ENERO
Reflexiones varias
En un mundo ideal...
En un mundo ideal, va y se nos cumplen nuestros deseos para el 2013.
Pero hay que desear así, en abstracto: salud, dinero, amor... Y que el destino lo interprete como quiera. Al final tendrás que conformarte con lo que te mande. Lo que temes es que ocurra como cuando pedías un regalo a los Reyes. No sé los demás, pero yo especificaba per-fec-ta-men-te, cuál era el regalo que quería, y además los ponía por orden de preferencia. Para que no hubiera confusiones y facilitarles el trabajo, y porque, seamos claros, otros años habían estado despistados trayéndome algo que yo no había pedido (seguramente destinado a otro niño), y otras veces habían pecado de demasiado prácticos trayéndome cosas que tal vez necesitaba para la vida cotidiana pero que ilusión y alegría... poca. Más bien parecía un regalo para mis padres que para mí. En fins...
Esos traumas hacen que te vuelvas un poco "especialita". Si alguien quiere hacerte un regalo, que te lo haga acertadamente, para qué vamos a estar tirando el dinero unos y acumulando cosas absurdas otros, ¿no?
Últimamente y para abreviar, yo pido felicidad y guiño un ojo a quien quiera que sea que mueve los hilos y se encargue de esto. Porque, claro, felicidad no es lo mismo para todo el mundo, como bien decía mi queridísima compae:
"La buena vida no para todo el mundo es igual... A mí, por ejemplo, tener un Rolex me come el...esto, me da lo mismo, pero arreglar el coche... O comprarme un camión... Los sueños de la Lechera...".
Y porque cuanto más tiquismiquis y minucioso te pongas con lo deseado, peor se lo toma el destino que es muy puñetero y quisquilloso.
Me recuerda a esa gente que te invita, por ejemplo, a comer por algún evento, cumpleaños o lo que sea. Entonces se supone que tienes que renunciar a lo que te apetezca y decir: "Me da igual, lo que tú pidas". O te van a regalar algo y dices: "Ok, pues cualquier pulsera". NO. ¿Para qué tener una pulsera que no me voy a poner pudiendo elegir la que me gusta?. Pero si te pones en plan decidida de lo que quieres y dispuesta a elegir, pues el otro se pone divino y parece que hasta le da coraje hacerte el regalo, y encima adquiere esa actitud de "te estoy perdonando la vida": "encima de mi generosidad, te pones exigente". Pero precisamente, ya que te vas a gastar la pasta, ¿no? Y si no, plántate con el regalo que te dé la gana y listo. No preguntes, que sea sorpresa.
O no sé, a lo mejor yo estoy mal de la cabeza.
Está muy bien que ofrezcas algo, pero a lo mejor ese algo concreto no es lo que me gusta a mí... Y hay que comprenderlo y respetarlo. Porque no todos tenemos los mismos gustos. Por ejemplo, yo le pegaría fuego a todas las fábricas de Crocs. ¡¡No he visto "calzado" tan horrible jamás!! Podrá ser cómodo, podrá ser... creo que ya no hay más argumentos a favor. Ni los médicos, ¡¡que no!!. Prefiero aquel calzado tipo zueco de color blanco con agujerillos, de pinta poco higiénica (porque en lo estético ni nos metemos) y que quedaban con la bata verde pino un poco de aquella manera... Ya es bastante desagradable toda visita a un Hospital, como para encima tener que ser atendido por un individuo ataviado con unas Crocs. Por no hablar de la pérdida inmediata de credibilidad y/o dignidad del sujeto. Pero si algún día voy con mi sobrina a comprarle unos zapatitos monísimos y ella me dice que prefiere unas Crocs, pues se las compraré y ¡Santas Pascuas! No veo dónde está el problema o la ofensa...
Pues los regalos tienen ese doble filo, al que va de magnánimo, de repente le sale la vena mezquina. (Pero, ojo, no todo el mundo tiene esta actitud a la hora de regalar. Son esos detalles que hacen que vayas clasificando a la gente).
Con el destino (voy a llamar así a esa fuerza exterior a la que van destinada nuestros deseos. Porque, por cierto, ¿habéis pensado, cuándo pedís vuestros deseos, a quién os dirigís?) pasa igual. No hay que ponerse meticulosa a la hora de pedir un deseo.
Si no pides trabajo, sino ESE trabajo al que has mandado el CV y te han hecho la entrevista y en el que ya te ves dándolo todo, pues ponte en que te sale porque el destino (o Bob Esponja, nuestros creadores extraterrestres o quien quiera que sea) decide ser obediente y hacerte caso para darte una lección. Seguro que antes de un mes ya te estás arrepintiendo porque no haces las funciones que te dijeron, es un trabajo por debajo de tus posibilidades, te utilizan de chica para todo, tus compañeros son lo peor y acabas prácticamente con depresión.
Pero hay que desear así, en abstracto: salud, dinero, amor... Y que el destino lo interprete como quiera. Al final tendrás que conformarte con lo que te mande. Lo que temes es que ocurra como cuando pedías un regalo a los Reyes. No sé los demás, pero yo especificaba per-fec-ta-men-te, cuál era el regalo que quería, y además los ponía por orden de preferencia. Para que no hubiera confusiones y facilitarles el trabajo, y porque, seamos claros, otros años habían estado despistados trayéndome algo que yo no había pedido (seguramente destinado a otro niño), y otras veces habían pecado de demasiado prácticos trayéndome cosas que tal vez necesitaba para la vida cotidiana pero que ilusión y alegría... poca. Más bien parecía un regalo para mis padres que para mí. En fins...
Esos traumas hacen que te vuelvas un poco "especialita". Si alguien quiere hacerte un regalo, que te lo haga acertadamente, para qué vamos a estar tirando el dinero unos y acumulando cosas absurdas otros, ¿no?
Últimamente y para abreviar, yo pido felicidad y guiño un ojo a quien quiera que sea que mueve los hilos y se encargue de esto. Porque, claro, felicidad no es lo mismo para todo el mundo, como bien decía mi queridísima compae:
"La buena vida no para todo el mundo es igual... A mí, por ejemplo, tener un Rolex me come el...esto, me da lo mismo, pero arreglar el coche... O comprarme un camión... Los sueños de la Lechera...".
