SEPTIEMBRE 2014
Lecturas
Psicomagia.
Alejandro Jodorowsky
Alejandro Jodorowsky
¿Qué es vivir como un auténtico poeta?.
En primer lugar no temer, atreverse a dar, tener la audacia de vivir con cierta desmesura.
...quería, con toda la locura de mi juventud, hacer estallar los límites. Estos actos los sacudían, los obligaban a abrirse. ¿Qué más podían hacer ante lo imprevisto? La vida es así, ¿comprendes?: totalmente impredecible. Crees que la jornada va a acontecer de tal o cual manera y, en realidad, puedes ser atropellado por un camión en la esquina, encontrarte con una antigua amante y llevarla al hotel a hacer el amor o caérsete el techo sobre la cabeza mientras trabajas. El teléfono puede sonar para anunciarte la mejor o la peor de las noticias. Nuestros actos de jóvenes poetas no hacían sino evidenciar esto, a contracorriente del mundo rígido de mis padres. Abrir la cama y encontrarse con un hervidero de gusanos es una situación que simboliza con fuerza lo que nos sucede a todos, todos los días.
...eso no quita que dicho periodo me enseñara a percibir la enloquecida creatividad de la existencia y a no identificarme con los límites dentro de los cuales la mayoría de la gente se encierra hasta que no aguanta más y revienta.
El acto poético es una llamada a la realidad: hay que enfrentar a la propia muerte, a lo imprevisto, a nuestra sombra, a los gusanos que hormiguean dentro de nosotros. Esta vida que nosotros quisiéramos lógica es, en realidad, loca, chocante, maravillosa y cruel. Nuestro comportamiento, que pretendemos lógico y consciente, es, de hecho, irracional, loco, contradictorio. Si observáramos lúcidamente nuestra realidad, constataríamos que es poética, ilógica, exuberante.
...sigo convencido de que con actos nuevos se abre la puerta de una nueva dimensión.
Si uno lo piensa, nuestra historia individual está constituida de palabras y actos. La mayor parte del tiempo la gente se contenta con pequeños actos inocuos, hasta que un día "revienta" y, sin control alguno, se pone furiosa, lo rompe todo, profiere insultos, se abandona a la violencia, llega incluso al crimen...
...sigo diciendo que la culpabilidad es inútil. El error está permitido, siempre que se cometa una sola vez y dentro de una búsqueda sincera de conocimiento. Ésa es la condición humana: el hombre busca el conocimiento, ¿y qué es el hombre en busca de algo sino, por definición, un ser errático? El error es parte integrante del camino. Abandonamos esas experiencias negativas, pero sin arrepentimiento alguno. Nos habían abierto la puerta del verdadero acto poético. Para hacer una tortilla hay que romper los huevos.
Porque, insisto, la realidad no es racional, por más que así lo queramos creer para tranquilizarnos. En general, los comportamientos humanos están motivados por fuerzas inconscientes, cualesquiera que puedan ser las explicaciones racionales que les atribuyamos luego.
¡El hecho es que. al igual que Gurdjieff, nunca tuve problemas financieros, lo que, viendo cómo funcioné siempre, es realmente milagroso! Por lo demás, creo en el milagro, o más bien en la existencia de una ley: si mis intenciones son puras y hago lo que debo hacer, el dinero llegará, de una manera u otra. Tal vez nunca seré lo que se llama una persona rica, pero dispondré siempre de los medios financieros que requiera cada momento.
La literatura universal concede un lugar importante al tema del "doble" que, poco a poco, expulsa a un hombre de su propia vida, se apropia de sus lugares favoritos, de sus amistades, de su familia, de su trabajo, hasta transformarlo en un paria e incluso a veces asesinarlo, según algunas versiones de ese mito universal. En lo que a mí respecta, creo que somos el "doble" y no el original.
Puesto que vivimos encerrados en lo que yo llamo "nuestra autoconcepción", la idea que tenemos de nosotros mismos, por qué no adoptar un punto de vista totalmente distinto? Por ejemplo, mañana tú serás Rimbaud. Te levantarás siendo Rimbaud, te cepillarás los dientes, te vestirás como él, pensarás como él, recorrerás la ciudad como él... Durante una semana, veinticuatro horas al día, y para ningún espectador salvo tú mismo, serás el poeta, actuando como otra persona con tus amigos y conocidos sin darles ninguna explicación. Lograrás ser un autor-actor-espectador, produciéndote, no en un teatro, sino en la vida.
...el deseo se apoderaba de mí, haciendo que perdiera la lucidez, y el sueño escapara a mi control. Olvidaba que estaba soñando. Me pasaba lo mismo con la riqueza. Cuando me dejaba fascinar del dinero, mi sueño dejaba de ser lúcido. Cada vez que trataba de satisfacer mis pasiones humanas, el guión me absorbía y perdía la lucidez. Fue un gran aprendizaje: comprendí finalmente que, en la vida como en el sueño, para permanecer lúcido es necesario distanciarse, no identificarse con la acción. Es un viejo principio espiritual que el sueño lúcido me hizo recordar. El deseo y el miedo son las dos caras de nuestra identificación, así lo afirman todas las tradiciones.
Hubo un tiempo en el que frecuentemente tenía la misma pesadilla: estaba en un desierto y desde el horizonte surgía, como una nube inmensa de negatividad, un ente psíquico decidido a destruirme. Me despertaba gritando y empapado en sudor... Un día me cansé y decidí ofrecerme en sacrificio al ente. En el apogeo del sueño, en un estado de terror lúcido, me dije:“De acuerdo, voy a dejar de querer despertarme. No tienes más que venir a destruirme”. El ente se acercó y, de repente de repente, desapareció. Desperté unos segundos y volví a dormirme plácidamente. Entonces comprendí que somos nosotros mismos quienes alimentamos nuestros terrores. Aquello que nos atemoriza pierde toda su fuerza en el momento en que dejamos de combatirlo. Es una de las enseñanzas clásicas del sueño lúcido.
Porque, ¿de qué sirve recibir enseñanzas si no las aplicas cuando te encuentras ante las dificultades cotidianas? Una enseñanza no se hace operante, no adquiere toda su fuerza transformadora, hasta el momento en que es aplicada.
También aprendí que en mi vida diaria no tenía porqué dejarme atrapar en un marco. La realidad cotidiana no es rígida, o no lo es más que en nuestra mente, en el concepto que tenemos de ella. Si nos sentimos atados, cansados de movernos siempre dentro del mismo entorno, ¡tenemos la facultad de cambiar! ¿Quién dice que es imposible? El sueño lúcido me enseñó a moverme por el interior de una realidad dúctil en la que siempre puede producirse cualquier mutación, cualquier transformación. Ello no depende sino de mi intención: (...) en este otro modo de sueño que es la “realidad”, también es mi cerebro, la forma en que yo me represento el mundo, lo que determina lo real. La “realidad” no existe por sí misma; instante a instante, creamos nuestra realidad, alegre o funesta, monótona o apasionante.
