ABRIL
Reflexiones varias
Indecisión
Sí, esto es una parte dura de la vida, pero por supuesto hay cosas más duras aún. Y vienen en la siguiente fase. Normalmente, cuando decides dejar una historia, sea del tipo que sea, es porque ya estabas lo suficientemente harta, cansada y convencida de que no valía la pena. Tampoco me parece que sea muy difícil abandonar ciertas empresas. Seguramente estás hasta ofendida y cabreada, seguramente te has colado dando segundas (hasta decimoterceras) oportunidades y has puesto la otra mejilla para que te la volvieran a cruzar con otro rotundo no (ya sea verbal y personal o circunstancial y causal, casi siempre este último, de circunstancia y cosa (sí, cosa), que te vuelve a confirmar que no insistas, que es que no). Entonces llega la gota que colma el vaso, y hay veces que parece que nuestra tolerancia es algo permeable y no hay nivel por superar, y mira que llueven gotas y gotas... Pero llega "la gotita" y decides que es el momento de abandonar. Normalmente, repito, estás tan cansada o cabreada que tiras la toalla encantada de la vida. Y no dejándola caer, no, sino pillando de un extremo, voleándola por encima de tu cabeza en círculos cada vez más veloces para poder así lanzarla lo más lejos posible o haciendo una pelota con ella y pegándole una buena patada con toda la rabia de la que eres capaz para mandarla a tomar... hasta el infinito y más allá (y evitar de paso que puedas encontrarla y volverla a coger).
Ese primer día te sientes bien. Muy bien. Liberada, vengada, reafirmada.
Y el segundo día también. Equilibrada, ligera, feliz.
Y el tercero: a gusto contigo misma, tranquila, en camino hacia una pronta recuperación (con dudas, lo mismo hasta te saltas esta fase y pasas directamente a estar estupendamente).
El cuarto: sorprendida de tu amnesia, tu falta de sentimientos, tu capacidad para ignorar.
Alrededor del cuarto día (casi siempre antes, depende del nivel de hartura en el momento de la patada a la toalla) empieza a colarse "la señora duda". Muy tímidamente al principio, como con miedo...
Porque, esta es una verdad aplicable como veremos a varios ámbitos de la vida, con las decisiones pasa lo mismo que con el éxito: lo difícil no es llegar a la cima sino mantenerse. Lo jodido no es tomar una decisión sino mantenerla.
...y, de pronto - aguda, terriblemente-, echó en falta sus ansias locas, sus excesos y sus accesos, su inocencia. Acababa de entrar en acción algún mecanismo, y la cabeza de Denise se había convertido en una pantalla pasiva en la cual se proyectaba una película con el resumen de todas las excelencias de la persona a quien había apartado de sí. Ahora le volvían a gustar hasta los más nimios hábitos y gestos y señas distintivas de Robin.
(Las Correciones. Jonathan Franzen).
De repente, y cada día más, aparecen los momentos pasados maravillosos (y magnificados en nuestra imaginación), las supuestas posibilidades imposibles se vuelven muy reales y desperdiciadas en vez de inviables y fantasiosas, como nos parecieron cuando estábamos en posición de haberlas tomado, se nos presentan miles de opciones que en su día ni se nos habían imaginado, consideramos exageradas ciertas reacciones nuestras ante lo que ahora nos parecen nimiedades, juzgamos nuestra capacidad de aguante, olvidamos la sensación de hastío que nos superaba... Para, al momento siguiente, llenarnos de resolución, reafirmarnos en la decisión tomada... Así sucesivamente, invariablemente, alternativamente.
La decisión da igual. Ya lo he comentado en otras ocasiones. Depende del derrotero que lleve la vida será acertada o no, pero lo que decidas tú da lo mismo. Nunca sabrás si ha sido buena, porque tal vez podría haber sido mejor. O tremendamente peor de como te está yendo (sí, es posible).
