Octubre
Reflexiones varias
Insecto
Me siento como un insecto. Como si me alumbraran diez mil focos. Me siento expuesta, como si estuviera desnuda, de poco me sirve imaginar que los desnudos son los demás. Me siento más que desnuda, me siento en carne viva. Como si todos me pudieran leer el pensamiento. No, más bien es como si fueran a criticar cada una de las cosas que digo, todo es una tontería, todo tiene otro punto de vista totalmente contrario, obvio e inteligente, a la idiotez que he dicho.
Oigo sus voces, sus risas, sus miradas condescendientes. Siento la burla, la condescendencia.
Ni siquiera soy capaz de comer con naturalidad, no puedo parar de moverme, y sigo oyendo voces críticas: ¿otra vez vas a cruzar las pierna?. ¿no apoyas la mano en la mesa para comer?, ¿así la vas a apoyar?, se ve raro, ¿cuántas veces te vas a rascar la cabeza? se nota que es un tic, se nota que estás nerviosa, quita esa cara de imbécil, ¿jugar con el móvil? ah, sí, una opción muy inteligente, mirar a la cara de la gente cuando habla pero a la suya no, sonreír, hacer como que estás en la conversación, comer y que seas incapaz de meter toda la comida en la boca de una vez, ¿eres retrasada?, demasiado derecha, demasiado sonriente, cuánta tensión expeles, ¿otro bostezo? y por supuesto no eres capaz de decir nada ¿verdad? ¡¡venga!!, claro que si ahora, después de haber estado todo el rato sin abrir la boca, sin prácticamente moverte, deseando meterte debajo de un baldosín, si ahora de repente opinas algo... Todo el mundo se fijará más en ti, ¡ha hablado!, ya puede ser algo inteligente, ingenioso o interesante. Y quieres hablar pero no eres capaz, pasa el turno, has seguido callada y con la cabeza gacha. ¿Vas a seguir sonriendo así? Peor es el momento de tener que irte.
Serías capaz, te encantaría, esperar a que se levantara el último para marcharte tú, pero tienes que irte... Venga, te armas de valor, sabes que todas las miradas se posarán en ti, que se hará el silencio. Esperas no parecer muy torpe ni muy tontorrona. Y encima tienes que despedirte.
Te gustaría poder desaparecer, que
¿Y cuando hablas con una persona? Mirar a los ojos, pensar adónde estás mirando, la cara que tienes, procuras que sea de buena, de inteligente, de estar enterándote... Y cuanto más lo piensas más rara es la cara que pones, menos natural y más incapaz eres de cambiarla, sabes que se vas poniendo cara de susto, notas cada pequeño músculo, cada centímetro de piel, cómo se tensa, cómo se deshace, se desmorona, se crispa. Muchas veces hasta te lo han dicho. Hasta ese punto llega tu incomodidez, los otros la huelen, la aspiran, la notan.
Ahora. ¿Hay remedio? No, no lo hay. Cuánto más te observan más metes la pata. Cuando hay alguien cerca, más pendiente estás de lo que dices, de no tartamudear, de decirlo correctamente, y conforme van saliendo las palabras de tu boca, van asaltándote acusaciones en la mente: "No así", "no tan rápido", "más educado", "¡no es cierto!", ¿vas a seguir titubeando?, qué insegura, ¡qué mal....!
No, no hay remedio. Va pasando el tiempo y estás más metida en tu mundo. No hay manera de salir de esa burbuja de acusaciones, de introspección. ¿Y acaso hay que salir? ¿por qué? Yo estoy bien en esta burbuja, he estado en ella toda la vida. Odio obligarme a comportarme como una "persona normal". Admiro a esas personas que tienen respuesta para todo. para las felicitaciones, para los saludos inesperados por la calle, para acordarse de preguntar por el hijo enfermo, de recibir cumplidos y agradecimientos, para las presentaciones, para las bienvenidas, cumpleaños... para todos esos actos sociales, algunos tan diminutos como saludar, como escribir un email recordatorio que a otros nos resultan tremendamente estresantes, raros, exigentes. Requieren un grandísimo esfuerzo, concentración, porque no los llevamos impresos, no salen de nosotros, los forzamos, los impostamos. No es que nos falte naturalidad,que también, es que no lo vemos necesario. Cuando la gente se entretiene en esas formalidades a mí me incomodan, lo veo falso y no logro que salga de mí una respuesta espontánea porque normalmente estoy a miles de kilómetros de aquí, no voy mirando quién se me acerca, qué se avecina. Estoy en un plano paralelo. Viviendo en otro lado, observando otras cosas. Como en un segundo plano de realidad. Ni cuando pongo toda mi atención lo consigo.
