SEPTIEMBRE 2016
Edito
Ha sentido la luna en las plantas de los pies, he captado sus mareas en la superficie del cerebro.
(El arco iris de gravedad. Thomas Pynchon).
(El arco iris de gravedad. Thomas Pynchon).
Dice Sadhguru: There is a certain geometry to the physical existence and to the energy existence. Everything in the universe, from the atomic to the cosmic, works the way it does because of geometric perfection.
Con la idea en mente de que la vida, nuestra vida, todo lo que ocurre a cualquiera de sus niveles: físico, mental, ambiental... es una reproducción de lo que ocurre en el macrocosmos. Ya empecé a tratar este tema en el mes de junio: mineral, y aquí la retomo porque se quedó "una chinita molestando en el zapato".
Uno es una conciencia inmortal, una exacta reproducción del universo. Tu inconsciente es una partícula y al mismo tiempo la totalidad del cosmos. (Jodorowski).
Microcosmos en cada una de nuestras experiencias, puedes notarte bajo la influencia de ciertas frecuencias, vibraciones, ondas expansivas, espacios que se contraen que se expanden y tú mutando en concordancia con todo ello. ¿eres consciente? ¿Puedes sentirlo aunque sea sutilmente?
Pero dentro de nuestra vida, en la que imitamos, repetimos los patrones del universo, se funden micromomentos que también buscan esa geométrica perfección de la que habla Sadhguru, aunque no lo entendamos, aunque nos falte perspectiva. Siguen un patrón maravilloso, una proporción divina. Y hay que pensarlo así, aunque no consigamos preverlo ni entenderlo.
Esos micromomentos de tremendo efecto en cadena, con otros miles de micromomentos que caen como gotas cada uno, formando una eterna cascada.
Micromomentos que se pueden diseccionar.
Con la idea en mente de que la vida, nuestra vida, todo lo que ocurre a cualquiera de sus niveles: físico, mental, ambiental... es una reproducción de lo que ocurre en el macrocosmos. Ya empecé a tratar este tema en el mes de junio: mineral, y aquí la retomo porque se quedó "una chinita molestando en el zapato".
Uno es una conciencia inmortal, una exacta reproducción del universo. Tu inconsciente es una partícula y al mismo tiempo la totalidad del cosmos. (Jodorowski).
Microcosmos en cada una de nuestras experiencias, puedes notarte bajo la influencia de ciertas frecuencias, vibraciones, ondas expansivas, espacios que se contraen que se expanden y tú mutando en concordancia con todo ello. ¿eres consciente? ¿Puedes sentirlo aunque sea sutilmente?
Pero dentro de nuestra vida, en la que imitamos, repetimos los patrones del universo, se funden micromomentos que también buscan esa geométrica perfección de la que habla Sadhguru, aunque no lo entendamos, aunque nos falte perspectiva. Siguen un patrón maravilloso, una proporción divina. Y hay que pensarlo así, aunque no consigamos preverlo ni entenderlo.
Esos micromomentos de tremendo efecto en cadena, con otros miles de micromomentos que caen como gotas cada uno, formando una eterna cascada.
Micromomentos que se pueden diseccionar.
Micromomentos
La deconstrucción de un momento, desmenuzarlo, mantenerlo en suspenso, analizarlo, dejarlo que se expanda como una enorme gota de agua que distorsiona cada una de las partes reflejada en ella.
Dejar que tiemble, atemorizado, que tintinee, latiendo lentamente, observado, escudriñado, hasta que pierdes la perspectiva en un fogonazo de cegadora claridad.
El momento analizado al milisegundo, cada uno de los vectores que convergen llegando desde puntos muy distantes, con diferentes velocidades, anchura de banda, ritmos, en un mismo punto: este preciso momento. Y ese punto de choque mezclado con pensamientos (que ya teníamos, que surgen, que no vienen a cuento, asociaciones, patrones, hábitos de respuesta), sensaciones físicas, giros de aire, cambio en la frecuencia, en la vibración, la espesura del aliento, la luz, las expectativas en suspenso.
Y quedarte ahí.
El corazón latiendo.
Esperando el cambio.
Esperando ver hacia qué dirección se lanzará el vector resultante.
Y observando desde arriba, desde un trono de impasibilidad, cómo todas las emociones y consecuencias se precipitan como una bola enorme, cada vez más grande, detrás de la veloz flecha, atravesando ilusiones, esperanzas, planes, temores, hacia ¿qué destino?
Esto es lo que me ha enganchado de Thomas Pynchon. No ha sido fácil. No siempre agradable y había ocasiones que me recordaban el proceso hacia la meditación. No entendía nada, me parecía una pérdida de tiempo, no conseguía alcanzarle y una parte de mí deseaba parar (y tirar el libro/zafu por la ventana), llena de nerviosa ansiedad e impotencia.
