sino de la naturaleza del hombre y del cosmos. La meta del mito es despejar la necesidad de esa ignorancia de la vida efectuando una reconciliación de la conciencia del individuo con la voluntad universal. Y esto se efectúa a través de una valoración de la verdadera relación entre los fenómenos pasajeros del tiempo con la vida imperecedera que vive y muere en todos.
¡Bello Elphin, deja de lamentarte!
No dejes que nadie se muestre insatisfecho de lo suyo.
La desesperación no ha de traer ventajas.
Ningún hombre ve lo que lo sostiene...
El héroe es el campeón de las cosas que son, no de las que han sido, porque el héroe es. (...) Él no equivoca la aparente invariabilidad del tiempo con la permanencia del Ser, ni teme los momentos venideros (ni la "otra cosa"), como destructores de la permanencia con su propio cambio. "Nada conserva su apariencia, y la naturaleza, renovadora del mundo, rehace unas figuras a partir de otras; y en el universo entero, creedme, nada parece; sino que cambia y renueva su aspecto..." (Metamosfosis, Ovidio). Así es posible permitir la llegada del momento venidero.
En cuanto la poesía del mito es interpretada como biografía, historia o ciencia, muere. Las imágenes vivas se convierten sólo en hechos remotos de un tiempo o de un cielo distantes. Además, no es difícil demostrar que como ciencia o historia la mitología es absurda. Cuando una civilización empieza a reinterpretar su mitología de esta manera, la vida huye de ella, los templos se convierten en museos y se disuelve la liga entre las dos perspectivas.
...el mundo es una armonía majestuosa de formas que se vierten en el ser, estallan y se disuelven. Pero lo que experimentan esas criaturas que pasan velozmente es una terrible algarabía de dolor y de gritos de batalla. Los mitos no niegan esa agonía (la crucifixión); revelan por dentro, por detrás y alrededor de ella la paz esencial (la rosa celestial).
Los diablos, tanto los estúpidos lujuriosos como los engañadores astutos y avisados, son siempre bufones. Aunque pueden triunfar en el mundo del espacio y del tiempo, tanto su persona como su obra desaparecen simplemente cuando la perspectiva se traslada a lo trascendental. Son los que equivocan la sombra por la sustancia: simbolizan las imperfecciones inevitables del reino de las sombras, y en tanto permanezcamos en este terreno, el velo no podrá ser levantado.
La fuerza procreadora está en todas partes. Y de acuerdo con el capricho o con el destino del momento, puede ser concebido un héroe salvador o un demonio aniquilador del mundo; nunca se sabe.
El ser divino es una revelación del Yo omnipotente, que vive dentro de todos nosotros. Así, la contemplación de la vida debe entenderse como la meditación sobre nuestra propia divinidad inmanente, no como el preludio a una imitación precisa. La lección no es "haz esto y sé bueno", sino "conoce esto y sé Dios".
El sentido del consejo de Krishna de adorar a las montañas en lugar de al rey de los dioses, que para el lector de Occidente puede parecer extraño, es que el Camino de la Devoción (bhakti marga) debe empezar con cosas conocidas y amadas por el devoto, no por concepciones remotas e inimaginables. Puesto que la Divinidad es en todo inmanente, Él se dará a conocer a través de cualquier objeto profundamente amado. Y lo que es más, la Divinidad dentro del devoto es lo que hace posible para él descubrir a la divinidad en el mundo exterior. este misterio queda ilustrado en la presencia doble de Krishna durante el acto de la adoración.
Porque el héroe mitológico es el campeón no de las cosas hechas sino de las cosas por hacer; el dragón que debe ser muerto por él es precisamente el monstruo del statu quo: Soporte, el guardián del pasado. Desde la oscuridad el héroe emerge, pero el enemigo es grande y destaca en el trono del poder; es el enemigo, el dragón, el tirano, porque convierte en ventaja propia la autoridad de su posición. Es Soporte o Garra no porque guarda el pasado, sino porque guarda.
Cuando el emperador ya no relaciona los dones de su reinado con su fuente trascendental, rompe la visión estereóptica que está en su papel sostener. Ya no es el mediador entre dos mundos. La perspectiva del hombre se achata e incluye sólo el término humano de la ecuación y en el acto cae la experiencia de la fuerza sobrenatural. La idea que sostiene la comunidad se ha perdido. La fuerza es todo lo que la sostiene. El emperador se convierte en el ogro-tirano (...), el usurpador de quien debe salvarse el mundo.