Oigo sus voces, sus risas, sus miradas condescendientes. Siento la burla, la condescendencia.
Ni siquiera soy capaz de comer con naturalidad, no puedo parar de moverme, y sigo oyendo voces críticas: ¿otra vez vas a cruzar las pierna?. ¿no apoyas la mano en la mesa para comer?, ¿así la vas a apoyar?, se ve raro, ¿cuántas veces te vas a rascar la cabeza? se nota que es un tic, se nota que estás nerviosa, quita esa cara de imbécil, ¿jugar con el móvil? ah, sí, una opción muy inteligente, mirar a la cara de la gente cuando habla pero a la suya no, sonreír, hacer como que estás en la conversación, comer y que seas incapaz de meter toda la comida en la boca de una vez, ¿eres retrasada?, demasiado derecha, demasiado sonriente, cuánta tensión expeles, ¿otro bostezo? y por supuesto no eres capaz de decir nada ¿verdad? ¡¡venga!!, claro que si ahora, después de haber estado todo el rato sin abrir la boca, sin prácticamente moverte, deseando meterte debajo de un baldosín, si ahora de repente opinas algo... Todo el mundo se fijará más en ti, ¡ha hablado!, ya puede ser algo inteligente, ingenioso o interesante. Y quieres hablar pero no eres capaz, pasa el turno, has seguido callada y con la cabeza gacha. ¿Vas a seguir sonriendo así? Peor es el momento de tener que irte.
Serías capaz, te encantaría, esperar a que se levantara el último para marcharte tú, pero tienes que irte... Venga, te armas de valor, sabes que todas las miradas se posarán en ti, que se hará el silencio. Esperas no parecer muy torpe ni muy tontorrona. Y encima tienes que despedirte.
Te gustaría poder desaparecer, que
¿Y cuando hablas con una persona? Mirar a los ojos, pensar adónde estás mirando, la cara que tienes, procuras que sea de buena, de inteligente, de estar enterándote... Y cuanto más lo piensas más rara es la cara que pones, menos natural y más incapaz eres de cambiarla, sabes que se vas poniendo cara de susto, notas cada pequeño músculo, cada centímetro de piel, cómo se tensa, cómo se deshace, se desmorona, se crispa. Muchas veces hasta te lo han dicho. Hasta ese punto llega tu incomodidez, los otros la huelen, la aspiran, la notan.
Ahora. ¿Hay remedio? No, no lo hay. Cuánto más te observan más metes la pata. Cuando hay alguien cerca, más pendiente estás de lo que dices, de no tartamudear, de decirlo correctamente, y conforme van saliendo las palabras de tu boca, van asaltándote acusaciones en la mente: "No así", "no tan rápido", "más educado", "¡no es cierto!", ¿vas a seguir titubeando?, qué insegura, ¡qué mal....!
No, no hay remedio. Va pasando el tiempo y estás más metida en tu mundo. No hay manera de salir de esa burbuja de acusaciones, de introspección. ¿Y acaso hay que salir? ¿por qué? Yo estoy bien en esta burbuja, he estado en ella toda la vida. Odio obligarme a comportarme como una "persona normal". Admiro a esas personas que tienen respuesta para todo. para las felicitaciones, para los saludos inesperados por la calle, para acordarse de preguntar por el hijo enfermo, de recibir cumplidos y agradecimientos, para las presentaciones, para las bienvenidas, cumpleaños... para todos esos actos sociales, algunos tan diminutos como saludar, como escribir un email recordatorio que a otros nos resultan tremendamente estresantes, raros, exigentes. Requieren un grandísimo esfuerzo, concentración, porque no los llevamos impresos, no salen de nosotros, los forzamos, los impostamos. No es que nos falte naturalidad,que también, es que no lo vemos necesario. Cuando la gente se entretiene en esas formalidades a mí me incomodan, lo veo falso y no logro que salga de mí una respuesta espontánea porque normalmente estoy a miles de kilómetros de aquí, no voy mirando quién se me acerca, qué se avecina. Estoy en un plano paralelo. Viviendo en otro lado, observando otras cosas. Como en un segundo plano de realidad. Ni cuando pongo toda mi atención lo consigo.
