Sept 14
Reflexiones varias
¿Soy la única?
Ver con claridad el futuro, entender el pasado, fases superadas, ciclos terminados, recuperaciones de traumas, malas rachas terminadas, fantasmas dejados atrás (¿soy la única que lucha con ellos sin descanso, unas veces sintiendo su presencia lacerante y a diario, buscándome aunque les vuelva la cara y otras veces simplemente presentes en su faceta más benévola, sin atacar, sin reprocharme nada, sólo observando?).
Me fascina la gente que desmenuza su vida, que sabe a qué se debe cada etapa, cada momento, cada acción, qué ha propiciado esta otra, este trauma... Lo simplifican, lo explican, lo limitan a ciertas causas determinantes y clarísimas. Y establecen el momento exacto en el que ocurrió la catarsis, el vómito, la salida a la luz. Cuando ya pudieron superar el bache y recuperarse. Me encanta esa gente que ha superado malas rachas. (¿Soy la única capaz de distinguir una época ominosa sólo en el pasado lejano pero capaz también de reconocer momentos de brillante alegría durante aquella oscuridad y a la vez incapaz de establecer un comienzo, un final, unas causas claras?).
Y respecto a los traumas, esas marcas tan profundas que han llegado a rebanar el subconsciente. Nos gusta simplificar, estudiar los hechos del alma como si fueran una gripe (momento del contagio, circunstancias, tratamiento, duración, recuperación, olvido), encadenarlos, darles forma de historia, pero estos hechos no siguen un orden que podamos verbalizar. (¿Soy la única que cree que los acontecimientos del alma pueden ser sentidos pero no racionalizados y explicados con la vulgar estructura de comienzo, nudo, desenlace como si fuera una obra de teatro? ¿Que si los relatamos así es para quitarles importancia, para banalizarlos, pero muy conscientes tras las bambalinas de que hay aspectos y detalles que no se pueden explicar, que al intentarlo, además, se escapan y desaparecen, aunque han sido tan determinantes para el devenir de los acontecimientos como una palabra, una acción?).
Nos encanta hablar de los demás, catalogarlos, explicarlos, dar un sentido a por qué hacen eso, por qué se maltratan, por qué no siguen el camino que dictamina nuestra aplastante lógica (sólo aplicable en casos ajenos). ¿Soy la única que no cree que los traumas se superen jamás, que se pasan por distintos momentos en tu convivencia con ellos, que creemos poder superarlos y conseguir que la herida no duela tanto, pero que en el momento más inesperado, te encuentras de nuevo cara a cara con ellos mostrándose más desafiantes y descarnados que nunca. Se pasan momentos dulces, se mantiene un precario equilibrio emocional a base de los malabarismos, naipes y trucos de ilusionismo, se hace todo lo que se puede, a veces demasiado, y no se consiguen los resultados esperados, sino lo contrario. Así que el qe diga que esos traumas han sido olvidados, superados.... Permíteme que lo dude.
Me fascina la gente que desmenuza su vida, que sabe a qué se debe cada etapa, cada momento, cada acción, qué ha propiciado esta otra, este trauma... Lo simplifican, lo explican, lo limitan a ciertas causas determinantes y clarísimas. Y establecen el momento exacto en el que ocurrió la catarsis, el vómito, la salida a la luz. Cuando ya pudieron superar el bache y recuperarse. Me encanta esa gente que ha superado malas rachas. (¿Soy la única capaz de distinguir una época ominosa sólo en el pasado lejano pero capaz también de reconocer momentos de brillante alegría durante aquella oscuridad y a la vez incapaz de establecer un comienzo, un final, unas causas claras?).
Y respecto a los traumas, esas marcas tan profundas que han llegado a rebanar el subconsciente. Nos gusta simplificar, estudiar los hechos del alma como si fueran una gripe (momento del contagio, circunstancias, tratamiento, duración, recuperación, olvido), encadenarlos, darles forma de historia, pero estos hechos no siguen un orden que podamos verbalizar. (¿Soy la única que cree que los acontecimientos del alma pueden ser sentidos pero no racionalizados y explicados con la vulgar estructura de comienzo, nudo, desenlace como si fuera una obra de teatro? ¿Que si los relatamos así es para quitarles importancia, para banalizarlos, pero muy conscientes tras las bambalinas de que hay aspectos y detalles que no se pueden explicar, que al intentarlo, además, se escapan y desaparecen, aunque han sido tan determinantes para el devenir de los acontecimientos como una palabra, una acción?).