...la gran enseñanza del sueño lúcido está menos en el descubrimiento de la magia cotidiana que en esta exigencia de lucidez, porque no hay que olvidar que sin lucidez nada es posible. Como digo, desde el momento en que te dejas llevar por la experiencia que estás viviendo, el sueño te absorbe y pierdes la lucidez, que es lo único que sostiene la dimensión mágica. La magia que hemos evocado no opera sino gracias al distanciamiento. Lo que permite el juego es la lucidez del testigo, por el contrario, la identificación empequeñece la existencia, limita el campo de posibilidades. En el sueño rigen las mismas leyes que en la vida cotidiana: cuanto más te distancias, más puedes gozar de la existencia y sentirla como un gran patio de recreo. Si no consigues distanciarte, la vida puede convertirse en un callejón sin salida. Así pues, paradójicamente, el sueño me ha enseñado a velar, a mantener el hilo de la existencia, una corriente de lucidez, incluso a costa de grandes esfuerzos. ¡Porque bien sabe Dios lo maravillosa que puede ser la vida a veces, sobre todo, si te abres un poco a su magia! Sin embargo, al mismo tiempo que te vas abriendo, aumenta la tentación de dejarte absorber, el peligro de identificarte. Por otro lado, la lucidez se refuerza también con la práctica.
...intento no autodefinirme excesivamente, no encerrarme en una visión estrecha de mí mismo.
Hubo un tiempo en el que, antes de dormir, tenía la costumbre de pasar revista a todos los sucesos del día. Visualizaba la película de mi jornada, primero, de principio a fin y, después, a la inversa, según el consejo de un viejo libro de magia. Esta práctica de la “marcha atrás” tenía el efecto de permitir ubicarme a cierta distancia de los sucesos del día. Después de haber analizado, juzgado y tomado partido en el primer examen, volvía a repasar él día en sentido inverso y entonces me encontraba distanciado (...)
El solo hecho de acordarme de un sueño es ya como organizarlo. Yo no veo el sueño completo, sino aquello que he seleccionado de él. Análogamente, al repasar las últimas veinticuatro horas, no tengo acceso a todos los actos del día, sino a los que he retenido. Esta selección constituye ya una interpretación sobre la cual baso luego mis juicios y apreciaciones. Para hacernos más conscientes, podemos empezar por distinguir nuestra percepción subjetiva del día de aquello que constituye su realidad objetiva. Cuando ya hemos dejado de confundirlas, somos capaces de asistir como espectadores al desarrollo de la jornada, sin dejarnos influir por juicios y apreciaciones. Desde esta actitud de testigo, se puede interpretar la vida como se interpreta un sueño.
Puesto que soñamos nuestra vida, vamos a interpretarla y descubrir lo que trata de decirnos, los mensajes que quiere transmitirnos, hasta transformarla en sueño lúcido. Una vez conseguida la lucidez, tendremos libertad para actuar sobre la realidad, sabiendo que si sólo tratamos de satisfacer nuestros deseos egoístas seremos arrastrados, perderemos la ecuanimidad, el control y, por lo tanto, la posibilidad de hacer un acto verdadero. Para lograr divertirnos actuando, tanto en el sueño nocturno como en este sueño diurno que llamamos vida, hemos de estar cada vez menos implicados.
...me abrí al lenguaje de los objetos, al significado que encierran, por ejemplo, los regalos: todo obsequio tiene un sentido, se inscribe en una dinámica de posesión y comunicación. Olvidar una cosa en casa de un amigo, por ejemplo, o en un sitio público no tiene nada de gratuito.
...sólo tenemos los problemas que queremos tener. Estamos amarrados a nuestras dificultades. No tiene nada de asombroso, pues, que algunos traten de tergiversar y sabotear el acto: en realidad, no quieren curarse. Salir de nuestras dificultades implica modificar en profundidad nuestra relación con nosotros mismos y con todo nuestro pasado. En estas condiciones, ¿quién está realmente dispuesto a cambiar? La gente quiere dejar de sufrir, pero no esta dispuesta a pagar el precio, o sea a cambiar, a no seguir definiéndose en función de sus preciados sufrimientos.
...¿de qué me sirve romperme la cabeza preguntándome si estaré ya lo bastante purificado, lo bastante transparente? Recuerdo una historia zen acerca de esto: durante un paseo por un paisaje nevado un discípulo dice: “Maestro, los tejados están blancos, ¿cuando dejarán de estarlo?”. El maestro tarda en contestar. Se concentra en su hara y al fin le dice con voz grave: “¡Cuando los tejados están blancos, están blancos. Cuando no están blancos, no están blancos!”. ¡Es genial! Lo importante es aceptarse uno mismo. Si mi condición actual me produce malestar, es señal de que la rechazo. Entonces, más o menos conscientemente, trato de ser distinto del que soy; en definitiva, no soy yo. Si, por el contrario acepto plenamente mi estado de este momento, estoy en paz. No me lamento por creer que debería ser más santo, más bello, más puro de lo que soy aquí y ahora. Cuando soy blanco, soy blanco; cuando soy oscuro, soy oscuro, y punto. Ello no impide que trabaje en mí, que trate de ser un instrumento mejor; esta aceptación de uno mismo no limita las aspiraciones, sino que las sustenta. Porque sólo se puede avanzar a partir de lo que se es realmente.
Si tengo un clavo en el zapato, todo mi mundo, mi sensibilidad, se verán afectados. Antes de pretender ir más allá, afinar mi visión, tengo que extraer el clavo. Del mismo modo, cuando sufrimos un trauma, toda nuestra existencia se resiente. Importa, pues, remediar este trauma.
La imaginación actúa en todos los terrenos, incluidos los que consideramos “racionales”. En todas partes tiene su lugar. Importa, pues, desarrollarla para abordar la realidad, no a partir de una perspectiva única, sino desde múltiples ángulos. Normalmente, visualizamos todo según el estrecho paradigma de nuestras creencias y condicionamientos. De la realidad, misteriosa, tan vasta e imprevisible, no percibimos más que lo que se filtra a través de nuestro minúsculo punto de vista. La imaginación activa es la clave de una visión amplia, permite enfocar la vida desde puntos de vista que no son los nuestros, pensar y sentir a partir de diferentes ángulos. Esa es la verdadera libertad: ser capaz de salir de uno mismo, atravesar los límites de nuestro pequeño mundo individual para abrirse al universo. Me gustaría que los lectores de nuestro libro aceptaran, por lo menos, la idea del poder terapéutico de la imaginación, de la que la psicomagia, a fin de cuentas, no es más que una modesta aplicación.
Cuando vives el ahora, ese instante nos parece real, pero una hora después pertenecerá a la memoria, y las imágenes de la memoria tienen exactamente la misma calidad que las imágenes de un sueño.
Podríamos decir que vamos montados en un sueño y que todo esto, en la medida en que vamos avanzando y viendo, se va infiltrando en el mundo de los sueños y se va convirtiendo en sueño. Pero, ¿qué ocurre con los sueños? Pues todo lo contrario: soñamos y todos esos sueños se van introduciendo en nuestra vida real. Lo sueños se van haciendo realidad, como la realidad se va convirtiendo en sueño. Todo lo que sueñas se acaba haciendo real.
Cada día deberíamos realizar un acto gratuito, una cosa chiquita que sirva a los demás., como dar una chocolatina a un niño, coas simples. Yo he llegado a cierta depravación en la búsqueda de la bondad. A veces deposito un billete en el bolsillo de un mendigo que está dormido para que crea que tiene suerte. invento milagros. Aunque no creas en los milagros puedes hacer pequeñas obras para ayudar a los otros.
El arte cura porque tenemos que curarnos de no ser nosotros mismos y no estar en el presente. Hay una frase hasídica que dice: "Si no eres tú, ¿quién? Si no es aquí, ¿dónde? Si no es ahora, ¿cuándo?". Si eres capaz de solucionar el cuándo. el aquí y el quién (el tú), estás siendo tú mismo, y ya has logrado curarte.