El ejército del Siglo XXI
Tatuajes, prendas extravagantes, cortes de pelo imposibles, colores llamativos... Todos esos detalles forman un escudo. Son los caballeros. el ejército del siglo XXI , que salen a la guerra del día a día, tras esta coraza. Seguramente, si van mostrando sus tatuajes, sus looks extraños, se sienten más atemorizadores, especiales, interesantes, imponentes. Así pueden enfrentarse con menos miedo o vergüenza con las intimidantes personas que se cruzan a cada instante.
Así pueden sustentar sus opiniones protegidos por este escudo que creen dotarán a sus palabras y actos, su manera de ir por la vida, de un respaldo, un aura de importancia. Y en verdad lo que tú creas es lo que al final será verdad para ti, en tu mundo, y eso es lo que importa. Pero, ¿de qué tenemos que protegernos? Sin duda es una salida fácil. Tras esos looks, no obstante, se esconden personas deseosas de ser respetadas, queridas, tenidas en cuenta. Personas inseguras, deseosas de la aceptación que nunca han tenido y por eso ahora van expresando en un grito visual que les das igual, que ya cuentan con que a ti no te gustan pero que eso les trae sin cuidado. Quieren que se les escuche porque si van así vestidos es porque tienen algo importante que decir. Quieren que les respetes, que les tengas miedo, porque hubo un tiempo en el que el que tenía miedo era él. Hubo un tiempo en el que nadie le escuchaba, incluso se reían de él, y ahora todos esos músculos, toda esa agresividad, esos mensajes en la ropa, esas crestas, esos adornos metálicos, vienen a expresar una advertencia al que intente siquiera esbozar una sonrisa. Tras esa coraza se esconde alguien con poca autoestima.
Cuántas personalidades forjadas a cincel en los patios de colegio, tras las puertas de las casas cerradas suavemente por un progenitor demasiado sonriente ante los demás, a los que no mira directamente a los ojos... Alguien cobarde que tenga en sus manos, a sus expensas, a un ser débil (un niño, un animal) puede destrozarlo. Es muy probable que lo destroce con sus frustraciones. Que le demuestre que sí tiene carácter, que no es un don nadie. Estas víctimas no querrán dejarse avasallar de nuevo y van con su coraza de antemano. Detrás de esa agresividad corporal se esconden heridas profundas, que ni todos esos adornos pueden hacer desaparecer.
Así pueden sustentar sus opiniones protegidos por este escudo que creen dotarán a sus palabras y actos, su manera de ir por la vida, de un respaldo, un aura de importancia. Y en verdad lo que tú creas es lo que al final será verdad para ti, en tu mundo, y eso es lo que importa. Pero, ¿de qué tenemos que protegernos? Sin duda es una salida fácil. Tras esos looks, no obstante, se esconden personas deseosas de ser respetadas, queridas, tenidas en cuenta. Personas inseguras, deseosas de la aceptación que nunca han tenido y por eso ahora van expresando en un grito visual que les das igual, que ya cuentan con que a ti no te gustan pero que eso les trae sin cuidado. Quieren que se les escuche porque si van así vestidos es porque tienen algo importante que decir. Quieren que les respetes, que les tengas miedo, porque hubo un tiempo en el que el que tenía miedo era él. Hubo un tiempo en el que nadie le escuchaba, incluso se reían de él, y ahora todos esos músculos, toda esa agresividad, esos mensajes en la ropa, esas crestas, esos adornos metálicos, vienen a expresar una advertencia al que intente siquiera esbozar una sonrisa. Tras esa coraza se esconde alguien con poca autoestima.