Todos vieron los que sus propias naturalezas les revelaron: los luchadores pensaron que Krishna era un luchador, las mujeres que era un tesoro de belleza, los dioses lo reconocieron como su señor y Kans pensó que era Mara, la Muerte misma.
"Madre -dijo-, no llores. Nadie puede vivir y no morir. Imaginarse a uno mismo como poseedor de algo es estar equivocado; nadie es padre, madre o hijo. Hay sólo el círculo continuo del nacimiento y de la muerte"
...hay una alternancia regular de aciertos y errores, que es característica del espectáculo del tiempo. Como en la historia del universo sucede en la de las naciones; la emanación lleva a la disolución, la juventud a la vejez, el nacimiento a la muerte, la vitalidad creadora de formas al peso muerto de la inercia. La vida se agita, precipita formas, y luego se apaga dejando todo atrás. La edad de oro, el reinado del emperador del mundo, alternan, en el pulso de todos los momentos de la vida, con la tierra baldía, reino del tirano. El dios que es el creador se convierte al fin en destructor.
Desde este punto de vista el ogro tirano no es menos representativo del padre que el anterior emperador del mundo cuya posición usurpó, o que el héroe brillante (el hijo) que ha de suplantarlo. Él representa lo estable, así como el héroe es el portador de los cambios. Y dado que cada momento del tiempo se libera del momento de los grilletes del momento anterior, así este dragón, Soporte, es descrito como perteneciente a la generación inmediatamente precedente a la del Salvador del Mundo.
Para decirlo en términos directos: el trabajo del héroe es exterminar el aspecto tenaz del padre (el dragón, el que pone las pruebas, el rey ogro) y arrebatar de su poder las energías vitales que alimentarán el universo.
...en realidad, el matador y el dragón, el sacrificador y su víctima, son solamente una mente detrás de bambalinas, donde no hay polaridad de contrarios, pero mortales enemigos en la escena donde se presenta la eterna guerra entre los Dioses y los Titanes...
Cuando el rey Edipo supo que la mujer con la que se había casado era su madre y que el hombre que había asesinado era su padre, se sacó los ojos y vagó en penitencia sobre la tierra. Los freudianos dicen que cada uno de nosotros mata a su padre y se casa con su madre al mismo tiempo, sólo que inconscientemente: las maneras indirectas y simbólicas de hacer esto y las racionalizaciones de la consecuente actividad compulsiva constituyen nuestras vidas individuales y nuestra civilización común. Si los sentimientos cayeran en la cuenta de la verdadera importancia de los actos y de los pensamientos del mundo, cada uno sabría lo que Edipo sabía: la carne se nos presentaría como un océano de violación propia.
No es necesario decir que el héroe no sería héroe si la muerte lo aterroriza; la primera condición es la reconciliación con la tumba.
El poderoso héroe de las fuerzas extraordinarias -el que puede levantar el Monte Govardhan con un solo dedo, y llenarse con la gloria terrible del Universo- es cada uno de nosotros: no el ser físico que se refleja en el espejo, sino el rey que está en su interior. Krishna declara: "Yo soy el ser que se asienta en el corazón de todas las criaturas. Soy el principio, el medio y el final de todos los seres". Éste es precisamente el sentido de las plegarias por los muertos, en el momento de la disolución personal: que el individuo debe ahora retornar al momento de su conocimiento prístino de la divinidad creadora del mundo que durante su vida se reflejó dentro de su propio corazón.
En su forma viva, el individuo es necesariamente sólo una fracción y una distorsión de la imagen total del hombre. Está limitado, ya sea hembra o varón; también lo está en cualquier periodo de su vida, como niño, como joven, como adulto o como anciano; y no sólo eso, sino que está necesariamente especializado como artesano, comerciante, sirviente o ladrón, sacerdote, líder, esposa, monja o prostituta; no puede serlo todo. De aquí que la totalidad, la plenitud del hombre, no esté en un miembro aparte, sino en el cuerpo de la sociedad como un todo; el individuo puede sólo ser un órgano. de su grupo ha tomado las técnicas de vida, el lenguaje en que piensa, las ideas por las cuales lucha; los genes que han construido su cuerpo descienden del pasado de esa sociedad. Si pretende aislarse, ya sea en hechos, pensamientos o sentimientos, sólo logra romper las relaciones con las fuentes de su existencia.
