SEPTIEMBRE 2015
Lecturas
Kafka en la orilla.
Haruki Murakami
En el gimnasio (...) me pongo unos pantalones cortos de deporte y uancamiseta fina. Conforme mis músculos se van destensando recobro la calma. Me encuentro dentro de un recipiente llamado yo. Los contornos de mi ser van ajustándose hasta que se superponen a la perfección, se cierran con un pequeño ruido metálico. Tal como a mí me gusta. Estoy donde debo estar.
Un pequeño martillo va golpeando algún cajón dentro de mi cabeza, con perseverancia. Estoy a punto de recordar algo de importancia crucial.
Eso es todo. Claro que son muchas la cosas que me callo. Cuesta mucho decir las cosas que importan.
Pronto siento cierta languidez en la zona de las caderas como si estuviera flotando en un líquido denso.
- En todo, Nakata, hay que seguir un orden -explicó Johnie Walken- No se puede mirar demasiado lejos. Porque si miras demasiado lejos pierdes de vista el suelo y corres el riesgo de tropezar. Pero tampoco debes distraerte con los pequeños detalles que están a tus pies. Porque si no miras al frente, acabarás topando con algo. Total, que hay que mirar un poco hacia delante, seguir un orden determinado e ir despachando las cosas. Eso es fundamental. En cualquier cosa que hagas.
- No puedes cerrar los ojos - dijo Johnie Walken con voz resuelta- Otra vez las reglas. Los ojos no pueden cerrarse. Cerrarlos no soluciona nada. Por más que los cierres, no desaparecerá el problema. Al contrario, cuando vuelves a abrirlos, las coas habrán empeorado aún más. Así es el mundo en el que vivimos, Nakata. Tú mantén los ojos bien abiertos. Cerrarlos es de pusilánimes. Sólo los cobardes apartan la vista de la realidad. Y mientras tú cierras los ojos y te tapas los oídos el tiempo va transcurriendo. ¡Tic! ¡Tac! ¡Tic! ¡Tac!
El puro presente no es sino el fugitivo progreso del pasado royendo el futuro. A decir verdad, toda percepción y es memoria.
- Tú no entiendes nada de nada. Una revelación es así- dijo el Colonel Sanders haciendo chasquear la lengua- Una revelación trasciende los límites de lo cotidiano. Y una vida sin revelaciones no es vida. Lo importante es pasar de una razón que sólo observa a una razón que actúa.
- Mira Hoshino. Todos los objetos se encuentran en constante movimiento. La tierra, el tiempo, los conceptos, el amor, la vida, la fe, la justicia, el mal. Todas las cosas fluyen, son transitorias. Nada permanece indefinidamente en el mismo lugar ni con la misma forma.
Preguntar es vergüenza de un instante; no preguntar es vergüenza de una vida.
Las cosas de este mundo siempre te salen por donde menos te esperas. Precisamente por eso es interesante vivir.
Para ser exactos, la piedra en sí misma no tiene sentido. Las cosas cobran significado en un contexto concreto y, ahora, casualmente, le ha tocado esta piedra (...) Anton Chejov decía algo interesante: "Si en un relato sale una pistola, ¿hay que dispararla?
Mi cabeza, repleta de densas obsesiones sexuales, de la voz escurridiza de Prince y de citas de tal libro o tal otro, está a punto de estallar.
...contemplo a la gente que va y viene con aire atareado por el recinto de la estación. Todos se dirigen a alguna parte. Si yo quisiera, podría convertirme en uno de ellos. Podría subirme a algún tren y dirigirme a un lugar distinto. lo pienso. Dejar todo lo que tengo aquí, ir a una ciudad desconocida, volver a empezar de cero. Como quien abre las páginas en blanco de un cuaderno. Podría irme a Hiroshima. O a Fukuoka. Nada me ata. Soy libre al 100%. La mochila que llevo a la espalda contiene cuanto necesito para vivir. Mudas de ropa, neceser, saco de dormir.
Los dos volvieron andando a donde habían estacionado el camión.
- Oye, eso de que te vas a Shikoku...
- ¿Sí? - preguntó Nakata.
- ¿Y qué vas a hacer allí?
- Eso, ni siquiera Nakata lo sabe.
- Vamos, que no sabes lo que vas a hacer y tampoco sabes adónde vas. Pero de momento, ye vas a Shikoku.
- Sí, Nakata cruzará un gran puente.
- Y, una vez cruzado el puente, verás las cosas más claras.
- Sí, posiblemente sí. Pero, mientras no cruce el puente, yo no sabré nada.
- ¡Jo!- dijo el joven- Pues sí que es importante cruzar el puente.
- Sí, cruzar el puente es lo más importante del mundo.
Vence el miedo y la ira que hay en ti. Deja entrar dentro de ti una luz clara que vaya fundiendo el hielo de tu corazón. Eso es volverse fuerte de verdad.