Cuántas personalidades forjadas a cincel en los patios de colegio, tras las puertas de las casas cerradas suavemente por un progenitor demasiado sonriente ante los demás, a los que no mira directamente a los ojos... Alguien cobarde que tenga en sus manos, a sus expensas, a un ser débil (un niño, un animal) puede destrozarlo. Es muy probable que lo destroce con sus frustraciones. Que le demuestre que sí tiene carácter, que no es un don nadie. Estas víctimas no querrán dejarse avasallar de nuevo y van con su coraza de antemano. Detrás de esa agresividad corporal se esconden heridas profundas, que ni todos esos adornos pueden hacer desaparecer.
¿Nacionalismos?
Cómo me aburren los nacionalismos, regionalismos y demás ismos absurdos que pretenden identificarnos con un pedazo de tierra, de terreno, de suelo. Yo no pertenezco a ningún puñado de pedruscos y arena. Sin duda me siento con características comunes a la gente donde he nacido, a un país, Muchos son los factores: el idioma, la aglomerante televisión (que estructura nuestro sentido del humor, nuestros lugares comunes, referencias. Establece qué es importante, qué hace gracia, qué entretiene...) También el colegio: qué cosas aprendemos, cómo nos divertimos, cómo nos relacionamos con los demás, nuestra escala de valores, qué leemos, qué autores son importantes, qué ocurrió en el pasado, cómo hablar con la niña que te gusta, qué marcas de ropa se llevan, qué ver en la televisión, cómo divertirte, qué te hace guay, qué te hace un looser... El lenguaje, por supuesto,: expresiones, palabras que conforman nuestra manera de pensar, estructuras que dan forma a nuestra mente, a cómo nos expresamos, cómo materializamos en palabras lo que nos ocurre, nuestros deseos, nuestros sentimientos.
Por supuesto que la familia también pone su granito de arena, pero tiene poco que hacer con la fuerza del colegio, los amigos y la televisión. Y con el ambiente: tradiciones, religión que predomina, rituales, música que escuchamos (aunque no queramos, nadie escapa a la canción del verano), días festivos, maneras de celebrarlo, comidas típicas (la de mi madre mejor que la tuya), sitios de veraneo, topicazos sobre esos lugares y sus veraneantes, qué encuentras en el supermercado, a qué hora te acuestas, calcetín blanco y castellano es una horterada, el coche que tuvimos de pequeños, todos recordamos aquel momento de conmoción nacional cuando..., el rumor que corría, sitios de moda, la arquitectura, la circulación, los acentos, hablar a gritos, pasar aunque esté en rojo, evitar ciertas calles, evitar a cierta gente, sabes cuándo debes tener miedo, por la forma de vestirse puedes identificar el estrato social, pequeños gestos, detalles, por la forma de hablar, dejes, giros, palabras muy sutiles te permiten identificar algo mejor a un sujeto, .
Y eso es así aquí y en Sebastopol, tanto sólo como acompañado. Me explico. En Sebastopol, te encuentras con otro español y probablemente te alegres y en unos minutos de charla, por la zona geográfica, por la manera de expresarse y por cuatro detalles más, puedes tener una idea del tipo de persona. A ver, en rasgos muy generales, pero empiezas a tener una ficha. Si te pones de charla con uno de Sebastopol, no.
Y no es que esos detalles importen porque al final lo que importa es otra cosa que va más allá de lo que te puedan aportar unos minutos de charla. Pero pongamos que estás cinco minutos con un español y otros cinco con el de Sebastopol. Está claro que podrás hacer un estudio más acertado de la persona española que del eslavo.
Porque hay una cultura común que compartís.
Y está claro que pequeñas sutilezas, cambios del tono, que se pueden considerar como un feo o un detalle con gente de tu cultura, pero con los de otra no (o eso quiero creer).
El caso es que son todos esos detalles con los que has crecido los que te hacen sentirte arraigado a una zona, a cierto grupo de gente. Eso y no el que hace 500 años tuvieran los señores feudales de esa zona ciertos privilegios, o que habléis un dialecto primo hermano del país del que te sientes tan distinto.
No veo la necesidad de declarar que son independientes. Independientes de qué. Menuda chorrada, con perdón. ¿Y a quién le importa? Lo que pasa es que a la gente le encanta sentirse especial, distinta, y por eso, (y no me preguntes de dónde sacan esta conclusión), más imprescindible, valiosa, importante.
AH, pues vale. A mí me parece un entretenimiento de los políticos, una cortina de humo que aparta la atención de lo importante.
