FEBRERO 2016
Reflexiones
Comer y hablar
¿Qué secreta conexión hay entre mantener una conversación y comer?
¿Por qué siempre que charlamos con alguien tenemos que estar haciendo algo con la boca? Comer, beber, fumar....
¿Tanta ansiedad nos produce relacionarnos?
No podemos relajarnos y dedicarnos a conversar tranquilamente sino que tiramos de pipas, cervezas, patatas fritas, sandwiches, tapas, copas, cigarros... Imprescindibles, como el combustible para la conversación, cuando estas se acaban, termina la charla.
Para empezar a hablar, tómate algo.
Para acabar la conversación, apaga el piti recién encendido.
¿Qué conexión hay entre conversaciones y deglutir? ¿Es el acto de masticar, el de tragar, el de salivar, el de hacer algo con las manos, lo que nos relaja?
Nos refugiamos en la comida ante nuestra incapacidad para relacionarnos con nuestros semejantes.
Borracheras producidas por no querer terminar la conversación. El alcohol como vehículo/empuje para alcanzar ese grado de verborrea incansable.
¡¡Si no hay nada que decir!!
Pero algo nos obliga a alargar el momento. Encendiendo cigarro tras cigarro.
"Me fumo un cigarro y me voy", "¡no te vayas, tómate algo!", "¿tomamos un café y me cuentas?".
Y considero que está más relacionado con el hecho de tragar y salivar, de soportar el cara a cara teniendo una excusa con la que distraerte: pinchar una aceituna, coger el vaso, doblar la servilleta... Así evitas el prolongado "eye contact" y puedes dotar de naturalidad al encuentro, así los vacíos en la conversación pueden ser esquivados refiriéndonos al ruido del restaurante, a lo deliciosa que está la polenta, a la rapidez del servicio, a cómo nos recuerda a aquel otro sitio donde estuvimos una vez que...
¿Por qué siempre que charlamos con alguien tenemos que estar haciendo algo con la boca? Comer, beber, fumar....
¿Tanta ansiedad nos produce relacionarnos?
No podemos relajarnos y dedicarnos a conversar tranquilamente sino que tiramos de pipas, cervezas, patatas fritas, sandwiches, tapas, copas, cigarros... Imprescindibles, como el combustible para la conversación, cuando estas se acaban, termina la charla.
Para empezar a hablar, tómate algo.
Para acabar la conversación, apaga el piti recién encendido.
¿Qué conexión hay entre conversaciones y deglutir? ¿Es el acto de masticar, el de tragar, el de salivar, el de hacer algo con las manos, lo que nos relaja?
Nos refugiamos en la comida ante nuestra incapacidad para relacionarnos con nuestros semejantes.
Borracheras producidas por no querer terminar la conversación. El alcohol como vehículo/empuje para alcanzar ese grado de verborrea incansable.
¡¡Si no hay nada que decir!!
Pero algo nos obliga a alargar el momento. Encendiendo cigarro tras cigarro.
"Me fumo un cigarro y me voy", "¡no te vayas, tómate algo!", "¿tomamos un café y me cuentas?".
Y considero que está más relacionado con el hecho de tragar y salivar, de soportar el cara a cara teniendo una excusa con la que distraerte: pinchar una aceituna, coger el vaso, doblar la servilleta... Así evitas el prolongado "eye contact" y puedes dotar de naturalidad al encuentro, así los vacíos en la conversación pueden ser esquivados refiriéndonos al ruido del restaurante, a lo deliciosa que está la polenta, a la rapidez del servicio, a cómo nos recuerda a aquel otro sitio donde estuvimos una vez que...
Es viral
Esas frases tontas. Las has escuchado y no te han gustado nada, por tontorrona, por estereotipada, por banal.
Cuando la oíste te dio hasta vergüenza ajena.
Quizá por eso se te quedó grabada.
¿Cómo es de repente verte a ti misma soltándola sin titubear?
Te ves en la tesitura de contestar, de rellenar un silencio, de expresar una idea y....sueltas esta tontería , ¿por qué? Y encima no te sientes ridícula, incluso te sientes respaldada. Si alguien tuvo ya el valor de decirlo...
Tal vez es así como se hace viral.
El que lo soltó ante ti, también le había parecido horrible cuando se la oyó a otro...
Cuando la oíste te dio hasta vergüenza ajena.
Quizá por eso se te quedó grabada.
¿Cómo es de repente verte a ti misma soltándola sin titubear?