Nos encanta hablar de los demás, catalogarlos, explicarlos, dar un sentido a por qué hacen eso, por qué se maltratan, por qué no siguen el camino que dictamina nuestra aplastante lógica (sólo aplicable en casos ajenos). ¿Soy la única que no cree que los traumas se superen jamás, que se pasan por distintos momentos en tu convivencia con ellos, que creemos poder superarlos y conseguir que la herida no duela tanto, pero que en el momento más inesperado, te encuentras de nuevo cara a cara con ellos mostrándose más desafiantes y descarnados que nunca. Se pasan momentos dulces, se mantiene un precario equilibrio emocional a base de los malabarismos, naipes y trucos de ilusionismo, se hace todo lo que se puede, a veces demasiado, y no se consiguen los resultados esperados, sino lo contrario. Así que el qe diga que esos traumas han sido olvidados, superados.... Permíteme que lo dude.
Deseados lavados de subconsciente... ¿¿Eh??
Si haces tal meditación durante x días vas a ver tu camino en la vida (como si sólo fuera uno y no una maraña de atajos y sendas, carreteras principales de repente cortadas y tramos a nado) de manera más clara, vas a perdonar tu pasado. Si haces este otro tipo de meditación te va alimpiar el subconsciente y eliminará antiguos temores, resentimientos y/o limitaciones.
Entonces, ilusionado y aliviado, asistes, cumples, completas, consigues terminar con toda tu esperanza y buena disposición y... ¿qué limpieza?, ¿qué final de problemas?, ¿qué orgasmo de luz?, ¿qué matrimonio reconciliado?, ¿qué trauma eliminado?
Ojalá fuera tan fácil. Pero cualquiera dice que a él no le ha funcionado. Lo habrás hecho mal. No creías en ello. No pusiste el corazón. Bla. Bla. Bla.
Entonces tienes que fingir y contar y contarte que a ti también te ha pasado, también has tenido el proceso revelador, iluminador. Y a falta de experiencias o detalles pues te adjudicas los ajenos. Y te los crees.
¿Sí?
Vayamos poco a poco.
Todos esos prometidos cambios de vida, de puntos de vista, de repentina comprensión de la vida en su totalidad, de lavadas de subconsciente. Esa es la promesa, la vivencia común a todos aquellos que explican su experiencia en un retiro de meditación.
Y me pregunto yo: ¿es eso acaso deseable? ¿qué entiende la gente cuando dice "lavar el subconsciente"? Porque a mí me suena a lobotomía, me da un poco de miedo. Y lo que más me suena a lobotomía es que sorprendentemente en esos foros, blogs, webs todos hayan tenido la misma experiencia. Explicada de la misma manera. Me suena también a lugares comunes. Me suena (y tal vez peque de perspicaz) a "si lo he hecho tengo que haber sentido esto, porque no puede ser que esté 10 días de retiro a pan y agua y a solas con mis pensamientos y que lo único que haya sentido es aburrimiento, desesperación, tristeza, agobio, tentaciones de desistir, de pensar en otras cosas, leer y tal vez pequeños chispazos de entendimiento, de claridad. Pequeños chispazos... ¿existieron?
Pero no, una persona que no ha meditado jamás hace un retiro de diez días y sale con una clara comprensión del pasado, una reveladora visión de futuro, más relajado, sonriente, desapegado y desprendido. Genial. Pero no me lo creo. Y te pones a seguir tu vida sin volver a meditar pero con unas directrices claras como quien ha consultado al oráculo y como quien se ha sometido a un profundo y largo psicoanálisis.
"Sales dándole a las cosas su justa importancia, no juzgas a los demás, te das cuenta de los errores en tu vida, el porqué de tu momento presente, comprendiendo la complicada relación con tu madre, saboreando la comida, oliendo una hebra de azafrán a 400 km, etc", por citar algunos de esos lugares comunes.
Yo estos cambios relativos a la mente, los sentimientos y la estructura de nuestros bien construidos y asentados miedos, los prefiero más paulatinos, graduales, tranquilos, trabajados.
