NOVIEMBRE 2015
Reflexiones
Espinas
Y sí, sí, sí, algo se está agitando, moviendo, tensando alrededor de mi campo magnético como una red de energías que fueran orbitando alrededor de mí, cual eje, que las atrajera y repeliera en movimiento elíptico de velocidad indeterminada. Y cuando esas diferentes ondas de energía confluyen en un punto cercano, empiezan a darse una serie de casualidades. Una tras otra. Como la que acabo de explicar. Y a los dos días, otra.
La espinita clavada se remueve en su herida, hurga en la costra. ¿Qué significa eso?
La espinita ha decidido mandarme un mensaje. Literalmente.
Ni más ni menos que tengo que sacar el rotulador amarillo y subrayar bien fuerte al mismo tiempo que ignoro y no caigo en la tentación de intentar sacar la espina. Está clavada y está bien así.
Las espinitas no salen, las espinitas sólo hacen más daño, las espinitas se incrustan más profundamente. Y decepcionan. Nunca una historia con una espinita ha terminado bien. A las espinitas hay que cogerles cariño, hay que quererlas por lo que son. Te dan referencias y ubican tu pasado, lo compartimentan.
Es mejor respetarla y no molestarla mucho. Y olvídate de sacarla. Está enquistada bajo capas de carne mórbida y cicatrizada. Pero como buena espinita, cuando pasas el dedo suavemente por encima, chilla con un dolor espeluznante. Un dolor agudo e intenso, un dolor localizado que da dentera.
¿Por qué se clavó esta espinita, Dios Mío, si tampoco es que la historia transcurriera en un jardín de perfumadas rosas?
Pues nada, de los casos más absurdos e inexplicables se quedan espinitas que por alguna razón ya atravesaron la piel desde el principio, aunque tú no te dieras cuenta. Y otras veces la has subestimado y ni siquiera has cogido unas pinzas para sacarla cuando aún estabas a tiempo. Bah, esto a mí no me va a doler más de lo que yo permita.
Las había chulas. Las había inocentes. Las había prepotentes y poco experimentadas.
De repente pasan los días y cuando quieres acordar la espinita está clavada, bien clavada y ha empezado a cicatrizarse sobre ella. Si a cicatrizar podemos llamar la burbuja de pus, la ampolla que supura cada cierto tiempo.
Supongo que debería hacer esta canción de Ghostpoet mi himno, o más bien el suyo, que ya me identifico con la espinita, común error.
Love, love will remain
Throughout the pain and strain
Over the years
Faith, faith has a place
No matter your point of view
Or stance in the world
And you, you see it all
I have no place to hide
Or worries to give
I am sitting over here, looking for the answers
Working it out, one day at a time
And I am sitting over here, looking for the answers
Working it out, one day at a time
One day at a time
My heat wants to be free
Backflip and a summersault
Be careless with me
But life gets in the way
My past won't let go of me
I'm fighting away
And I never believed I could ever love
Straighten out, and just give a fuck
And I tread the path that reeks of deja vu
And I rumble on, what's going on?
And I seek to find what I'm running from
And I must believe there's an end to this game
https://www.youtube.com/watch?v=CZwML-fGTEM
La espinita clavada se remueve en su herida, hurga en la costra. ¿Qué significa eso?
La espinita ha decidido mandarme un mensaje. Literalmente.
Ni más ni menos que tengo que sacar el rotulador amarillo y subrayar bien fuerte al mismo tiempo que ignoro y no caigo en la tentación de intentar sacar la espina. Está clavada y está bien así.
Las espinitas no salen, las espinitas sólo hacen más daño, las espinitas se incrustan más profundamente. Y decepcionan. Nunca una historia con una espinita ha terminado bien. A las espinitas hay que cogerles cariño, hay que quererlas por lo que son. Te dan referencias y ubican tu pasado, lo compartimentan.
Es mejor respetarla y no molestarla mucho. Y olvídate de sacarla. Está enquistada bajo capas de carne mórbida y cicatrizada. Pero como buena espinita, cuando pasas el dedo suavemente por encima, chilla con un dolor espeluznante. Un dolor agudo e intenso, un dolor localizado que da dentera.
¿Por qué se clavó esta espinita, Dios Mío, si tampoco es que la historia transcurriera en un jardín de perfumadas rosas?
Pues nada, de los casos más absurdos e inexplicables se quedan espinitas que por alguna razón ya atravesaron la piel desde el principio, aunque tú no te dieras cuenta. Y otras veces la has subestimado y ni siquiera has cogido unas pinzas para sacarla cuando aún estabas a tiempo. Bah, esto a mí no me va a doler más de lo que yo permita.