Y porque cuanto más tiquismiquis y minucioso te pongas con lo deseado, peor se lo toma el destino que es muy puñetero y quisquilloso.
Me recuerda a esa gente que te invita, por ejemplo, a comer por algún evento, cumpleaños o lo que sea. Entonces se supone que tienes que renunciar a lo que te apetezca y decir: "Me da igual, lo que tú pidas". O te van a regalar algo y dices: "Ok, pues cualquier pulsera". NO. ¿Para qué tener una pulsera que no me voy a poner pudiendo elegir la que me gusta?. Pero si te pones en plan decidida de lo que quieres y dispuesta a elegir, pues el otro se pone divino y parece que hasta le da coraje hacerte el regalo, y encima adquiere esa actitud de "te estoy perdonando la vida": "encima de mi generosidad, te pones exigente". Pero precisamente, ya que te vas a gastar la pasta, ¿no? Y si no, plántate con el regalo que te dé la gana y listo. No preguntes, que sea sorpresa.
O no sé, a lo mejor yo estoy mal de la cabeza.
Está muy bien que ofrezcas algo, pero a lo mejor ese algo concreto no es lo que me gusta a mí... Y hay que comprenderlo y respetarlo. Porque no todos tenemos los mismos gustos. Por ejemplo, yo le pegaría fuego a todas las fábricas de Crocs. ¡¡No he visto "calzado" tan horrible jamás!! Podrá ser cómodo, podrá ser... creo que ya no hay más argumentos a favor. Ni los médicos, ¡¡que no!!. Prefiero aquel calzado tipo zueco de color blanco con agujerillos, de pinta poco higiénica (porque en lo estético ni nos metemos) y que quedaban con la bata verde pino un poco de aquella manera... Ya es bastante desagradable toda visita a un Hospital, como para encima tener que ser atendido por un individuo ataviado con unas Crocs. Por no hablar de la pérdida inmediata de credibilidad y/o dignidad del sujeto. Pero si algún día voy con mi sobrina a comprarle unos zapatitos monísimos y ella me dice que prefiere unas Crocs, pues se las compraré y ¡Santas Pascuas! No veo dónde está el problema o la ofensa...
Pues los regalos tienen ese doble filo, al que va de magnánimo, de repente le sale la vena mezquina. (Pero, ojo, no todo el mundo tiene esta actitud a la hora de regalar. Son esos detalles que hacen que vayas clasificando a la gente).
Con el destino (voy a llamar así a esa fuerza exterior a la que van destinada nuestros deseos. Porque, por cierto, ¿habéis pensado, cuándo pedís vuestros deseos, a quién os dirigís?) pasa igual. No hay que ponerse meticulosa a la hora de pedir un deseo.
Si no pides trabajo, sino ESE trabajo al que has mandado el CV y te han hecho la entrevista y en el que ya te ves dándolo todo, pues ponte en que te sale porque el destino (o Bob Esponja, nuestros creadores extraterrestres o quien quiera que sea) decide ser obediente y hacerte caso para darte una lección. Seguro que antes de un mes ya te estás arrepintiendo porque no haces las funciones que te dijeron, es un trabajo por debajo de tus posibilidades, te utilizan de chica para todo, tus compañeros son lo peor y acabas prácticamente con depresión.
Que pides volver con fulano. Venga, se alinean los astros y volvéis. Pues termina siendo como siempre o incluso peor. Mismos detalles y experiencias que te hicieron en su día (muy sabia y dignamente) dejarlo con él, pero elevadas al cuadrado. O experiencias nuevas y aciagas: te pone los cuernos, se va con otra, dejándote con una hipoteca y sin un jandón, porque gana en negro y ante el juez no tiene ingresos o cualquier otra jugarreta del destino. O que simplemente te quedes más pillada y jodida que antes, que tampoco hay que ponerse tremendistas, aunque la realidad siempre supere la ficción. Y entonas la conocida frase: "quién me mandaría a mí...".
Que te toque la lotería. Sí, y pierdes el boleto o te pasa como a los de esa película que acaba con toda la familia jodida y puteándose...
La casa supermaravillosa que tienes fichada. Y a los dos meses de comprarla te quedas sin curro y los gastos se convierten en tu peor pesadilla.
Aprobar el examen de conducir. Y sí, lo apruebas, pero después de 4 convocatorias. ¡¡No, no, que lo apruebe el día 15!! Y lo apruebas y a los dos días le das un golpecito que deja tu coche para el arrastre. Ahora tienes carnet pero no cómo utilizarlo.
Todo tiene un lado oscuro. TODO. Vemos la felicidad como un puerto al que se llega y poder olvidarte de todo. Y la felicidad hay que construirla todos lo días. Una lucha, vamos.
Así que ya tengo aprendido que no hay que presionar al destino. Como yo he sido pedigüeña desde mi más tierna infancia, no me limito a formular deseos en temporada (véase Nochevieja y antes de soplar la vela del cumpleaños), ni en momentos específicos (véase al paso de una estrella fugaz o adivinando en qué lado de la cara te ha caído la pestaña).
Hubo una vez que mis pestañas se quedaron en su sitio, no estábamos en época de estrellas fugaces, ni en temporada de deseos y yo necesitaba una mediación de la Providencia (el destino o lo que sea) rapidita y además para una gilipollez. Bueno, para mí en ese momento era muy importante, obviamente, no voy a meter cizaña encima diciendo que lo que pedí era una chorrada...
Bueno lo que quería con esas prisas y ardentías es lo que se suele querer en estos casos, que me llamara fulanito.
Así que habiendo pasado ya mi cumpleaños y lejos de Nochevieja me puse a investigar otros métodos de persuasión y llamada de atención sobre mi problema particular. Una amiga trajo la solución. Un "conjuro" sencillito, que era lo que yo quería porque tampoco me iba a poner a comprar velas de colores, especias imposibles ni esperar demasiado tiempo. Quería algo sencillo, barato y rápido. Porque lo que quería obtener era también así, una simple llamada. Claro que nunca quieres una simple llamada, quieres todo lo que "normalmente" mueve a alguien a hacer esa simple llamada: que tenga ganas de verte, un interés genuino y amoroso en ti, etc
Había que hacer lo siguiente:
Coger un pedazo de papel, escribir su nombre y apellidos un par de veces formando un círculo y pensando intensamente en esa persona. Y a continuación, sin dejar de pensarle, clavar una aguja en el centro del papel y poner el resultado cerca del teléfono. Antes de que pasaran 5 días, tendrías la ansiada llamada.