La enfermedad consiste en que hemos cortado las uniones con el mundo. la enfermedad es falta de belleza, y la belleza es la unión. La enfermedad es falta de conciencia, y la conciencia es unión con uno mismo y con el universo.
Tenemos la impresión de que se tiene una gran libertad al pronunciar una palabrota, sin embargo su uso reduce el nivel de conciencia. la palabrota no es útil, o lo es sólo al comienzo, para liberarse. Al principio resulta revolucionaria, pero no conduce a ninguna mutación. Es como el argot. La gente va deformando el lenguaje a través del argot, que en principio puede ser útil en la medida en la que establece fuertes relaciones identitarias de grupo, pero que baja de golpe el nivel de conciencia. El único lenguaje que nos sube el nivel de conciencia es el lenguaje sublime: el del arte y la poesía.
Uno es una conciencia inmortal, una exacta reproducción del universo. Tu inconsciente es una partícula y al mismo tiempo la totalidad del cosmos. Y digan lo que digan respecto a tu limitado cuerpo, eres la conciencia total. Te cuenten lo que te cuenten de tu carne efímera, si llegas a integrarte en la conciencia divina, eres inmortal. Sin embargo, para lograrlo hay que tener la humildad de borrarse personalmente aceptando ser solo un canal. Pero si te presentas como un ser todopoderoso que lo sabe todo, serás un farsante. Por más que yo trate de ser más de lo que soy, no soy más de lo que soy. Hay que ser conscientes de lo que somos. El poder más grande de tu vida es poder ayudar, y el beneficio más grande que tiene el hombre es vivir en paz. Hay misterios, pero uno no los domina.
¿Cuáles son las leyes de la magia?
Son cuatro: querer, osar, poder y callar. Por "callar" entiendo "obedecer". La fuerza en reposo es la mayor fuerza, por eso a veces cuento esa historia iniciática que relata cómo el hombre más fuerte del Imperio chino hace su demostración de fuerza sacando una mariposa de una cajita y diciendo: "Soy tan fuerte que puedo tomar una mariposa por las alas sin dañarla". Eso es callar.
El conocimiento hay que manifestarlo sólo cuando se nos pide, y si no hay que callar. Una cosa es dar y otra obligar a recibir a los demás...
(...)
"Querer": si tú no quieres, no avanzas. Hay quien no quiere curarse. (...) si uno no quiere, ni un dios te puede curar.
"Osar": curarte es hacer frente a los cambios que la curación te va a producir. (...) Cuando estás enfermo, en realidad, estás llamando la atención de los demás para que te cuiden, estás pidiendo cariño. La enfermedad es una comedia de peticiones. El enfermo pide a gritos que lo amen. Hay que osar ser curado, entrar en una nueva individualidad en donde desconoces la dirección porque se produce un cambio y, en cierta medida, una nueva personalidad.
"Poder": significa que una vez que estás haciendo las cosas, entras en lucha y no tienes que ser tu propio enemigo. Para poder hay que ser uno y no ser otro, no luchar contra ti mismo porque ello te producirá una gran neurosis de fracaso.
"Callar": significa que cuando intentas transmitir lo que ganaste, lo pierdes por exhibicionista. Ése es el problema que tienen algunos gurús: muestran su santidad y la pierden en ese mismo acto. El verdadero maestro es invisible (...) Para el verdadero maestro toda la humanidad es su discípulo. De manera disimulada desliza bienes y conocimientos que pueden elevar el nivel de conciencia del otro.
...con la familia ocurre lo mismo: nos hacen daño, es como una trampa, nos acortan la vida, nos fastidian psíquica y socioculturalmente, nos proporcionan un limitado nivel de conciencia, nos sacan de nuestro ser esencial, nos inculcan ideas que no son nuestras, y en el momento en que nos encontramos en el mundo, todo aquello se desploma y tenemos que reconstruir la vida. Perdonamos porque no hay nadie culpable. Generación tras generación, cada una es víctima de la anterior.
A lo largo de la vida no se fijan prejuicios, sino creencias. Yo recuerdo de que a los 30 años hice una cosa fundamental: cogí un cuaderno y me dije: "Voy a escribir todas las ideas que tengo en la mente. ¿En qué creo?". Y lo escribí, lo hice para sacármelas como piojos de encima. Y luego me dije: estas ideas no son yo; las puedo utilizar y me pueden resultar útiles, pero no son yo.
El joven a veces cree que lo que piensa es él, como uno a veces piensa que su coche o que sus zapatos son él. Pero las ideas son como las camisas. No son uno mismo. En la juventud uno se puede equivocar, pero a medida que avanza el tiempo las cosas se van disolviendo y va quedando lo importante, el ser esencial.
Es que tú hablas de la mente, pero desde que descubrí el tarot yo siempre hablo como mínimo de cuatro centros del ser humano: intelectual, emocional, sexual y corporal. No sólo la mente hace juegos y malabares, el centro emocional, el centro sexual y el corporal también actúan. Hay que conocerse y observar. Por ejemplo: el centro intelectual quiere ser, y llega a ser por el silencio. El centro emocional quiere amar, y llega a amar por la indiferencia. El centro sexual quiere crear, y llega a crear aprendiendo a fracasar. El centro corporal quiere vivir, y llega a vivir aprendiendo a morir.
Es difícil pertenecer a un grupo porque los grupos constituídos crean dependencias.
En la meditación te inmovilizas y dedicas tu atención a lo que sucede en tu interior, como si estuvieras sentado al borde de un río viendo pasar las cosas. Y la contemplación es lo mismo pero nadando en ese río. Es decir, estás viendo lo que te sucede pero estás de pleno en la vida, actuando.
En realidad tú eres un camino. Tu cerebro es un camino donde transitan todos los dioses. Si en el camino veo un dios y me creo un dios, he caído en la trampa del gurú. En realidad, somos el camino por donde pasan las cosas, no los transeúntes.
Y en cuanto a las pruebas iniciáticas, consisten en lo siguiente: tienes un nivel de conciencia y te encuentras delante de un acontecimiento. Tienes que reaccionar de forma útil para ti y avanzar. La prueba es un desafío para que tú te desarrolles.
Muchas veces se ha hablado del ego sin entenderlo. En realidad, nosotros tenemos nuestro ser esencial y otra parte adquirida que permite una identificación o identidad. Esta última es el ego, una identidad adquirida que está al servicio de la esencia. El ego puede degenerar en personalidades desviadas, esquizofrénicas o paranoides debido a que en el ego es donde se hacen notar los traumas y los golpes de la vida. (...)
El ego es sordo. Sordo y ciego. El ego ha de ser domado. Es el núcleo de la doctrina hinduista. El ego se tiene que plegar ante la esencia. (...)
El ego es necesario como la cáscara del huevo que envuelve la esencia. Eso de "matar el ego" son locuras de los gurús, que, por cierto, son grandes ególatras.
Si yo no creo en la reencarnación, Buda se me cae. Para él hay que escapar de esta vida para volver a reencarnarse, y eso es un error. No hay que escapar de nada. Hay que vivir la vida. Yo no sé si existe la reencarnación, no podemos saberlo. No podemos establecer doctrinas comunicando cosas en las que debo creer, como decir que vamos a parar la rueda de la reencarnación, el karma, etcétera. Son creencias sospechosas. No las uso de ninguna manera. Bien mirado, son tóxicas para cualquiera.
¿Qué me importa el después? Nunca me importó cómo sería a las 80 años, o a los 100, o a los 1000 o a los 60.000. Lo que me importa saber es quién soy ahora, no adónde voy...
¿Pero dónde sostenernos en esa visión de uno mismo?
