FEBRERO
Reflexiones varias
¿Cine o bolera?
Repasando más primeras citas (aparte de la ya comentada en living sobre el tremendo trance de ir a una hamburguesería, prueba de fuego donde las haya, el otro día me comentaba un amigo que él prefería llevar a una chica a una bolera antes que al cine porque así interactuaban, hablaban y se daba una situación propicia para conocerla mejor en menos tiempo y de manera menos forzada. Pues sí, puede que lleve razón, pero a mí ir a la bolera sin conocer al menda de nada me parece un poco coñazo. Los nervios no me dejarían dar bolo con bola (o más bien al revés), haría un despliegue de torpeza impropio de mí y me vería patosa donde las haya sin necesidad. Bien el tema de la bolera pero para más adelante.
La primera cita, aunque manida y trillada, me gusta en el cine. También se comparten opiniones y se conoce a la otra persona al decidir qué vais a ver (cine independiente o comercial), la sala (multicines o sala pequeña), el idioma (versión original o doblada). Tampoco vayas a ver una película muy enrevesada porque para lo que te vas a enterar... Y luego hay que comentar a la salida tus impresiones y tendrás que tener alguna.
Bueno, una vez decidido lo anterior, estáis sentados esperando a que empiece la función: la de la pantalla y la que se desarrolla en las butacas. Esta última ocurre cuando los protagonistas van de que son amigos y no tienen ningún otro interés. No ha habido ningún contacto ni palabra íntima previa.
Apagan las luces y empieza el juego del tiempo, tu paranoica percepción sobre su elasticidad porque se alarga y encoge como la sustancia fosforita en esas lámparas de lava, de repente interminable e imperceptiblemente fino, de repente hecho una compacta y gruesa bola.
En la intimidad de la oscuridad, mirando al frente, sin tener que hablar ni comunicarte, tus cinco sentidos se localizan en un lateral de tu cuerpo, el que esté más cercano al suyo, notando el calor que desprende, llegando a ser una abrasión si te roza el muslo con la rodilla, el brazo con su codo. Cada segundo se alaaaarga, cuando se mueve te llega el aire de su respiración, una cálida bocanada. Le estudias a tu lado, qué hace, si se mueve, ¿en qué pensará? (en la película, por supuesto), ¿le molestará si acerco mi pierna un poco más?, ¿rehuirá? ¿se dará cuenta?, ¿le perturba tanto mi cercanía como la suya a mí?
Notas una calidez incandescente aunque su pierna esté a un palmo. Y te mueves en tu sitio como cambiando de postura para que, ¡oh, casualidades de la vida!, queden vuestras extremidades más cerca, a ser posible tocándose. O la vas acercando lentamente y cada milímetro avanzado te parece medio metro y te cuesta más que si tuvieras que presionar contra una mole de dos toneladas que no es otra que el delicado hilo de tu conciencia que tira con toda sus fuerzas en sentido contrario.
Y entonces decides desistir y rebajar el nivel de tensión. Acordarte por cierto de respirar un poco más profundamente y bajar el tapón de algodón que parece presionar tu garganta y que sólo permite la entrada de un fino hilillo de aire, el suficiente para suministrarte la dosis de oxígeno básica que te mantiene viva.
Y pa-san-los-se-gun-dos-e-ter-na-men-te mientras te consumes en un estado de nervios y a-gi-ta-ci-ón-a-pa-bu-llan-te.
No puedes dejar de moverte, su presencia te inquieta: cruce de piernas, hacia un lado, hacia otro, mascar chicle, comer un par de gominolas, cojo el vaso para beber, mueves un dedo lentamente sobre tu pierna, enrrollas un mechón de pelo en tu índice, te rascas, de repente, ¡qué picor!, ¿por qué esta agitación? Cada segundo eres consciente de sus movimientos, de los tuyos, procuras meterte en la película, o al menos poner cara de interés, ¿de qué carajo están hablando? Además es aburridísima, tremendamente aburrida comparada con lo que palpita a 10 centímetros de distancia, con el vértigo que está desencadenando en tu interior. Y piensas y te pones en situaciones inverosímiles: ¿y si me hiciera la dormida y cayera mi cabeza suavemente sobre su hombro?, ¿y si le dijera algo?, ¿ y si le giro la cara y le doy un beso de flipar? ¿Cómo besará a todo esto?
Bueno, una vez decidido lo anterior, estáis sentados esperando a que empiece la función: la de la pantalla y la que se desarrolla en las butacas. Esta última ocurre cuando los protagonistas van de que son amigos y no tienen ningún otro interés. No ha habido ningún contacto ni palabra íntima previa.
