FEBRERO
Fragmentos literarios
Fuego
Anaïs Nin
Tan pronto como lo beso, sé que lo amo con un instinto ciego que sobrepasa toda razón, aún con sus defectos.
...el amor continúa, ciego a las leyes y sordo a las advertencias, e incluso a la prudencia y a los temores. Y sea lo que sea ese amor, quizá la ilusión de un nuevo amor, lo necesito, no lo puedo resistir, todo mi ser se funde en un solo beso, mi conocimiento se funde, mis miedos se funden, mi sangre baila y mis piernas se abren. H. Su boca, sus manos, todo él, su conciencia.
Soy más real para él a medida que soy menos y menos buena, más mujer, más anormal, más pecadora, más mujer y más amor, más deseo, más dolor y mayor gozo.
Seguir sólo los propios instintos es humano, que la felicidad en el amor no es natural, que la moral es un artificio del hombre, que la autonegación, necesaria para ser bueno, es la negación del instinto de conservación y lo más egoísta de todo.
El amor sensato se convierte en pasión por culpa del dolor. Y siento el peligro, su perversidad (...) Dándome cuenta de que, sin que importe cómo ame yo a los demás, cuando llega H siento un anhelo y un estremecimiento en las entrañas como no lo siento con nadie más.
Pero Huck sabe. Dice que H es mi neurosis, que probablemente lo sigo amando. Volver a él significa volver a la neurosis, que es más cómoda que la salud y la felicidad. Pero, mientras habla, sólo yo sé que amo a H totalmente, con el cuerpo y el alma y a los demás sólo parcialmente.
...la experiencia vital ha de vivirse hasta el fin, completamente; todo lo que se vive con la imaginación es veneno (...) La sabiduría sólo se emplea para conquistar la muerte, la destrucción o la tragedia, pero no sustituye a la vida. Mi consejo es que se vivan hasta el final las equivocaciones, los errores.
Respuesta a una proposición a bordo de un barco: "No puedo ser fiel a ningún hombre durante seis días" (...)
"¿Estás siempre tan llena de vida en tierra como lo has estado en este barco?"
- Mucho mejor en tierra -le contesté- porque en tierra nunca me pierdo un día a causa del mareo.
Lo peor de las mentiras es que crean soledad.
Estoy a la espera de un amante. Tengo que desgarrarme y hacerme pedazos y vivir de acuerdo con los demonios y la imaginación que llevo dentro. No descanso. Las cosas me llaman. Las estrellas tiran otra vez de mis cabellos. Y siento que debo obedecer... ¿a qué? A la veleidad.
Nosotras dos somos actrices, no en el mal sentido, o porque simulemos lo que no sentimos, sino porque podemos representar diversos papeles y transformaciones, sin saber en ocasiones cuál conviene elegir para presentarnos ante el mundo o entre nosotras. La menor incomodidad o inseguridad (miedo a ser mal entendidas o criticadas) nos arroja a esta actitud antinatural.
Cuando sólo es el sexo, cuando no es una expresión de nuestra unión, me pongo triste, porque el sexo por sí solo no une sino que separa.
Nunca siento remordimientos con respecto a H. Siempre tomó de la vida todo lo que la vida le ha ofrecido y me enseñó a hacer lo mismo. Nada me impedirá que me atreva con cualquier cosa que me apetezca.
Todo lo que no se haya dicho entre H y yo, todo lo que nunca se dirá, es lo que hay entre nosotros, aquello que sólo puede decirse con los dedos, los labios, el pene, las piernas, el roce de la piel, el olor de los cuerpos, las voces que sólo son gemidos, los sonidos animales, el roce del cabello, el lenguaje divino del cuerpo (...) He escrito aquí casi todas las caricias porque eso es solamente la vida y no me importa todo lo demás. Que sea como él quiere.
Regreso a Conveciennes para vivir mi propia vida, para encontrarme a mí misma. Pero eso es una triste necesidad comparada con la de amar... amar es lo primero... amar, perder, rendirse.
Recupero mi ingenio y mi lengua afilada cuando no soy tímida. Actúo cómicamente. Alegría. No necesito charlar. La charla no me satisface, salvo cuando la charla es entre dos personas, lo cual implica intimidad.
El miedo a la muerte se produce cuando no se vive; estar vivo es vivir con todas las células y todas las partes de una misma. Las partes que no funcionan se atrofian por estar dañadas, como un brazo inútil, e infectan al resto del cuerpo con un germen letal.
Me siento terriblemente sola, terriblemente sola. Llena de rebeldía y de odio por H. Odio por el amor que me retiene allí. ¿Por qué no puedo desentenderme?
...mi destino es amar con dolor y siempre lo que es malo para mí: estar limitada, asfixiada por el amor, sacrificada al amor...
