JUNIO 2016
Junio: Mineral
Del Big Bang salieron estrellas que se fusionaron en galaxias pequeñas, nuestro sol surgió de miles de cenizas de otras estrellas pequeñas.
Las estrellas mueren y nacen continuamente, se condensan como las gotas de lluvia de nubes gigantes de gas y polvo, se calientan tanto que los átomos se funden en su interior a gran profundidad para crear el oxígeno que respiramos, el carbono de nuestros músculos, el calcio de nuestros huesos, el hierro de nuestra sangre, todo se cocinó en los corazones ardientes de estrellas que desaparecieron hace mucho tiempo. Todos estamos hechos de materia estelar.
COSMOS, Neil deGrasse Tyson
Meteoritos, galaxias, duros metales y minerales, gases formados a lo largo de millones de años en estructuras llenas de capas que reaccionan de diferente manera frente al calor, el frío, la presión...
¿Y nosotros? Nosotros a lo nuestro, como si no tuviéramos nada que ver. Creyéndonos muy diferentes. Sin ser conscientes de que forman parte de nuestro cuerpo, que nos condicionan (¿en qué manera? qui´lo sa?)
Somos polvo de estrellas.
Los minerales que nos forman se han originado en el núcleo de las estrellas. Ésa es una de las múltiples razones en las que se basa la astrología o el yoga. Somos microcosmos que reflejan el macrocosmos infinito del universo.
Repetimos, traducimos y reflejamos sus patrones. Nos afectan.
Porque todo nos afecta muchísimo, más de lo que podamos imaginar.
Las múltiples mareas de nuestro diminuto cosmos interior reverberan en cada una de las células, comunicándose, extendiéndose, fluyendo; influyéndonos.
En nuestros movimientos, en la estructura de nuestra mente, encontramos un microcosmos que refleja/repite el macrocosmos del que procede.
Uno de los propósitos del laya yoga, como define Feuerstein, es ir deshaciendo cada una de las capas del microcosmos de la mente hasta llegar al núcleo, a la esencia.
Se esfuerza por trascender todos los rastros de memoria y experiencias sensoriales disolviendo nuestro microcosmos, la mente, en la dicha de la conciencia trascendental. El objetivo es desmantelar progresivamente el universo interior a través de la intensa contemplación hasta que sólo queda la Realidad trascendental, el Ser con mayúsculas.
El proceso espiritual se ha entendido como la gradual reabsorción de los últimos aspectos de la evolución psicocosmológica hasta llegar a lo primordial, es decir, la involución de lo múltiple hacia lo único a través de una progresiva simplificación de la psique, de la mente.
Es ir limando la tosca piedra hecha de ilusiones, deseos, sensaciones, sentidos, fuerzas vitales externas...
Pero también a nivel físico lidiamos con otro microcosmos.
Dice Iyengar que mientras se realizan las asanas (posturas en yoga) hay que relajar las células del cerebro, y activar las de los órganos vitales y las de los cuerpos estructural y esquelético. Entonces, la inteligencia y la consciencia podrán alcanzar a todas y cada una de las células. (...)
A los estudiantes avanzados, un maestro les enseña un asana completa en relación a lo que está sucediendo en una única acción. A este nivel sutil, cuando podemos observar el funcionamiento de rajas, tamas y sattvas en un dedo del pie, y ajustar el flujo de energía en ida, pingala y susumna (los tres nadis o canales de energía principales), se percibe el orden macrocósmico de la naturaleza en los aspectos mínimos. Y cuando el estudiante aprende cómo las más nimias modificaciones en un dedo del pie pueden modificar todo el asana, está observando la interrelación del microscosmos con el todo, y se aprehende la plenitud orgánica de la estructura universal.
Y siempre buscando la proporción áurea en cada una de nuestras acciones.
Una clara geometría, la coherencia de un patrón que poder repetir, en el que apoyarnos.
Describiendo un dibujo maravilloso, un yantra, tras nuestros movimientos, que nosotros obviamente no podemos ver pero ¿y si alguien nos observa desde el infinito?