Apagan las luces y empieza el juego del tiempo, tu paranoica percepción sobre su elasticidad porque se alarga y encoge como la sustancia fosforita en esas lámparas de lava, de repente interminable e imperceptiblemente fino, de repente hecho una compacta y gruesa bola.
En la intimidad de la oscuridad, mirando al frente, sin tener que hablar ni comunicarte, tus cinco sentidos se localizan en un lateral de tu cuerpo, el que esté más cercano al suyo, notando el calor que desprende, llegando a ser una abrasión si te roza el muslo con la rodilla, el brazo con su codo. Cada segundo se alaaaarga, cuando se mueve te llega el aire de su respiración, una cálida bocanada. Le estudias a tu lado, qué hace, si se mueve, ¿en qué pensará? (en la película, por supuesto), ¿le molestará si acerco mi pierna un poco más?, ¿rehuirá? ¿se dará cuenta?, ¿le perturba tanto mi cercanía como la suya a mí?
Notas una calidez incandescente aunque su pierna esté a un palmo. Y te mueves en tu sitio como cambiando de postura para que, ¡oh, casualidades de la vida!, queden vuestras extremidades más cerca, a ser posible tocándose. O la vas acercando lentamente y cada milímetro avanzado te parece medio metro y te cuesta más que si tuvieras que presionar contra una mole de dos toneladas que no es otra que el delicado hilo de tu conciencia que tira con toda sus fuerzas en sentido contrario.
Y entonces decides desistir y rebajar el nivel de tensión. Acordarte por cierto de respirar un poco más profundamente y bajar el tapón de algodón que parece presionar tu garganta y que sólo permite la entrada de un fino hilillo de aire, el suficiente para suministrarte la dosis de oxígeno básica que te mantiene viva.
Y pa-san-los-se-gun-dos-e-ter-na-men-te mientras te consumes en un estado de nervios y a-gi-ta-ci-ón-a-pa-bu-llan-te.
No puedes dejar de moverte, su presencia te inquieta: cruce de piernas, hacia un lado, hacia otro, mascar chicle, comer un par de gominolas, cojo el vaso para beber, mueves un dedo lentamente sobre tu pierna, enrrollas un mechón de pelo en tu índice, te rascas, de repente, ¡qué picor!, ¿por qué esta agitación? Cada segundo eres consciente de sus movimientos, de los tuyos, procuras meterte en la película, o al menos poner cara de interés, ¿de qué carajo están hablando? Además es aburridísima, tremendamente aburrida comparada con lo que palpita a 10 centímetros de distancia, con el vértigo que está desencadenando en tu interior. Y piensas y te pones en situaciones inverosímiles: ¿y si me hiciera la dormida y cayera mi cabeza suavemente sobre su hombro?, ¿y si le dijera algo?, ¿ y si le giro la cara y le doy un beso de flipar? ¿Cómo besará a todo esto?
Y de paso miras de reojo sus manos, su pierna, su rodilla, el cuello, procuras captar cómo huele.
Aprovechas para mirar a tu alrededor extrañada por un ruido, porque de repente te llaman muchísimo la atención todos los sonidos, si a alguien se le cae una palomita en el enmoquetado, también te sorprendes y lo oyes como si fuera una explosión. Lo que es tener los nervios a flor de piel. Y así puedes moverte, acercarte, te haces visible, lo conciencias de tu presencia, y de paso liberas un poco de energía que se está acumulando en tu interior. Necesitas un mínimo de movimiento para aligerar el agarrotamiento que sientes.
Y pasa el tiempo, segundos como minutos, vividos con cada una de tus células, intensamente, físicamente, nada racional, imposible pensar, sólo sentir,
Silencio, musiquilla inesperada, letras que brotan elevándose ante tus ojos, ¿director de fotografía? ¡Ah! que se ha acabado la película. Se encienden las luces. Estiramientos, cara de sueño, (en realidad estás agotada), sonrisa débil. No ha pasado nada. Exteriormente, claro, porque en tu interior había una tormenta y una excitación que ni antes de un examen oral o el pinchazo del dentista, esperado durante dos horas con la boca abierta y sabiendo que en cualquier instante te puede introducir la aguja. Pero se ha pasado volando, cada segundo ha sido distinto del anterior, entre la inmovilidad y el estatismo de que no ocurra nada físico y el rápido galopar del tiempo.
¿Qué te ha parecido la película?