Sería fantástico que por estar una semana en un retiro de meditación pudiera eliminar todo lo que me limita, obstruye, desazona. Pero no me lo creo, no confío en cambios radicales operados en fuertes estructuras fomentadas durante años. Me da miedo. Me viene una imagen a la cabeza: un edificio alto, reforzado con columnas, muros, espesos ladrillos. ¿Cómo eliminarlo rápidamente? Con explosivos o una bola de acero que lo golpee indiscriminadamente hasta dejarlo en sus cimientos, con gran polvareda y montañas de escombros. Llevándote por delante a los inquilinos, parques, animales, arbolitos, etc.
Creo que para eliminar ese edificio, hay que ir quitando poco a poco los ladrillos, los que están sueltos, los de más arriba, y deshacerse de ellos, llevándolos bien lejos. Despacio. Ir quitando capas, desde arriba hacia abajo. Es posible que suframos algún derrumbe que nos haga tambalear pero aún queda donde agarrarse.
Porque si quitas de golpe ese edificio que te ha acompañado desde tanto tiempo, donde se han criado otros aspectos de ti en sus agobiantes habitaciones, sin desalojarlos, sin ofrecerles otro edificio distinto, o desterrándolos definitivamente, pero uno a uno, analizando a cada cual como lo que es... ¿Qué queda? Sólo destrucción, nada a lo que asirte. No eres tú. Te has eliminado. Tendrás que construirte otro rápidamente donde alojarte, defenderte, enfrentar el exterior. Y ¿qué será? Con las prisas, cualquier cosa.
No quiere esto decir que prefiera la comodidad y que haya que darle coba a nuestros fantasmas. No. Simplemente dudo de que lo malo desaparezca, pues simplemente es la otra cara de lo bueno. No existe uno sin lo otro. Que este edificio que te empeñas en aniquilar es parte de ti, ten cuidado en cómo lo derribas, no vayas a llevarte más de lo que deseas por delante.
Entonces, ilusionado y aliviado, asistes, cumples, completas, consigues terminar con toda tu esperanza y buena disposición y... ¿qué limpieza?, ¿qué final de problemas?, ¿qué orgasmo de luz?, ¿qué matrimonio reconciliado?, ¿qué trauma eliminado?
Ojalá fuera tan fácil. Pero cualquiera dice que a él no le ha funcionado. Lo habrás hecho mal. No creías en ello. No pusiste el corazón. Bla. Bla. Bla.
Entonces tienes que fingir y contar y contarte que a ti también te ha pasado, también has tenido el proceso revelador, iluminador. Y a falta de experiencias o detalles pues te adjudicas los ajenos. Y te los crees.
¿Sí?
Vayamos poco a poco.
Todos esos prometidos cambios de vida, de puntos de vista, de repentina comprensión de la vida en su totalidad, de lavadas de subconsciente. Esa es la promesa, la vivencia común a todos aquellos que explican su experiencia en un retiro de meditación.
Y me pregunto yo: ¿es eso acaso deseable? ¿qué entiende la gente cuando dice "lavar el subconsciente"? Porque a mí me suena a lobotomía, me da un poco de miedo. Y lo que más me suena a lobotomía es que sorprendentemente en esos foros, blogs, webs todos hayan tenido la misma experiencia. Explicada de la misma manera. Me suena también a lugares comunes. Me suena (y tal vez peque de perspicaz) a "si lo he hecho tengo que haber sentido esto, porque no puede ser que esté 10 días de retiro a pan y agua y a solas con mis pensamientos y que lo único que haya sentido es aburrimiento, desesperación, tristeza, agobio, tentaciones de desistir, de pensar en otras cosas, leer y tal vez pequeños chispazos de entendimiento, de claridad. Pequeños chispazos... ¿existieron?
Pero no, una persona que no ha meditado jamás hace un retiro de diez días y sale con una clara comprensión del pasado, una reveladora visión de futuro, más relajado, sonriente, desapegado y desprendido. Genial. Pero no me lo creo. Y te pones a seguir tu vida sin volver a meditar pero con unas directrices claras como quien ha consultado al oráculo y como quien se ha sometido a un profundo y largo psicoanálisis.
"Sales dándole a las cosas su justa importancia, no juzgas a los demás, te das cuenta de los errores en tu vida, el porqué de tu momento presente, comprendiendo la complicada relación con tu madre, saboreando la comida, oliendo una hebra de azafrán a 400 km, etc", por citar algunos de esos lugares comunes.