Bueno, pues parecerá una estupidez, pero me llamó a los tres días. Un mensajito para ver si nos veíamos. Realmente eufórica, no lo podía creer. Pero al final no le vi por diferentes circunstancias. Y volví a hacer el conjuro, y se volvió a poner en contacto conmigo y otra vez no pudimos quedar. Todo esto en medio de una tormenta de lexatines, noches en vela, tabaco, nervios, tensión, pérdida de papeles, etc
Lo que me hizo recordar aquello que decía mi abuelo de "ten cuidado con lo que deseas...". Pero con el sentido de: lo que desees deséalo bien y detalladamente.
Que me llame para quedar y que quedemos.
Pero ya son dos deseos. Porque si deseo "verle", esto el destino que es muy graciosillo (¿o es lelo?) lo puede interpretar como verle a través de la ventana del autobús mientras camina por la calle, en una foto que acaba de subir a Facebook ... Por tanto, el deseo sería encontrármelo. Entonces te lo plantará delante de tus narices y de la mano de una chica, o con mucha prisa... Claramente, verle le has visto pero no te ha servido de nada. Pues deseo que quedemos, y entonces queda contigo para pedirte un favor o para comentarte por qué ya no está interesado en ti. Que piense en mí, vale, y puede pensar en ti pero no te llama porque piensa que tú pasas o está mosqueado por algo. Que se vuelva loco por ti, peor, con eso no vas a conseguir que te llame por lo mismo comentado antes. Aunque todo esto es una idiotez. Si a un tío le apetece verte, hará por dónde, no te quepa duda. No se para a pensar mucho, va y te llama. Eso sí, si no está pendiente de ti, si queda en llamar y no lo hace, si empieza a hacer cosas raras y te acuerdas de los misterios de las catedrales y de que este tío no tiene nada que envidiarles... olvídate de él de inmediato, le importas tres pepinos.
Que te toque la lotería. Sí, y pierdes el boleto o te pasa como a los de esa película que acaba con toda la familia jodida y puteándose...
La casa supermaravillosa que tienes fichada. Y a los dos meses de comprarla te quedas sin curro y los gastos se convierten en tu peor pesadilla.
Aprobar el examen de conducir. Y sí, lo apruebas, pero después de 4 convocatorias. ¡¡No, no, que lo apruebe el día 15!! Y lo apruebas y a los dos días le das un golpecito que deja tu coche para el arrastre. Ahora tienes carnet pero no cómo utilizarlo.
Todo tiene un lado oscuro. TODO. Vemos la felicidad como un puerto al que se llega y poder olvidarte de todo. Y la felicidad hay que construirla todos lo días. Una lucha, vamos.
Así que ya tengo aprendido que no hay que presionar al destino. Como yo he sido pedigüeña desde mi más tierna infancia, no me limito a formular deseos en temporada (véase Nochevieja y antes de soplar la vela del cumpleaños), ni en momentos específicos (véase al paso de una estrella fugaz o adivinando en qué lado de la cara te ha caído la pestaña).
Hubo una vez que mis pestañas se quedaron en su sitio, no estábamos en época de estrellas fugaces, ni en temporada de deseos y yo necesitaba una mediación de la Providencia (el destino o lo que sea) rapidita y además para una gilipollez. Bueno, para mí en ese momento era muy importante, obviamente, no voy a meter cizaña encima diciendo que lo que pedí era una chorrada...
Bueno lo que quería con esas prisas y ardentías es lo que se suele querer en estos casos, que me llamara fulanito.
Así que habiendo pasado ya mi cumpleaños y lejos de Nochevieja me puse a investigar otros métodos de persuasión y llamada de atención sobre mi problema particular. Una amiga trajo la solución. Un "conjuro" sencillito, que era lo que yo quería porque tampoco me iba a poner a comprar velas de colores, especias imposibles ni esperar demasiado tiempo. Quería algo sencillo, barato y rápido. Porque lo que quería obtener era también así, una simple llamada. Claro que nunca quieres una simple llamada, quieres todo lo que "normalmente" mueve a alguien a hacer esa simple llamada: que tenga ganas de verte, un interés genuino y amoroso en ti, etc
Había que hacer lo siguiente:
Coger un pedazo de papel, escribir su nombre y apellidos un par de veces formando un círculo y pensando intensamente en esa persona. Y a continuación, sin dejar de pensarle, clavar una aguja en el centro del papel y poner el resultado cerca del teléfono. Antes de que pasaran 5 días, tendrías la ansiada llamada.
Bueno, pues parecerá una estupidez, pero me llamó a los tres días. Un mensajito para ver si nos veíamos. Realmente eufórica, no lo podía creer. Pero al final no le vi por diferentes circunstancias. Y volví a hacer el conjuro, y se volvió a poner en contacto conmigo y otra vez no pudimos quedar. Todo esto en medio de una tormenta de lexatines, noches en vela, tabaco, nervios, tensión, pérdida de papeles, etc
Lo que me hizo recordar aquello que decía mi abuelo de "ten cuidado con lo que deseas...". Pero con el sentido de: lo que desees deséalo bien y detalladamente.
Que me llame para quedar y que quedemos.
Pero ya son dos deseos. Porque si deseo "verle", esto el destino que es muy graciosillo (¿o es lelo?) lo puede interpretar como verle a través de la ventana del autobús mientras camina por la calle, en una foto que acaba de subir a Facebook ... Por tanto, el deseo sería encontrármelo. Entonces te lo plantará delante de tus narices y de la mano de una chica, o con mucha prisa... Claramente, verle le has visto pero no te ha servido de nada. Pues deseo que quedemos, y entonces queda contigo para pedirte un favor o para comentarte por qué ya no está interesado en ti. Que piense en mí, vale, y puede pensar en ti pero no te llama porque piensa que tú pasas o está mosqueado por algo. Que se vuelva loco por ti, peor, con eso no vas a conseguir que te llame por lo mismo comentado antes. Aunque todo esto es una idiotez. Si a un tío le apetece verte, hará por dónde, no te quepa duda. No se para a pensar mucho, va y te llama. Eso sí, si no está pendiente de ti, si queda en llamar y no lo hace, si empieza a hacer cosas raras y te acuerdas de los misterios de las catedrales y de que este tío no tiene nada que envidiarles... olvídate de él de inmediato, le importas tres pepinos.