Te ves en la tesitura de contestar, de rellenar un silencio, de expresar una idea y....sueltas esta tontería , ¿por qué? Y encima no te sientes ridícula, incluso te sientes respaldada. Si alguien tuvo ya el valor de decirlo...
Tal vez es así como se hace viral.
El que lo soltó ante ti, también le había parecido horrible cuando se la oyó a otro...
Churning
Cosas que te agitan, que te estremecen, que se quedan royendo en algún rincón de tu interior.
Esos instantes que te dejan una sensación. Mucho después de que sepas ni siquiera a qué se deben.
Nos pasa con las cosas desagradables.
Y con las agradables.
Algo en la conversación, algún fragmento de tu mente se ha detenido en una impresión que te ha encogido por dentro. Sigues con tu tarea pero la sensación persiste.
Entonces te preguntas el porqué de esta quemazón, de esta sensación molesta, que te presiona a la altura de la escotadura supraesternal.
Así que te paras, rebobinas y das con el absurdo motivo de tu zozobra. Lo racionalizas, le quitas importancia, y lo dejas ir.
Son como jirones de tela, de humo, como una mancha de tinta en el agua que se resiste a diluirse, densa, girando insistente entre las ondas del fregadero.
Esos instantes que te dejan una sensación. Mucho después de que sepas ni siquiera a qué se deben.
Nos pasa con las cosas desagradables.
Y con las agradables.
Algo en la conversación, algún fragmento de tu mente se ha detenido en una impresión que te ha encogido por dentro. Sigues con tu tarea pero la sensación persiste.
Entonces te preguntas el porqué de esta quemazón, de esta sensación molesta, que te presiona a la altura de la escotadura supraesternal.
Así que te paras, rebobinas y das con el absurdo motivo de tu zozobra. Lo racionalizas, le quitas importancia, y lo dejas ir.
Son como jirones de tela, de humo, como una mancha de tinta en el agua que se resiste a diluirse, densa, girando insistente entre las ondas del fregadero.
Sueños
Algo he hecho, he tocado algún interruptor, empujado el tirador, levantado una tapa.
El olor que sale es penetrante y amargo.
No sé qué tipo de resorte he manipulado, que recóndito apartado del subconsciente, que no paro de soñar cosas llenas de un significativo sin sentido.
Pero con ciertos puntos en común.
Puntos distantes pero próximos que si consigo unirlos me darán una figurita. Una figurita que probablemente no signifique nada.
No signifique nada en este momento.
Imágenes del pasado, de sensaciones pasadas que se corresponden y funden con preocupaciones presentes.
Y ahora me doy cuenta de que no son las personas con las que sueño sino las sensaciones que me provocaron.
He soñado con esta persona no por él, no por lo que siento ahora, sino por la emoción tan dolorosa que me proporcionó. Su variada paleta de matices, cambiantes a lo largo del tiempo, más dolorosos con una frase, más sangrantes con posteriores descubrimientos, más cerca del hueso, para ir difuminándose, solapándose, sacando facetas de mí, la venganza, el odio, los celos, la inseguridad... Todo como pinceles saturados de pintura que disolví en el gran cubo de agua de mi consciencia.
Y el agua va tomando distintas tonalidades, mezclas.
Esa agua se queda durante un tiempo estancada.
Hay que moverla, moverla.
Añadirle agua fresca, que diluya, aclare.
Y siga transformando.
No he soñado con él por deseo de devolverlo a mi vida.
Ni por añoranza, ni por nostalgia.
No por deseos escondidos.
Qué va.
El motivo del sueño es mostrarme una sensación que ahora temo y que me proporcionó él.
¡¡Gracias!!
Una emoción específica, llena de minuciosos tonos, sensaciones, impresiones, matices. Una mezcla muy concreta.
Por alguna razón, mi subconsciente me ha traído en sueños a esta persona.
Es posible que pese a mi autoaleccionamiento no le haya perdonado.
De hecho, estoy dispuesta a retirarle mi perdón ahora.
¿Es posible una no absolución retroactiva?
¿Tiene sentido que por causa de un sueño decida ponerlo en el montón de los indeseables?
¿Tiene acaso sentido que a causa de un sueño le haga la cruz?
Ni que me importara el sentido.
Y pasó hace tantos años.
Y en aquellas circunstancias.
Hemos cambiado.
¿Sí?
¿No estoy buscando las mismas excusas que esgrimí en su día porque me interesaba mantenerle de mi lado?
¿Y qué cambia que ahora le destine a mi torreón mental de los denostados?
