JULIO 2015
Reflexiones Varias
Staycation
To Do or Not To Do List
STAYCATION
Prepárate para trasnochar, para llegar cansada al trabajo, para las noches insomnes de calor, para luchar con la tesitura de poner o no el aire acondicionado. Prepárate para no encontrar las calles tan desiertas como dicen, ni mucho menos aparcamientos libres. Prepárate para ver los planes de tus amigos, refrescantes fotos en agua cristalinas, y también para otras ridículas luciendo palmito al borde de una piscina municipal atestada de gente que te hacen adorar tu despacho y el aire acondicionado derramándose sobre tu nuca.
Prepárate para pasar calor.
Mucho calor.
Prepárate para acordarte de esos años dorados en los que pasabas el dorado julio en una dorada costa. Muy aburrida y muy agobiada, con todo el verano por delante y nada que hacer. ¡El hombre, un ser de contradicciones!
Pero hay ciertos trucos para sobrellevar la rutina, para hacerte sentir que, aunque sigas haciendo vida de no vacaciones (propia de los aburridos hibernantes meses invernales), sientas y goces el verano, le saques partido y lo alargues al punto de estar deseando que se acabe justo cuando está acabando, es decir, un día y medio antes de volver al trabajo. Que es de lo que se trata.
Porque nos tiramos el año deseando que llegue el verano con sus vacaciones, y luego ni nos enteramos, de lo rápido que han pasado.
He aquí mi TO DO LIST:
Apúntate (ya sea lunes o domingo) a esas fiestas que se organizan en piscinas y terrazas ajenas. Aunque no te quedes hasta la hora que te gustaría (es decir, cuando canta el gallo) e ídem con la bebida, ese corte en la rutina, ver gente, alternar, cambiar de tema de conversación, arreglarte para la ocasión (como sólo haces los fines de semana) acortarán las tediosas semanas y alargarán como un chicle el verano. Cuantas más cosas haces, más largo parece el tiempo. Y no vale esta regla sólo para actividades desagradables o aburridas. Haz la prueba; mientras practicas cosas divertidas, el tiempo pasa volando, es verdad, pero a la hora del recuento final...tener tanta actividad que enumerar que hasta se te olvidan, deja una sensación de plenitud, cupo completo y días bien aprovechados, por no decir incluso cansancio, que provocan que tanta jarana, descontrol, indisciplina y jujaneo se vean impelidos a terminar ante un grito interno de clemencia.
STAYCATION
Prepárate para trasnochar, para llegar cansada al trabajo, para las noches insomnes de calor, para luchar con la tesitura de poner o no el aire acondicionado. Prepárate para no encontrar las calles tan desiertas como dicen, ni mucho menos aparcamientos libres. Prepárate para ver los planes de tus amigos, refrescantes fotos en agua cristalinas, y también para otras ridículas luciendo palmito al borde de una piscina municipal atestada de gente que te hacen adorar tu despacho y el aire acondicionado derramándose sobre tu nuca.
Prepárate para pasar calor.
Mucho calor.
Prepárate para acordarte de esos años dorados en los que pasabas el dorado julio en una dorada costa. Muy aburrida y muy agobiada, con todo el verano por delante y nada que hacer. ¡El hombre, un ser de contradicciones!
Pero hay ciertos trucos para sobrellevar la rutina, para hacerte sentir que, aunque sigas haciendo vida de no vacaciones (propia de los aburridos hibernantes meses invernales), sientas y goces el verano, le saques partido y lo alargues al punto de estar deseando que se acabe justo cuando está acabando, es decir, un día y medio antes de volver al trabajo. Que es de lo que se trata.
Porque nos tiramos el año deseando que llegue el verano con sus vacaciones, y luego ni nos enteramos, de lo rápido que han pasado.