"La imaginación por sí misma no es suficiente porque la realidad de la naturaleza es mucho más maravillosa que cualquier cosa que podamos imaginar". (Cosmos)
Y al igual que hay que hacer un esfuerzo de abstracción y de fe para poder acercarnos mínimamente a conceptos como el infinito, la física cuántica, los agujeros negros o que la luna no tenga cielo, de igual manera hacemos con la vida cotidiana y todos esos hechos a los que no encontramos explicación; de muchos ellos nos llega su luz, no se manifiestan de manera que podamos captarlos pero suceden, ¡nos están sucediendo en este preciso momento!
¿Y qué se gesta en nuestro interior y qué en el exterior, y qué en la fusión entre ambos universos?
Las estrellas mueren y nacen continuamente, se condensan como las gotas de lluvia de nubes gigantes de gas y polvo, se calientan tanto que los átomos se funden en su interior a gran profundidad para crear el oxígeno que respiramos, el carbono de nuestros músculos, el calcio de nuestros huesos, el hierro de nuestra sangre, todo se cocinó en los corazones ardientes de estrellas que desaparecieron hace mucho tiempo. Todos estamos hechos de materia estelar.
COSMOS, Neil deGrasse Tyson
Meteoritos, galaxias, duros metales y minerales, gases formados a lo largo de millones de años en estructuras llenas de capas que reaccionan de diferente manera frente al calor, el frío, la presión...
¿Y nosotros? Nosotros a lo nuestro, como si no tuviéramos nada que ver. Creyéndonos muy diferentes. Sin ser conscientes de que forman parte de nuestro cuerpo, que nos condicionan (¿en qué manera? qui´lo sa?)
Somos polvo de estrellas.
Los minerales que nos forman se han originado en el núcleo de las estrellas. Ésa es una de las múltiples razones en las que se basa la astrología o el yoga. Somos microcosmos que reflejan el macrocosmos infinito del universo.
Repetimos, traducimos y reflejamos sus patrones. Nos afectan.
Porque todo nos afecta muchísimo, más de lo que podamos imaginar.
Las múltiples mareas de nuestro diminuto cosmos interior reverberan en cada una de las células, comunicándose, extendiéndose, fluyendo; influyéndonos.
En nuestros movimientos, en la estructura de nuestra mente, encontramos un microcosmos que refleja/repite el macrocosmos del que procede.
Uno de los propósitos del laya yoga, como define Feuerstein, es ir deshaciendo cada una de las capas del microcosmos de la mente hasta llegar al núcleo, a la esencia.
Se esfuerza por trascender todos los rastros de memoria y experiencias sensoriales disolviendo nuestro microcosmos, la mente, en la dicha de la conciencia trascendental. El objetivo es desmantelar progresivamente el universo interior a través de la intensa contemplación hasta que sólo queda la Realidad trascendental, el Ser con mayúsculas.
El proceso espiritual se ha entendido como la gradual reabsorción de los últimos aspectos de la evolución psicocosmológica hasta llegar a lo primordial, es decir, la involución de lo múltiple hacia lo único a través de una progresiva simplificación de la psique, de la mente.
Es ir limando la tosca piedra hecha de ilusiones, deseos, sensaciones, sentidos, fuerzas vitales externas...
Pero también a nivel físico lidiamos con otro microcosmos.
Dice Iyengar que mientras se realizan las asanas (posturas en yoga) hay que relajar las células del cerebro, y activar las de los órganos vitales y las de los cuerpos estructural y esquelético. Entonces, la inteligencia y la consciencia podrán alcanzar a todas y cada una de las células. (...)
A los estudiantes avanzados, un maestro les enseña un asana completa en relación a lo que está sucediendo en una única acción. A este nivel sutil, cuando podemos observar el funcionamiento de rajas, tamas y sattvas en un dedo del pie, y ajustar el flujo de energía en ida, pingala y susumna (los tres nadis o canales de energía principales), se percibe el orden macrocósmico de la naturaleza en los aspectos mínimos. Y cuando el estudiante aprende cómo las más nimias modificaciones en un dedo del pie pueden modificar todo el asana, está observando la interrelación del microscosmos con el todo, y se aprehende la plenitud orgánica de la estructura universal.
Y siempre buscando la proporción áurea en cada una de nuestras acciones.