De lo que sacamos la conclusión de que lo mejor es que las cosas pasen por sí solas y dejarnos de deseos que no sirven para nada porque al destino no le gusta que le metan prisa. Y si te pones flamenca e intransigente, se las buscará para darte con tu deseo en las narices y arrepentirte de haberlo deseado.
Y porque tu opinión, normalmente, le importa tres carajos, por decirlo finamente.
Y porque tu opinión, normalmente, le importa tres carajos, por decirlo finamente.
Así que hay que tirar de la socorrida (porque está muy a mano, y porque viene a socorrerte) frase: "Es que no estaba para ti". Y ya está.
En realidad es mejor que no me ocurra, mi angelito de la guarda, (pobrecillo, haberle tocado yo en suerte, ¡¡hay que ver lo que le hago sudar la túnica!!) se encarga de preservarme y protegerme de mis deseos. Con la respectiva frase: "Dios escribe derecho con renglones torcidos".
Pero hay veces que no te conformas, ¡coño!, que te deje demostrarle que no siempre tiene que tener razón y porque además quieres eso, eso, ahora mismo, y luego ya se verá... Aunque te termines cagando en la puta y diciéndote: "¿No querías caldo?. ¡Pues toma dos tazas!".
Y otra vez: Cuidado con lo que deseas que se puede convertir en realidad.
Si quieres divertir a Dios, cuéntale tus planes.
Así que hay que desear en abstracto: salud, dinero, amor...
Pero si estás muy empecinado en algo, pídelo: Que me salga este proyecto y pueda abrir mi tiendecita. Y al final lo mismo acabas echando el cierre y con más trampas que un pajarero. Pero, ¿quién te dice que no conseguirlo habría sido mejor?. Lo mismo te hubieras embarcado en un proyecto más a tu alcance y habrías salido peor parada.
Entonces, como no se sabe si lo que deseamos va a ser mejor que lo que nos ocurra sin desear nada, pues vayamos por la vida deseando lo que nos apetezca y sin miedos. O hagamos como los budistas y arranquemos de nosotros el deseo de una vez (como si fuera así de fácil, pero hay que ir entrenándose). Porque, como decía aquel, nos pasamos la vida esperando que pase algo y lo único que pasa es la vida.
Así que: Carpe Diem!! y Carpe Noctem!! Carpe que te Carpe...
Poneos finos y las botas mientras podáis,
aprovechad cada momento como si fuera el último, (pues veloz el tiempo vuela),
cuando estés disfrutando, (esta flor que hoy admiráis) vívelo como si no hubiera un futuro,
(mañana aparecerá muerta) y que te quiten lo bailao...
Vivimos en una época en la que no hay reglas, todos los patrones en los que nos refugiábamos se han caído y nos han dejado a la intemperie, desnudos. ya no hay un hogar. Todo es un caos, está más disparatado que nunca, la hormiga se mata a trabajar para que le quiten la pensión en una crisis económica y la cigarra cuelga un vídeo en youtube haciendo el capullo y de un día para otro caga pasta...
Sigue tus objetivos y no los de otro. Para ello ponte a aclarar cuáles son tus objetivos y lo que se te da bien. Otro lugar común. No todos han tenido siempre clara su vocación, muchos seguimos con la gabardina y la lupa...
Que todo es cuestión de suerte... ésa es mi conclusión. No es la primera vez que llego a ella. De estar en el momento adecuado en el lugar preciso. Una manera rimbombante de decir lo mismo. Porque si consigues estar en esa situación, procura que no te pille cazando moscas o no dirás la parida adecuada que encantará a la persona apropiada y hará que te quiera dar la oportunidad de tu vida. O lo mismo sí tienes que estar muy calladito por eso de que "es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y confirmarlo".
Intenta ser tú mismo, o el cúmulo de contradicciones que se supone que eres hoy, mañana ya veremos.
Y sobretodo muévete. Y cuando te canses y te des por vencido, antes de cortarte las venas, enrólate en una ONG y lárgate adonde te manden, procura serle útil a alguien... Seguramente al forrado que está detrás de la organización... Pero también a las personas con la que compartas penurias, día a día, apoyo... ¡Y ojo que lo de trabajar para una ONG ya no es tan fácil!
Rápate el pelo, enfúndate una túnica azafrán y lánzate a conocer el subconsciente, perdida en un monasterio en el fin del mundo...
Busca una salida... que será la entrada para verte tú a saber dónde.
Y sobre todo insiste, insiste... ¡¡y cree en tu suerte!!
En realidad es mejor que no me ocurra, mi angelito de la guarda, (pobrecillo, haberle tocado yo en suerte, ¡¡hay que ver lo que le hago sudar la túnica!!) se encarga de preservarme y protegerme de mis deseos. Con la respectiva frase: "Dios escribe derecho con renglones torcidos".
Pero hay veces que no te conformas, ¡coño!, que te deje demostrarle que no siempre tiene que tener razón y porque además quieres eso, eso, ahora mismo, y luego ya se verá... Aunque te termines cagando en la puta y diciéndote: "¿No querías caldo?. ¡Pues toma dos tazas!".
Y otra vez: Cuidado con lo que deseas que se puede convertir en realidad.
Si quieres divertir a Dios, cuéntale tus planes.
Así que hay que desear en abstracto: salud, dinero, amor...
Pero si estás muy empecinado en algo, pídelo: Que me salga este proyecto y pueda abrir mi tiendecita. Y al final lo mismo acabas echando el cierre y con más trampas que un pajarero. Pero, ¿quién te dice que no conseguirlo habría sido mejor?. Lo mismo te hubieras embarcado en un proyecto más a tu alcance y habrías salido peor parada.
Entonces, como no se sabe si lo que deseamos va a ser mejor que lo que nos ocurra sin desear nada, pues vayamos por la vida deseando lo que nos apetezca y sin miedos. O hagamos como los budistas y arranquemos de nosotros el deseo de una vez (como si fuera así de fácil, pero hay que ir entrenándose). Porque, como decía aquel, nos pasamos la vida esperando que pase algo y lo único que pasa es la vida.
Así que: Carpe Diem!! y Carpe Noctem!! Carpe que te Carpe...