Y otra parte de mí que me dicta: relájate y enjoy the ride.
Igual que en meditación, no te cuestiones, no dejes que la mente negativa se interponga y te haga abandonar. Recupera tu foco y continúa.
No hay que entenderlo todo, no es necesario, simplemente déjate embrujar por la perfecta combinación de palabras, la evocación de una frase, el traslado concreto y certero a una sensación a una experiencia concreta. Porque esto Pynchon lo consigue con tres palabras.
Dale cinco y te vuelve el cerebro del revés.
Sí, es un libro que necesita tiempo (me ha acompañado casi medio año).
Es un libro para leer sin prisa y con mente no analítica ni obsesionada por la estructura.
Lees unas páginas, disfrutas lo que está ante tus ojos, y si lo entiendes, bien, y si no, no importa, no tiene sentido dentro de la novela (seguramente en la mente del autor, sí), ni es de mayor trascendencia.
Y la sensación persistente de que hay elementos recurrentes, que no has entendido, y vas cambiando tu definición de ellos (su ubicación en tu cerebro) cada ciertas páginas.
Y sigues leyendo, y sigues captando, porque su universo lo captas, te penetra aunque no entiendas ni la mitad. De eso se trata también , ¿no? Al final es una gran paranoia y ésta, como lo no paranoico, cambia y oscila constantemente como llama de vela.
Dedico este número de octubre a Pynchon y los instantes decosntruidos, podrás encontrar más en la pestaña "El arco Iris de gravedad", después de mucho tiempo me pongo a reescribir fragmentos de libros que me gustan. Y es que estos me han gustado tanto, que no tengo más remedio que, ¡hacer el esfuerzo!, y compartirlos.
Dejar que tiemble, atemorizado, que tintinee, latiendo lentamente, observado, escudriñado, hasta que pierdes la perspectiva en un fogonazo de cegadora claridad.
El momento analizado al milisegundo, cada uno de los vectores que convergen llegando desde puntos muy distantes, con diferentes velocidades, anchura de banda, ritmos, en un mismo punto: este preciso momento. Y ese punto de choque mezclado con pensamientos (que ya teníamos, que surgen, que no vienen a cuento, asociaciones, patrones, hábitos de respuesta), sensaciones físicas, giros de aire, cambio en la frecuencia, en la vibración, la espesura del aliento, la luz, las expectativas en suspenso.
Y quedarte ahí.
El corazón latiendo.
Esperando el cambio.
Esperando ver hacia qué dirección se lanzará el vector resultante.
Y observando desde arriba, desde un trono de impasibilidad, cómo todas las emociones y consecuencias se precipitan como una bola enorme, cada vez más grande, detrás de la veloz flecha, atravesando ilusiones, esperanzas, planes, temores, hacia ¿qué destino?
Esto es lo que me ha enganchado de Thomas Pynchon. No ha sido fácil. No siempre agradable y había ocasiones que me recordaban el proceso hacia la meditación. No entendía nada, me parecía una pérdida de tiempo, no conseguía alcanzarle y una parte de mí deseaba parar (y tirar el libro/zafu por la ventana), llena de nerviosa ansiedad e impotencia.
Y otra parte de mí que me dicta: relájate y enjoy the ride.
Igual que en meditación, no te cuestiones, no dejes que la mente negativa se interponga y te haga abandonar. Recupera tu foco y continúa.
No hay que entenderlo todo, no es necesario, simplemente déjate embrujar por la perfecta combinación de palabras, la evocación de una frase, el traslado concreto y certero a una sensación a una experiencia concreta. Porque esto Pynchon lo consigue con tres palabras.
Dale cinco y te vuelve el cerebro del revés.
Sí, es un libro que necesita tiempo (me ha acompañado casi medio año).
Es un libro para leer sin prisa y con mente no analítica ni obsesionada por la estructura.
Lees unas páginas, disfrutas lo que está ante tus ojos, y si lo entiendes, bien, y si no, no importa, no tiene sentido dentro de la novela (seguramente en la mente del autor, sí), ni es de mayor trascendencia.
Y la sensación persistente de que hay elementos recurrentes, que no has entendido, y vas cambiando tu definición de ellos (su ubicación en tu cerebro) cada ciertas páginas.
Y sigues leyendo, y sigues captando, porque su universo lo captas, te penetra aunque no entiendas ni la mitad. De eso se trata también , ¿no? Al final es una gran paranoia y ésta, como lo no paranoico, cambia y oscila constantemente como llama de vela.