Aprovechas para mirar a tu alrededor extrañada por un ruido, porque de repente te llaman muchísimo la atención todos los sonidos, si a alguien se le cae una palomita en el enmoquetado, también te sorprendes y lo oyes como si fuera una explosión. Lo que es tener los nervios a flor de piel. Y así puedes moverte, acercarte, te haces visible, lo conciencias de tu presencia, y de paso liberas un poco de energía que se está acumulando en tu interior. Necesitas un mínimo de movimiento para aligerar el agarrotamiento que sientes.
Y pasa el tiempo, segundos como minutos, vividos con cada una de tus células, intensamente, físicamente, nada racional, imposible pensar, sólo sentir,
Silencio, musiquilla inesperada, letras que brotan elevándose ante tus ojos, ¿director de fotografía? ¡Ah! que se ha acabado la película. Se encienden las luces. Estiramientos, cara de sueño, (en realidad estás agotada), sonrisa débil. No ha pasado nada. Exteriormente, claro, porque en tu interior había una tormenta y una excitación que ni antes de un examen oral o el pinchazo del dentista, esperado durante dos horas con la boca abierta y sabiendo que en cualquier instante te puede introducir la aguja. Pero se ha pasado volando, cada segundo ha sido distinto del anterior, entre la inmovilidad y el estatismo de que no ocurra nada físico y el rápido galopar del tiempo.
¿Qué te ha parecido la película?
El Karma
El problema no está en que haya doctrinas, leyes y normas, el problema es que cada uno lo interpreta como quiere y lo desvirtúa. Donde nace la ley, nace la trampa y dónde sale una bella idea está el que la malinterpreta y la vulgariza. Esto encontré en uno de mis paseos por la red.
EstoEl problema no está en que haya doctrinas, leyes y normas, el problema es que cada uno lo interpreta como quiere y lo desvirtúa. Donde nace la ley, nace la trampa y dónde sale una bella idea está el que la malinterpreta y la vulgariza. Esto encontré en uno de mis paseos por la red.
Porque cuando tenemos una mala racha nos ponemos a rebuscar en nuestra memoria qué cosa tan perversa habremos hecho para que todo nos vaya así de mal. Y siempre me parece desmedido, o a veces no, depende de como tenga el día. Y claro, no siempre he sido la castigadora, otras veces me ha tocado el castigo. Entonces aquella putadilla que hice se anula con esto que me ha tocado sufrir, y aquello otro podría quedar eliminado con esto. Y por cierto, aquella buena acción que hice estoy esperando a a que me sea devuelta, porque no estará el karma pensando que con aquella tontería que me salió bien está saldada ¿no? Y esto que hice en realidad no fue muy dañino, no debería ser tan castigado.
¿Tendré muchas malas acciones esperando para ser devueltas en esta vida? Uffff!!!! ¿Algunas prescriben? ¡¡Que algo lo salde mi reencarnación!!
Pero volviendo a la frase del principio, dudo que esté firmada por karma por lo siguiente.
¿Por qué voy a tener que amar a quien me ame? Manda cojones. ¿A todo el que se le ponga por montera que me ama tiene que ser correspondido? Y, por cierto, ojalá pudiera ser así y controláramos nuestros sentimientos y la dirección de nuestro corazón, sus afectos, como si fuera una motocicleta. Entonces habría conseguido amar al que me amaba (hasta que se acabara el amor claro) y habría sido inmensamente feliz en vez de estar haciendo el capullo con un tío que al final no debía de quererme mucho o tanto como yo demandaba porque mira que me hizo sufrir. La primera interesada en amar a alguien que me ama soy yo. Otra cosa es que los que me aman no me cuadren, y aunque veo que son ideales, que están por mí, que son perfectos, todo lo que yo necesito, que además me proporcionan calma, serenidad, estabilidad, y todos esos detalles necesarios para comer perdices eternamente, si no hay rollo, feeling, atracción, morbo, química o como quieras llamarlo ya le pueden ir dando con viento fresco. Y me encantaría, no soy masoca (bueno, esto no lo tengo muy claro a día de hoy), no me divierte estar pasándolo mal detrás de tipos no merecen la pena, pero tampoco me voy a "conformar" con uno que no me llena "solo" porque me quiere.
Sería lo ideal pero soy incapaz. Tampoco me parece justo, estaría engañándoles por algo de estabilidad y egoísmo.
Así que les estoy haciendo un favor. ¡Una buena acción!
Karma, apúntame varias.
¿Tendré muchas malas acciones esperando para ser devueltas en esta vida? Uffff!!!! ¿Algunas prescriben? ¡¡Que algo lo salde mi reencarnación!!