He aquí mi TO DO LIST:
Apúntate (ya sea lunes o domingo) a esas fiestas que se organizan en piscinas y terrazas ajenas. Aunque no te quedes hasta la hora que te gustaría (es decir, cuando canta el gallo) e ídem con la bebida, ese corte en la rutina, ver gente, alternar, cambiar de tema de conversación, arreglarte para la ocasión (como sólo haces los fines de semana) acortarán las tediosas semanas y alargarán como un chicle el verano. Cuantas más cosas haces, más largo parece el tiempo. Y no vale esta regla sólo para actividades desagradables o aburridas. Haz la prueba; mientras practicas cosas divertidas, el tiempo pasa volando, es verdad, pero a la hora del recuento final...tener tanta actividad que enumerar que hasta se te olvidan, deja una sensación de plenitud, cupo completo y días bien aprovechados, por no decir incluso cansancio, que provocan que tanta jarana, descontrol, indisciplina y jujaneo se vean impelidos a terminar ante un grito interno de clemencia.
Haz una escapada de fin de semana. A ser posible a un sitio fresco y verde. Dos o tres días nada más, estarás proporcionalmente más tiempo en el coche e instalándote y desinstalándote, haciendo maletas y coordinando horarios, que el tiempo que disfrutarás en destino (y no te cuento del tiempo real que estarás disfrutando....y ni asomo del que estés relajada). Pero, como seres contradictorios que somos, este cambio de aires, este estrés, y sobretodo el descoloque, harán que vuelvas machacada (que no arrepentida, aunque con el cupo de escapadas relámpago/desaforadas cubiertas por este año). O ya veremos, que aún quedan muchos meses...
De los demás temas que proponen emocionadas revistas totalmente alejadas de la realidad, como puede ser visitar los Museos de tu ciudad e ir a no sé qué mercadillo, obras de teatro o verbenas. Ignóralos completamente.
¿Qué persona en su sano juicio va a dedicar el sábado, después de la agotadora semana (llena de noches on fire -ya sea girando en tu cama o danzando en alguna fiesta), a madrugar para ir a cocerse por las calles de la ciudad que ya pisotea a diario yendo al trabajo? Con la lucha del aparcamiento, del semáforo a la solana y de los chorros de sudor...
Ese plan es maravilloso para el guiri de turno con sus sandalias + calcetines antirozaduras, gorra con pañuelo en la nuca, "estilo segaor" y botella de agua en ristre.
Pero los que nos podemos evitar ese suplicio, porque no tiene otro nombre, ¿qué interés íbamos a tener en chuparnos una cola llena de caras acangrejadas y perladas de sudor?
Por mí la obra de Soroya, Paul Strand o Pérez Villaamil puede esperar. Flaco favor hago yendo agotada y nerviosa a ver ninguna expo.
¿Qué saco en claro de una jornada con las piernas hinchadas, dando vueltas como un pato mareado, deseando sentarme (o más bien acostarme en cualquier sombra), salir de allí a todo correr con un dolor de lumbares y pantorrillas que ni la más escarchada cerveza a la asfixiante sombra de una terraza podría compensar?
Y menos placer encuentro en ir a ver los restos de obras de teatro que quedan en cartel, con actores suplentes y a los que no asistiría en invierno ni de coña.
¿Por qué tengo que ver en verano obras tontorronas y de pésima calidad? Vale que la programación televisiva, las revistas, etc bajan radicalmente el listón. Pero eso no quiere decir que nuestros intelectos se vuelvan menos exigentes.
Al contrario, si voy a salir de casa debe ser con un motivo (y en unas condiciones) de muchísimo peso. Más que en invierno. Si voy a exponerme a los 40 grados será por algo que merezca la pena.
Sí me tentó en un primer momento el plan de buscar una piscina en un hotel interesante y pasar el día picando algo y tomando un cóctel. Pero, por otro lado, mi educación austera y coherente, orgullosa y digna, decente y llena de decoro, no me permite ese exceso de horterada.