Las había chulas. Las había inocentes. Las había prepotentes y poco experimentadas.
De repente pasan los días y cuando quieres acordar la espinita está clavada, bien clavada y ha empezado a cicatrizarse sobre ella. Si a cicatrizar podemos llamar la burbuja de pus, la ampolla que supura cada cierto tiempo.
Supongo que debería hacer esta canción de Ghostpoet mi himno, o más bien el suyo, que ya me identifico con la espinita, común error.
Love, love will remain
Throughout the pain and strain
Over the years
Faith, faith has a place
No matter your point of view
Or stance in the world
And you, you see it all
I have no place to hide
Or worries to give
I am sitting over here, looking for the answers
Working it out, one day at a time
And I am sitting over here, looking for the answers
Working it out, one day at a time
One day at a time
My heat wants to be free
Backflip and a summersault
Be careless with me
But life gets in the way
My past won't let go of me
I'm fighting away
And I never believed I could ever love
Straighten out, and just give a fuck
And I tread the path that reeks of deja vu
And I rumble on, what's going on?
And I seek to find what I'm running from
And I must believe there's an end to this game
https://www.youtube.com/watch?v=CZwML-fGTEM
Return and come back
Me ha pasado miles de veces, me reconozco en esta situación: quedarme en un sitio hasta recuperar la magia que viví una vez. La misma que me ha hecho volver.
Pero nunca aparece.
Me recuerdo en situaciones insoportables, con la esperanza y el empecinamiento de que todo sea como lo recuerdo.
Pero nunca sucede.
No vuelven las miradas, ni las horas dulces,
No vuelven las carambolas ni la poesía. No vuelve. Y cuanto más te empeñas en repetir (tirando de contactos, buscando a gente que ya no es como antes, como la recuerdas, como te sentías) menos se repite.
Es lo que tiene repetir ciertos viajes, frecuentar estas personas, círculos, lugares. Y quedarte, quedarte aunque seas infeliz esperando a que vuelvan unas circunstancias, una vuelta de tuerca en el vertiginoso rodar del destino.
Estás en la onda de bajada. Qué quieres que te diga.
Y por mucho que te empeñes dará la vuelta cuando toque.
He dejado de desear, de aferrarme, de querer revivir historias pasadas. Una vez que has dado el paso, que te vuelves, que pasas a otra dimensión, todo cambia radicalmente
Y sigues en la barra del bar con una copa aguada, haciendo chistes, intentando que reviva el espíritu.
Y sigues llamando, rememorando, mirando las llamadas, manteniendo el contacto, esperando tu momento.
El pasado no vuelve querida mía.
Cambia de rumbo. No intentes revivir una etapa, una relación, un viaje, una experiencia.
De verdad que rara vez se repiten las circunstancias de la experiencia y jamás se supera ni se vive porque tampoco existió. Está todo en tu mente aderezado, ampliado, distorsionado.
Pero nunca aparece.
Me recuerdo en situaciones insoportables, con la esperanza y el empecinamiento de que todo sea como lo recuerdo.
Pero nunca sucede.
No vuelven las miradas, ni las horas dulces,
No vuelven las carambolas ni la poesía. No vuelve. Y cuanto más te empeñas en repetir (tirando de contactos, buscando a gente que ya no es como antes, como la recuerdas, como te sentías) menos se repite.
Es lo que tiene repetir ciertos viajes, frecuentar estas personas, círculos, lugares. Y quedarte, quedarte aunque seas infeliz esperando a que vuelvan unas circunstancias, una vuelta de tuerca en el vertiginoso rodar del destino.
Estás en la onda de bajada. Qué quieres que te diga.
Y por mucho que te empeñes dará la vuelta cuando toque.
He dejado de desear, de aferrarme, de querer revivir historias pasadas. Una vez que has dado el paso, que te vuelves, que pasas a otra dimensión, todo cambia radicalmente
Y sigues en la barra del bar con una copa aguada, haciendo chistes, intentando que reviva el espíritu.
Y sigues llamando, rememorando, mirando las llamadas, manteniendo el contacto, esperando tu momento.
El pasado no vuelve querida mía.
Cambia de rumbo. No intentes revivir una etapa, una relación, un viaje, una experiencia.
De verdad que rara vez se repiten las circunstancias de la experiencia y jamás se supera ni se vive porque tampoco existió. Está todo en tu mente aderezado, ampliado, distorsionado.