Siempre habrá un listo que venga a decirte que no, que esto es así porque no te has escuchado a ti mismo, porque no estás siguiendo tu camino, porque tus energías están bloqueadas, porque buscas algo que no existe. Están los de la otra rama que te repiten que estás demasiado obsesionada con ese tema, que aparecerá cuando dejes de buscar. Los que defienden que tu problema radica en que no te esfuerzas lo suficiente, como hace el resto de la gente, porque en realidad no quieres porque si quisieras... Y los que dicen que como no sigues tu camino y te empeñas en algo que no es para ti, por eso no logras tu objetivo. Siempre hay algo que estás haciendo mal. Y te lo dirá algún listo que piensa que a él le van las cosas muy bien, y encima se toma de ejemplo y se dedica a analizar situaciones ajenas y hasta a dar consejos. (Aquí viene que ni pintado el próximo artículo: busca un amor y deja que te mate. Muy instructivo también).
Pero bueno, siempre nos dejaremos la piel y las 4 neuronas hábiles en ver pros y contras, en elegir lo más acertado, ¡¡qué ilusión!!, en dudar, agobiarnos... Como leí en Corrección de Bernhard: titubear sí, pero sin la menor debilidad (y yo añado: y con la mayor determinación). En realidad le damos demasiadas vueltas a las cosas. La decisión, realmente, está tomada desde el principio. Cuando pedimos consejo lo hacemos para poder reafirmarnos en lo que ya está elegido. Para acallar a la pesada duda que insiste en que tal vez no estamos considerando todas las posibilidades existentes, que tal vez haya alguna que se nos escape, se nos ha pasado alguna opción, o combinación de opciones, por alto.
Ese primer día te sientes bien. Muy bien. Liberada, vengada, reafirmada.
Y el segundo día también. Equilibrada, ligera, feliz.
Y el tercero: a gusto contigo misma, tranquila, en camino hacia una pronta recuperación (con dudas, lo mismo hasta te saltas esta fase y pasas directamente a estar estupendamente).
El cuarto: sorprendida de tu amnesia, tu falta de sentimientos, tu capacidad para ignorar.
Alrededor del cuarto día (casi siempre antes, depende del nivel de hartura en el momento de la patada a la toalla) empieza a colarse "la señora duda". Muy tímidamente al principio, como con miedo...
Porque, esta es una verdad aplicable como veremos a varios ámbitos de la vida, con las decisiones pasa lo mismo que con el éxito: lo difícil no es llegar a la cima sino mantenerse. Lo jodido no es tomar una decisión sino mantenerla.
...y, de pronto - aguda, terriblemente-, echó en falta sus ansias locas, sus excesos y sus accesos, su inocencia. Acababa de entrar en acción algún mecanismo, y la cabeza de Denise se había convertido en una pantalla pasiva en la cual se proyectaba una película con el resumen de todas las excelencias de la persona a quien había apartado de sí. Ahora le volvían a gustar hasta los más nimios hábitos y gestos y señas distintivas de Robin.
(Las Correciones. Jonathan Franzen).
De repente, y cada día más, aparecen los momentos pasados maravillosos (y magnificados en nuestra imaginación), las supuestas posibilidades imposibles se vuelven muy reales y desperdiciadas en vez de inviables y fantasiosas, como nos parecieron cuando estábamos en posición de haberlas tomado, se nos presentan miles de opciones que en su día ni se nos habían imaginado, consideramos exageradas ciertas reacciones nuestras ante lo que ahora nos parecen nimiedades, juzgamos nuestra capacidad de aguante, olvidamos la sensación de hastío que nos superaba... Para, al momento siguiente, llenarnos de resolución, reafirmarnos en la decisión tomada... Así sucesivamente, invariablemente, alternativamente.
La decisión da igual. Ya lo he comentado en otras ocasiones. Depende del derrotero que lleve la vida será acertada o no, pero lo que decidas tú da lo mismo. Nunca sabrás si ha sido buena, porque tal vez podría haber sido mejor. O tremendamente peor de como te está yendo (sí, es posible).
