ENERO 2016
Edito
Detox detox detox son las tres palabras que nos rondan a todas horas, en cada instante, en cada vistazo al espejo, en cada jadeo tras una carrera, en cada apretón de cinturón, en cada movimiento sin aliento.
En la tosecilla pos tabaco, en el estómago "soliviantado", en el vistazo a la cuenta corriente, en la piel reseca, en la carne flácida,
Detox detox detox
En el repentino deseo de una copa, al ver la barra de chocolate, en las láminas de queso fundido.
Detox detox detox
En los planes de Semana Santa.
Detox detox detox
El mes del detox, el mes de las rebajas, el mes de los propósitos.
Por supuesto, yo también tengo mis propósitos. Más que propósitos, planes; un grado más allá de los propósitos. La palabra propósito lleva implícito el significado: vaga idea que vaga por la mente buscando un punto de salida para no cumplirse, para caer en el olvido.
La palabra propósito lleva implícita frustración. El 50% del empuje para conseguirlo. ¿Cómo era aquello de hazlo o no lo hagas pero no lo intentes?
Me gustaría dejar de beber totalmente y abandonar esas furtivas caladas que acompañan al anterior vicio. Sé que el 2016 no será el año que me vuelva abstemia. Pero sí espero reducir la cantidad drásticamente. Ya bajé el nivel en el 2015, y sigo en esa línea. Al final no porque yo tenga fuerza de voluntad, que mi fuerza de voluntad es muy puñetera, y se parece mucho a un vulgar ligue: si la acosas, insistes y le ordenas, sale huyendo despavorida dejándote con un palmo de narices y miles de planes sin cumplir, con miles de historias posibles convertidas en pájaros en la cabeza, en ridículas pajas mentales.
En realidad, la mayor parte de mis cambios van surgiendo de forma orgánica, me los pide el cuerpo.
Comienzo a querer hacer o dejar de hacer algo, lo intento a base de voluntad, y como un ligue (¡otra vez!) la responsabilidad le abruma y sale por patas, dejándote con un cambio sin hacer, con la mera palabrería de lo que te propones.
Pero esa intención supongo que va filtrándose en todas las capas, en cada uno de mis tejidos, entre los músculos, los tendones y huesos, impregnando cada una de mis células, la piel, la respiración, hasta llegar a algo más sutil en apariencia pero obtuso en entendederas: mi pensamiento.
Y es que, al final, voy dejando los vicios porque mi cuerpo físico no los tolera. Ya no me sientan bien.
Claro que en este proceso no sabes si fue primero el huevo o la gallina (como en todos los procesos).
No sé si ha sido mi pensamiento el que ha condicionado al cuerpo o si está siendo mi cuerpo el que va convenciendo al pensamiento.
Un proceso orgánico.
Porque cuerpo y pensamiento se van uniendo, van coincidiendo y comienzan a fluir hacia el mismo objetivo.
Y como todo proceso orgánico, lleva un tiempo.
Y como todo proceso orgánico, no ocurre de una vez de manera definitiva.
Tienes recaídas, momentos de debilidad, pasos atrás, auténticos retrocesos en los que parece que estás peor que en el más oscuro de los momentos.
Todo forma parte del cambio.
Orgánico.
De repente un día, un paso en la dirección ansiada, otro día, casi sin darte cuenta, otro, al siguiente también, en cuanto te lo creas y cacarees, ¡recaída!
Entonces dejo que mi cuerpo vaya haciendo su cambio gradual. A su ritmo. En realidad tengo plena confianza en él. Siempre ha sido bastante coherente. Alguna vez ha sacado los pies del plato o ha alargado una etapa más de la cuenta, pero ¡oye! no hay cuerpo que siga los timmings a rajatabla. Sobretodo esos cuerpos que, como al mío, le falla la voluntad cuando más la necesita.
De todas formas no me fío de la voluntad. Ni de la mía ni de la de nadie.
Esa señorona de ceño fruncido y arrugas en el labio que, flaca como una estaca y ataviada con una vara, exige sin piedad, totalmente intransigente, sin dejar pasar ni una, pero que, cual vulgar ligue, cuando hay demasiada intensidad termina cansándose y abandonando el barco dejándote a la deriva de tus vicios. A su merced.
Prefiero el proceso orgánico, ir conduciendo mi cuerpo poco a poco hacia mis objetivos. No iré tan rápido ni mi cambio será tan espectacular como a golpe de voluntad, pero sí más agradable, progresivo... Definitivo.