Y el plan hay que reconocer que es pelín cateto. De esos planes que cierta clase de gente estima como supersnobs, para gente rica y con clase y de los que esa gente rica y con clase (que no siempre van de la mano los dos atributos) huye escandalizaa y con cierto sarpullido en la piel.
Y porque me parece estúpido pagar una cantidad exagerada por ir a darme un baño en una piscina de hotel. Al final, por lo de siempre, ir a ver gente y que te vean y por imitar la sensación de vacaciones que proporciona el combo: piscina de diseño+camareros+gente ociosa+menús llenos de absurdos bocados presuntuosos y regados con exagerada variedad de cócteles flojos y mediocres.
Por lo tanto, este apartado típico de revista de tendencias, también está tachado. Máximo teniendo en cuenta que esas amigas con las que quieres ir a la piscina seguramente te inviten a pasar el día en las suyas (sin desconocidos, sin entrada, sin horarios).
*** Me dejo apuntado aquí un tema que debería desarrollar en profundidad, pero que como todos los temas que califico como tal, por el simple hecho de considerarlos interesantes, pasan a darme pereza y no ver el momento de meterles boli/tecla.
El tema es:
EL DISCUTIBLE PERO INEQUÍVOVO ENCANTO DE ESTAR ENTRE DESCONOCIDOS.
Por seguir con este TO DO/NOT TO DO List
Al final, y por acabar de una manera coherente en la que mi Pepito Grillo, mi voz cantante, el observador o comentarista radiofónico y criticón que echa por tierra todos los planes-tipo que se leen repetidamente en cada folleto vecinal, revista de moda, suplemento dominical, etc. Todos esos planes pretendidamente cool, prácticos y fáciles de proponer pero complicados de llevar a cabo. Ya sea por meras circunstancias climáticas, ya sea por un exacerbado sentido del ridículo o por mero asunto de practicidad.
Esta To Do List, se ha convertido en Not To Do List, llena de contradicciones y de "podría ser pero...".
Quédate con lo sencillo:
Prepárate desayunos dignos del más renombrado hotel. Multitud de frutas, cereales, prueba leche, cacaos, tés, cafés, hazte batidos, smoothies... Todo eso que durante el año te da pereza. Acuéstate tarde viendo películas y series, leyendo, aunque no tengas una disciplina muy marcada, aunque te saltes algún día el gimnasio. Vete a la piscina tooodo el rato, cada vez que tengas calor, Olvídate de los vecinos de una vez, anda. Hazte una playlist y escúchala mientras cocinas, mientras te arreglas para ir al curro, mientras remoloneas en la cama. Música veraniega, y no me refiero al tema machacón del verano, por favor.
Así que vete al concierto que te apetezca (si te gusta el artista en cuestión) se pueden aprovechar esas actividades interesantes que proponen los Ayuntamientos en verano (yo he ido a ver a José James y Avishai Cohen tirados de precio además sentada al aire libre y con un mini de cerveza, que me hizo muy feliz), pero no malgastes tu tiempo y tu humor en meterte en cualquier lado sólo por darle color a tu ciudad en vacaciones.
Y anímate a organizar un churrasquito en tu terraza. Sí, ¡tú también puedes ser un proponedor de planes interesantes! De esos que los demás calibrarán y evaluarán antes de decidir si supone una escapada a la desesperada de la rutina o uno de esos eventos que se persiguen en verano.
***EL DISCUTIBLE PERO INEQUÍVOVO ENCANTO DE ESTAR ENTRE DESCONOCIDOS.
Apasionante
Apostillo: cuando te apetece estar con desconocidos, claro, que suele ser en momentos puntuales, dependiendo del estado de ánimo (y, por motivos obvios, depende de si tienes pareja, de si estás en modo CAZA).
Responden a una necesidad exhibicionista, presumida, curiosa, criticona, alegre y comparadora que todos tenemos.
TODOS.