El reino neuronal
De repente, un reto. No quejarme durante 24 horas. Si te ves muy suelta y con ganas puedes alargarlo hasta 21 días que se supone que son los necesarios para cambiar un hábito.
No quejarme. De hecho una de las más repetidas quejas que me hago a mí misma es que me quejo demasiado, por cosas tontas, por cosas menos tontas, serias, de pasada. Quejas a las claras, quejas implícitas, quejas reiteradas, proyectos de quejas.
Así que veo que es un reto-mensaje directamente para mí. Varias veces me había planteado proponerme en serio parar o disminuir el nivel y número, así como el acaloramiento, de mis quejas, pero era de esos pensamientos que cruzaban mi mente y venían acompañados de por sí de otra queja: "siempre estoy criticándome", "en otro momento que mi vida no sea un puto caos", "seré incapaz"...
Rápidamente mi mente se agarraba a cualquier pensamiento estúpido que le evadiera de la proposición. Tal vez con alguna otra queja: "encima que tengo todo este lío ahora, con todos estos incompetentes de los que quejarme, no es el mejor momento para hacer mis ridículos, pero bienintencionados, lavados de conciencia".
Así que, como animal de las redes sociales que soy, como ser débil y fácilmente provocable, he tenido que ver el reto escrito en colores bonitos para fijarme en él y que traspasara la línea de "sólo información" a la que no haces caso, que te resbala entre las neuronas (aunque siempre deja un poso, que conste), y golpeara de lleno en la diana de alguna neuronilla despierta a la que le ha agradado la idea.
Le ha pegado un codazo a la neurona de al lado para que despertara y se fijara, con la suerte de que ésta le ha dado otro codazo a la adormilada neurona de al lado... Así lo imagino, tipo ajedrez, sacudiendo sus sinapsis neuronales, emitiendo una eléctrica descarga a la neurona de al lado que resulta que fue aquella que alguna vez propuso junto con otras renovadoras y revolucionarias neuronillas que pasara a consideración de toda la masa cerebral el tema de la reducción de quejas. Que se sacara un proyecto de ley al que se tenían que ceñir todas las neuronas habitantes del reino del cerebro (y sí, hace falta esta especificación porque parece que en el estómago y en los intestinos también tenemos neuronas (el segundo cerebro que se dice) y obedecieran la propuesta de no emitir queja alguna.
Que habría alguna neuronilla que se rebelara, se despistara y metiera la pata. Pues sí. Pero tenía que ser un propósito en firme y para eso se necesita el beneplácito del departamento de determinación que lo gestiona un tipo de neuronas que no aceptan cualquier asunto que se proponga. Para que entren en acción con sus serias caras, su látigo y sus represiones se valen del departamento de la voluntad que pone en marcha los miembros para ir de aquí para allá, levantarse temprano, aguantar una ducha fría, no comer entre horas, etc etc.
Total que se despierta esa zona del cerebro donde sus habitantes deseaban y veían más que necesario el cambio (propuesta que no cuajó) y de repente toma más fuerza. Obligan a las neuronas encargadas a que lean el texto de la propuesta. A que lo lean y se entienda, no esas leídas rápidas en la que las palabras se escurren entre las neuronas que no mandan el significado de esos símbolos a buen puerto.
Al final parece que la insistencia de las neuronas y una especial predisposición,pues ayuda haber propuesto el tema en un momento de ocio neuronal, viendo facebook, para ser más exactos (porque las neuronas que lanzan leyes son un poco como los padres, si están muy liadas ni toman en consideración la propuesta- de las miles que se les hacen cada minuto- y directamente dicen "no, otro día").
Y pasan a otra cosa.
Pues esta vez, no se qué conjunción de neuronas ha habido, si estaba alineada la de la voluntad con la de la determinación o lo que sea pero la propuesta ha sido aceptada. Yo tengo el "ministerio neuronal del compromiso" hiper responsable y fuerte. Son como esos viejos y carcas estadistas que no se plantean ninguna propuesta nueva y que si tras mucho reparo y estudio deciden aceptar un reto nuevo...eso va a misa. Odian sentirse defraudados. Odian tener al "sindicato de reproches" dándoles la tabarra y revolucionando a todo el reino del cerebro, influyendo en él durante una temporada, multiplicando las neuronas relacionadas con el estado de bajón y la decepción.