Yo estos cambios relativos a la mente, los sentimientos y la estructura de nuestros bien construidos y asentados miedos, los prefiero más paulatinos, graduales, tranquilos, trabajados.
Sería fantástico que por estar una semana en un retiro de meditación pudiera eliminar todo lo que me limita, obstruye, desazona. Pero no me lo creo, no confío en cambios radicales operados en fuertes estructuras fomentadas durante años. Me da miedo. Me viene una imagen a la cabeza: un edificio alto, reforzado con columnas, muros, espesos ladrillos. ¿Cómo eliminarlo rápidamente? Con explosivos o una bola de acero que lo golpee indiscriminadamente hasta dejarlo en sus cimientos, con gran polvareda y montañas de escombros. Llevándote por delante a los inquilinos, parques, animales, arbolitos, etc.
Creo que para eliminar ese edificio, hay que ir quitando poco a poco los ladrillos, los que están sueltos, los de más arriba, y deshacerse de ellos, llevándolos bien lejos. Despacio. Ir quitando capas, desde arriba hacia abajo. Es posible que suframos algún derrumbe que nos haga tambalear pero aún queda donde agarrarse.
Porque si quitas de golpe ese edificio que te ha acompañado desde tanto tiempo, donde se han criado otros aspectos de ti en sus agobiantes habitaciones, sin desalojarlos, sin ofrecerles otro edificio distinto, o desterrándolos definitivamente, pero uno a uno, analizando a cada cual como lo que es... ¿Qué queda? Sólo destrucción, nada a lo que asirte. No eres tú. Te has eliminado. Tendrás que construirte otro rápidamente donde alojarte, defenderte, enfrentar el exterior. Y ¿qué será? Con las prisas, cualquier cosa.
No quiere esto decir que prefiera la comodidad y que haya que darle coba a nuestros fantasmas. No. Simplemente dudo de que lo malo desaparezca, pues simplemente es la otra cara de lo bueno. No existe uno sin lo otro. Que este edificio que te empeñas en aniquilar es parte de ti, ten cuidado en cómo lo derribas, no vayas a llevarte más de lo que deseas por delante.
Tentación
Así se van dando las infidelidades.
Crees que no le haces daño a nadie, sientes un principio de interés y te acercas a ver cómo es eso.
Te sientes atraído y te dejas atraer.
"No pasa nada, sólo voy a ver, tengo curiosidad por conocer, me gusta esta sensación en el estómago cuando estoy cerca".
¿Qué hacer? ¿Cortar de raíz? ¿Alejarte? Si puedes, es una buenísima opción. En cuanto notes la mínima electricidad, te alejas. Lo olvidarás enseguida. No hagas que el interés se convierta en atracción y posterior tentación, porque ahí entramos en terreno peligroso. No creo que haga falta que cite la famosa frase de Oscar Wilde, pero ahí va igualmente:
La única manera de librarse de la tentación es caer en ella. Si se resiste, el alma enferma, anhelando lo que ella misma se ha prohibido, deseando lo que sus leyes monstruosas han hecho monstruoso e ilegal.
No cometas el error de quedarte, de dejarte caer y querer con más conversación, más trato, ciertas miradas, roces, compartiendo momentos, propiciando otros, intercambiando datos de contacto, facebook... ¿Qué quieres hacer? ¿Un mito? ¿Quieres sentir la ilusión de asomarte a las redes sociales a ver qué ha puesto, si le ha gustado tu comentario, dónde ha estado y con quién, observar detenidamente sus fotos?
¿Deseas montarte un cuento de princesas basado en su vestimenta, modales, clase social, primer intercambio de palabras y sonrisas?
Aléjate y sigue con tu vida (si eres feliz en ella), no dejes cabos a los que amarrarte, en los que distraerte. Más difícil lo tienen los que deben pasar tiempo con esa persona por tema de trabajo, viaje, grupo de amigos... Pero si no es tu caso...¡huye!
Y no se trata de reprimirse sino de utilizar la cabeza y evitar males mayores antes de que sea demasiado tarde.
Crees que no le haces daño a nadie, sientes un principio de interés y te acercas a ver cómo es eso.
Te sientes atraído y te dejas atraer.
"No pasa nada, sólo voy a ver, tengo curiosidad por conocer, me gusta esta sensación en el estómago cuando estoy cerca".