Si no, ¿por qué esa necesidad de ir a tomar un café a una cafetería, o una copa a un bar, no te digo ya la necesidad de ir a una discoteca? Ese impulso de ir a compartir un espacio con otra gente (para luego criticar cuánta gente y qué gente. Sí, pero el que ha decidido ir ahí a tomar algo has sido tú en vez de quedarte en casa y tomártelo encerrado entre sus 4 paredes. Que te gastas una pasta en enriquecer IKEA ( y los bares de tu barrio) para luego estar deseando salir y tomar una copa de vino (que no le llega ni a la sombra de los taninos de los que tienes en tu bodega) en el sitio que esté de moda, donde haya gente, "que esté ambientado".
Al final el día ideal de Staycation se describe en este pasaje de Manhattan Transfer:
Un rayo de sol la despierta zumbando rojo en sus párpados. (...) Un camión retumba por la calle abajo. El sol pinta ardientes franjas en su espalda. Ella bosteza desesperadamente, se retuerce y se queda tendida de espaldas, con los ojos abiertos y las manos bajo la nuca, mirando al techo. (...) ellen se sienta, sacude la cabeza para espantar una mosca que zumba alrededor de su cara. La mosca brilla y se esfuma en el sol. Pero Ellen siente vibrar en su interior una congoja persistente, inexplicable, resto de los amargos pensamientos de la noche anterior. Sin embargo está contenta, bien despierta y aún es temprano. se levanta y se pone a pasear por el cuarto en camisón.
(...)Los gorriones pían en el borde de la ventana. (...) Al salir del baño su cuerpo está suave y terso; se frota con una toalla, contando las horas del largo día que tiene por delante: dar un paseo por las atestadas y sucias calles de la ciudad baja hasta aquel muelle de East River (...), desayunar sola en el Lafayette, café, panecillos y mantequilla; ir de compras a Lord & Taylor, tempranito, antes que el almacén esté irrespirable y las dependientas marchitas,, almorzar con...
A mi ritmo.
El secreto de este modo de escalar -dijo Japhy- es como el zen. No hay que pensar. Hay que limitarse a bailar. Es la cosa más fácil del mundo. De hecho, más fácil todavía que caminar por el terreno llano, que resulta tan monótono. Se presentan pequeños problemas a cada paso, y sin embargo, nunca dudas y te encuentras de repente encima de otra piedra que has elegido sin ningún motivo especial, justo como el zen. - Y así era.
Con las playeras me resultaba facilísimo bailar ágilmente de piedra en piedra, pero al cabo de un rato noté que Japhy hacía lo mismo con mucha más gracia y que se movía sin esfuerzo de piedra en piedra, a veces bailando deliberadamente y cruzando las piernas de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, y yo traté de seguir sus pasos durante unos minutos, pero en seguida comprendí que era mejor que eligiera mis propias piedras y me dedicara a mi propia danza.
Los vagabundos del Dharma.
Jack Kerouac
A mi propia danza, tengo que bailar a mi propio ritmo, ¿era Anais Nin?
¿Por qué he decidido esto?
¿Por qué no me he lanzado, escogido lo que se presentaba tan fácil, por qué he olvidado, por qué he dado de lado, por qué no me he esforzado, no he perseguido, no he insistido?
Por eso he esperado.
Y aunque no tenga mucho sentido, lo haré ahora.
No puedo escalar pisando las mismas piedras de otro.
Si lo hago, estoy más pendiente de llegar, de que la zancada sea suficiente, de no caerme, no decepcionar... que no puedo pensar en otra cosa. Sólo en las expectativas del que me marca el camino.
Pero si te olvidas de marcas, de abandonarte a "lo fácil y seguro" para escoger tus piedras, llevarás el ritmo. Dejas que se suspendan tus pensamientos y los pies van solos. Ellos eligen.
Te sumerges en la vida, en lo que te sucede, y te dejas llevar por su compás. No calculas dónde vas a poner el pie, simplemente lo pones y será el sitio óptimo, y puede que pierdas unos segundos el equilibrio, pero no te caes. Cuando te concentras en elegir la mejor piedra, cuando titubeas, cuando fuerzas la zancada... entonces te clavas el canto en el talón.