Sujetos estrechos de miras, intolerantes y sin imaginación. Tesis desconectadas de la realidad, terminología vacía, ideales usurpados, sistemas inflexibles. Son esas cosas las que, a mí, realmente me dan miedo. Son esas cosas las que yo temo y odio con todo mi corazón.
A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar-me comenta el joven llamado Cuervo.
A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer.
Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo.
- Vivir solo inmerso en la naturaleza es algo realmente fabuloso, pero hacerlo por mucho tiempo no resulta nada fácil. […]
- En teoría no tiene que ser imposible. En la práctica hay gente que lo hace. Pero la naturaleza, en cierto sentido, es muy antinatural. Y la paz, en cierto sentido, puede llegar a ser muy amenazadora. Para poder sobrellevar estas condiciones hace falta preparación y experiencia.
En cuanto a la felicidad, sólo existe de un tipo, pero si hablamos de infortunios, los hay de mil tipos distintos. Tal como dijo Tolstoi, la felicidad es una alegoría; la desdicha, una historia.
Puesto que una persona está viviendo, la relación entre ésta y todo lo que le rodea, no importa lo que sea, cobra sentido de una manera natural. Y lo más importante es si esto sucede de una manera espontánea o no. No se trata de ser inteligente o tonto. La cuestión es si ves las cosas con tus propios ojos o no las ves.
A mi alrededor va sucediendo una cosa tras otra. Algunas la he elegido yo, otras no. Pero ya no soy capaz de distinguir las unas de las otras. Es decir, que las cosas que creo haber elegido yo, en realidad parece que ya estuvieran decididas de antemano mucho antes de que yo las elegiera. Tengo la sensación de que lo único que hago es ir calcando lo que alguien ya ha decidido de antemano. Y de que, por más que piense por mí mismo, por más que me esfuerce, todo es inútil. Al contrario, cuanto más lo intento, más siento que estoy dejando de ser rápidamente yo. Que me estoy alejando de mi propia órbita. Y esto es muy duro. No, quizá sería más exacto decir que esto me da miedo. Al pensar en ello, a veces siento que el terror me paraliza. (...)
- Aunque sea así, es decir, aunque estés predestinado a que lo que elijas y el esfuerzo que inviertas no sirva de nada, a pesar de ello, tú eres una entidad definida, tú sólo eres tú. Y no hay duda alguna de que tú, como ser independiente, sigues avanzando hacia delante. No tienes por qué preocuparte.(...)
- ¿Sabes, Kafka Tamura? Lo que tú estás sintiendo ahora no es otra cosa que el conflicto central de la tragedia griega. No es la persona la que elige su destino, sino el destino el que elige a la persona. Ésta es la concepción del mundo en la que se fundamenta la tragedia griega. Y la tragedia, según la defineAristóteles, irónicamente, no surge de los defectos del protagonista, sino de sus virtudes. ¿Entiendes a qué me refiero? Son las cualidades, no los defectos, las que arrastran al hombre a la tragedia. Edipo rey, de Sófocles, es un ejemplo remarcable de ello. En el caso de Edipo, no son la indolencia y la estupidez las que originan la tragedia, sino su valentía y su honestidad. Y de ahí nace, inevitablemente, la ironía.
—Pero no se puede hacer nada.
—Depende —dice Óshima—. Hay casos en los que no puede hacerse nada. Pero, a pesar de ello, la ironía hace más profundo al hombre, lo obliga a crecer. Y se convierte en una puerta de acceso a una solución de una dimensión mayor. Y en ella puedes encontrar una esperanza universal. Ésta es la razón por la que hoy en día tanta gente sigue leyendo la, tragedia griega; por la que la tragedia se ha constituido en uno de los prototipos del arte. Y antes ya he comentado esto, pero, en la vida, todo es una metáfora. En realidad, nadie va matando a su padre ni acostándose con su madre. ¿No te parece? En resumen, nosotros aceptamos la ironía a través de un mecanismo que se llama metáfora. Y esto nos convierte, a nosotros, en hombres más sabios.
Cuando nos enamoramos, todos buscamos en la persona amada una parte de nosotros que nos falta. Por eso, al pensar en esa persona, siempre nos ponemos en mayor o menor medida tristes. Nos sentimos como si volviéramos a pisar una habitación añorada que habíamos perdido hace muchísimo tiempo. Es natural. Esa sensación no la has descubierto tú. Así que mejor que no intentes patentarla.
El yo es el contenido de la relación y, al mismo tiempo, la relación en sí misma.
No es por fardar, pero lo de pensar no es lo mío.
De más está decir que se daba cuenta de la inutilidad de sus esfuerzos. Pero tampoco se le ocurría nada mejor que hacer (...)
- Esto de intentar dar pena a una piedra resulta patético, la verdad.
Sin ánimo de fardar, soy de los que huyen más veloces que un rayo, nunca he conseguido llevar nada hasta el final. Ése es mi problema.