Te agarras a lo que eres. A la alegría de la vida. Eres cada vez más feliz y no necesitas el traje rígido del carácter o de la personalidad. Te haces fluido, como el agua. Lao Tse dice: "Hay que ser como el agua que toma la forma del vaso que la contiene". Vas por la vida tomando formas y eso es magnífico. Hay un momento en que lo aceptas y te dices "Esto que soy yo desaparece". Y una vez que eres consciente, todo el tiempo estás ahí. Sientes en tus talones un abismo de vacuidad total, y vas avanzando como una luz. Y esa luz que eres sabes que se la va a tragar el abismo. Existe la esperanza de que te disuelvas con un goce infinito en el océano cósmico, y eres tú, pero siempre que aceptes ceder tu conciencia. El último don que tú das es tu conciencia.
Cuando lleguemos a la muerte, lo mejor que podemos ofrecer es una perfecta y luminosa conciencia, una conciencia clara que hay que saber crear, porque si no, como decía Gurdjieff, mueres como un perro, sin ofrendar la conciencia ni construir un alma.
Aunque yo creo que la vida sí tiene sentido, un sentido que no tenemos por qué conocer. Es un misterio. Esa idea de que todas las cosas tienen una finalidad es muy mental. Por supuesto que tenemos un fin, pero no lo conocemos. Si no fuera así, yo no estaría aquí. Tenemos una finalidad como humanidad en el universo. Tenemos un destino y, sin embargo, no tenemos por qué conocerlo racionalmente. Y eso hay que aceptarlo de la manera más sana posible. Convertir nuestro planeta en un jardín. Enriquecerlo y enriquecernos.
Eso es una trampa, porque nadie se realiza plenamente. ¿Qué es realizarse? Se va avanzando como se puede. Por ejemplo, hoy he estado escribiendo todo el día (...) Y cada mañana escribo un poema de cuatro o cinco líneas, no tengo tiempo para más. Son pequeñas cosas que hago y que me gustan.
La palabra "monigote" (...) me sirve para designar todos los constructos mentales. Hay, por supuesto, monigotes útiles y monigotes inútiles. Y la utilidad de los mismos varían según pasa el tiempo o cambian nuestras circunstancias particulares. En cierto momento, un monigote inútil puede ser útil.
El monigote útil es aquel que nos conduce a las mutaciones necesarias.
El cerebro es un universo en constante expansión y movimiento. Vamos en una cárcel racional que navega dentro de un loco.
Dudó siempre de lo que veía en ese tipo de rituales...
Yo partía de no creer en nada. No es que dudara, es que no quería creer en aquello. El paso positivo que di ante aquellas prácticas fue eliminar el creer y el no creer, me quité esas dos actitudes de encima. Los científicos no creen, pero creen en no creer. Eso es un error. Hay que prescindir de prejuicios ante estos actos, experimentar tranquilamente y ver los resultados.
...el inconsciente procede con metáforas. Si, por ejemplo, a alguien que te ha hecho mucho daño le das una bola pintada de negro y le dices "Toma este es tu cáncer y no el mío, quédatelo", eso es una metáfora.
...perder la identidad es lo que más tememos.
Todos nosotros percibimos la vida desde un punto de vista, más o menos variable, a una cierta altura. Cuando cambiamos ese punto de vista nuestra vida cambia.
Usted dice que curar es todo menos un juego surrealista...pero en sus recetas de psicomagia hay mucho de juego y hasta de humor.
Hay algo de humor, pero lo que ocurre es que en el momento que hacemos algo que nunca hemos hecho, ya estamos en el camino de la curación. Hay que romper las rutinas. Como hablamos del lenguaje del inconsciente o de los sueños, estos actos pueden resultar extraños en apariencia. Es el camino contrario al seguido por Freud con el psicoanálisis y los sueños. El psicoanálisis anota los sueños y los interpreta a la luz de la razón, va de lo inconsciente a lo racional. Yo voy al revés: tomo lo racional y lo vuelco al lenguaje de los sueños, introduciendo los sueños en el lenguaje de la realidad. Los actos psicomágicos equivalen a construir sueños en la realidad. Si estas cosas no suceden hay que hacer que sucedan. La realidad busca la liberación onírica, y hay que hacer que pase algo para que alguien se cure. Todo lo que sale de lo racional hace reír o espanta. Risa o espanto son sólo reacciones para salirse de lo común.
¿Qué consejos daría para perder los miedos que padecemos?
Cada caso es distinto, pero siempre he dicho que hay que manifestarlos de una forma psicomágica. Hay que descubrir qué te da miedo y hacerlo.Si una persona teme morir, le hago pasar por un funeral, la entierro simbólicamente. (...) Les hago colocarse en el límite de lo que temen. Enfrentarse a ello.
Georg Groddeck dijo algo que me gustó mucho: "Tienes miedo a lo que deseas". Si una persona tiene miedo a ser homosexual, le mando vestido de travestí a un bar de homosexuales. Para vencer al miedo, hay que dejarlo entrar en tu vida de forma concreta.
Muchos conocemos la anécdota de ese hombre que fotografió los copos de nieve y descubrió que cada uno era diferente: miles de millones de copos, cada cual con su forma. Es decir, todo es variedad, diferencia. Pero, al mismo tiempo, todo está comunicado, estamos unidos por secretos hilos. La vida es una creación milagrosa. Toda la realidad es una pura unión de hilos mentales, emocionales...
La persona que no controla su territorio no controla su existencia. Si uno no es consciente se deja llevar, no sólo exteriormente sino también con los pensamientos que le asaltan. Es muy vulnerable a deseos y sentimientos. (...) No hay que sufrir la realidad, hay que navegar sobre ella, superar vientos y tempestades. En medio de los golpes del mar y los signos, hay que avanzar tranquilamente y mirar hacia el puerto a donde vas.
(...)
Fui a ver a un sabio chino que me habían recomendado. (...) Nada más verme, me dijo: "¿Cuál es su finalidad en la vida?". Yo me quedé traspuesto, sin respuesta. Él prosiguió: "Si usted no me cuenta cuál es su finalidad en la vida, yo no le puedo curar". Entonces entendí que si un barco atraviesa la vida sin finalidad no llega a ningún puerto. Lo que permite que la vida no nos devore es tener una finalidad. Cuanto más alta sea, más lejos nos llevará.
Hay que perder los resentimientos; es el gran trabajo de resolver la rabia y los rencores. Estamos llenos de rencores y frustraciones por amor no obtenido. La enfermedad es falta de amor.
...las palabras son la primera barrera -la más esencial- en la que estamos presos. Y eso sucede porque, generalmente, en nuestra civilización se relaciona a la persona con todo lo que dice: "Yo soy lo que digo". Esta idea aún persiste, a pesar de que con el surrealismo, Freud, Lacan y otros, se rompió la idea de que se es lo que se dice. Y, sin embargo, pasamos todo el día contándonos cosas. La amistad "imbécil" es encontrarse para decir cosas, no para hacer cosas. Nos decimos cosas cacareando como en un gallinero. Nos educamos hablando. no haciendo cosas. Por eso el refrán "Del dicho al hecho hay mucho trecho". Nos pasamos la vida diciendo: "Tú me has dicho eso", "retira inmediatamente lo que has dicho". Es muy infantil, es el infantilismo de una educación verbal, donde sólo las palabras significan algo. Y la creatividad en este estado es nula. Un mundo donde solamente hay palabras es un universo donde no hay creatividad. Las palabras resultan histéricas cuando son tomadas como un lenguaje donde el objetivo son las mismas palabras. La creatividad se da fuera de las palabras.