No hay que elegir la mejor piedra, no hay que hacer el camino perfecto, ni demasiado rápido. Hay que dejarse llevar. Encontrar tu ritmo y bailar. Tus pies irán solos. Y lo harán muy bien, llevan toda la vida caminando, trasladándote a los sitios. Han nacido para ello. Sólo confía y deja que te lleven, que se planten en las piedras que como un imán les atraen, como si estuvieran puestas allí para ellos. Justo en ese momento, a esa distancia.
Como si fuera magia.
Es un baile. Al principio titubeas, pones toda tu atención. Pero una vez has dado los primeros pasos y no estás pendiente de quién te mira o de cómo lo haces, te metes en el ritmo, lo vives y vas saltando de piedra en piedra, de paso en paso, en tu propia danza. En tu ritmo.
Con las playeras me resultaba facilísimo bailar ágilmente de piedra en piedra, pero al cabo de un rato noté que Japhy hacía lo mismo con mucha más gracia y que se movía sin esfuerzo de piedra en piedra, a veces bailando deliberadamente y cruzando las piernas de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, y yo traté de seguir sus pasos durante unos minutos, pero en seguida comprendí que era mejor que eligiera mis propias piedras y me dedicara a mi propia danza.
Los vagabundos del Dharma.
Jack Kerouac
A mi propia danza, tengo que bailar a mi propio ritmo, ¿era Anais Nin?
¿Por qué he decidido esto?
¿Por qué no me he lanzado, escogido lo que se presentaba tan fácil, por qué he olvidado, por qué he dado de lado, por qué no me he esforzado, no he perseguido, no he insistido?
Por eso he esperado.
Y aunque no tenga mucho sentido, lo haré ahora.
No puedo escalar pisando las mismas piedras de otro.
Si lo hago, estoy más pendiente de llegar, de que la zancada sea suficiente, de no caerme, no decepcionar... que no puedo pensar en otra cosa. Sólo en las expectativas del que me marca el camino.
Pero si te olvidas de marcas, de abandonarte a "lo fácil y seguro" para escoger tus piedras, llevarás el ritmo. Dejas que se suspendan tus pensamientos y los pies van solos. Ellos eligen.
Te sumerges en la vida, en lo que te sucede, y te dejas llevar por su compás. No calculas dónde vas a poner el pie, simplemente lo pones y será el sitio óptimo, y puede que pierdas unos segundos el equilibrio, pero no te caes. Cuando te concentras en elegir la mejor piedra, cuando titubeas, cuando fuerzas la zancada... entonces te clavas el canto en el talón.
No hay que elegir la mejor piedra, no hay que hacer el camino perfecto, ni demasiado rápido. Hay que dejarse llevar. Encontrar tu ritmo y bailar. Tus pies irán solos. Y lo harán muy bien, llevan toda la vida caminando, trasladándote a los sitios. Han nacido para ello. Sólo confía y deja que te lleven, que se planten en las piedras que como un imán les atraen, como si estuvieran puestas allí para ellos. Justo en ese momento, a esa distancia.
Como si fuera magia.
Es un baile. Al principio titubeas, pones toda tu atención. Pero una vez has dado los primeros pasos y no estás pendiente de quién te mira o de cómo lo haces, te metes en el ritmo, lo vives y vas saltando de piedra en piedra, de paso en paso, en tu propia danza. En tu ritmo.
¿Preocupada yo?
That is the real secret. To accept what happens as perfect synchronicity in your life. Regardless of how good or bad you perceive those experiences to be, they would never happen in the first place if not meant towards your highest good. Your life has always been perfect for you and it always will be.