Siempre habrá un listo que venga a decirte que no, que esto es así porque no te has escuchado a ti mismo, porque no estás siguiendo tu camino, porque tus energías están bloqueadas, porque buscas algo que no existe. Están los de la otra rama que te repiten que estás demasiado obsesionada con ese tema, que aparecerá cuando dejes de buscar. Los que defienden que tu problema radica en que no te esfuerzas lo suficiente, como hace el resto de la gente, porque en realidad no quieres porque si quisieras... Y los que dicen que como no sigues tu camino y te empeñas en algo que no es para ti, por eso no logras tu objetivo. Siempre hay algo que estás haciendo mal. Y te lo dirá algún listo que piensa que a él le van las cosas muy bien, y encima se toma de ejemplo y se dedica a analizar situaciones ajenas y hasta a dar consejos. (Aquí viene que ni pintado el próximo artículo: busca un amor y deja que te mate. Muy instructivo también).
Pero bueno, siempre nos dejaremos la piel y las 4 neuronas hábiles en ver pros y contras, en elegir lo más acertado, ¡¡qué ilusión!!, en dudar, agobiarnos... Como leí en Corrección de Bernhard: titubear sí, pero sin la menor debilidad (y yo añado: y con la mayor determinación). En realidad le damos demasiadas vueltas a las cosas. La decisión, realmente, está tomada desde el principio. Cuando pedimos consejo lo hacemos para poder reafirmarnos en lo que ya está elegido. Para acallar a la pesada duda que insiste en que tal vez no estamos considerando todas las posibilidades existentes, que tal vez haya alguna que se nos escape, se nos ha pasado alguna opción, o combinación de opciones, por alto.
Busca un amor y deja que te mate
Dedícate a él en cuerpo y alma. Da igual, en realidad da exactamente igual el qué. Y no hablamos de amores personales, de romances. No, eso ya está más que superado. Ahora se sabe que la pasión dura 7 años y que lo que aguante más que eso es ciencia ficción, un milagro o una farsa. Entonces cambiamos de pareja y Santas Pascuas. Uno lo pasará peor que el otro (el que se dé cuenta después, que puede que nunca se dé cuenta porque cuando te dejan se activa el modo del que hablaba Franzen en el anterior párrafo de manera permanente y por los siglos de los siglos, pero sólo en muy contadas ocasiones y si eres un idealista y un romántico. Y un poco obsesivo y egoísta. Sí, egoísta, porque así no tienes porqué darte ni entregarte a nadie más. Ni esforzarte. Nada superará aquella historia.
Vale, que este párrafo no pretende ir de lo comentado mil millones de veces en anteriores reflexiones bajo diferentes disfraces. Este trata de un amor, de una pasión, como decían en la película El secreto de sus ojos.
Hay que dedicarse a algo con toda nuestra alma, cuerpo, mente, tiempo, entrega y dedicación. Hacerse con una forma de vida. Y que tu día y tu noche sea eso, y el aire que respiras y el objeto de tus suspiros y desvelos. Lo que te hace ilusionarte, sonreír, levantarte cada mañana. Lo que te estresa, te ataca, te preocupa más que nada. ¡¡Un trabajo!! ¡¡Una dedicación!! Eeeehhhh....vale.... Y debe ser, porque así le das un sentido a tu existencia, porque así eres una persona inteligente, porque así eres seria, eres de fiar. Y terminas triunfando porque haces de tu dedicación tu pasión. (O eso dicen... ¿Qué es triunfar de todos modos? ¿Ser reconocido? ¿Por quién? ¿A nivel mundial? ¿En tu pueblo? ¿Que puedas ser el orgullo de tus padres cuando hablan con tus tíos o sus amigos, haciendo comparaciones con sus respectivos vástagos? ¿Para que te presente orgullosamente un amigo en su grupo?).
Se necesita esa pasión y dedicarse a ella. Que eres profesor de yoga, pues todo a practicar asanas, comer vegetariano, viajar a la India y sentirse relajado y con una gran paz interior. Que te gustan las ciencias, pues todo a investigar sobre esa área de conocimiento, especializarte en una disciplina concreta, ir corriendo a miles de congresos y estar muy ocupado. Que te gustan las artes marciales, pues todo a pegar patadas, ir a clases maestras, ganar músculo y ver películas de acción.