En primer lugar no temer, atreverse a dar, tener la audacia de vivir con cierta desmesura.
...quería, con toda la locura de mi juventud, hacer estallar los límites. Estos actos los sacudían, los obligaban a abrirse. ¿Qué más podían hacer ante lo imprevisto? La vida es así, ¿comprendes?: totalmente impredecible. Crees que la jornada va a acontecer de tal o cual manera y, en realidad, puedes ser atropellado por un camión en la esquina, encontrarte con una antigua amante y llevarla al hotel a hacer el amor o caérsete el techo sobre la cabeza mientras trabajas. El teléfono puede sonar para anunciarte la mejor o la peor de las noticias. Nuestros actos de jóvenes poetas no hacían sino evidenciar esto, a contracorriente del mundo rígido de mis padres. Abrir la cama y encontrarse con un hervidero de gusanos es una situación que simboliza con fuerza lo que nos sucede a todos, todos los días.
...eso no quita que dicho periodo me enseñara a percibir la enloquecida creatividad de la existencia y a no identificarme con los límites dentro de los cuales la mayoría de la gente se encierra hasta que no aguanta más y revienta.
El acto poético es una llamada a la realidad: hay que enfrentar a la propia muerte, a lo imprevisto, a nuestra sombra, a los gusanos que hormiguean dentro de nosotros. Esta vida que nosotros quisiéramos lógica es, en realidad, loca, chocante, maravillosa y cruel. Nuestro comportamiento, que pretendemos lógico y consciente, es, de hecho, irracional, loco, contradictorio. Si observáramos lúcidamente nuestra realidad, constataríamos que es poética, ilógica, exuberante.
...sigo convencido de que con actos nuevos se abre la puerta de una nueva dimensión.
Si uno lo piensa, nuestra historia individual está constituida de palabras y actos. La mayor parte del tiempo la gente se contenta con pequeños actos inocuos, hasta que un día "revienta" y, sin control alguno, se pone furiosa, lo rompe todo, profiere insultos, se abandona a la violencia, llega incluso al crimen...
...sigo diciendo que la culpabilidad es inútil. El error está permitido, siempre que se cometa una sola vez y dentro de una búsqueda sincera de conocimiento. Ésa es la condición humana: el hombre busca el conocimiento, ¿y qué es el hombre en busca de algo sino, por definición, un ser errático? El error es parte integrante del camino. Abandonamos esas experiencias negativas, pero sin arrepentimiento alguno. Nos habían abierto la puerta del verdadero acto poético. Para hacer una tortilla hay que romper los huevos.
Porque, insisto, la realidad no es racional, por más que así lo queramos creer para tranquilizarnos. En general, los comportamientos humanos están motivados por fuerzas inconscientes, cualesquiera que puedan ser las explicaciones racionales que les atribuyamos luego.
¡El hecho es que. al igual que Gurdjieff, nunca tuve problemas financieros, lo que, viendo cómo funcioné siempre, es realmente milagroso! Por lo demás, creo en el milagro, o más bien en la existencia de una ley: si mis intenciones son puras y hago lo que debo hacer, el dinero llegará, de una manera u otra. Tal vez nunca seré lo que se llama una persona rica, pero dispondré siempre de los medios financieros que requiera cada momento.
La literatura universal concede un lugar importante al tema del "doble" que, poco a poco, expulsa a un hombre de su propia vida, se apropia de sus lugares favoritos, de sus amistades, de su familia, de su trabajo, hasta transformarlo en un paria e incluso a veces asesinarlo, según algunas versiones de ese mito universal. En lo que a mí respecta, creo que somos el "doble" y no el original.
Puesto que vivimos encerrados en lo que yo llamo "nuestra autoconcepción", la idea que tenemos de nosotros mismos, por qué no adoptar un punto de vista totalmente distinto? Por ejemplo, mañana tú serás Rimbaud. Te levantarás siendo Rimbaud, te cepillarás los dientes, te vestirás como él, pensarás como él, recorrerás la ciudad como él... Durante una semana, veinticuatro horas al día, y para ningún espectador salvo tú mismo, serás el poeta, actuando como otra persona con tus amigos y conocidos sin darles ninguna explicación. Lograrás ser un autor-actor-espectador, produciéndote, no en un teatro, sino en la vida.
...el deseo se apoderaba de mí, haciendo que perdiera la lucidez, y el sueño escapara a mi control. Olvidaba que estaba soñando. Me pasaba lo mismo con la riqueza. Cuando me dejaba fascinar del dinero, mi sueño dejaba de ser lúcido. Cada vez que trataba de satisfacer mis pasiones humanas, el guión me absorbía y perdía la lucidez. Fue un gran aprendizaje: comprendí finalmente que, en la vida como en el sueño, para permanecer lúcido es necesario distanciarse, no identificarse con la acción. Es un viejo principio espiritual que el sueño lúcido me hizo recordar. El deseo y el miedo son las dos caras de nuestra identificación, así lo afirman todas las tradiciones.
Hubo un tiempo en el que frecuentemente tenía la misma pesadilla: estaba en un desierto y desde el horizonte surgía, como una nube inmensa de negatividad, un ente psíquico decidido a destruirme. Me despertaba gritando y empapado en sudor... Un día me cansé y decidí ofrecerme en sacrificio al ente. En el apogeo del sueño, en un estado de terror lúcido, me dije:“De acuerdo, voy a dejar de querer despertarme. No tienes más que venir a destruirme”. El ente se acercó y, de repente de repente, desapareció. Desperté unos segundos y volví a dormirme plácidamente. Entonces comprendí que somos nosotros mismos quienes alimentamos nuestros terrores. Aquello que nos atemoriza pierde toda su fuerza en el momento en que dejamos de combatirlo. Es una de las enseñanzas clásicas del sueño lúcido.
Porque, ¿de qué sirve recibir enseñanzas si no las aplicas cuando te encuentras ante las dificultades cotidianas? Una enseñanza no se hace operante, no adquiere toda su fuerza transformadora, hasta el momento en que es aplicada.
También aprendí que en mi vida diaria no tenía porqué dejarme atrapar en un marco. La realidad cotidiana no es rígida, o no lo es más que en nuestra mente, en el concepto que tenemos de ella. Si nos sentimos atados, cansados de movernos siempre dentro del mismo entorno, ¡tenemos la facultad de cambiar! ¿Quién dice que es imposible? El sueño lúcido me enseñó a moverme por el interior de una realidad dúctil en la que siempre puede producirse cualquier mutación, cualquier transformación. Ello no depende sino de mi intención: (...) en este otro modo de sueño que es la “realidad”, también es mi cerebro, la forma en que yo me represento el mundo, lo que determina lo real. La “realidad” no existe por sí misma; instante a instante, creamos nuestra realidad, alegre o funesta, monótona o apasionante.
...la gran enseñanza del sueño lúcido está menos en el descubrimiento de la magia cotidiana que en esta exigencia de lucidez, porque no hay que olvidar que sin lucidez nada es posible. Como digo, desde el momento en que te dejas llevar por la experiencia que estás viviendo, el sueño te absorbe y pierdes la lucidez, que es lo único que sostiene la dimensión mágica. La magia que hemos evocado no opera sino gracias al distanciamiento. Lo que permite el juego es la lucidez del testigo, por el contrario, la identificación empequeñece la existencia, limita el campo de posibilidades. En el sueño rigen las mismas leyes que en la vida cotidiana: cuanto más te distancias, más puedes gozar de la existencia y sentirla como un gran patio de recreo. Si no consigues distanciarte, la vida puede convertirse en un callejón sin salida. Así pues, paradójicamente, el sueño me ha enseñado a velar, a mantener el hilo de la existencia, una corriente de lucidez, incluso a costa de grandes esfuerzos. ¡Porque bien sabe Dios lo maravillosa que puede ser la vida a veces, sobre todo, si te abres un poco a su magia! Sin embargo, al mismo tiempo que te vas abriendo, aumenta la tentación de dejarte absorber, el peligro de identificarte. Por otro lado, la lucidez se refuerza también con la práctica.