¿Qué hacer? ¿Cortar de raíz? ¿Alejarte? Si puedes, es una buenísima opción. En cuanto notes la mínima electricidad, te alejas. Lo olvidarás enseguida. No hagas que el interés se convierta en atracción y posterior tentación, porque ahí entramos en terreno peligroso. No creo que haga falta que cite la famosa frase de Oscar Wilde, pero ahí va igualmente:
La única manera de librarse de la tentación es caer en ella. Si se resiste, el alma enferma, anhelando lo que ella misma se ha prohibido, deseando lo que sus leyes monstruosas han hecho monstruoso e ilegal.
No cometas el error de quedarte, de dejarte caer y querer con más conversación, más trato, ciertas miradas, roces, compartiendo momentos, propiciando otros, intercambiando datos de contacto, facebook... ¿Qué quieres hacer? ¿Un mito? ¿Quieres sentir la ilusión de asomarte a las redes sociales a ver qué ha puesto, si le ha gustado tu comentario, dónde ha estado y con quién, observar detenidamente sus fotos?
¿Deseas montarte un cuento de princesas basado en su vestimenta, modales, clase social, primer intercambio de palabras y sonrisas?
Aléjate y sigue con tu vida (si eres feliz en ella), no dejes cabos a los que amarrarte, en los que distraerte. Más difícil lo tienen los que deben pasar tiempo con esa persona por tema de trabajo, viaje, grupo de amigos... Pero si no es tu caso...¡huye!
Y no se trata de reprimirse sino de utilizar la cabeza y evitar males mayores antes de que sea demasiado tarde.
Aunque también puede ocurrir que al final te dejes llevar y vueles hacia la luminosa luz, merodees por su halo y termines por darte cuenta de que la peli que te habías montado no se corresponde con la realidad. Que tiene ciertos detalles que no te gustan, que es ¡oh Dios mío!, una persona normal. Y termines alejándote tras una etapa de tonteo absurda y vergonzante. Y con la sensación de haber estado engañando.
Ahórrate quebraderos de cabeza.
Viajes en el tiempo
Una frase suelta, dicha al azar. Recordada. ¿Acaso define a esa persona? Es casualidad, sin duda.
No puedes encasillar a alguien por una frase que dijo, hace tiempo, no le define, pudieron ser las circunstancias las que le hicieron decir aquello.
Una frase tonta, además. Escrita aquí no diría nada. No sería relevante. Pero también recuerdas el tono, la situación, qué te hizo sentir en aquel momento. Reproducida ahora la sensación al recordarla.
Fue una frase dicha en un instante, en la playa, hace 25 años. Quedó grabada en un vídeo que milagrosamente fue preservado, sobreviviendo a las mudanzas, grabado de VHS a CD. Inmortalizado para siempre, ¡qué cosas!
Cualquiera puede oírla y no le llamará la atención. Pero sé que nosotras oiremos el tono, cada palabra de la frase y, sin llegar a ignorarla por obvia, nos hará reflexionar aún más por su poca intención, banalidad.
¿Puede una simple frase resumir la personalidad, cómo percibes a esa persona?
No es tanto la frase como el tono de voz. El sonido. Eso es lo que hace que despierten sentimientos olvidados y polvorientos dentro de tu cuerpo, que vuelvas de inmediato al pasado, que se reproduzca la misma sensación que tenías entonces. Una máquina del tiempo bestial, la de los sonidos. Igual que la de los olores (y no, no voy a comentar el viaje que le pegó a Proust la famosa magdalena mojada en té).
No puedes encasillar a alguien por una frase que dijo, hace tiempo, no le define, pudieron ser las circunstancias las que le hicieron decir aquello.
Una frase tonta, además. Escrita aquí no diría nada. No sería relevante. Pero también recuerdas el tono, la situación, qué te hizo sentir en aquel momento. Reproducida ahora la sensación al recordarla.
Fue una frase dicha en un instante, en la playa, hace 25 años. Quedó grabada en un vídeo que milagrosamente fue preservado, sobreviviendo a las mudanzas, grabado de VHS a CD. Inmortalizado para siempre, ¡qué cosas!
Cualquiera puede oírla y no le llamará la atención. Pero sé que nosotras oiremos el tono, cada palabra de la frase y, sin llegar a ignorarla por obvia, nos hará reflexionar aún más por su poca intención, banalidad.