Desde el punto de vista del camino del deber, el que es exiliado de la comunidad es nada. Desde el otro punto de vista, este exilio es el primer paso en la búsqueda. Cada uno lleva el todo dentro de sí mismo; por lo tanto puede buscarse y descubrirse dentro de él. Las diferencias de sexo, edad y ocupación no son esenciales de nuestro carácter, sino meras vestiduras que llevamos por un tiempo en el escenario del mundo. La imagen interior del hombre no debe confundirse con su atuendo. pensamos que somos americanos, hijos del siglo XX, occidentales y cristianos civilizados. Somos virtuosos o pecadores. Sin embargo, esas designaciones no dicen lo que debe ser el hombre, denotan solamente accidentes geográficos, fecha de nacimiento e ingresos económicos. ¿Cuál es el meollo de nosotros? ¿Cuál es el carácter básico de nuestro ser?
El ascetismo de los santos medievales y de los yoguis de la India, los misterios helénicos de las iniciaciones, las antiguas filosofías del oriente y del Occidente, son técnicas para desplazar el hincapié de la conciencia individual fuera de la presencia exterior. Las meditaciones preliminares del aspirante apartan su mente y sus sentimientos de los accidentes de la vida y lo llevan hasta lo más profundo. "Yo no soy esto ni lo otro -medita-; no soy mi madre ni el hijo que acaba de morir; mi cuerpo, que está enfermo o envejece; ni mi brazo, mis ojos, mi cabeza, ni la suma de todas estas cosas. No soy mis sentimientos, ni mi mente, ni mi fuerza intuitiva. "Por medio de estas meditaciones sale de su propia profundidad y finalmente alcanza insondables realizaciones. Ningún hombre puede regresar de practicar tales ejercicios y tomarse muy seriamente en cuenta como don Fulano, de tal o cual población de cierto país. La sociedad y los deberes se esfuman. don Fulano, al descubrirse grande con el hombre, se convierte en una persona abstraída y apartada.
Ésta es la etapa de Narciso contemplándose en la fuente, del Buddha sentado en forma contemplativa debajo del árbol, pero no es la última meta; es un requisito pero no es el fin. La meta no es ver, sino caer en la cuenta de que uno es esa esencia; entonces, el hombre es tan libre de vagar por el mundo como lo es su esencia. La esencia de uno mismo y la esencia del mundo son una sola. De aquí que la separación, el aislamiento, ya no sean necesarios. Por dondequiera que vaya el héroe y cualquier cosa que haga, siempre está en presencia de su propia esencia, porque ha perfeccionado sus ojos para ver. No hay aislamiento. Así como el camino de la participación social puede llevar a la realización del Todo en el individuo, así el exilio trae al héroe al Yo en todo.
En forma similar, en el oriente, en el mundo antiguo y en las Américas precolombinas, la sociedad y la naturaleza representaban para la mente lo inexpresable. "Las plantas, las rocas, el fuego y el agua: todo está vivo. Nos observan y ven nuestras necesidades. Ven el momento en que nada nos protege -declara un viejo apache narrador de leyendas- y en ese momento se revelan y hablan con nosotros". Esto es lo que los budistas llaman "el sermón de lo inanimado".
Habiendo sobrepasado los engaños de su ego anteriormente autoafirmativo, autodefensivo, preocupado por sí mismo, él siente afuera y adentro el mismo reposo. Lo que observa hacia afuera es el aspecto visual del inmenso vacío que trasciende al pensamiento sobre el cual cabalgan sus propias experiencias del ego, la forma, las percepciones, la palabra, las concepciones y el conocimiento.
Y se siente lleno de compasión por los seres aterrorizados de sí mismos que viven en el temor de su propia pesadilla. Se levanta, vuelve a ellos y con ellos habita como un centro sin ego, a través del cual el principio del vacío se manifiesta en su propia simplicidad. Éste es el gran "acto de compasión", por medio del cual se revela una verdad: la de que en el entendimiento de aquel en quien ha muerto el Fuego Triple del Deseo, la Hostilidad y el Engaño, este mundo es el Nirvana. "Olas de dones" salen de ese ser para la liberación de todos nosotros. "Esta vida mundana de nosotros es una actividad del Nirvana mismo y no existe entre ambos ni la más ligera distinción".