Poneos finos y las botas mientras podáis,
aprovechad cada momento como si fuera el último, (pues veloz el tiempo vuela),
cuando estés disfrutando, (esta flor que hoy admiráis) vívelo como si no hubiera un futuro,
(mañana aparecerá muerta) y que te quiten lo bailao...
Vivimos en una época en la que no hay reglas, todos los patrones en los que nos refugiábamos se han caído y nos han dejado a la intemperie, desnudos. ya no hay un hogar. Todo es un caos, está más disparatado que nunca, la hormiga se mata a trabajar para que le quiten la pensión en una crisis económica y la cigarra cuelga un vídeo en youtube haciendo el capullo y de un día para otro caga pasta...
Sigue tus objetivos y no los de otro. Para ello ponte a aclarar cuáles son tus objetivos y lo que se te da bien. Otro lugar común. No todos han tenido siempre clara su vocación, muchos seguimos con la gabardina y la lupa...
Que todo es cuestión de suerte... ésa es mi conclusión. No es la primera vez que llego a ella. De estar en el momento adecuado en el lugar preciso. Una manera rimbombante de decir lo mismo. Porque si consigues estar en esa situación, procura que no te pille cazando moscas o no dirás la parida adecuada que encantará a la persona apropiada y hará que te quiera dar la oportunidad de tu vida. O lo mismo sí tienes que estar muy calladito por eso de que "es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y confirmarlo".
Intenta ser tú mismo, o el cúmulo de contradicciones que se supone que eres hoy, mañana ya veremos.
Y sobretodo muévete. Y cuando te canses y te des por vencido, antes de cortarte las venas, enrólate en una ONG y lárgate adonde te manden, procura serle útil a alguien... Seguramente al forrado que está detrás de la organización... Pero también a las personas con la que compartas penurias, día a día, apoyo... ¡Y ojo que lo de trabajar para una ONG ya no es tan fácil!
Rápate el pelo, enfúndate una túnica azafrán y lánzate a conocer el subconsciente, perdida en un monasterio en el fin del mundo...
Busca una salida... que será la entrada para verte tú a saber dónde.
Y sobre todo insiste, insiste... ¡¡y cree en tu suerte!!
10 reglas para triunfar en las rebajas
Este año más que nunca necesitamos la ilusión y el empujoncito anímico de las rebajas. Sí, precisamente tras un otoño en el que nos hemos reprimido a la hora de comprar algunos imprescindibles, en momentos de extrema flaqueza hasta hemos necesitado ayuda exterior: "¿mamá, no me lo llevo?, ¿seguro? Sí, tengo uno que tiene un aire, pero nada que ver. Éste tiene un rollo romántico con el encajito aquí y el que tú dices es muchísimo más largo y serio... Este lo voy a utilizar en verano... Y con la blazer que tengo fichada tiene que quedar...".
Bueno, con esos factores seguramente te lo terminaste llevando y con razón, pero seguramente, haciendo de tripas corazón, pasaste estoicamente de otras muchas cosas que viste en tus escasas salidas de shopping. ¡Pues ahora es el momento de ir a por ellas!
Las rebajas son los Reyes Magos de las adultas. El día de antes casi ni duermes pensando qué habrá en la tienda: ¿seguirá ese vestido?, ¿tendrán tu talla?, si no la encuentras ahí tendrás que ir como un sputnik al otro centro comercial... Y cómo te va a quedar con los botines y la camisa... ¡¡No es capricho, es necesidad!! No vas a permitir que la sociedad se pierda semejante despliegue de estilo, sería una crueldad. Y aquellas cortinas y adornos para la casa...
he aquí las reglas de oro para triunfar en la guerra de las rebajas:
1. Trabajo de campo. Los días previos al comienzo de las rebajas, pásate por las tiendas que te gustan y observa qué cosas hay que lleven tu nombre. Pruébate para saber tu talla y no perder tiempo en el día R.
2. Fijación de objetivos. Con lo que has visto, prioriza y descarta. Aquellas cosas sin las que no puedes sobrevivir al invierno con un mínimo de clase. Aquellas otras que siendo sinceras tampoco te vas a poner mucho ni necesitas hoy por hoy (véase un vestido de fiesta largo y con plumas, muy propio para una Nochevieja pero de aquí al año que viene a saber si no estás harta de verlo en el armario y prefieres otra cosa). Dos cazadoras perfecto pueden convivir en tu armario, hasta tres. Pero más... Y piensa objetivamente si siempre te terminas poniendo la misma por ser la más cómoda y versátil y las otras se quedan siempre en el armario. Cuatro juegos de vasos que siguen esperando a salir a escena y que se acumulan a los que ya compraste el año pasado tampoco tiene mucho sentido.
3. Plan de ataque. La noche anterior estableceremos nuestras preferencias: moda o decoración (aquí es donde encontramos las rebajas más interesantes). Sacaremos un mapa que extenderemos en nuestra mesa de trabajo y pondremos chinchetas en las tiendas a invadir. Hagamos una estrategia para ahorrar tiempo y visitar primero las tiendas preferidas o contenedoras de nuestro obetivo number one.
Bueno, con esos factores seguramente te lo terminaste llevando y con razón, pero seguramente, haciendo de tripas corazón, pasaste estoicamente de otras muchas cosas que viste en tus escasas salidas de shopping. ¡Pues ahora es el momento de ir a por ellas!
Las rebajas son los Reyes Magos de las adultas. El día de antes casi ni duermes pensando qué habrá en la tienda: ¿seguirá ese vestido?, ¿tendrán tu talla?, si no la encuentras ahí tendrás que ir como un sputnik al otro centro comercial... Y cómo te va a quedar con los botines y la camisa... ¡¡No es capricho, es necesidad!! No vas a permitir que la sociedad se pierda semejante despliegue de estilo, sería una crueldad. Y aquellas cortinas y adornos para la casa...
he aquí las reglas de oro para triunfar en la guerra de las rebajas:
1. Trabajo de campo. Los días previos al comienzo de las rebajas, pásate por las tiendas que te gustan y observa qué cosas hay que lleven tu nombre. Pruébate para saber tu talla y no perder tiempo en el día R.