¿Puede una simple frase resumir la personalidad, cómo percibes a esa persona?
No es tanto la frase como el tono de voz. El sonido. Eso es lo que hace que despierten sentimientos olvidados y polvorientos dentro de tu cuerpo, que vuelvas de inmediato al pasado, que se reproduzca la misma sensación que tenías entonces. Una máquina del tiempo bestial, la de los sonidos. Igual que la de los olores (y no, no voy a comentar el viaje que le pegó a Proust la famosa magdalena mojada en té).
Perdonar y olvidar
Perdonar pero no olvidar. Pues, chica, a mí me ocurre justo lo contrario. Olvido pero no perdono. Borro a esa persona de mi mente, desaparecen todos los motivos, actos, que me llevaron a no volverla a ver, a enfadarme. La tacho absolutamente, como si no existiera.
De repente, vuelve a aparecer, tras un tiempo, en mi camino. Y no recuerdo qué pasó, cómo fue exactamente... Sólo siento la magnitud de mi antiguo enfado (grave, tonto, simple orgullo), puede que recuerde a grandes rasgos y muy vagamente el tema: económico, engaño, envidia, decepción... Pero soy incapaz de recordar los detalles. ¿Qué pasó? Por más que me empeñe, no logro rescatar ni un sólo hecho concreto, pero la sensación de enfado en mi interior sigue intacta y soy incapaz de hacer como si nada hubiera pasado. Tal vez si lograra recordar... Me daría cuenta de que me quedé en un mosqueo tonto, que yo tampoco me quedé corta y que no merece la pena seguir cabreada. O lo mismo lo recuerdo y me pongo más en mis trece. Si pudiera acordarme...
De repente, vuelve a aparecer, tras un tiempo, en mi camino. Y no recuerdo qué pasó, cómo fue exactamente... Sólo siento la magnitud de mi antiguo enfado (grave, tonto, simple orgullo), puede que recuerde a grandes rasgos y muy vagamente el tema: económico, engaño, envidia, decepción... Pero soy incapaz de recordar los detalles. ¿Qué pasó? Por más que me empeñe, no logro rescatar ni un sólo hecho concreto, pero la sensación de enfado en mi interior sigue intacta y soy incapaz de hacer como si nada hubiera pasado. Tal vez si lograra recordar... Me daría cuenta de que me quedé en un mosqueo tonto, que yo tampoco me quedé corta y que no merece la pena seguir cabreada. O lo mismo lo recuerdo y me pongo más en mis trece. Si pudiera acordarme...
Un NO por respuesta
Ni siquiera me ha molestado porque no me he hecho a la idea, no he alimentado esperanzas ni azuzado ilusiones.
Eso es lo que te dices nada más darte cuenta de que otra vez no sale lo que esperabas. Otro "NO".
Sin embargo pensaba que apenas iba a acusar el golpe y resulta que no puedo pensar en otra cosa, hasta el límite de lo obsesivo.
¿Cómo hacer frente a una desilusión así? Y se monta en tu cabeza una mesa de debate con contertulios chillones y de opiniones opuestas: está el crítico, está el comprensivo, el tranquilizador, el radical, el práctico. No ha terminado de hablar uno cuando ya tienes al otro llevándole la contraria, exponiendo un argumento más cierto (y desolador) que el anterior, para que llegue el pasota y comente "y ¿qué más da?", el racional: "puede que lleve razón", el esotérico: "puede que sea una señal del destino para no seguir por ahí", el aleccionador: "tal vez sea un toque para que te empeñes más todavía".... así, ad nauseam, pero nauseam de verdad.
Por un lado te dices que esto no cambia nada, es la opinión de esta persona, pero no tiene la última palabra ni tanto poder sobre tus ideas y proyectos, sólo el que tú le quieras dar.
- Pero tal vez esté en lo cierto, y esto no es lo tuyo aunque te empeñes y sí lo creas. Tal vez deberías desistir y dedicarte a otra cosa.
- Puede que lleves razón porque no quiero ser una idiota ensimismada en utopías que no van a ninguna parte. No,no quiero ser alguien alejado de la realidad, fantasioso.
- Pues a mí algo me dice que no vas mal encaminada, que sí que vales para esto, deberías lucharlo, que a una persona no le guste (una persona que no tiene nada que ver contigo, digámoslo ya de paso) ,no quiere decir que al resto del mundo tampoco.