Una clara geometría, la coherencia de un patrón que poder repetir, en el que apoyarnos.
Describiendo un dibujo maravilloso, un yantra, tras nuestros movimientos, que nosotros obviamente no podemos ver pero ¿y si alguien nos observa desde el infinito?
"La imaginación por sí misma no es suficiente porque la realidad de la naturaleza es mucho más maravillosa que cualquier cosa que podamos imaginar". (Cosmos)
Y al igual que hay que hacer un esfuerzo de abstracción y de fe para poder acercarnos mínimamente a conceptos como el infinito, la física cuántica, los agujeros negros o que la luna no tenga cielo, de igual manera hacemos con la vida cotidiana y todos esos hechos a los que no encontramos explicación; de muchos ellos nos llega su luz, no se manifiestan de manera que podamos captarlos pero suceden, ¡nos están sucediendo en este preciso momento!
¿Y qué se gesta en nuestro interior y qué en el exterior, y qué en la fusión entre ambos universos?
Y siempre te puedes poner en perspectiva. En perspectiva respecto al cosmos, sentirte tan pequeña, y ver tan pequeños a los demás.
Repetimos el patrón del macrocosmos también en nuestras relaciones. Solemos girar alrededor de un sol, el que nos da calor, el que adoramos y perseguimos, el que estructura nuestros días, el que nos da alegría de vivir.
Y aparecen nubes que lo ocultan, que nos molestan, que no nos dejan alcanzar nuestros objetivos.
También tenemos algún satélite que depende de nosotros, pero que al mismo tiempo nos influye, más de lo que apreciamos a simple vista.
Y todo se sostiene con una gravedad pasmosa, como en un tejido que se expande, que se contrae.
Todo siguiendo unas leyes que muy a menudo se nos ocultan, pero que intuimos subyaciendo en cada una de nuestras experiencias. Pero el "tiempo" sigue, imparable, con su recorrido infinito.
...teniendo en cuenta que el tiempo es una medida creada para dar consistencia a nuestra existencia y que ya sabemos que representa una dimensión que puede ser alterada a través de consecuencias cósmicas, como la aceleración, hasta la velocidad de la luz... (Borja Sáinz)
Estrellas que se destruyen, cuya luz nos sigue llegando mucho después de que hayan desaparecido, todas esas supernovas que han pasado por nuestro campo de conciencia en algún momento.
Y la expansión constante, el movimiento constante, aunque nos quedemos sin puntos de referencia.
Aunque toda esta expansión muchas veces se concentre en un diminuto espacio que vuelve a ser el punto de partida.
Nuestros sentimientos, nuestro conocimiento, nuestras emociones y percepciones expandiéndose, vibrando, avanzando.
Nuestros sentimientos, conocimiento, emociones y percepciones, contrayéndose, replegándose, disminuyendo, hasta casi desaparecer.
En una ondulación constante.
Y todo vibrando. Nosotros, todo a nuestro alrededor, el punto más interno de cada célula.
Y siempre presente algún agujero negro cuya gravedad atrae toda mi luz.
Atrayéndonos irremisiblemente hacia su núcleo, hacia lo desconocido. Temiendo que su interior dé una vuelta, repliegue los planos de la realidad y volvamos a repetir ésta que vivimos, aumentada tras una lente.
Con átomos que vibran, y cuyos núcleos jamás llegan a tocarse, aunque el campo electromagnético, esa fricción, nos dé la sensación al tacto, ante la mirada, incluso al oírlo, que estamos en contacto.
Porque estamos en contacto.
"Llega un momento en nuestras vidas cuando nos percatamos por primera vez de que no somos el centro del universo, de que pertenecemos a algo mucho más grande que nosotros mismos... Es parte del crecimiento".
(Cosmos)
Y ¿en qué momento nos encontramos? ¿en qué preciso/precioso momentum te encuentras tú?
...teniendo en cuenta que el tiempo es una medida creada para dar consistencia a nuestra existencia y que ya sabemos que representa una dimensión que puede ser alterada a través de consecuencias cósmicas, como la aceleración, hasta la velocidad de la luz...creo que no hay que ser muy estrictos con celebrar con unas horas de antelación a la fecha oficial.