Y así toda la vida. Porque supongo que no puedes ser un profesor de yoga al que le guste tajarse de vez en cuando y leer sobre nihilismo (y tener una actitud un poco así ya de paso)
Coherencia, coherencia. O esquemas rígidos y preestablecidos. Todo puro y sin mezcla. Hay que pertenecer a cierto grupo, adaptarse, renunciar a tus tendencias. Para no ser una impostora, para no ser una aficionada, una intrusa. Para que tu vida tenga lógica, para ser congruente.
Venga, busca tu pasión y entrégate. Y si no la encuentras, te la inventas o la coges al azar y a partir de ahí no vaciles, no preguntes. Duro y a la cabeza.
En lugar de suicidarse, los hombres se dedican al trabajo. (Corrección. Thomas Bernhard).
O también puedes ir buscando excusas que te hagan mantenerte un poco más de tiempo aquí. En realidad los depresivos existenciales deben ser los que rigen perfectamente porque, ¿qué cojones hacemos aquí? ¿Merece la pena? Sí, buscamos continuamente cosas que hacer y nos convencemos de que merecen la pena. O seguimos por inercia. O nos hiperocupamos para no pensar, para no enfrentarnos a ese vacío que irremisiblemente se mantiene ahí. Hay escapatorias, claro que sí, las que tú te montes. Algunos tienen más capacidad que otros. Y se supone que está relacionado con el grado de estupidez. Cuanto menos piensas (¿tal vez nunca te ha cruzado la cabeza?) en el innegable absurdo vital, más imbécil eres. Estar todo el día pensando en esto es por lo visto de ser muy listo. Joder, yo creo todo lo contrario, me imagino que se necesita una fórmula muy sofisticada y precisa para ignorar estos pensamientos a diario, y con una práctica y una determinación feroz, seguramente poder mantenerse en esa actitud diariamente, de por vida. ¿De qué sirve pensar en el vacío además de para desanimarte, entristecerte, llenarte de impotencia y ligar con cuatro personajes que van del rollo metafísico? ¿Para qué? Mucho más inteligente es pasar de este pensamiento y vivir alegremente, si al final el final va a ser el mismo, por lo menos que hayas disfrutado y no te haya amargado mucho la existencia.
Pero para otros (todos esos supuestos inteligentes) hay que ir buscando pequeñas mentirijillas, estímulos, incentivos, distracciones, engaños, que permitan retrasar el momento obvio, necesario, que cae de su propio peso. Y vuelvo a acordarme de Bernahrd, del párrafo que precede a la frase anterior:
..."pronto, enseguida, escribimos al ser querido que conocemos más íntimamente", escribiré y telegrafiaré al mismo tiempo, nada es pensado ya en mí con tanta intensidad que ese pensamiento de que mi hermana, en poquísimo tiempo, vendrá de Altensam a Inglaterra, vendrá a verme para poner fin a ese estado de mi estar solo en el que yo mismo he "maniobrado para entrar", así Roithamer, ella debe venir para que yo me salve, porque se han agotado todas las posibilidades de distracción, han fracasado todas las artimañas de distracción, porque sólo pienso en el pensamiento de tener que cesar, en mi habitación, si esa persona íntima, querida por nosotros, no viene, no tendremos ya "ninguna posibilidad". Durante días enteros espero la respuesta, y entonces mi hermana telegrafía de pronto que no puede venir, venir ahora, a pesar de todo, seguimos adelante otra vez, no lo hacemos. Me precipito otra vez inmediatamente en mi trabajo. Ahora, de repente, ya no tengo ninguna razón para matarme, para hacer la corrección. La noticia de que mi hermana no viene porque no puede venir basta para que yo "no" lo haga. Pero, ¿lo hubiera hecho?, me pregunto, así Roithamer. En lugar de suicidarse, los hombres se dedican al trabajo
Y buscamos excusillas: este viaje, esta visita, este fin de semana, este verano... haciendo cosas, viendo a personas que rompan nuestra monotonía, nuestro círculo de pensamientos sobre la ineludible "corrección".