Por no hablar del jodido y misterioso ministerio de la culpa. Ése está a la que salta, no se le escapa detalle, macho, son la Stasi de la materia gris. Van vigilando cualquier cosa, acto, decisión..y a la mínima se chivan y se hacen poderosos contaminando con sus misiles al resto de las hasta entonces alegres y despreocupadas neuronillas. Son neuronas grises, discretas, intentan pasar desapercibidas pero destilan un olor putrefacto que lo impregna todo. Al final todas las neuronas funcionan condicionadas por este olor, como el moho. Tal vez no lo ves, pero lo hueles, y todo sabe a humedad.
Otra cosa es cumplir la propuesta. Y tengo las neuronas de "la reserva" y las derrotistas. Auténticos departamentos subversivos que segun qué época del año y qué tormentilla hormonal haya en el cielo cerebral se hacen fuertes o aletargan. También hay un programa de reinserción de esas neuronas para transformarlas en otras si no positivas, que no vamos a ser tan optimistas, sí neutrales, sin fuerza, sin capacidad revolucionaria, sin capacidad de persuasión. Sin poder.
¿Y por qué tanto reparo en aceptar el reto? ¿Dónde está la dificultad? Porque si no me quejo, si no muestro mi IRA constantemente, siento perder los límites, mi personalidad, no sé quien soy. Me defino, me encuentro en la parte de mí que marca límtes, que se reafirma. Sin ira no tenemos a qué agarrarnos. Nos sentimos menos poderosos.
Temo parecer insulsa, sin carácter, vulnerable, un cero a la izquierda.
Es un área en la que me siento cómoda, en la que me impongo a los demás.
Total que el día que decido llevarlo a cabo, empiezo bien y con lo que parece ser ventaja: he estado tranquila en casa, he meditado, no tenía un día especialmente duro.
Vale.
Pues justo me he puesto rabiosa como hacía tiempo, he atacado con quejas, claro está.
O sea que hoy suspendida.
Tampoco tengo porqué esperar a mañana para volver a empezar.
Ahora la duda es ¿llegaré a las 24 horas?
Aunque tampoco creo que se trate de ser una malva. Uno se puede quejar "con cabeza", el quid está en el porqué y el cómo
¿No?
¿No me estaré dejando embaucar por las neuronas de la sustitución?
No quejarme. De hecho una de las más repetidas quejas que me hago a mí misma es que me quejo demasiado, por cosas tontas, por cosas menos tontas, serias, de pasada. Quejas a las claras, quejas implícitas, quejas reiteradas, proyectos de quejas.
Así que veo que es un reto-mensaje directamente para mí. Varias veces me había planteado proponerme en serio parar o disminuir el nivel y número, así como el acaloramiento, de mis quejas, pero era de esos pensamientos que cruzaban mi mente y venían acompañados de por sí de otra queja: "siempre estoy criticándome", "en otro momento que mi vida no sea un puto caos", "seré incapaz"...
Rápidamente mi mente se agarraba a cualquier pensamiento estúpido que le evadiera de la proposición. Tal vez con alguna otra queja: "encima que tengo todo este lío ahora, con todos estos incompetentes de los que quejarme, no es el mejor momento para hacer mis ridículos, pero bienintencionados, lavados de conciencia".
Así que, como animal de las redes sociales que soy, como ser débil y fácilmente provocable, he tenido que ver el reto escrito en colores bonitos para fijarme en él y que traspasara la línea de "sólo información" a la que no haces caso, que te resbala entre las neuronas (aunque siempre deja un poso, que conste), y golpeara de lleno en la diana de alguna neuronilla despierta a la que le ha agradado la idea.
Le ha pegado un codazo a la neurona de al lado para que despertara y se fijara, con la suerte de que ésta le ha dado otro codazo a la adormilada neurona de al lado... Así lo imagino, tipo ajedrez, sacudiendo sus sinapsis neuronales, emitiendo una eléctrica descarga a la neurona de al lado que resulta que fue aquella que alguna vez propuso junto con otras renovadoras y revolucionarias neuronillas que pasara a consideración de toda la masa cerebral el tema de la reducción de quejas. Que se sacara un proyecto de ley al que se tenían que ceñir todas las neuronas habitantes del reino del cerebro (y sí, hace falta esta especificación porque parece que en el estómago y en los intestinos también tenemos neuronas (el segundo cerebro que se dice) y obedecieran la propuesta de no emitir queja alguna.