Dedico este número de octubre a Pynchon y los instantes decosntruidos, podrás encontrar más en la pestaña "El arco Iris de gravedad", después de mucho tiempo me pongo a reescribir fragmentos de libros que me gustan. Y es que estos me han gustado tanto, que no tengo más remedio que, ¡hacer el esfuerzo!, y compartirlos.
Ah, qué sensación, ¡volver a casa!
https://www.youtube.com/watch?v=MGCoCx0rLdE
https://www.youtube.com/watch?v=Zw2wWkexEYA
Con esta frase y este tema de Mike Oldfield abría uno de sus programas Íker Jiménez hace unos años y aquí lo dejo anotado porque me empujó en medio del viaje y me hizo valorar (más si cabe) todo lo que tengo, lo que me espera, al... ah, volver a casa.
Volver a casa y comenzar un nuevo ciclo. Puede parecer lo mismo pero es totalmente diferente, porque tus ojos tampoco son los mismos.
Frecuencia es una magnitud que mide el número de repeticiones por unidad de tiempo de cualquier fenómeno o suceso periódico.
Septiembre es el mes de la R. Recomenzar, repetir, recycling, return
Un mes que se presenta muy movidito.
Un mes de REtos. Y un mes en el que te das cuenta de que vas removiendo ciertos aspectos a tu alrededor que tienen consecuencias en tu interior, en tu campo electromagnético.
Igual ya me estoy volviendo loca de remate con tanta lectura y viaje pero ya es la segunda vez que me pasa de una manera tan obvia. Y eso que yo soy bastante obtusa y dura de captadera, lo sutil se me escapa, no me gusta ver causa-efectos fantásticos en cosas que pueden ser meras casualidades. Porque creo en el azar y en el destino a partes iguales ¿es posible?
Creo que si te dejas llevar por el río de la vida te pasan cosas que están en tu camino y tropiezas con árboles, ramas, obstáculos que están ahí, te pegas una ahogadilla en el remolino que ha formado alguien con su movimiento. Porque hay otras veces que no te dejas simplemente llevar por las corrientes sino que buscas una determinada y aprendes a navegarla, y ésta te lleva a orillas que te pueden gustar más o menos, depende de tu ambición, realismo, expectativas, pero que tienen que ver con el objetivo que llevabas.
Y cuando remas todo el rato hacia una dirección, te das cuenta de que las cosas que te llegan están relacionadas con el utópico destino final que tienes en mente. Porque como dice Jodorowsky:
La vida nos ofrece no lo que pedimos, sino lo que necesitamos para desarrollar nuestra conciencia.
Y no puedo estar más de acuerdo con esta frase, y más después de ciertos eventos que me ocurrieron el pasado mes.
Claro que me ha pasado todo esto, para poder estar donde estoy y desarrollar mi conciencia. Tal vez es más duro que el camino que hubiera elegido y que estuve a punto de tomar pero me habría quedado en lo básico, en la base.
Y nos persiguen vidas pasadas que nos marcan. Esta es una idea que cada vez coge más fuerza.
Y en medio de este jaleo descomunal, esta confluencia de ideas, cada día algo nuevo, que viene a completar lo anterior, a contradecirlo, a presentar una visión nueva.
Termino, como he empezado, con otra cita de Sadhguru, que ensalza este estado de "sólo sé que no sé nada" y... me encanta estar así, descubriendo la magia descabellada de cada instante, cada micromomento que vivimos aquí.
Talking is a good tool only to destroy the idiotic conclusions that people have made. When conclusions are destroyed, confusion happens. Being joyfully confused about everything in the universe is a good state to be in. This means you are constantly paying attention to everything. Once you realize that you do not know a thing, you become receptive. If you have conclusions about everything, there is no possibility, no receptivity. If you have conclusions, you do not have to be attentive – you can go through life like you are dead. The more conclusions you have, the more rigor mortis there is in your mind and in your body as well.
Heavenly father, Bon Iver
https://www.youtube.com/watch?v=vAoADCSpD-8
Ever since I heard the howlin' wind
I didn't need to go where a bible went
But then you know your gifts seemed heaven sent
Just lead me to a choler, dad, that's the thing
I don't know how you house the sin
But you're free now
I was never sure how much of you I could let in
And I'm free now
Won't you settle down baby here your love has been
Heavenly father
It's definitely lava
Why you don't carry other names?
Heard about a day where it dropped the know
To go another day as we learn to close
'Cause I'm a known coward in a coward wind
But you're free now
You turn around now and you count to 10
To see you go now
Well I know now honey that I can't pretend
Heavenly father
Is whose brought to his autumn
And love is left in end
I just been up here for god damn years
Can you see now?
Filling up hulls with god damn fears
I am free now
I know about it darlin', I've been standin' here
Heavenly father
Is all that he offers
A safety in the end...