2. Fijación de objetivos. Con lo que has visto, prioriza y descarta. Aquellas cosas sin las que no puedes sobrevivir al invierno con un mínimo de clase. Aquellas otras que siendo sinceras tampoco te vas a poner mucho ni necesitas hoy por hoy (véase un vestido de fiesta largo y con plumas, muy propio para una Nochevieja pero de aquí al año que viene a saber si no estás harta de verlo en el armario y prefieres otra cosa). Dos cazadoras perfecto pueden convivir en tu armario, hasta tres. Pero más... Y piensa objetivamente si siempre te terminas poniendo la misma por ser la más cómoda y versátil y las otras se quedan siempre en el armario. Cuatro juegos de vasos que siguen esperando a salir a escena y que se acumulan a los que ya compraste el año pasado tampoco tiene mucho sentido.
3. Plan de ataque. La noche anterior estableceremos nuestras preferencias: moda o decoración (aquí es donde encontramos las rebajas más interesantes). Sacaremos un mapa que extenderemos en nuestra mesa de trabajo y pondremos chinchetas en las tiendas a invadir. Hagamos una estrategia para ahorrar tiempo y visitar primero las tiendas preferidas o contenedoras de nuestro obetivo number one.
4. Uniforme de batalla.
4.1 Calzado: Un híbrido entre maratón y escalada, para saltar sobre cuerpos, montones de ropa y lo que se cruce en tu camino. No hay piedad. Pero debe ser cómodo, que se quite rápido con un empujón del otro pie y lo suficientemente holgado para que te lo puedas calzar a la par que caminas. Olvida los cordones, botas, aquellos que necesitan que te sientes para deshacerte de ellos, ¿dónde te vas a sentar, hija mía? Y lo suficientemente feos como para que a nadie se le ocurra confundirlo con un modelo perdido de la tienda, te lo coja en un despiste mientras contemplas extasiada lo bien que te quedan los que te estás probando y desaparezcan. Terminar una sesión de rebajas descalza no es la mejor opción. Tampoco pasaría nada, se anotaría la baja del zapato y seguiríamos con nuestro cometido, pero si se puede evitar...
4.2. Ropa: Camiseta estrecha y alguna rebeca. Terminantemente prohibidas las vestimentas que contengan botones. Ahorrarás tiempo e incluso habrá algunas cosas que te podrás probar en la tienda sin necesidad de colas ni de llevarte a casa cosas innecesarias.
4.3. Abrigo y bolso. Olvídate de ambos. ¿Cómo vas a coger ropa si no? ¡Y con el calor que hace dentro de las tiendas! Y un modelo precioso a mitad de precio bien vale un catarrillo o unas décimas de fiebre de nada, ¡bonica eres tú! Un par de tientos al jarabe y a vivir que son dos días, y por ello hay que ir vestidas adecuadamente. ¿quién se va a fijar en el kleenex cuando se pueden recrear en esta chaqueta?
4.4. De trapillo. No te pongas tu modelo cut-breathing para ir de rebajas o tendrás al típico moscón rondándote todo el rato. Y no hablo de un fresco de quitar el hipo, pues ni el más entregado y ferviente admirador soportaría más de 5 minutos acompañándote en las rebajas. Me refiero a la típica que te sigue por toda la tienda para ver qué te llevas, en qué stand te paras, qué te interesa... Cuanto peor vayas vestida, menos se fijarán en ti. Y no temas encontrar a nadie interesante o conocido. Ningún hombre que esté en sus cabales se meterá en una tienda de moda el primer día de rebajas.
5. Aliados. Ninguno. Ve sola. ¿Quién se divierte yendo de rebajas con una amiga? En circunstancias normales, o sea, durante la temporada, está bien echar una tarde de compras con tus íntimas (yo ni eso). Pero en rebajas... buena gana de pillarse un cabreo y desesperarse. No dudes que se parará en apartados que a ti ya de lejos no te dicen nada (llenos de estampados o colores que no te pondrías ni loca), o tendrás que ir a tiendas que siempre has evitado por principios estéticos y donde ya sabes que no vas a encontrar nada. Perderás un tiempo precioso esperando en un probador mientras oyes la llamada de los zapatos de tus sueños que gritan desesperados porque una extraña está valorando la posibilidad de llevárselos.
Además a estas alturas tienes claro lo que quieres y no necesitas opinión. Son las rebajas y ahora sí pienso comprar lo que me apetezca sin frenos económicos ni morales, ya me he reprimido el resto del año. Porque el recuerdo de esas coacciones sigue estando fresco, aún te acuerdas y la mente lo magnifica, sobretodo si el tiempo te demuestra que dejaste pasar una oportunidad irrepetible.
6. Apoyo logístico. Esto es complicado, pero si te puedes hacer con un alma caritativa, extra caritativa, por ejemplo tu madre, para que haga la cola de caja y sujete tu abrigo mientras tú separas enloquecidamente el grano de la paja en un torbellino de montañas de ropa, será muy útil.
7. Estrategia. Disimular el ansia con cara de despiste total. ¡¡Esa es la actitud!! Recuerdo aquella vez que necesitaba dos cortinas. Ya las tenía fichadas, me había apoderado de una y estaba como loca buscando la otra. Pregunto; recibo una respuesta llena de esperanza: "¿puede que queden en aquella columna?", me abalanzo sobre el sitio en cuestión en un estado cercano a la desesperación, cuando veo por el rabillo del ojo que una mujer las tiene en sus manos valorándolas. Entonces oí una voz interior parecida a la de cierto copiloto de rallies, que me decía: "¡¡Arráncaselas, arráncaselas por Dios!!"... Entonces de repente mira alrededor indecisa (o notando un plan de puñales oculares incrustados en su espalda) y coger un vaso y mirarlo atentamente con cara de extrañeza fue todo uno. Como de estudio profundo de sus partículas y composición al tiempo que lo giras y lo observas, lo pones boca arriba y boca abajo, aprietas los labios hacia un lado en claro gesto de cálculo mental... Para demostrar que estás a lo tuyo, porque no hay mejor empujoncito para una indecisa que el que alguien muestre interés por lo que se trae entre manos.
Como al final se lo lleve, empiezas tu pacífico y benévolo año con ganas de matar a una desconocida, de desprenderle la capa superior de la epidermis... ¿Para qué coño lo querrá ella? No le pega nada...