Que habría alguna neuronilla que se rebelara, se despistara y metiera la pata. Pues sí. Pero tenía que ser un propósito en firme y para eso se necesita el beneplácito del departamento de determinación que lo gestiona un tipo de neuronas que no aceptan cualquier asunto que se proponga. Para que entren en acción con sus serias caras, su látigo y sus represiones se valen del departamento de la voluntad que pone en marcha los miembros para ir de aquí para allá, levantarse temprano, aguantar una ducha fría, no comer entre horas, etc etc.
Total que se despierta esa zona del cerebro donde sus habitantes deseaban y veían más que necesario el cambio (propuesta que no cuajó) y de repente toma más fuerza. Obligan a las neuronas encargadas a que lean el texto de la propuesta. A que lo lean y se entienda, no esas leídas rápidas en la que las palabras se escurren entre las neuronas que no mandan el significado de esos símbolos a buen puerto.
Al final parece que la insistencia de las neuronas y una especial predisposición,pues ayuda haber propuesto el tema en un momento de ocio neuronal, viendo facebook, para ser más exactos (porque las neuronas que lanzan leyes son un poco como los padres, si están muy liadas ni toman en consideración la propuesta- de las miles que se les hacen cada minuto- y directamente dicen "no, otro día").
Y pasan a otra cosa.
Pues esta vez, no se qué conjunción de neuronas ha habido, si estaba alineada la de la voluntad con la de la determinación o lo que sea pero la propuesta ha sido aceptada. Yo tengo el "ministerio neuronal del compromiso" hiper responsable y fuerte. Son como esos viejos y carcas estadistas que no se plantean ninguna propuesta nueva y que si tras mucho reparo y estudio deciden aceptar un reto nuevo...eso va a misa. Odian sentirse defraudados. Odian tener al "sindicato de reproches" dándoles la tabarra y revolucionando a todo el reino del cerebro, influyendo en él durante una temporada, multiplicando las neuronas relacionadas con el estado de bajón y la decepción.
Por no hablar del jodido y misterioso ministerio de la culpa. Ése está a la que salta, no se le escapa detalle, macho, son la Stasi de la materia gris. Van vigilando cualquier cosa, acto, decisión..y a la mínima se chivan y se hacen poderosos contaminando con sus misiles al resto de las hasta entonces alegres y despreocupadas neuronillas. Son neuronas grises, discretas, intentan pasar desapercibidas pero destilan un olor putrefacto que lo impregna todo. Al final todas las neuronas funcionan condicionadas por este olor, como el moho. Tal vez no lo ves, pero lo hueles, y todo sabe a humedad.
Otra cosa es cumplir la propuesta. Y tengo las neuronas de "la reserva" y las derrotistas. Auténticos departamentos subversivos que segun qué época del año y qué tormentilla hormonal haya en el cielo cerebral se hacen fuertes o aletargan. También hay un programa de reinserción de esas neuronas para transformarlas en otras si no positivas, que no vamos a ser tan optimistas, sí neutrales, sin fuerza, sin capacidad revolucionaria, sin capacidad de persuasión. Sin poder.
¿Y por qué tanto reparo en aceptar el reto? ¿Dónde está la dificultad? Porque si no me quejo, si no muestro mi IRA constantemente, siento perder los límites, mi personalidad, no sé quien soy. Me defino, me encuentro en la parte de mí que marca límtes, que se reafirma. Sin ira no tenemos a qué agarrarnos. Nos sentimos menos poderosos.
Temo parecer insulsa, sin carácter, vulnerable, un cero a la izquierda.
Es un área en la que me siento cómoda, en la que me impongo a los demás.
Total que el día que decido llevarlo a cabo, empiezo bien y con lo que parece ser ventaja: he estado tranquila en casa, he meditado, no tenía un día especialmente duro.
Vale.
Pues justo me he puesto rabiosa como hacía tiempo, he atacado con quejas, claro está.
O sea que hoy suspendida.
Tampoco tengo porqué esperar a mañana para volver a empezar.
Ahora la duda es ¿llegaré a las 24 horas?
Aunque tampoco creo que se trate de ser una malva. Uno se puede quejar "con cabeza", el quid está en el porqué y el cómo
¿No?
¿No me estaré dejando embaucar por las neuronas de la sustitución?
Una vieja conocida
Una inesperada llamada el domingo por la tarde, sin ningún motivo, sólo por gusto.
Ciertos comentarios de complicidad, comidas juntos, incluso algún juguetón reproche.
Ganas de cambiar de vida, de que sea más afín a esta nueva persona.
Cuándo deja de ser trabajo y pasa a ser amistad, cuando deja de ser amistad y pasa a ser algo más.