...intento no autodefinirme excesivamente, no encerrarme en una visión estrecha de mí mismo.
Hubo un tiempo en el que, antes de dormir, tenía la costumbre de pasar revista a todos los sucesos del día. Visualizaba la película de mi jornada, primero, de principio a fin y, después, a la inversa, según el consejo de un viejo libro de magia. Esta práctica de la “marcha atrás” tenía el efecto de permitir ubicarme a cierta distancia de los sucesos del día. Después de haber analizado, juzgado y tomado partido en el primer examen, volvía a repasar él día en sentido inverso y entonces me encontraba distanciado (...)
El solo hecho de acordarme de un sueño es ya como organizarlo. Yo no veo el sueño completo, sino aquello que he seleccionado de él. Análogamente, al repasar las últimas veinticuatro horas, no tengo acceso a todos los actos del día, sino a los que he retenido. Esta selección constituye ya una interpretación sobre la cual baso luego mis juicios y apreciaciones. Para hacernos más conscientes, podemos empezar por distinguir nuestra percepción subjetiva del día de aquello que constituye su realidad objetiva. Cuando ya hemos dejado de confundirlas, somos capaces de asistir como espectadores al desarrollo de la jornada, sin dejarnos influir por juicios y apreciaciones. Desde esta actitud de testigo, se puede interpretar la vida como se interpreta un sueño.
Puesto que soñamos nuestra vida, vamos a interpretarla y descubrir lo que trata de decirnos, los mensajes que quiere transmitirnos, hasta transformarla en sueño lúcido. Una vez conseguida la lucidez, tendremos libertad para actuar sobre la realidad, sabiendo que si sólo tratamos de satisfacer nuestros deseos egoístas seremos arrastrados, perderemos la ecuanimidad, el control y, por lo tanto, la posibilidad de hacer un acto verdadero. Para lograr divertirnos actuando, tanto en el sueño nocturno como en este sueño diurno que llamamos vida, hemos de estar cada vez menos implicados.
...me abrí al lenguaje de los objetos, al significado que encierran, por ejemplo, los regalos: todo obsequio tiene un sentido, se inscribe en una dinámica de posesión y comunicación. Olvidar una cosa en casa de un amigo, por ejemplo, o en un sitio público no tiene nada de gratuito.
...sólo tenemos los problemas que queremos tener. Estamos amarrados a nuestras dificultades. No tiene nada de asombroso, pues, que algunos traten de tergiversar y sabotear el acto: en realidad, no quieren curarse. Salir de nuestras dificultades implica modificar en profundidad nuestra relación con nosotros mismos y con todo nuestro pasado. En estas condiciones, ¿quién está realmente dispuesto a cambiar? La gente quiere dejar de sufrir, pero no esta dispuesta a pagar el precio, o sea a cambiar, a no seguir definiéndose en función de sus preciados sufrimientos.
...¿de qué me sirve romperme la cabeza preguntándome si estaré ya lo bastante purificado, lo bastante transparente? Recuerdo una historia zen acerca de esto: durante un paseo por un paisaje nevado un discípulo dice: “Maestro, los tejados están blancos, ¿cuando dejarán de estarlo?”. El maestro tarda en contestar. Se concentra en su hara y al fin le dice con voz grave: “¡Cuando los tejados están blancos, están blancos. Cuando no están blancos, no están blancos!”. ¡Es genial! Lo importante es aceptarse uno mismo. Si mi condición actual me produce malestar, es señal de que la rechazo. Entonces, más o menos conscientemente, trato de ser distinto del que soy; en definitiva, no soy yo. Si, por el contrario acepto plenamente mi estado de este momento, estoy en paz. No me lamento por creer que debería ser más santo, más bello, más puro de lo que soy aquí y ahora. Cuando soy blanco, soy blanco; cuando soy oscuro, soy oscuro, y punto. Ello no impide que trabaje en mí, que trate de ser un instrumento mejor; esta aceptación de uno mismo no limita las aspiraciones, sino que las sustenta. Porque sólo se puede avanzar a partir de lo que se es realmente.
Si tengo un clavo en el zapato, todo mi mundo, mi sensibilidad, se verán afectados. Antes de pretender ir más allá, afinar mi visión, tengo que extraer el clavo. Del mismo modo, cuando sufrimos un trauma, toda nuestra existencia se resiente. Importa, pues, remediar este trauma.
La imaginación actúa en todos los terrenos, incluidos los que consideramos “racionales”. En todas partes tiene su lugar. Importa, pues, desarrollarla para abordar la realidad, no a partir de una perspectiva única, sino desde múltiples ángulos. Normalmente, visualizamos todo según el estrecho paradigma de nuestras creencias y condicionamientos. De la realidad, misteriosa, tan vasta e imprevisible, no percibimos más que lo que se filtra a través de nuestro minúsculo punto de vista. La imaginación activa es la clave de una visión amplia, permite enfocar la vida desde puntos de vista que no son los nuestros, pensar y sentir a partir de diferentes ángulos. Esa es la verdadera libertad: ser capaz de salir de uno mismo, atravesar los límites de nuestro pequeño mundo individual para abrirse al universo. Me gustaría que los lectores de nuestro libro aceptaran, por lo menos, la idea del poder terapéutico de la imaginación, de la que la psicomagia, a fin de cuentas, no es más que una modesta aplicación.
Cuando vives el ahora, ese instante nos parece real, pero una hora después pertenecerá a la memoria, y las imágenes de la memoria tienen exactamente la misma calidad que las imágenes de un sueño.
Podríamos decir que vamos montados en un sueño y que todo esto, en la medida en que vamos avanzando y viendo, se va infiltrando en el mundo de los sueños y se va convirtiendo en sueño. Pero, ¿qué ocurre con los sueños? Pues todo lo contrario: soñamos y todos esos sueños se van introduciendo en nuestra vida real. Lo sueños se van haciendo realidad, como la realidad se va convirtiendo en sueño. Todo lo que sueñas se acaba haciendo real.
Cada día deberíamos realizar un acto gratuito, una cosa chiquita que sirva a los demás., como dar una chocolatina a un niño, coas simples. Yo he llegado a cierta depravación en la búsqueda de la bondad. A veces deposito un billete en el bolsillo de un mendigo que está dormido para que crea que tiene suerte. invento milagros. Aunque no creas en los milagros puedes hacer pequeñas obras para ayudar a los otros.
El arte cura porque tenemos que curarnos de no ser nosotros mismos y no estar en el presente. Hay una frase hasídica que dice: "Si no eres tú, ¿quién? Si no es aquí, ¿dónde? Si no es ahora, ¿cuándo?". Si eres capaz de solucionar el cuándo. el aquí y el quién (el tú), estás siendo tú mismo, y ya has logrado curarte.
La enfermedad consiste en que hemos cortado las uniones con el mundo. la enfermedad es falta de belleza, y la belleza es la unión. La enfermedad es falta de conciencia, y la conciencia es unión con uno mismo y con el universo.