Krishnamurti
Sí, qué difícil. Cuando todo va bien, o el máximo problema/dificultad/provocación consiste en haber recibido tres multas este mes o que te haya denunciado tu vecino, todas las filosofías de aceptación y conformismo teñidas de alegría y grandes dotes de aceptación (que no resignación con su morro torcido) no sólo son fáciles sino que vienen solas. Más si entrenas (como hago yo leyendo y subrayando y obsesionada como estoy en este tipo de arengas personales e íntimas)... Y tengo que mencionar una vez más la magistral frase de mi hermana: cada cosa tiene la importancia que tú le quieras dar.
Así que procuro reírme de los asuntos turbios o cojoneros que se me plantean (como ya he dicho, de ínfima importancia) entrenando para males mayores (y deseando que no lleguen).
Pero entrenando:
a) conjuro a la suerte para que no ocurran.
b) practico y cojo tablas en esto de desprenderme (de lo material), acostumbrándome en esto de recibir un golpe (o varios).
Aunque ya decía Marcel Proust:
"Como hacen todos los que están en posesión de una cosa, para saber lo que ocurriría si se quedaran sin ella por un momento, se quitaba esa cosa del espíritu dejando todo lo demás en el mismo estado que cuando la cosa estaba allí. Y la falta de una cosa no sólo consiste en que no la tengamos, no es un defecto parcial sino un trastorno de todo, un estado nuevo, que nunca puede preverse en el estado anterior".
Así que por mucho que me ponga en situación (cosa que por otro lado no hago porque me parece una pérdida de tiempo, primero sufrir sin necesidad, segundo elucubrar alguna catástrofe que luego la vida se encargará de ridiculizar, obviar, o exagerar regalándome una experiencia que ni de lejos se parezca a la de mis divagaciones) va a servir de poco porque hasta que no lo vivas no sabes por dónde vas a salir, ni lo pesada que te vas a poner dándole vueltas, ni cómo te lo vas a tomar, echando la culpa a los demás, autoflagelándote, en modo avestruz ignorando todo... Tantas reacciones como contextos, como todos los antes (y sus pequeños matices) que han hecho que tú estés en ese acontecimiento.
Las preocupaciones son elixir de vida y también panacea contra el aburrimiento.
Un individuo se niega a morir (¡y no muere!) cuando está fascinado por el espectáculo de su propia ruina. Fomenta con ello su propia industria contra el aburrimiento: la ansiedad. Los aspirantes a asesinos (vergonzantes y frustrados) le recriminaron durante medio siglo: "lo estás matando a disgustos"... cuando precisamente gracias a ellos llegará a centenario.
Fernando Arrabal
Que vivan entonces las preocupaciones. Ole y ole. Yo este mes desde luego no me aburro y he alargado mi vida hasta el infinito.
Miré la hora en el reloj de Boris: las 6.20-. Sonreí al pensar en la preocupación que la droga me había ahorrado:¿una hora y veinte minutos de angustia! ¡Telefoneando frenético a la recepción e imaginándome a la policía en el vestíbulo! Ese pensamiento me inundó de serenidad védica. ¡Preocupación! Qué pérdida de tiempo. Todos los libros sagrados tenían razón. Era evidente que la "preocupación" era indicio de persona primitiva y poco desarrollada espiritualmente. ¿Cómo era el verso de Yeats sobre los aturdidos sabios divinos? Todas las cosas se derrumban y se construyen de nuevo. Vetustos ojos centelleantes. Eso era la sabiduría. La humanidad se había indignado, había llorado y destruido durante siglos, quejándose de sus enclenques vidas individuales, cuando... ¿de qué servía todo ese dolor inútil?. "piensa en los lirios del campo". ¿Por qué se preocupaba alguien por algo? ¿No éramos puestos como seres sensibles sobre la tierra para ser felices en el breve tiempo que se nos asignaba?