- ¿Quién es, de hecho, esta persona? ¿Por qué valoras tanto su opinión? ¿Porque ha rechazado tu idea? No seas de nuevo tu enemigo, no fomentes tus inseguridades.
- Sí, pero esta persona sabe de lo que habla, trabaja en ese sector.
- ¿Y no se puede equivocar? ¿Qué referencias tienes tú de él? A ver si le vas a juzgar por encima de sus posibilidades.
- Voy a seguir intentándolo, al margen de esta negativa. Pero no sé si merece la pena, si en realidad valgo para ello. Tengo que centrarme en lo que me gusta y se me da bien.
- Y ¿qué es lo que te gusta? ¿Te gusta tanto como dices? Y, sobre todo, ¿acaso se te da bien?
- Voy a olvidarme del tema de manera radical y a apartarlo de mi vida, me dedicaré a otras cosas.
- De esta manera renuncias a algo que hay en ti. Al final sale "ganando" este tío, su opinión, su veredicto. ¿Acaso te conoce lo más mínimo para acertar sobre ti?
- A ver, a ver, este tío ni pierde ni gana nada y le importa toda esta movida tres pimientos, él ha ido a lo suyo, lo cual es lógico. Y tú te tienes que centrar en lo tuyo, que sería lo lógico también, y olvidarte de él porque ya ha desaparecido de la esfera de tu vida y no vas a dejar que tenga ni un ápice de influencia en ella.
- Lo curioso es que lo sabía, muy en el fondo, pero lo sabía. Tal vez esto ha sido lo mejor que podía pasar, no estaba preparada, me venía grande, no era el momento...
- Espero que no tenga consecuencias en otros ámbitos de mi vida.
- Alucino con cómo puede cambiar una situación de un segundo a otro.
- Reconoce que nunca terminaste de creerte que esto fuera a ir para adelante, a funcionar.
- Es una de las pruebas que te pone la vida.
- Seguramente algo que debías aprender.
- ¿El qué?
- Aún es pronto para sacar el aprendizaje, en perspectiva, y según lo que pase de aquí en adelante, podremos descubrir el mensaje.
- Es mejor así.
- Seguramente tu ángel de la guarda te ha protegido antes de que la hostia fuera más grande (más ilusiones, tiempo, implicación, dinero...).
- Que tu camino está abriéndose por otro lado, tal vez necesitas centrarte y hacer cosas nuevas.
- Que tu camino va por otro lado.
- Sí, cosas nuevas.
- Sin duda lo va.
- Tal vez no hay que empeñarse.
- Has tenido la oportunidad y te la han negado.
- Debes probar otra senda distinta.
- ¿Otra? ¿Otra vez?
- Sí, ya sabes a qué me refiero, y esto déjalo como un hobbie.
- Reconoce que no te veías en ello.
- No eres consciente pero hace tiempo que ya habías cambiado de onda.
- Ese camino requería algo de ti que ya no te apetece dar, que ya no te interesa.
- Ahora céntrate en crecer hacia lo nuevo. Reinvéntate. Descubre.
- ¿Al primer asalto te rindes? Pues sí que eres floja...
- Estabas deseando que te dijeran que no para dejarlo, no hacer el esfuerzo que se te venía encima.
- Insegura, cagada...
- Aprovecha esta desilusión para seguir sin luchar ni hacer nada.
- Las cosas no siempre salen a la primera. Puedes intentar por otro lado.
Ad nauseam. Ad nauseam.
¿Acaso se puede ser imparcial?
Eso es lo que te dices nada más darte cuenta de que otra vez no sale lo que esperabas. Otro "NO".
Sin embargo pensaba que apenas iba a acusar el golpe y resulta que no puedo pensar en otra cosa, hasta el límite de lo obsesivo.
¿Cómo hacer frente a una desilusión así? Y se monta en tu cabeza una mesa de debate con contertulios chillones y de opiniones opuestas: está el crítico, está el comprensivo, el tranquilizador, el radical, el práctico. No ha terminado de hablar uno cuando ya tienes al otro llevándole la contraria, exponiendo un argumento más cierto (y desolador) que el anterior, para que llegue el pasota y comente "y ¿qué más da?", el racional: "puede que lleve razón", el esotérico: "puede que sea una señal del destino para no seguir por ahí", el aleccionador: "tal vez sea un toque para que te empeñes más todavía".... así, ad nauseam, pero nauseam de verdad.