Y a todo esto... ¿mis propósitos? ¡No los digo que no se cumplen! Y esta superstición se debe a que siempre adelantamos palabras a los hechos. Es más fácil hablar que hacer. Es más fácil dejar un vicio de palabra: ¡ni un gramo de azúcar más!, que mantenerse en la acción. Y para no quedarte al descubierto, para no parecer que no tienes palabra (ya verás, ¡¡¡palabras tienes y muchas!!!) es mejor no revelar qué propósitos son esos.
De todas formas no me fío de la voluntad. Ni de la mía ni de la de nadie.
Esa señorona de ceño fruncido y arrugas en el labio que, flaca como una estaca y ataviada con una vara, exige sin piedad, totalmente intransigente, sin dejar pasar ni una, pero que, cual vulgar ligue, cuando hay demasiada intensidad termina cansándose y abandonando el barco dejándote a la deriva de tus vicios. A su merced.
Prefiero el proceso orgánico, ir conduciendo mi cuerpo poco a poco hacia mis objetivos. No iré tan rápido ni mi cambio será tan espectacular como a golpe de voluntad, pero sí más agradable, progresivo... Definitivo.
Y a todo esto... ¿mis propósitos? ¡No los digo que no se cumplen! Y esta superstición se debe a que siempre adelantamos palabras a los hechos. Es más fácil hablar que hacer. Es más fácil dejar un vicio de palabra: ¡ni un gramo de azúcar más!, que mantenerse en la acción. Y para no quedarte al descubierto, para no parecer que no tienes palabra (ya verás, ¡¡¡palabras tienes y muchas!!!) es mejor no revelar qué propósitos son esos.
Y porque si se quedan en la mente, si sólo los sabes tú, es posible que vayan impregnando cada capa de tu ser y algún día lo consigas, o estés muy cerca, con tus deliciosas recaídas cada vez menos frecuentes.
Los temas de mis propósitos los esbozo a modo de conjuro: viajes, trabajo, familia.
Los detalles me los guardo para que se vayan asentando en mi intención hasta conseguir hechos, o atisbos de.
Haz tu moodboard mental y ve aproximándote a tus objetivos. Las visualizaciones ayudan, ver las cosas, planteártelas como algo real.
Como dijo Marc Holzman en una de sus clases:
En esta época de propósitos hay que aprender cómo crear nuevos hábitos
Me he fijado en que generalmente solemos intentar tantas cosas a la vez vez que al final lo que ocurre es que nos sentimos tan agobiados con la enormidad de nuestros sueños, nuestros objetivos, de lo que queremos hacer, que sólo pensar en esa enormidad nos deja paralizados.
Lo que vamos a aprender es que si damos pasos más asequibles en un periodo de tiempo determinado terminaremos ganando la carrera. Hay que ponerse objetivos fáciles de alcanzar.
Cuando hablamos de estos sueños manifiestos o resoluciones, los observamos y pensamos qué podemos en realidad hacer en primer lugar, ganamos terreno y nos movemos hacia el siguiente y el siguiente...
Así que adelante con este año lleno de proyectos y de planes-propósitos o como queramos llamarlo, pero poco a poco, en fragmentos asumibles.
En enero: botas militares con ropa de lana floja, suave y con caída, tratamientos nutritivos y reconfortantes, decoración slow and clean, alimentación detox...
En esta época de propósitos hay que aprender cómo crear nuevos hábitos
Me he fijado en que generalmente solemos intentar tantas cosas a la vez vez que al final lo que ocurre es que nos sentimos tan agobiados con la enormidad de nuestros sueños, nuestros objetivos, de lo que queremos hacer, que sólo pensar en esa enormidad nos deja paralizados.
Lo que vamos a aprender es que si damos pasos más asequibles en un periodo de tiempo determinado terminaremos ganando la carrera. Hay que ponerse objetivos fáciles de alcanzar.
Cuando hablamos de estos sueños manifiestos o resoluciones, los observamos y pensamos qué podemos en realidad hacer en primer lugar, ganamos terreno y nos movemos hacia el siguiente y el siguiente...
Así que adelante con este año lleno de proyectos y de planes-propósitos o como queramos llamarlo, pero poco a poco, en fragmentos asumibles.
En enero: botas militares con ropa de lana floja, suave y con caída, tratamientos nutritivos y reconfortantes, decoración slow and clean, alimentación detox...