8. Olvídate del probador. Llévate todo lo que te guste y ya en casa decides si te lo quedas. En plena batalla no eres consciente de lo que necesitas, tienes, te sienta bien... Porque por mucho que hayas planificado la noche anterior, ahora llegas y hay cosas nuevas, las que habías visto ya no están y ante ese caos no hay mente humana que piense con claridad. Ni paciencia humana que aguante las colas del probador, suficiente es ya con la de caja. Llévatelo todo y decide después.
9. Brújula. No pierdas el Norte. Recuerda, no compres tallas (¡¡ni números!!) que no sean el tuyo. No te los vas a poner, lo sabes, no cometas el mismo error. Ni el cuento de que las ganas de meterte en un pantalón una talla menos harán que adelgaces. Ese cuento de (evitar el) pan y pimiento no nos lo creemos ya. Y al final verás en ese pantalón el símbolo de tu derrota ante la báscula, tu poca fuerza de voluntad, el quiero pero no puedo... Y terminarás odiándolo.
Por lo demás, pásate por el forro (de esa falda que estás a punto de sustituir por una nueva) los bienintencionados y cortarollos consejos de comprar solo lo necesario etc. ¡¡Necesario es!! ¡¡Menuda idiotez!! ¡¡No voy a ir a comprar bolsas de aspirador, un pijama y camisetas interiores en rebajas!!
10. Derrota. Si no has encontrado nada de lo que buscabas, tranquila. Sigue intentándolo. Se hacen muchas devoluciones, regalos de Reyes que no han gustado (esto es importante en complementos como bolsos), ropa que no queda bien... Si ni con esas, yo tengo un truquillo que siempre me ha funcionado. Me voy un fin de semana a otra comunidad (la verdad es que nunca movida por las rebajas, pero sí es cierto que en Andalucía, por ejemplo, he encontrado zapatos o vestidos que en Madrid se agotaron la primera semana en tienda y ni mucho menos llegaron a enero).
Yo entiendo y me hace mucha gracia, rallando lo entrañable, ver el 7 de enero a todas esas señoras que esperan en la puerta de "El Cortijo" para entrar a machete en cuanto abren las puertas... Me recuerda la ilusión de cuando éramos niños y casi no podíamos dormir y en cuanto abríamos un ojo y era una hora prudencial, bajábamos como endemoniados a ver qué nos habían dejado los Reyes. Esta carrerita es similar. Mismas expectativas, mismos nervios (¿qué será, será?- ¿qué quedará, quedará?), misma ilusión...
Para todo en esta vida hay que tener Style...
Algo que se respira, que se emana, que se tiene o no, que se capta a primera vista... Sí, ya se ha hablado mucho sobre esto. Y que no se trata de seguir las tendencias de moda de la cabeza a lo pies o mezclando churras con merinas para mostrar al mundo que tienes un rollito propio y original... Ufff, eso huele...
Dentro de cada tribu urbana está: al que se la suda, el que la sigue a rajatabla, el que quiere ser el no va más.
Cuando el estilo no es espontáneo y natural, sino forzado, canta.
Y ya digo que no nos limitamos a "modernos que...".
Se puede querer imitar cualquier estilo. No sólo hablamos de moda tal cual, como ocurre con esas llamadas "prescriptoras de estilo". No se trata de tener pasta o no. Si cuentas con ella es lo de menos. Por ejemplo, los estilismos de Kate Moss me gustan casi siempre, aunque yo no me veo con la mitad de las cosas que lleva, indudablemente tiene un estilo propio acorde con su fisonomía, procedencia, ambiente y estilo de vida. No resulta estridente y es original. También me gusta Helena Christensen con sus túnicas, vestidos vintage, camisas...
Sin embargo hay otra, cuya única aportación es vestir todos los modelos recién sacados de la pasarela con un aire de perfección sosa y mortalmente aburrida. Cero transgresor y con cara de pánfilo perro pachón. Nunca se atreverá nada más que con un estampado y sólo si va firmado por su compatriota Miuccia Prada. Hay otra considerada modelo de originalidad por su lado excéntrico en plan me pongo una bolsa de basura en la cabeza o un minivestido con aberturas en la espalda a pesar de mi flacidez y ole. Es como una lady Gaga con años. Impresionar con esas bazas es tan sencillo y tontorrón... No me parece un estilo, sinceramente. Y otras que son flor de un día o yo no le auguro mucho más tiempo en la lista. La británica que explota el estilo babydoll, con cara de susto y zapato plano aburre a un muerto. Hay que meterle un twist, algo propio, original, divertido, que aporte gracia, vibrante, ajeno a las modas... Y sobretodo que te guste a ti.
"Universo fashion" aparte, he visto a gente copiando estilos de los modelos más variados.
Ejemplo: conocí a un chico cuyo estilo a seguir era el del Nota, protagonista de El Gran Lebowsky. Bien, a mí el rollo me gusta y me encanta él, su pachorra ante la vida, que vaya en albornoz por el supermercado , que le chorree Ruso Blanco por la barbilla... Es su estilo sin duda, encantador. Pero el hábito na hace al monje. Vale que vayas de despreocupado, empanado, pasota, antifashion... Pero no basta con ir, hay que serlo, y el estilo vendrá solo. Aquí no hay líos con el huevo y la gallina. Primero una personalidad, a ella le sobrevendrá su estilo. Sin lo primero vamos mal.
Dentro de cada tribu urbana está: al que se la suda, el que la sigue a rajatabla, el que quiere ser el no va más.
Cuando el estilo no es espontáneo y natural, sino forzado, canta.
Y ya digo que no nos limitamos a "modernos que...".
Se puede querer imitar cualquier estilo. No sólo hablamos de moda tal cual, como ocurre con esas llamadas "prescriptoras de estilo". No se trata de tener pasta o no. Si cuentas con ella es lo de menos. Por ejemplo, los estilismos de Kate Moss me gustan casi siempre, aunque yo no me veo con la mitad de las cosas que lleva, indudablemente tiene un estilo propio acorde con su fisonomía, procedencia, ambiente y estilo de vida. No resulta estridente y es original. También me gusta Helena Christensen con sus túnicas, vestidos vintage, camisas...