(El jilguero. Donna Tartt)
Krishnamurti
Sí, qué difícil. Cuando todo va bien, o el máximo problema/dificultad/provocación consiste en haber recibido tres multas este mes o que te haya denunciado tu vecino, todas las filosofías de aceptación y conformismo teñidas de alegría y grandes dotes de aceptación (que no resignación con su morro torcido) no sólo son fáciles sino que vienen solas. Más si entrenas (como hago yo leyendo y subrayando y obsesionada como estoy en este tipo de arengas personales e íntimas)... Y tengo que mencionar una vez más la magistral frase de mi hermana: cada cosa tiene la importancia que tú le quieras dar.
Así que procuro reírme de los asuntos turbios o cojoneros que se me plantean (como ya he dicho, de ínfima importancia) entrenando para males mayores (y deseando que no lleguen).
Pero entrenando:
a) conjuro a la suerte para que no ocurran.
b) practico y cojo tablas en esto de desprenderme (de lo material), acostumbrándome en esto de recibir un golpe (o varios).
Aunque ya decía Marcel Proust:
"Como hacen todos los que están en posesión de una cosa, para saber lo que ocurriría si se quedaran sin ella por un momento, se quitaba esa cosa del espíritu dejando todo lo demás en el mismo estado que cuando la cosa estaba allí. Y la falta de una cosa no sólo consiste en que no la tengamos, no es un defecto parcial sino un trastorno de todo, un estado nuevo, que nunca puede preverse en el estado anterior".
Así que por mucho que me ponga en situación (cosa que por otro lado no hago porque me parece una pérdida de tiempo, primero sufrir sin necesidad, segundo elucubrar alguna catástrofe que luego la vida se encargará de ridiculizar, obviar, o exagerar regalándome una experiencia que ni de lejos se parezca a la de mis divagaciones) va a servir de poco porque hasta que no lo vivas no sabes por dónde vas a salir, ni lo pesada que te vas a poner dándole vueltas, ni cómo te lo vas a tomar, echando la culpa a los demás, autoflagelándote, en modo avestruz ignorando todo... Tantas reacciones como contextos, como todos los antes (y sus pequeños matices) que han hecho que tú estés en ese acontecimiento.
Las preocupaciones son elixir de vida y también panacea contra el aburrimiento.
Un individuo se niega a morir (¡y no muere!) cuando está fascinado por el espectáculo de su propia ruina. Fomenta con ello su propia industria contra el aburrimiento: la ansiedad. Los aspirantes a asesinos (vergonzantes y frustrados) le recriminaron durante medio siglo: "lo estás matando a disgustos"... cuando precisamente gracias a ellos llegará a centenario.
Fernando Arrabal
Que vivan entonces las preocupaciones. Ole y ole. Yo este mes desde luego no me aburro y he alargado mi vida hasta el infinito.
Miré la hora en el reloj de Boris: las 6.20-. Sonreí al pensar en la preocupación que la droga me había ahorrado:¿una hora y veinte minutos de angustia! ¡Telefoneando frenético a la recepción e imaginándome a la policía en el vestíbulo! Ese pensamiento me inundó de serenidad védica. ¡Preocupación! Qué pérdida de tiempo. Todos los libros sagrados tenían razón. Era evidente que la "preocupación" era indicio de persona primitiva y poco desarrollada espiritualmente. ¿Cómo era el verso de Yeats sobre los aturdidos sabios divinos? Todas las cosas se derrumban y se construyen de nuevo. Vetustos ojos centelleantes. Eso era la sabiduría. La humanidad se había indignado, había llorado y destruido durante siglos, quejándose de sus enclenques vidas individuales, cuando... ¿de qué servía todo ese dolor inútil?. "piensa en los lirios del campo". ¿Por qué se preocupaba alguien por algo? ¿No éramos puestos como seres sensibles sobre la tierra para ser felices en el breve tiempo que se nos asignaba?
(El jilguero. Donna Tartt)
Adicta al Express
Hay cosas obvias que por alguna extraña razón yo obvio.
Freud diría que es porque en el fondo no quiero hacerlo.
Y cuanto más importantes y urgentes, más enterradas en algún recóndito lugar del subconsciente.