Y ahora sí, búscate un amor que le dé sentido (aunque sea momentáneamente, durante un escaso sexenio o lo que sea) y animación a tu rutina. porque como decía Zadie Smith en Dientes Blancos: cuanto más bienaventurada se sentía en la tierra, menos pensaba en el cielo, y ahora sí, búscate esa otra pasión la que te haga olvidarte de todo, la que te ciegue, te ensordezca y te vuelva subnormal. Y entrégate. Al final...comer y follar, amigo (...) a eso se reduce todo. Todo lo demás, y lo digo tan modestamente como corresponde, es pura mierda. (Las correcciones. Jonathan Franzen). Somos básicos, somos animales, dejemos las historias del más allá para otro momento. Ecooooo....
En realidad esta frase de Bukowski es una oda a la vida. Toda una apuesta. Toda una inyección de optimismo. O lo mismo no. Pero para mí sí, y lo que te cuentes a ti mismo, como decía Muley en Las uvas de la ira , es lo único que importa.
Hala, y aquí me quedo yo sintiéndome muy importante y muy inteligente y muy especial por haber escrito sobre estos temas, e ironizando al mismo tiempo sobre ello.
¡Ay...! Para mí se queda.
Vale, que este párrafo no pretende ir de lo comentado mil millones de veces en anteriores reflexiones bajo diferentes disfraces. Este trata de un amor, de una pasión, como decían en la película El secreto de sus ojos.
Hay que dedicarse a algo con toda nuestra alma, cuerpo, mente, tiempo, entrega y dedicación. Hacerse con una forma de vida. Y que tu día y tu noche sea eso, y el aire que respiras y el objeto de tus suspiros y desvelos. Lo que te hace ilusionarte, sonreír, levantarte cada mañana. Lo que te estresa, te ataca, te preocupa más que nada. ¡¡Un trabajo!! ¡¡Una dedicación!! Eeeehhhh....vale.... Y debe ser, porque así le das un sentido a tu existencia, porque así eres una persona inteligente, porque así eres seria, eres de fiar. Y terminas triunfando porque haces de tu dedicación tu pasión. (O eso dicen... ¿Qué es triunfar de todos modos? ¿Ser reconocido? ¿Por quién? ¿A nivel mundial? ¿En tu pueblo? ¿Que puedas ser el orgullo de tus padres cuando hablan con tus tíos o sus amigos, haciendo comparaciones con sus respectivos vástagos? ¿Para que te presente orgullosamente un amigo en su grupo?).
Se necesita esa pasión y dedicarse a ella. Que eres profesor de yoga, pues todo a practicar asanas, comer vegetariano, viajar a la India y sentirse relajado y con una gran paz interior. Que te gustan las ciencias, pues todo a investigar sobre esa área de conocimiento, especializarte en una disciplina concreta, ir corriendo a miles de congresos y estar muy ocupado. Que te gustan las artes marciales, pues todo a pegar patadas, ir a clases maestras, ganar músculo y ver películas de acción.
Y así toda la vida. Porque supongo que no puedes ser un profesor de yoga al que le guste tajarse de vez en cuando y leer sobre nihilismo (y tener una actitud un poco así ya de paso)
Coherencia, coherencia. O esquemas rígidos y preestablecidos. Todo puro y sin mezcla. Hay que pertenecer a cierto grupo, adaptarse, renunciar a tus tendencias. Para no ser una impostora, para no ser una aficionada, una intrusa. Para que tu vida tenga lógica, para ser congruente.
Venga, busca tu pasión y entrégate. Y si no la encuentras, te la inventas o la coges al azar y a partir de ahí no vaciles, no preguntes. Duro y a la cabeza.
En lugar de suicidarse, los hombres se dedican al trabajo. (Corrección. Thomas Bernhard).