Pero volviendo a la frase del principio, dudo que esté firmada por karma por lo siguiente.
¿Por qué voy a tener que amar a quien me ame? Manda cojones. ¿A todo el que se le ponga por montera que me ama tiene que ser correspondido? Y, por cierto, ojalá pudiera ser así y controláramos nuestros sentimientos y la dirección de nuestro corazón, sus afectos, como si fuera una motocicleta. Entonces habría conseguido amar al que me amaba (hasta que se acabara el amor claro) y habría sido inmensamente feliz en vez de estar haciendo el capullo con un tío que al final no debía de quererme mucho o tanto como yo demandaba porque mira que me hizo sufrir. La primera interesada en amar a alguien que me ama soy yo. Otra cosa es que los que me aman no me cuadren, y aunque veo que son ideales, que están por mí, que son perfectos, todo lo que yo necesito, que además me proporcionan calma, serenidad, estabilidad, y todos esos detalles necesarios para comer perdices eternamente, si no hay rollo, feeling, atracción, morbo, química o como quieras llamarlo ya le pueden ir dando con viento fresco. Y me encantaría, no soy masoca (bueno, esto no lo tengo muy claro a día de hoy), no me divierte estar pasándolo mal detrás de tipos no merecen la pena, pero tampoco me voy a "conformar" con uno que no me llena "solo" porque me quiere.
Sería lo ideal pero soy incapaz. Tampoco me parece justo, estaría engañándoles por algo de estabilidad y egoísmo.
Así que les estoy haciendo un favor. ¡Una buena acción!
Karma, apúntame varias.
DESEA, IMAGINA, PROYECTA, OBTÉN
Hace poco me comentaba un tipo su total fe en la Mecánica Cuántica. Mecánica cuantística decía él en un fallo de traducción, y yo mantengo este nombre porque me recuerda a cuentista, que es lo que me parecen todos estos rollos en los que me encantaría creer, pero, sinceramente, no puedo. Me recuerdan al tostón de Paulo Coelho: "si deseas algo fervientemente, el universo conspirará para que lo consigas". Venga ya. Las fuerzas del universo que no tienen otra cosa que hacer que unirse para que a mí me llame fulanito.
De todas formas leeré algo al respecto porque me dijo, para apoyar su discurso, que lo que me contaba estaba avalado por los estudios de un premio Nobel de Física. Primero hay que comprobar la veracidad de todos estos datos, pero puede ser interesante si hay algo de teoría "científicamente probada" y no meras fantasías sacadas de un libro de autoayuda.
Porque a nadie más que a mí le gustaría que este tipo de historias fueran realidad. Que por desear muchísimo algo, ocurra. Forzar las cosas con el poder del subconsciente, si es que esta chorrada puede ser mínimamente posible. No dudo del poder de la mente en ciertos aspectos. (Y no me refiero a la mía, que está algo desentrenada la pobre, pero seguro que posee un gran potencial a pesar de que sea cero intuitiva o propensa a los misterios ocultos, su captación y correcto descifrado así como su nula capacidad de respuesta en el mismo código o lenguaje utilizado).
De todas formas leeré algo al respecto porque me dijo, para apoyar su discurso, que lo que me contaba estaba avalado por los estudios de un premio Nobel de Física. Primero hay que comprobar la veracidad de todos estos datos, pero puede ser interesante si hay algo de teoría "científicamente probada" y no meras fantasías sacadas de un libro de autoayuda.
Porque a nadie más que a mí le gustaría que este tipo de historias fueran realidad. Que por desear muchísimo algo, ocurra. Forzar las cosas con el poder del subconsciente, si es que esta chorrada puede ser mínimamente posible. No dudo del poder de la mente en ciertos aspectos. (Y no me refiero a la mía, que está algo desentrenada la pobre, pero seguro que posee un gran potencial a pesar de que sea cero intuitiva o propensa a los misterios ocultos, su captación y correcto descifrado así como su nula capacidad de respuesta en el mismo código o lenguaje utilizado).
Pues volviendo a la mecánica cuantística, una de las bases de este chico consistía en la sensación que nos embarga cuando conocemos a una persona, estamos a gusto con ella y sentimos una conexión especial desde el principio. Me preguntó que cómo llamaba a eso. Y mi respuesta utilizó palabras como empatía, congeniar, afinidad, simpatía... Desde luego no que los átomos que forman nuestra mente tienen una tendencia o emiten una energía que me hacen tener preferencia por cierta persona, que es lo que defendía él. Que un átomo piense me parece ya el colmo. Tantos cuerpos pensantes simplemente es una idea que me marea. Todo cristo pensando, cada uno en sus cosas, en sus paranoias (la mayoría raras ;)) en sus deseos, en sus proyecciones, en sus obsesiones, dando rienda suelta...