Y procuro entender dónde está la gracia, what´s the point, de que se reconozca que son otra nación. ¿Y? ¿Realmente les va a afectar? ¿Cuál va a ser el cambio?. Ahora es ese afán, si ya fueran independientes sería como yo soy de aquí, ah! y yo de allá, qué interesante. Hasta luego.
Y a nivel económico dudo que les beneficie. Es una manera de llamar la atención, de intentar sentirse mejores (¿¿mejores que quién?? ¿que los del otro lado del territorio?¡¡ A ellos se la suda, hombre!!) Que eres distinto... ¿¿Distinto en qué?? Mismos rasgos fisiológicos, mismas costumbres, mismos orígenes.
¿El idioma es motivo de peso? A mí no me parece.
Los motivos, los de siempre. Sea distinto, sea especial. Sea la última Coca Cola del desierto. Siéntase así.
"No nos pueden obligar a sentirnos de cierto lado", "No quiero pertenecer a este país", "nosotros levantamos la economía"... Pfff, me aburre. Cuando las minorías estaban sometidas, acosadas y humilladas por la mayoría, cuando había desigualdades sociales, guettos, vale. Pero ¿ahora? No viene a cuento. Deberían empezar a idear otra manera para manipularnos, conseguir votos, distanciarnos, crear odios, grupos, diferencias con las que dirigirnos, despitstarnos. Pero de momento, no, claro, porque les funciona.
Por supuesto que la familia también pone su granito de arena, pero tiene poco que hacer con la fuerza del colegio, los amigos y la televisión. Y con el ambiente: tradiciones, religión que predomina, rituales, música que escuchamos (aunque no queramos, nadie escapa a la canción del verano), días festivos, maneras de celebrarlo, comidas típicas (la de mi madre mejor que la tuya), sitios de veraneo, topicazos sobre esos lugares y sus veraneantes, qué encuentras en el supermercado, a qué hora te acuestas, calcetín blanco y castellano es una horterada, el coche que tuvimos de pequeños, todos recordamos aquel momento de conmoción nacional cuando..., el rumor que corría, sitios de moda, la arquitectura, la circulación, los acentos, hablar a gritos, pasar aunque esté en rojo, evitar ciertas calles, evitar a cierta gente, sabes cuándo debes tener miedo, por la forma de vestirse puedes identificar el estrato social, pequeños gestos, detalles, por la forma de hablar, dejes, giros, palabras muy sutiles te permiten identificar algo mejor a un sujeto, .
Y eso es así aquí y en Sebastopol, tanto sólo como acompañado. Me explico. En Sebastopol, te encuentras con otro español y probablemente te alegres y en unos minutos de charla, por la zona geográfica, por la manera de expresarse y por cuatro detalles más, puedes tener una idea del tipo de persona. A ver, en rasgos muy generales, pero empiezas a tener una ficha. Si te pones de charla con uno de Sebastopol, no.
Y no es que esos detalles importen porque al final lo que importa es otra cosa que va más allá de lo que te puedan aportar unos minutos de charla. Pero pongamos que estás cinco minutos con un español y otros cinco con el de Sebastopol. Está claro que podrás hacer un estudio más acertado de la persona española que del eslavo.
Porque hay una cultura común que compartís.
Y está claro que pequeñas sutilezas, cambios del tono, que se pueden considerar como un feo o un detalle con gente de tu cultura, pero con los de otra no (o eso quiero creer).
El caso es que son todos esos detalles con los que has crecido los que te hacen sentirte arraigado a una zona, a cierto grupo de gente. Eso y no el que hace 500 años tuvieran los señores feudales de esa zona ciertos privilegios, o que habléis un dialecto primo hermano del país del que te sientes tan distinto.
No veo la necesidad de declarar que son independientes. Independientes de qué. Menuda chorrada, con perdón. ¿Y a quién le importa? Lo que pasa es que a la gente le encanta sentirse especial, distinta, y por eso, (y no me preguntes de dónde sacan esta conclusión), más imprescindible, valiosa, importante.
AH, pues vale. A mí me parece un entretenimiento de los políticos, una cortina de humo que aparta la atención de lo importante.