Tenemos la impresión de que se tiene una gran libertad al pronunciar una palabrota, sin embargo su uso reduce el nivel de conciencia. la palabrota no es útil, o lo es sólo al comienzo, para liberarse. Al principio resulta revolucionaria, pero no conduce a ninguna mutación. Es como el argot. La gente va deformando el lenguaje a través del argot, que en principio puede ser útil en la medida en la que establece fuertes relaciones identitarias de grupo, pero que baja de golpe el nivel de conciencia. El único lenguaje que nos sube el nivel de conciencia es el lenguaje sublime: el del arte y la poesía.
Uno es una conciencia inmortal, una exacta reproducción del universo. Tu inconsciente es una partícula y al mismo tiempo la totalidad del cosmos. Y digan lo que digan respecto a tu limitado cuerpo, eres la conciencia total. Te cuenten lo que te cuenten de tu carne efímera, si llegas a integrarte en la conciencia divina, eres inmortal. Sin embargo, para lograrlo hay que tener la humildad de borrarse personalmente aceptando ser solo un canal. Pero si te presentas como un ser todopoderoso que lo sabe todo, serás un farsante. Por más que yo trate de ser más de lo que soy, no soy más de lo que soy. Hay que ser conscientes de lo que somos. El poder más grande de tu vida es poder ayudar, y el beneficio más grande que tiene el hombre es vivir en paz. Hay misterios, pero uno no los domina.
¿Cuáles son las leyes de la magia?
Son cuatro: querer, osar, poder y callar. Por "callar" entiendo "obedecer". La fuerza en reposo es la mayor fuerza, por eso a veces cuento esa historia iniciática que relata cómo el hombre más fuerte del Imperio chino hace su demostración de fuerza sacando una mariposa de una cajita y diciendo: "Soy tan fuerte que puedo tomar una mariposa por las alas sin dañarla". Eso es callar.
El conocimiento hay que manifestarlo sólo cuando se nos pide, y si no hay que callar. Una cosa es dar y otra obligar a recibir a los demás...
(...)
"Querer": si tú no quieres, no avanzas. Hay quien no quiere curarse. (...) si uno no quiere, ni un dios te puede curar.
"Osar": curarte es hacer frente a los cambios que la curación te va a producir. (...) Cuando estás enfermo, en realidad, estás llamando la atención de los demás para que te cuiden, estás pidiendo cariño. La enfermedad es una comedia de peticiones. El enfermo pide a gritos que lo amen. Hay que osar ser curado, entrar en una nueva individualidad en donde desconoces la dirección porque se produce un cambio y, en cierta medida, una nueva personalidad.
"Poder": significa que una vez que estás haciendo las cosas, entras en lucha y no tienes que ser tu propio enemigo. Para poder hay que ser uno y no ser otro, no luchar contra ti mismo porque ello te producirá una gran neurosis de fracaso.
"Callar": significa que cuando intentas transmitir lo que ganaste, lo pierdes por exhibicionista. Ése es el problema que tienen algunos gurús: muestran su santidad y la pierden en ese mismo acto. El verdadero maestro es invisible (...) Para el verdadero maestro toda la humanidad es su discípulo. De manera disimulada desliza bienes y conocimientos que pueden elevar el nivel de conciencia del otro.
...con la familia ocurre lo mismo: nos hacen daño, es como una trampa, nos acortan la vida, nos fastidian psíquica y socioculturalmente, nos proporcionan un limitado nivel de conciencia, nos sacan de nuestro ser esencial, nos inculcan ideas que no son nuestras, y en el momento en que nos encontramos en el mundo, todo aquello se desploma y tenemos que reconstruir la vida. Perdonamos porque no hay nadie culpable. Generación tras generación, cada una es víctima de la anterior.
A lo largo de la vida no se fijan prejuicios, sino creencias. Yo recuerdo de que a los 30 años hice una cosa fundamental: cogí un cuaderno y me dije: "Voy a escribir todas las ideas que tengo en la mente. ¿En qué creo?". Y lo escribí, lo hice para sacármelas como piojos de encima. Y luego me dije: estas ideas no son yo; las puedo utilizar y me pueden resultar útiles, pero no son yo.
El joven a veces cree que lo que piensa es él, como uno a veces piensa que su coche o que sus zapatos son él. Pero las ideas son como las camisas. No son uno mismo. En la juventud uno se puede equivocar, pero a medida que avanza el tiempo las cosas se van disolviendo y va quedando lo importante, el ser esencial.
Es que tú hablas de la mente, pero desde que descubrí el tarot yo siempre hablo como mínimo de cuatro centros del ser humano: intelectual, emocional, sexual y corporal. No sólo la mente hace juegos y malabares, el centro emocional, el centro sexual y el corporal también actúan. Hay que conocerse y observar. Por ejemplo: el centro intelectual quiere ser, y llega a ser por el silencio. El centro emocional quiere amar, y llega a amar por la indiferencia. El centro sexual quiere crear, y llega a crear aprendiendo a fracasar. El centro corporal quiere vivir, y llega a vivir aprendiendo a morir.
Es difícil pertenecer a un grupo porque los grupos constituídos crean dependencias.
En la meditación te inmovilizas y dedicas tu atención a lo que sucede en tu interior, como si estuvieras sentado al borde de un río viendo pasar las cosas. Y la contemplación es lo mismo pero nadando en ese río. Es decir, estás viendo lo que te sucede pero estás de pleno en la vida, actuando.
En realidad tú eres un camino. Tu cerebro es un camino donde transitan todos los dioses. Si en el camino veo un dios y me creo un dios, he caído en la trampa del gurú. En realidad, somos el camino por donde pasan las cosas, no los transeúntes.
Y en cuanto a las pruebas iniciáticas, consisten en lo siguiente: tienes un nivel de conciencia y te encuentras delante de un acontecimiento. Tienes que reaccionar de forma útil para ti y avanzar. La prueba es un desafío para que tú te desarrolles.
Muchas veces se ha hablado del ego sin entenderlo. En realidad, nosotros tenemos nuestro ser esencial y otra parte adquirida que permite una identificación o identidad. Esta última es el ego, una identidad adquirida que está al servicio de la esencia. El ego puede degenerar en personalidades desviadas, esquizofrénicas o paranoides debido a que en el ego es donde se hacen notar los traumas y los golpes de la vida. (...)
El ego es sordo. Sordo y ciego. El ego ha de ser domado. Es el núcleo de la doctrina hinduista. El ego se tiene que plegar ante la esencia. (...)
El ego es necesario como la cáscara del huevo que envuelve la esencia. Eso de "matar el ego" son locuras de los gurús, que, por cierto, son grandes ególatras.
Si yo no creo en la reencarnación, Buda se me cae. Para él hay que escapar de esta vida para volver a reencarnarse, y eso es un error. No hay que escapar de nada. Hay que vivir la vida. Yo no sé si existe la reencarnación, no podemos saberlo. No podemos establecer doctrinas comunicando cosas en las que debo creer, como decir que vamos a parar la rueda de la reencarnación, el karma, etcétera. Son creencias sospechosas. No las uso de ninguna manera. Bien mirado, son tóxicas para cualquiera.
¿Qué me importa el después? Nunca me importó cómo sería a las 80 años, o a los 100, o a los 1000 o a los 60.000. Lo que me importa saber es quién soy ahora, no adónde voy...
¿Pero dónde sostenernos en esa visión de uno mismo?