Puedo renunciar a todo en brazos de H. Pero en cuanto me separo de él, me invade un deseo tan fuerte que me mata. Un deseo de aventura, de expansión, de fiebre, de fantasía, de belleza, de grandiosidad.
La razón me dice que es bueno que suceda algo que nos separe. No soy capaz de romper por mi propia iniciativa. No soy feliz con H. El día en que nos separemos, salvaré mi vida y empezaré a vivir. Y debo perder a H porque no sé abandonarlo. Siempre ocurre igual, lo abandono muchas veces, pero no puedo romper del todo. Qué triste.
Tengo que ir a Nueva York para salvarme de mí misma. La vida a ritmo lento me mata. La melancolía me devora (...)La actividad me libera de la tristeza (...) Debo tener más vida y menos tiempo.
No es por eso por lo que necesito a otros hombres. Es que tengo tal miedo de reducir mi vida a un absoluto (mi vida con H) que creo que tengo que diversificarme, debo enriquecerme, expandirme, salvarme de la locura de la crisis.
...le digo al violinista que negarse a vivir es morir y que mientras más dé de sí mismo a la vida, más lo alimentará la vida.
Mis fuerzas tienen un límite. El cuerpo, siempre poniendo límites.
Tú y F estaríais eternamente sentados y discutiendo (...) todo lo que queréis pero sin hacer nada por conseguirlo (...)
Tengo deseos y he de satisfacerlos. No es la moral lo que me impulsa a trabajar, sino el hecho de que no hay otro medio para conseguir lo que uno quiere.
La vida aquí es demasiado casera. El bonito apartamento, las bonitas cenas, los amigos color pastel, todo suave, limitaciones económicas (...)
¡Abrid las ventanas! Tengamos magnificencia, esplendor, trabajo duro, milagros, café con tostadas, sonrisas, salud, jazz, esquizofrenia, ascensores suaves, hombres con cuerpos deseables, mentes sin obstáculos que no echan a perder la felicidad, primitivismo.
La tarde empieza muy bien (...) La gente se siente atraída por mí. Pero, lentamente, aunque entro con vivacidad y dispuesta a entregarme, disminuyen mi placer y mi júbilo lentamente. ¿Por qué? Una frase descuidada, una falta de atención, una ironía -aunque no me esté dirigida- empieza a helar mi sangre. Mi voz se arrastra. Hablo con menos convicción. Regreso a las frases "formales" y convencionales. ¿Qué es peor? Pierdo mi confianza. Temo marcharme porque imagino sus burlas después de haberme ido. Este malestar crece. Todo cuanto quería decir se hiela dentro de mí. Doy malas excusas. Cada minuto que pasa se convierte en una tortura. Sonrío casi suplicando, como si pidiera que me dejaran sola. Vuelvo enfadada a casa, sé que he estropeado la tarde. Lo he hecho a menudo.
Pero he aprendido una cosa del mundo del placer: el silencio. Las cosas se gozan en una especie de silencio e inconsciencia. Quizá sea esa la ley del placer: no pensar ni creer en nada. He aprendido este silencio, esta despreocupación. No hago preguntas. Paso de largo.
Es difícil creer en el amor. La pasión es más fácil porque es intensa y más evidente.
Tengo miedo a crecer completamente a mi manera, sólo por el miedo a perder a H. Trato de acompasar mi ritmo al suyo, pero no funciona.
El miedo a la muerte, la cercanía de la muerte, hace que nos zambullamos en una vida temeraria (...) Y otra vez siento esa temeridad. Vivo en el momento.
El mundo del hombre en llamas y ensangrentado. El mundo del hombre se desintegra en la guerra (...) Heroísmo. Heroísmo para morir, pero ningún heroísmo para vivir, para amar, para acariciar y para defender el mundo personal, el alma.
Lo que produce dudas y sospechas son las falsedades y traiciones del propio yo. Si actúas, finges y engañas, la vida se vuelve entonces falsa y traicionera.
Y dejé que mi instinto me guiara. No sentía ninguna confianza, ninguna pasión. Y yo me fío de lo que siento. No digo "debo de estar equivocada y ellos tienen razón", lo que digo es "debo tener razón conmigo misma". Han hablado tus instintos. Se necesita más coraje para atenerse a las convicciones personales que para adoptar lo que todo el mundo comparte contigo.
Una lágrima azul, qué divertido. Mírala. No estemos tristes. No sé si esto es el final. Te quiero, H, pero me alejo de ti para reconstruir los sueños, para reconstruirme yo misma, lo que he perdido: el éxtasis (...) Y no nos pongamos tristes. Quizá mi poder sea más fuerte que el tuyo, el tuyo para matar la vida. Me voy a buscar la vida que tú tan extrañamente has devorado con tus odios, rechazos y renuncias.