Por un lado te dices que esto no cambia nada, es la opinión de esta persona, pero no tiene la última palabra ni tanto poder sobre tus ideas y proyectos, sólo el que tú le quieras dar.
- Pero tal vez esté en lo cierto, y esto no es lo tuyo aunque te empeñes y sí lo creas. Tal vez deberías desistir y dedicarte a otra cosa.
- Puede que lleves razón porque no quiero ser una idiota ensimismada en utopías que no van a ninguna parte. No,no quiero ser alguien alejado de la realidad, fantasioso.
- Pues a mí algo me dice que no vas mal encaminada, que sí que vales para esto, deberías lucharlo, que a una persona no le guste (una persona que no tiene nada que ver contigo, digámoslo ya de paso) ,no quiere decir que al resto del mundo tampoco.
- ¿Quién es, de hecho, esta persona? ¿Por qué valoras tanto su opinión? ¿Porque ha rechazado tu idea? No seas de nuevo tu enemigo, no fomentes tus inseguridades.
- Sí, pero esta persona sabe de lo que habla, trabaja en ese sector.
- ¿Y no se puede equivocar? ¿Qué referencias tienes tú de él? A ver si le vas a juzgar por encima de sus posibilidades.
- Voy a seguir intentándolo, al margen de esta negativa. Pero no sé si merece la pena, si en realidad valgo para ello. Tengo que centrarme en lo que me gusta y se me da bien.
- Y ¿qué es lo que te gusta? ¿Te gusta tanto como dices? Y, sobre todo, ¿acaso se te da bien?
- Voy a olvidarme del tema de manera radical y a apartarlo de mi vida, me dedicaré a otras cosas.
- De esta manera renuncias a algo que hay en ti. Al final sale "ganando" este tío, su opinión, su veredicto. ¿Acaso te conoce lo más mínimo para acertar sobre ti?
- A ver, a ver, este tío ni pierde ni gana nada y le importa toda esta movida tres pimientos, él ha ido a lo suyo, lo cual es lógico. Y tú te tienes que centrar en lo tuyo, que sería lo lógico también, y olvidarte de él porque ya ha desaparecido de la esfera de tu vida y no vas a dejar que tenga ni un ápice de influencia en ella.
- Lo curioso es que lo sabía, muy en el fondo, pero lo sabía. Tal vez esto ha sido lo mejor que podía pasar, no estaba preparada, me venía grande, no era el momento...
- Espero que no tenga consecuencias en otros ámbitos de mi vida.
- Alucino con cómo puede cambiar una situación de un segundo a otro.
- Reconoce que nunca terminaste de creerte que esto fuera a ir para adelante, a funcionar.
- Es una de las pruebas que te pone la vida.
- Seguramente algo que debías aprender.
- ¿El qué?
- Aún es pronto para sacar el aprendizaje, en perspectiva, y según lo que pase de aquí en adelante, podremos descubrir el mensaje.
- Es mejor así.
- Seguramente tu ángel de la guarda te ha protegido antes de que la hostia fuera más grande (más ilusiones, tiempo, implicación, dinero...).
- Que tu camino está abriéndose por otro lado, tal vez necesitas centrarte y hacer cosas nuevas.
- Que tu camino va por otro lado.
- Sí, cosas nuevas.
- Sin duda lo va.
- Tal vez no hay que empeñarse.
- Has tenido la oportunidad y te la han negado.
- Debes probar otra senda distinta.
- ¿Otra? ¿Otra vez?
- Sí, ya sabes a qué me refiero, y esto déjalo como un hobbie.
- Reconoce que no te veías en ello.
- No eres consciente pero hace tiempo que ya habías cambiado de onda.
- Ese camino requería algo de ti que ya no te apetece dar, que ya no te interesa.
- Ahora céntrate en crecer hacia lo nuevo. Reinvéntate. Descubre.
- ¿Al primer asalto te rindes? Pues sí que eres floja...
- Estabas deseando que te dijeran que no para dejarlo, no hacer el esfuerzo que se te venía encima.
- Insegura, cagada...
- Aprovecha esta desilusión para seguir sin luchar ni hacer nada.
- Las cosas no siempre salen a la primera. Puedes intentar por otro lado.
Ad nauseam. Ad nauseam.
¿Acaso se puede ser imparcial?