Y procuro entender dónde está la gracia, what´s the point, de que se reconozca que son otra nación. ¿Y? ¿Realmente les va a afectar? ¿Cuál va a ser el cambio?. Ahora es ese afán, si ya fueran independientes sería como yo soy de aquí, ah! y yo de allá, qué interesante. Hasta luego.
Y a nivel económico dudo que les beneficie. Es una manera de llamar la atención, de intentar sentirse mejores (¿¿mejores que quién?? ¿que los del otro lado del territorio?¡¡ A ellos se la suda, hombre!!) Que eres distinto... ¿¿Distinto en qué?? Mismos rasgos fisiológicos, mismas costumbres, mismos orígenes.
¿El idioma es motivo de peso? A mí no me parece.
Los motivos, los de siempre. Sea distinto, sea especial. Sea la última Coca Cola del desierto. Siéntase así.
"No nos pueden obligar a sentirnos de cierto lado", "No quiero pertenecer a este país", "nosotros levantamos la economía"... Pfff, me aburre. Cuando las minorías estaban sometidas, acosadas y humilladas por la mayoría, cuando había desigualdades sociales, guettos, vale. Pero ¿ahora? No viene a cuento. Deberían empezar a idear otra manera para manipularnos, conseguir votos, distanciarnos, crear odios, grupos, diferencias con las que dirigirnos, despitstarnos. Pero de momento, no, claro, porque les funciona.
La velocidad de una bala
¿Sabes a cuántos kilómetros por hora avanza una bala? Pues a la misma velocidad que tú te trasladas alrededor del sol. Que no lo notes no quiere decir que no esté pasando. Increíble, que puedas ir tan rápido y no percibirlo. En realidad tampoco ves cómo se mueve la bala, simplemente observas las consecuencias: el ruido, el agujero, la sangre. Pero que no lo veas no quiere decir que no esté ocurriendo. Vas como una bala
Cuando tenían que dar, retuvieron.
En lugar de entregarse al aire, acumularon.
Perdieron la luz por inventar las llaves.
Qué me pasa? Estoy jugando con fuego y no puedo evitarlo. No pienso en las consecuencias. No puedo pensar en las consecuencias. Si las pensara tendría que eliminar, rechazar, ignorar, este sentimiento. Es probable que todo quede en nada y de hecho es lo mejor. Pero.... Pero.... No puedo evitarlo, Me siento atraída con una fuerza irresistible. Cada vez más. Ya me ha pasado antes y ahora ni me acuerdo. No está mal soñar de vez en cuando no?. Sé que lo estoy haciendo mal. Pero creo que es peor reprimirme porque puede ser una tontería. Ya se verá. Pero si me reprimo, el sentimiento se convertirá en frustración, capricho, odio contra lo que me lo ha "prohibido".
Cuando tenían que dar, retuvieron.
En lugar de entregarse al aire, acumularon.
Perdieron la luz por inventar las llaves.
Qué me pasa? Estoy jugando con fuego y no puedo evitarlo. No pienso en las consecuencias. No puedo pensar en las consecuencias. Si las pensara tendría que eliminar, rechazar, ignorar, este sentimiento. Es probable que todo quede en nada y de hecho es lo mejor. Pero.... Pero.... No puedo evitarlo, Me siento atraída con una fuerza irresistible. Cada vez más. Ya me ha pasado antes y ahora ni me acuerdo. No está mal soñar de vez en cuando no?. Sé que lo estoy haciendo mal. Pero creo que es peor reprimirme porque puede ser una tontería. Ya se verá. Pero si me reprimo, el sentimiento se convertirá en frustración, capricho, odio contra lo que me lo ha "prohibido".
La pertenencia
Pertenecemos a un grupo para marcar las diferencias con otro, para alejarnos de otro. Para sentirnos, no afines al que pertenecemos sino fuertes, arrogantes, invencibles, enigmáticos, especiales, frente a ese otro. Hay grupos a los que te toca pertenecer. Por trabajo, por amistades en común, por estudios, etc. Nos sentimos obligados a estar con ellos, a compartir, a alternar. Y queremos marcar la diferencia, distanciarnos, mostrar lo importantes que somos. Por eso nos animamos a hacer cursos, a dedicarnos a cosas de las que poder hablar, que nos encasillen en un grupo, en unas características.