¿Qué de todo esto pertenece al plano de la realidad?
La frontera baila.
La frontera es muy difusa.
En función de lo que sientes, en función de lo que quieres ocultar, la frontera oscila se vuelve elástica o rígida, como una goma o como una vara de acero. Y depende de en qué lado de la frontera estés, lo ves de distinta forma.
De repente una sensación antigua, pero muy conocida.
Sí, una vieja conocida.
Una presión en el centro del pecho, como un globo que creciera hacia la tráquea y no deja pasar el aire.
Una tensión en la malla elástica de mi cuerpo, una disminución, reducción del campo magnético. Un objeto extraño que hace que todo se tense, que todos los pensamientos sean atraídos hacia lo mismo.
Pequeños sondeos, espiando reacciones, actitudes ¿nuevas?, buscando patrones, paralelismos.
Observando.
Angustiada.
Sí, angustiada, porque una sensación de latente náusea me acompaña constantemente.
Y lo peor es no poder hacer nada. Nada más que sentarte y esperar a ver cómo se desencadenan los acontecimientos.
Pero hay personas que pueden ser muy insistentes. Muy persuasivas.
Y hay personas que no sabemos estar quietas y calladas. Que ante la amenaza lejana, posible, corremos en su busca para enfrentarla cuanto antes.
Dejar que las cosas ocurran, que tomen el derrotero que deben tomar.
Confiar.
¿No estoy así propiciando que me hagan la cama? No defendiendo ni luchando por lo que tanto me ha costado conseguir.
Claro que tampoco puedo "hacer" nada. Las cosas toman su tiempo, pero no es mi estilo quedarme sentada observando cómo toquetean mis cosas, como las provocan mientras yo miro hacia otro lado.
Creo que no.
Pero tampoco voy a entrar en el antiguo juego de las dudas, la inseguridad y la locura.
Y, antes que nada, yo no estoy en la competición.
También puedo adquirir personalidades nuevas: de una fría seguridad e impasibilidad apabullantes y recociéndome llena de fuego por dentro, acumulando rencor y haciéndome la idiota.
Qué más da lo que me proponga. Al final la cabra tira para el monte.
Y no puedo dejar de sentirme triste y sin energía. Porque estas situaciones me dejan devastada, me hacen sentir ridícula y vulnerable. Siento cómo mis niveles de atención se disparan y me vuelvo susceptible de un modo histriónico.
Busco el enfrentamiento porque quiero que me garanticen lo que es imposible asegurar. Que los sentimientos van a seguir como hasta ahora para siempre.
Porque quiero que se sepa que me he dado cuenta, que tengo la mosca detrás de la oreja, quiero compartir la angustia.
¿Tengo que ignorar lo que está ocurriendo delante de mis narices?
Firme determinación de no mover ni un músculo.
Firme determinación de no reaccionar.
Firme determinación de no cagarla esta vez.
Firme detención de controlarme.
Firme determinación de pensar lo que voy a decir.
Firme determinación de no cometer los mismos errores.
Firme determinación de permanecer callada.
Firme determinación de mantener la sangre fría.
Firme determinación de ser un puto témpano.
Firme determinación de pensar antes de actuar.
Firme determinación de no hacer daño.
Firme determinación de controlar la rabia.
Firme determinación de aguantar, puedo aguantar sin dispararme como una escopetilla.
Firme, firme determinación. ......................................
Aditthaya.
Qué tristeza. El mundo que te habías construido, con sus zonas intencionadamente y persuasivamente mantenidas en sombras, en obras, con sus espacios de confort, con sus algodones, sus sonrisas, su tranquilidad. Ese espacio de felicidad completa en el que no cabía nada, esa felicidad excluyente, redonda, indiferente, introvertida.
Ese mundo que te ha costado tanto, al que te has habituado, ese mundo que amas... empieza a rasgarse por una esquina. Todo el decorado, ha empezado a desgarrarse, a humedecerse por un lado dejando entrar aires turbulentos, polvo, hojas secas del oscuro, desconocido exterior.
¿Cómo explicarlo?
¿Cómo has pensado que esto iba a durar siempre?
Tal vez mañana levantes la cabeza y luches por él, te desgañites y destroces las uñas, los dientes. Pero hoy, hoy toca darse cuenta, tocar fondo, sumirse en la pena negra. Ser consciente de que todo era como un sueño irreal, perfecto.
Mañana llegará el ansia por mantener, por arreglar, por fijar, pegar, el roto.
Pero hoy, hoy no tengo fuerzas.