O también puedes ir buscando excusas que te hagan mantenerte un poco más de tiempo aquí. En realidad los depresivos existenciales deben ser los que rigen perfectamente porque, ¿qué cojones hacemos aquí? ¿Merece la pena? Sí, buscamos continuamente cosas que hacer y nos convencemos de que merecen la pena. O seguimos por inercia. O nos hiperocupamos para no pensar, para no enfrentarnos a ese vacío que irremisiblemente se mantiene ahí. Hay escapatorias, claro que sí, las que tú te montes. Algunos tienen más capacidad que otros. Y se supone que está relacionado con el grado de estupidez. Cuanto menos piensas (¿tal vez nunca te ha cruzado la cabeza?) en el innegable absurdo vital, más imbécil eres. Estar todo el día pensando en esto es por lo visto de ser muy listo. Joder, yo creo todo lo contrario, me imagino que se necesita una fórmula muy sofisticada y precisa para ignorar estos pensamientos a diario, y con una práctica y una determinación feroz, seguramente poder mantenerse en esa actitud diariamente, de por vida. ¿De qué sirve pensar en el vacío además de para desanimarte, entristecerte, llenarte de impotencia y ligar con cuatro personajes que van del rollo metafísico? ¿Para qué? Mucho más inteligente es pasar de este pensamiento y vivir alegremente, si al final el final va a ser el mismo, por lo menos que hayas disfrutado y no te haya amargado mucho la existencia.
Pero para otros (todos esos supuestos inteligentes) hay que ir buscando pequeñas mentirijillas, estímulos, incentivos, distracciones, engaños, que permitan retrasar el momento obvio, necesario, que cae de su propio peso. Y vuelvo a acordarme de Bernahrd, del párrafo que precede a la frase anterior:
..."pronto, enseguida, escribimos al ser querido que conocemos más íntimamente", escribiré y telegrafiaré al mismo tiempo, nada es pensado ya en mí con tanta intensidad que ese pensamiento de que mi hermana, en poquísimo tiempo, vendrá de Altensam a Inglaterra, vendrá a verme para poner fin a ese estado de mi estar solo en el que yo mismo he "maniobrado para entrar", así Roithamer, ella debe venir para que yo me salve, porque se han agotado todas las posibilidades de distracción, han fracasado todas las artimañas de distracción, porque sólo pienso en el pensamiento de tener que cesar, en mi habitación, si esa persona íntima, querida por nosotros, no viene, no tendremos ya "ninguna posibilidad". Durante días enteros espero la respuesta, y entonces mi hermana telegrafía de pronto que no puede venir, venir ahora, a pesar de todo, seguimos adelante otra vez, no lo hacemos. Me precipito otra vez inmediatamente en mi trabajo. Ahora, de repente, ya no tengo ninguna razón para matarme, para hacer la corrección. La noticia de que mi hermana no viene porque no puede venir basta para que yo "no" lo haga. Pero, ¿lo hubiera hecho?, me pregunto, así Roithamer. En lugar de suicidarse, los hombres se dedican al trabajo
Y buscamos excusillas: este viaje, esta visita, este fin de semana, este verano... haciendo cosas, viendo a personas que rompan nuestra monotonía, nuestro círculo de pensamientos sobre la ineludible "corrección".
Y ahora sí, búscate un amor que le dé sentido (aunque sea momentáneamente, durante un escaso sexenio o lo que sea) y animación a tu rutina. porque como decía Zadie Smith en Dientes Blancos: cuanto más bienaventurada se sentía en la tierra, menos pensaba en el cielo, y ahora sí, búscate esa otra pasión la que te haga olvidarte de todo, la que te ciegue, te ensordezca y te vuelva subnormal. Y entrégate. Al final...comer y follar, amigo (...) a eso se reduce todo. Todo lo demás, y lo digo tan modestamente como corresponde, es pura mierda. (Las correcciones. Jonathan Franzen). Somos básicos, somos animales, dejemos las historias del más allá para otro momento. Ecooooo....
En realidad esta frase de Bukowski es una oda a la vida. Toda una apuesta. Toda una inyección de optimismo. O lo mismo no. Pero para mí sí, y lo que te cuentes a ti mismo, como decía Muley en Las uvas de la ira , es lo único que importa.
Hala, y aquí me quedo yo sintiéndome muy importante y muy inteligente y muy especial por haber escrito sobre estos temas, e ironizando al mismo tiempo sobre ello.
¡Ay...! Para mí se queda.