Ya no está rodeado de rosa y de algodón. Ya no hay luces ni pasteles. Risas ni alegrías.
Ahora se te nubla el semblante al recordarle.
Olvidar la admiración y el respeto.
No merece la pena si desata mi odio.
Ese gasto de energía no. Menuda forma de castigarle. Porque ni que a él le importara o se fuera a enterar.
Porque cuando te has enfadado con alguien lo que más cuesta es no hacerle conocedor de los motivos concretos.
¿Y si piensa lo que no es?
Quieres demostrarle lo sutil, lo sensible, lo audazmente que le has captado.
Qué, exactamente qué, ha herido tus sentimientos.
Dónde, exactamente dónde, está tu autoestima.
No vaya a tacharte de burda.
Y mantienenes mentalmente una conversación en la que le explicas uno a uno y con detalle todo lo que te ha molestado, todo lo que ha provocado "la retirada de tu foco de atención".
Ya no está debajo de él.
Ya no goza de tu "favor"
Sí, seguimos en la edad media.
Nos falta un duelo.
Pero tras esta conversación mental, decides que lo más elegante es no decir nada porque sabe perfectamente qué ha ocurrido.
Y si no lo sabe es porque se engaña a sí mismo y es poco probable que comprenda tus razones ni con horas de conversación.
El olor que sale es penetrante y amargo.
No sé qué tipo de resorte he manipulado, que recóndito apartado del subconsciente, que no paro de soñar cosas llenas de un significativo sin sentido.
Pero con ciertos puntos en común.
Puntos distantes pero próximos que si consigo unirlos me darán una figurita. Una figurita que probablemente no signifique nada.
No signifique nada en este momento.
Imágenes del pasado, de sensaciones pasadas que se corresponden y funden con preocupaciones presentes.
Y ahora me doy cuenta de que no son las personas con las que sueño sino las sensaciones que me provocaron.
He soñado con esta persona no por él, no por lo que siento ahora, sino por la emoción tan dolorosa que me proporcionó. Su variada paleta de matices, cambiantes a lo largo del tiempo, más dolorosos con una frase, más sangrantes con posteriores descubrimientos, más cerca del hueso, para ir difuminándose, solapándose, sacando facetas de mí, la venganza, el odio, los celos, la inseguridad... Todo como pinceles saturados de pintura que disolví en el gran cubo de agua de mi consciencia.
Y el agua va tomando distintas tonalidades, mezclas.
Esa agua se queda durante un tiempo estancada.
Hay que moverla, moverla.
Añadirle agua fresca, que diluya, aclare.
Y siga transformando.
No he soñado con él por deseo de devolverlo a mi vida.
Ni por añoranza, ni por nostalgia.
No por deseos escondidos.
Qué va.
El motivo del sueño es mostrarme una sensación que ahora temo y que me proporcionó él.
¡¡Gracias!!
Una emoción específica, llena de minuciosos tonos, sensaciones, impresiones, matices. Una mezcla muy concreta.
Por alguna razón, mi subconsciente me ha traído en sueños a esta persona.
Es posible que pese a mi autoaleccionamiento no le haya perdonado.
De hecho, estoy dispuesta a retirarle mi perdón ahora.
¿Es posible una no absolución retroactiva?
¿Tiene sentido que por causa de un sueño decida ponerlo en el montón de los indeseables?
¿Tiene acaso sentido que a causa de un sueño le haga la cruz?
Ni que me importara el sentido.
Y pasó hace tantos años.
Y en aquellas circunstancias.
Hemos cambiado.
¿Sí?
¿No estoy buscando las mismas excusas que esgrimí en su día porque me interesaba mantenerle de mi lado?
¿Y qué cambia que ahora le destine a mi torreón mental de los denostados?
Ya no está rodeado de rosa y de algodón. Ya no hay luces ni pasteles. Risas ni alegrías.
Ahora se te nubla el semblante al recordarle.
Olvidar la admiración y el respeto.
No merece la pena si desata mi odio.
Ese gasto de energía no. Menuda forma de castigarle. Porque ni que a él le importara o se fuera a enterar.
Porque cuando te has enfadado con alguien lo que más cuesta es no hacerle conocedor de los motivos concretos.
¿Y si piensa lo que no es?
Quieres demostrarle lo sutil, lo sensible, lo audazmente que le has captado.
Qué, exactamente qué, ha herido tus sentimientos.
Dónde, exactamente dónde, está tu autoestima.
No vaya a tacharte de burda.