Te agarras a lo que eres. A la alegría de la vida. Eres cada vez más feliz y no necesitas el traje rígido del carácter o de la personalidad. Te haces fluido, como el agua. Lao Tse dice: "Hay que ser como el agua que toma la forma del vaso que la contiene". Vas por la vida tomando formas y eso es magnífico. Hay un momento en que lo aceptas y te dices "Esto que soy yo desaparece". Y una vez que eres consciente, todo el tiempo estás ahí. Sientes en tus talones un abismo de vacuidad total, y vas avanzando como una luz. Y esa luz que eres sabes que se la va a tragar el abismo. Existe la esperanza de que te disuelvas con un goce infinito en el océano cósmico, y eres tú, pero siempre que aceptes ceder tu conciencia. El último don que tú das es tu conciencia.
Cuando lleguemos a la muerte, lo mejor que podemos ofrecer es una perfecta y luminosa conciencia, una conciencia clara que hay que saber crear, porque si no, como decía Gurdjieff, mueres como un perro, sin ofrendar la conciencia ni construir un alma.
Aunque yo creo que la vida sí tiene sentido, un sentido que no tenemos por qué conocer. Es un misterio. Esa idea de que todas las cosas tienen una finalidad es muy mental. Por supuesto que tenemos un fin, pero no lo conocemos. Si no fuera así, yo no estaría aquí. Tenemos una finalidad como humanidad en el universo. Tenemos un destino y, sin embargo, no tenemos por qué conocerlo racionalmente. Y eso hay que aceptarlo de la manera más sana posible. Convertir nuestro planeta en un jardín. Enriquecerlo y enriquecernos.
Eso es una trampa, porque nadie se realiza plenamente. ¿Qué es realizarse? Se va avanzando como se puede. Por ejemplo, hoy he estado escribiendo todo el día (...) Y cada mañana escribo un poema de cuatro o cinco líneas, no tengo tiempo para más. Son pequeñas cosas que hago y que me gustan.
La palabra "monigote" (...) me sirve para designar todos los constructos mentales. Hay, por supuesto, monigotes útiles y monigotes inútiles. Y la utilidad de los mismos varían según pasa el tiempo o cambian nuestras circunstancias particulares. En cierto momento, un monigote inútil puede ser útil.
El monigote útil es aquel que nos conduce a las mutaciones necesarias.
El cerebro es un universo en constante expansión y movimiento. Vamos en una cárcel racional que navega dentro de un loco.
Dudó siempre de lo que veía en ese tipo de rituales...
Yo partía de no creer en nada. No es que dudara, es que no quería creer en aquello. El paso positivo que di ante aquellas prácticas fue eliminar el creer y el no creer, me quité esas dos actitudes de encima. Los científicos no creen, pero creen en no creer. Eso es un error. Hay que prescindir de prejuicios ante estos actos, experimentar tranquilamente y ver los resultados.
...el inconsciente procede con metáforas. Si, por ejemplo, a alguien que te ha hecho mucho daño le das una bola pintada de negro y le dices "Toma este es tu cáncer y no el mío, quédatelo", eso es una metáfora.
...perder la identidad es lo que más tememos.
Todos nosotros percibimos la vida desde un punto de vista, más o menos variable, a una cierta altura. Cuando cambiamos ese punto de vista nuestra vida cambia.
Usted dice que curar es todo menos un juego surrealista...pero en sus recetas de psicomagia hay mucho de juego y hasta de humor.
Hay algo de humor, pero lo que ocurre es que en el momento que hacemos algo que nunca hemos hecho, ya estamos en el camino de la curación. Hay que romper las rutinas. Como hablamos del lenguaje del inconsciente o de los sueños, estos actos pueden resultar extraños en apariencia. Es el camino contrario al seguido por Freud con el psicoanálisis y los sueños. El psicoanálisis anota los sueños y los interpreta a la luz de la razón, va de lo inconsciente a lo racional. Yo voy al revés: tomo lo racional y lo vuelco al lenguaje de los sueños, introduciendo los sueños en el lenguaje de la realidad. Los actos psicomágicos equivalen a construir sueños en la realidad. Si estas cosas no suceden hay que hacer que sucedan. La realidad busca la liberación onírica, y hay que hacer que pase algo para que alguien se cure. Todo lo que sale de lo racional hace reír o espanta. Risa o espanto son sólo reacciones para salirse de lo común.
¿Qué consejos daría para perder los miedos que padecemos?
Cada caso es distinto, pero siempre he dicho que hay que manifestarlos de una forma psicomágica. Hay que descubrir qué te da miedo y hacerlo.Si una persona teme morir, le hago pasar por un funeral, la entierro simbólicamente. (...) Les hago colocarse en el límite de lo que temen. Enfrentarse a ello.
Georg Groddeck dijo algo que me gustó mucho: "Tienes miedo a lo que deseas". Si una persona tiene miedo a ser homosexual, le mando vestido de travestí a un bar de homosexuales. Para vencer al miedo, hay que dejarlo entrar en tu vida de forma concreta.
Muchos conocemos la anécdota de ese hombre que fotografió los copos de nieve y descubrió que cada uno era diferente: miles de millones de copos, cada cual con su forma. Es decir, todo es variedad, diferencia. Pero, al mismo tiempo, todo está comunicado, estamos unidos por secretos hilos. La vida es una creación milagrosa. Toda la realidad es una pura unión de hilos mentales, emocionales...
La persona que no controla su territorio no controla su existencia. Si uno no es consciente se deja llevar, no sólo exteriormente sino también con los pensamientos que le asaltan. Es muy vulnerable a deseos y sentimientos. (...) No hay que sufrir la realidad, hay que navegar sobre ella, superar vientos y tempestades. En medio de los golpes del mar y los signos, hay que avanzar tranquilamente y mirar hacia el puerto a donde vas.
(...)
Fui a ver a un sabio chino que me habían recomendado. (...) Nada más verme, me dijo: "¿Cuál es su finalidad en la vida?". Yo me quedé traspuesto, sin respuesta. Él prosiguió: "Si usted no me cuenta cuál es su finalidad en la vida, yo no le puedo curar". Entonces entendí que si un barco atraviesa la vida sin finalidad no llega a ningún puerto. Lo que permite que la vida no nos devore es tener una finalidad. Cuanto más alta sea, más lejos nos llevará.
Hay que perder los resentimientos; es el gran trabajo de resolver la rabia y los rencores. Estamos llenos de rencores y frustraciones por amor no obtenido. La enfermedad es falta de amor.
...las palabras son la primera barrera -la más esencial- en la que estamos presos. Y eso sucede porque, generalmente, en nuestra civilización se relaciona a la persona con todo lo que dice: "Yo soy lo que digo". Esta idea aún persiste, a pesar de que con el surrealismo, Freud, Lacan y otros, se rompió la idea de que se es lo que se dice. Y, sin embargo, pasamos todo el día contándonos cosas. La amistad "imbécil" es encontrarse para decir cosas, no para hacer cosas. Nos decimos cosas cacareando como en un gallinero. Nos educamos hablando. no haciendo cosas. Por eso el refrán "Del dicho al hecho hay mucho trecho". Nos pasamos la vida diciendo: "Tú me has dicho eso", "retira inmediatamente lo que has dicho". Es muy infantil, es el infantilismo de una educación verbal, donde sólo las palabras significan algo. Y la creatividad en este estado es nula. Un mundo donde solamente hay palabras es un universo donde no hay creatividad. Las palabras resultan histéricas cuando son tomadas como un lenguaje donde el objetivo son las mismas palabras. La creatividad se da fuera de las palabras.