¿En qué momento se hunde el cuchillo tan profundamente que la carne empieza a llorar de amor? Al principio, poder, poder, luego, la herida, y amor, y amor y miedos, y la pérdida del yo y la ofrenda y la esclavitud. Al principio era yo quien dominaba y amaba menos; luego amé más, y luego la esclavitud. Esclavitud de su imagen, de su olor, el ansia, el hambre, la sed, la obsesión.
G me espera. Sabe que he estado con H toda la tarde. Dejo que lo sepa, malicia y crueldad, porque lo amo un momento menos, un grado menos, un respiro menos de lo que él me ama.
Cuando una conquista, una resulta incluso más herida que cuando pierde porque experimentas la punzada de la responsabilidad. ¿Ha servido tu influencia para el bien del otro? (G salvado del comunismo, ¿es eso lo correcto?).
Era una manera para ser feliz, ciegamente. La idea daña. La conciencia daña. El conocimiento daña. La lucidez daña. La relación daña. La vida daña. Pero fluir, ir a la deriva, vivir según la naturaleza, no daña. Se me están cerrando los ojos. Voy a la deriva, me dejo arrastrar por un mundo de sensaciones.
Embriaguez. ¿Por qué quiso R. atrapar esta llama que soy y hacer de ella una esposa? No voy a permanecer fija en ninguna parte por las muchas facetas de mi ser, por las capas y los misterios latentes y las cosas que aún no soy. La totalidad no es posible porque yo sólo puedo ser total en relación conmigo misma.
Caja de Pandora. Quiero vivir con los ojos cerrados. No quiero saber. Quiero vivir.
El conocimiento te impide vivir.
Ojos siempre cerrados y la miel fluyendo...
La única manera de escapar de la esclavitud es convertirse en negrero.
Quería volver a cerrar los ojos. ¿Para qué esforzarse y luchar? Si vivieras en un cuento de hadas, si nadaras en caricias, si vivieras entre las estrellas y las nubes y sintieras como se derrama sobre ti el cálido esperma, ¿escribirías?
Estoy tan terriblemente excitada por la vida -mental y físicamente-, vivo ta intensamente, que soy consciente de mi sexo, de estar allí caliente, de estar húmeda, de los latidos de la sangre, y, al mismo tiempo, de vivir en un ensueño.
Me sentía bella. Si una se mueve con soltura y se cree guapa, todo el mundo pensará lo mismo. Me sentía suelta, guapa y dominadora.
Los hombres reposan en mis brazos, se arrastran y descansan en mi útero. Para mí el sexo no es solamente el placer del orgasmo, es tener a un hombre dentro del útero. El hombre no puede conocer nunca la soledad que la mujer conoce, la mujer que tiene vacío el útero. El hombre sólo reposa en el útero para recuperar fuerzas. Se alimenta de la mujer. (...) y él se eleva y se apresura a acudir al combate o se adentra en la creación. Él la abandona. Él no está solo. Posee el mundo que hace. La mujer está sola porque sólo tiene al hombre, su presencia, su cuerpo.
Soy mujer.
Grito cuando él se levanta y actúa.
Pasar de un mundo a otro, dar a cada uno mi plenitud ¿por qué se le llama a eso traición? Sólo puedes traicionar lo que existe. Lo que hay en G, o entre G y yo, no lo traiciono. No doy a H los sentimientos que doy a G, ni siquiera las mismas caricias. No me llevo nada de H porque aún soy leal con su creación, con su vida, y porque estoy llena de amor y cuidados.
"¡No quiero que ames a nadie, hombre o mujer sino a mí!". Esta clase de celos, los que matan al otro porque es culpable de vivir o gozar fuera del amado, nunca me he permitido expresarlos, aunque los sintiera. Mi deseo de dar vida siempre fue más fuerte.
Tampoco es muy profunda la visión que G tiene del mundo. Ve fuera todo lo que viene de dentro. Las limitaciones y restricciones son internas, no externas. Sé que soy responsable de mis propias limitaciones.
No puedo dormir. Allí echada, con H dormido, o con G dormido, me maravillo de mi felicidad, de esa necesidad de la mujer de tener a un hombre dentro de ella. Los momentos más extáticos de mi vida son con el pene del hombre amado dentro de mí, o con su cabeza sobre mi pecho. En mis brazos, despierto, apasionado o confiado y dormido, pero en mis brazos. Entonces me siento colmada. El orgasmo no es necesario.
Para mí cada día está tan lleno de metamorfosis aterradoras que puedo despertarme sin amar a nadie. Puedo despertarme fuerte, satisfecha (...) Puedo despertarme, como Alicia en el País de las Maravillas, en un mundo de música y milagros, y, como Alicia, sentirme diminuta en un mundo de gigantes o gigantesca en un mundo en miniatura. Sentirme un demonio, una mujer sin ilusiones o rebosante de fe, ilusiones y éxtasis.