Que también los átomos piensen, opinen, cada uno a su libre albedrío, forzándome a mí, ese ente superior (por lo menos para ellos)... en términos de preferencias y simpatías...
Para mí, esa tendencia hacia unas personas con las que te sientes de repente muy a gusto, con muchas cosas en común, es como el enamoramiento. Dudo mucho que sean mis átomos mentales lo que unen fuerzas para que me guste alguien al punto de querer irme a la cama con él, que es lo que básicamente diferencia a un amigo de una pareja o proyecto de. Es un cúmulo de olor, rasgos físicos, forma de ser, hablar, desenvolverse, pensar... Bueno, todos esos factores tan comentados ya, pero que no podemos concretar ni definir y que provocan que nos enamoremos. Porque de lo que pasa, se nos escapa la mitad. Y a lo mejor ahí está la gracia de la vida, en no saber todas las fuerzas que subyacen, que actúan bajo la superficie, detrás de lo que vemos y entendemos con nuestros pobres sentidos y torpe cabeza.
Si tuviéramos control sobre esto, no habría sorpresas, incertidumbres, luchas, errores, alegrías.
Todo estaría calculado y sería previsible.
Sería aburridísimo.
En una amistad también, aunque entran menos factores, somos menos quisquillosos. Necesitamos admirarlos, que nos aporten cosas nuevas, lo pasemos bien con ellos, nos divirtamos y no nos juzguen. Bueno, ahí cada uno con su Must List.
Situación
Otra vez ansiando una llamada. Teorías al respecto de una amiga de la vena mística.
Tienes que utilizar el poder de la mente en estos 4 pasos: desea, imagina, proyecta, obtén.
Vale, ya lo he hecho.
Con más intensidad.
Sí, con toda la intensidad.
Lo que pasa es que es posible que en el fondo no desees que te llame.
Y entonces te pones a pensar y a convencerte de que en el fondo sí es posible que no quieras que te llame, porque, total, si ya dejaste la historia, volver para estar como antes y dejarlo de nuevo... pues es un poco absurdo. Y mejor así, sinceramente. Entonces puede que sí, realmente no quieres que te llame, sabes que es lo mejor. Pero ¿qué coño?, claro que quieres que te llame, ¡si no piensas en otra cosa! Distinto es que creas que no te conviene, pero bueno, siempre hay una pequeña esperanza de que venga y te demuestre que estás equivocada. O una esperanza más grande de lo que queremos admitir.
Entonces en esta teoría hay un salvaguardo para poder seguirla así tranquila y fervorosamente.
Seguramente alguien está deseando y proyectando hacia ti y esa fuerza hace que se anule tu propia proyección.
Toma ya. Así sin más. Y se quedan tan a gusto. El caso es tener fe en algo. ¡El que no cree es porque no quiere!
Seguramente alguien está deseando y proyectando hacia ti y esa fuerza hace que se anule tu propia proyección.
Toma ya. Así sin más. Y se quedan tan a gusto. El caso es tener fe en algo. ¡El que no cree es porque no quiere!
La intuición
Las primeras impresiones cuentan. Son las que más. El otro día veía un programa en el que la hija de cierto científico explicaba por qué existe la intuición y por qué debemos dejarnos asesorar por ella, no ignorarla. Y con las personas, además de con las situaciones, es más que necesario dejarnos directamente llevar por ella. Es posible que en ocasiones conozcas a gente que en el primer intercambio verbal ya te van soltando pistas de cómo son y de lo poco que encajan contigo y tu manera de ver las cosas (ni mejor ni peor, simplemente diferente e irreconciliable). Pocas veces te vas a arrepentir de cortar la relación en esos primeros momentos de tímida avanzada y descubrimiento personal. (Tampoco te vas a enterar porque al terminar el contacto es difícil que la realidad te pueda demostrar que estabas equivocada). Pero esas veces que pasas de tus impresiones te terminas arrepintiendo y diciendo: "si ya sabía yo, si me dio todas estas pistas, ya cuando me dijo esto me sonó raro pero, claro, una nunca sabe...". Perdona pero sí, sí sabe. Dejemos de perder el tiempo y la energía con personas con las que no tenemos nada que ver. Evítate disgustos y decepciones.