Me gusta ponerme a mí misma en el atolladero, no encuentro otra explicación.
Pero es que realmente se esfuma de mi cabeza, ni siquiera recuerdo haber contemplado la posibilidad.
Por ejemplo, a la hora de entregar una documentación. Pido cita, llego con la lengua fuera, casi tarde, me falta un documento (de esto soy consciente) y... repasando los requisitos observo con fuertes latidos del corazón y ojos desmesurados que me falta otro dato. Uno imprescindible para conseguir el objeto de tanta cita previa y papeleo.
En alguna parte muy profunda de mi cerebro alumbra un tímido: "lo sabías pero te encanta ponerte en el disparadero, ir contrareloj, ponerte las cosas difíciles". Hay gente que se dormiría si no buscara las dificultades, como diría Saul Bellow. Y yo soy una de ellas parece ser. Y no lo digo sólo por esto.
Me fascina que ni siquiera se me haya pasado por la cabeza, no haberle dedicado ni un minuto, haber ido tan tranquila y confiada. Ni una mínima duda... Hasta cinco minutos antes cuando de repente caen sobre mí, se revelan, las cosas pendientes, como el foco oscilante de una prisión que de repente se fija al prisionero que trata de escapar alumbrándolo para su/mi asombro. Estaba ahí, en algún rincón de mi cerebro, latente, agazapado.
Ah, pues muy bien, ¿en qué estaría pensando?
Eso después de despotricar, por supuesto blasfemar, rebuscar, ver si puedo solucionar algo en cinco minutos telefónicamente, o como sea, y entrenando mi carita de cordero degollado por si tengo que pedir una excepción al funcionario de turno.
¿Qué hacer? ¿Ir a las claras reconociendo que no llevo el papel? O ir de inocente, intentando ser simpática desde el principio, y hacerme la desconcertada cuando me pida el documento en cuestión: "¿qué papel? ¿una referencia del catastro?". Y mi más convincente cara de extrañada. Y los dedos mentales cruzados para que cuele, para que le caiga en gracia.
Y rogando que me toque hombre en vez de mujer porque, sinceramente, ellos son más amigables y si eres mujer pues les encanta venir al rescate y quitarte el susto de encima (ante tu cara de auténtico terror al enterarte de que te falta algo, ¡a ti!, ¿cómo puede ser?).
Y te vas de la cita esperando haber aprendido algo y aleccionándote para que no vuelva a pasar, sabiendo en el fondo de tu alma, en la parte recóndita (quizás la misma donde habías escondido la noción de que te faltaba por imprimir un documento) que tarde o temprano volverá a ocurrir.
Te gustan las riesgos, nena, no cabe duda.
Porque me pasa con las cosas más variopintas: no comprobar que llevo las llaves de la casa a la que me dirijo a 600 km, no llevar el dinero suficiente sabiendo que no se puede pagar con tarjeta, no comprobar la hora de llegada sabiendo que no hay transporte a esa hora, no cargar el móvil sabiendo que tengo poca batería y que me resultará imprescindible usarlo, etc., etc.
Intento corregir esta tendencia mía a obviar ciertas cosas.... Pero está impresa en mi personalidad, tarde o temprano tendré que lidiar en otro atolladero en el que me veré metida por mi "despiste". Que no es despiste, ¡que lo sabía!, y esto es casi peor. ¿por qué me pasa esto? Ah.....los misterios de la vida.
Yo creo que hay una tendencia en mí que le gusta ponerse atacada y solucionar cosas contra reloj. Una manera de practicar para cuando me vea en algún lío gordo.
Para no perder la costumbre.
Y es que me gusta el estrés.
El exprés que diría Anita.
¿Será una descarga de adrenalina que necesito? Hay gente que se tira en paracaídas y yo me la juego en mis gestiones personales y el cerebro se las ingenia para poder tener su dosis escondiéndome cosas. ¡Me gusta la conclusión!