Y mantienenes mentalmente una conversación en la que le explicas uno a uno y con detalle todo lo que te ha molestado, todo lo que ha provocado "la retirada de tu foco de atención".
Ya no está debajo de él.
Ya no goza de tu "favor"
Sí, seguimos en la edad media.
Nos falta un duelo.
Pero tras esta conversación mental, decides que lo más elegante es no decir nada porque sabe perfectamente qué ha ocurrido.
Y si no lo sabe es porque se engaña a sí mismo y es poco probable que comprenda tus razones ni con horas de conversación.
Impressions
Están acostados bajo una ventana a través de la cual las luces de la calle y de los anuncios brillan constantemente, lamiendo sus pieles, sus curvas y sombras...
"Chas", un instante, una frase y se reproduce el chispazo mágico de la lectura. Porque esta frase me conecta directamente con una sensación, algo vivido, aunque no recuerde ni con quién, ni cuándo, ni cómo, ni si realmente lo he vivido... Un descarga fugaz, una fuerte oleada de sensación, un viaje en el tiempo y fuera de mi cuerpo.
La calidez, la somnolencia, la expectación de altas horas de la noche, de tener tiempo infinito por delante, sin prisa por dormir, con toda la indolencia del mundo para perder horas hablando, acariciando, riendo, fumando otro cigarrillo, paseando por la habitación, poniendo música...
Toda la ciudad duerme, pero la vida nocturna está latiendo, con los reclamos publicitarios asaltando, repitiéndose, llenando de vida, de vibración, la noche.
Confidencias, susurros, risas profundas y ralentizadas deslizándose desde el fondo del estómago.
Toda la noche por delante, las luces te dan permiso para seguir despierta sin sentirte culpable...
La prisa llegará cuando asome el primer rayo de la mañana que traerá un cansancio fulminante, la cuenta atrás de horas hasta la primera responsabilidad, la perspectiva de todas las obligaciones pendientes...
Pero de momento, estamos aquí tumbados, en camisetilla, con restos de comida en un plato, con una luz tenue en la esquina de la habitación proporcionando una base opaca sobre la que juegan las luces de la calle, música de fondo y confidencias, pérdida de tiempo, temas vagos de conversación, excursiones furtivas de puntillas hasta la nevera, latas que se abren chistando, cambio de postura boca arriba, el sonido de coches que llegan de la calle, la sensación de protección que proporciona saber que hay gente despierta quizá trabajando, amando, insomnes...la excitante sensación de saber que todo el mundo duerme mientras tú estás incandescentemente viva...
(La cita es de El arco iris de realidad de Thomas Pynchon).
"Chas", un instante, una frase y se reproduce el chispazo mágico de la lectura. Porque esta frase me conecta directamente con una sensación, algo vivido, aunque no recuerde ni con quién, ni cuándo, ni cómo, ni si realmente lo he vivido... Un descarga fugaz, una fuerte oleada de sensación, un viaje en el tiempo y fuera de mi cuerpo.
La calidez, la somnolencia, la expectación de altas horas de la noche, de tener tiempo infinito por delante, sin prisa por dormir, con toda la indolencia del mundo para perder horas hablando, acariciando, riendo, fumando otro cigarrillo, paseando por la habitación, poniendo música...
Toda la ciudad duerme, pero la vida nocturna está latiendo, con los reclamos publicitarios asaltando, repitiéndose, llenando de vida, de vibración, la noche.
Confidencias, susurros, risas profundas y ralentizadas deslizándose desde el fondo del estómago.
Toda la noche por delante, las luces te dan permiso para seguir despierta sin sentirte culpable...
La prisa llegará cuando asome el primer rayo de la mañana que traerá un cansancio fulminante, la cuenta atrás de horas hasta la primera responsabilidad, la perspectiva de todas las obligaciones pendientes...
Pero de momento, estamos aquí tumbados, en camisetilla, con restos de comida en un plato, con una luz tenue en la esquina de la habitación proporcionando una base opaca sobre la que juegan las luces de la calle, música de fondo y confidencias, pérdida de tiempo, temas vagos de conversación, excursiones furtivas de puntillas hasta la nevera, latas que se abren chistando, cambio de postura boca arriba, el sonido de coches que llegan de la calle, la sensación de protección que proporciona saber que hay gente despierta quizá trabajando, amando, insomnes...la excitante sensación de saber que todo el mundo duerme mientras tú estás incandescentemente viva...
(La cita es de El arco iris de realidad de Thomas Pynchon).