Sin embargo hay otra, cuya única aportación es vestir todos los modelos recién sacados de la pasarela con un aire de perfección sosa y mortalmente aburrida. Cero transgresor y con cara de pánfilo perro pachón. Nunca se atreverá nada más que con un estampado y sólo si va firmado por su compatriota Miuccia Prada. Hay otra considerada modelo de originalidad por su lado excéntrico en plan me pongo una bolsa de basura en la cabeza o un minivestido con aberturas en la espalda a pesar de mi flacidez y ole. Es como una lady Gaga con años. Impresionar con esas bazas es tan sencillo y tontorrón... No me parece un estilo, sinceramente. Y otras que son flor de un día o yo no le auguro mucho más tiempo en la lista. La británica que explota el estilo babydoll, con cara de susto y zapato plano aburre a un muerto. Hay que meterle un twist, algo propio, original, divertido, que aporte gracia, vibrante, ajeno a las modas... Y sobretodo que te guste a ti.
"Universo fashion" aparte, he visto a gente copiando estilos de los modelos más variados.
Ejemplo: conocí a un chico cuyo estilo a seguir era el del Nota, protagonista de El Gran Lebowsky. Bien, a mí el rollo me gusta y me encanta él, su pachorra ante la vida, que vaya en albornoz por el supermercado , que le chorree Ruso Blanco por la barbilla... Es su estilo sin duda, encantador. Pero el hábito na hace al monje. Vale que vayas de despreocupado, empanado, pasota, antifashion... Pero no basta con ir, hay que serlo, y el estilo vendrá solo. Aquí no hay líos con el huevo y la gallina. Primero una personalidad, a ella le sobrevendrá su estilo. Sin lo primero vamos mal.
No vas a ser como el Nota ni a adquirir su arrollador charme porque vayas con chanclas, pantalones dos tallas mayor y sin peinar. Más que nota, te subimos a la categoría de cuadro. Y es bastante ridículo e infantil que vayas así a un juicio para demostrar que todo te la refanfinfla. Esa gente que intenta ser reivindicativa y reafirmar su personalidad con la ropa me parecen patéticos. ¿Crees que al juez le importa? Pues claro que sí, le va a parecer una falta de respeto y que eres un niñato. Cada cosa tiene su momento y su lugar. Y no puedes anteponer un movimiento inteligente, como puede ser vestirte adecuadamente para algo que te interesa, véase un juicio, con demostrar a todos que tú estás por encima de eso y que te la trae floja.
Hasta al Nota le imagino vistiéndose "adecuadamente" para ir a un juicio. Tampoco rompiéndose la cabeza, que conste, pero le pediría una chaqueta a alguien, se pondría zapatos y pantalón largo. Que el resultado fuese el ideal o normal para todo el mundo, es harina de otro costal. Sería él mismo pero vestido para un juicio. Con su indeleble style. Y una vez resuelto el tema, no pensaría más en su vestimenta e iría así a jugar a los bolos a menos que le resultara especialmente incómoda.
Porque lo que hace que tengas estilo es que no seas consciente, que te olvides de la ropa. Que tú la vistas a ella y no ella a ti.
Me recuerda a la gente que de repente se pone un sombrero porque alguien ha dicho que se lleva o se lo han visto a 4 famosas. Más en España que es un sitio donde no hay mucha costumbre de llevar sombreros. Aquellas personas que están habituadas, para quienes no es un medio con el que hacerse la especial, original, diferente y excéntrica... les queda estupendamente y lo llevan con gracia, no se ve como un parche, simplemente el resultado gusta.
Y tratando de los hombres, con style he conocido de todos los ambientes: el bohemio francés (con pantalón algo cagado, sandalias, ropa holgada con superposiciones de finas capas), el moderno inglés (con chaleco de piel directamente sobre el cuerpo, pantalón pitillo de cuero y botas de chúpame la punta, y, ojo, no parecía recién salido de Texas, le quedaba genial), el pijo italiano (con ropa de corte fantástico y materiales maravillosos) y el pijo-fumeta español (con una particular visión para combinar sus trajes para el día y la ropa relax para la noche). Todo va acompañado de una actitud si no, no funciona.
Porque lo que hace que tengas estilo es que no seas consciente, que te olvides de la ropa. Que tú la vistas a ella y no ella a ti.
Me recuerda a la gente que de repente se pone un sombrero porque alguien ha dicho que se lleva o se lo han visto a 4 famosas. Más en España que es un sitio donde no hay mucha costumbre de llevar sombreros. Aquellas personas que están habituadas, para quienes no es un medio con el que hacerse la especial, original, diferente y excéntrica... les queda estupendamente y lo llevan con gracia, no se ve como un parche, simplemente el resultado gusta.
Y tratando de los hombres, con style he conocido de todos los ambientes: el bohemio francés (con pantalón algo cagado, sandalias, ropa holgada con superposiciones de finas capas), el moderno inglés (con chaleco de piel directamente sobre el cuerpo, pantalón pitillo de cuero y botas de chúpame la punta, y, ojo, no parecía recién salido de Texas, le quedaba genial), el pijo italiano (con ropa de corte fantástico y materiales maravillosos) y el pijo-fumeta español (con una particular visión para combinar sus trajes para el día y la ropa relax para la noche). Todo va acompañado de una actitud si no, no funciona.
Del otro lado están los chicos sin estilo ninguno. Aburridos y que son mayoría.
¿Y aquellos que son unos horteras? ¿Qué decir? Porque dentro de este apartado habría que hacer varias clasificaciones. Los que se ven bien con una camisa apretadita y abierta, mostrando pectoral abrasado en sesiones de rayos UVA con su vaquero ajustado, me dan pavor. Si quieres elevar tu nivel de espanto, fíjate en sus zapatos. ¿Son los típicos de traje que no pegan con vaqueros? ¿O aquella tremenda mezcla entre zapato de bolera y de golf? También suelen ser amantes del jersey fino de de cuello alto, ¿hay algo más rechinante que un tío con cuello cisne?
Pues sí, todos aquello que se visten para provocar algún tipo de reacción en los demás.
Los que van hechos un pimpollo de alhelíes con sus tirantes, gemelos, gomina en el pelo... Personalmente no soporto a un tío que cuide de su estética, que le guste levantar miradas por su look, que busca la sonrisita con la camarera y que le notas hablando más pendiente de cómo le ven los demás que de la estupidez que esté diciendo. Creo que no hay nada más patético y ridículo que un tío vanidoso.
Los que van mostrando marca. El caballo extra XXL de Ralph Lauren de verdad que dan ganas de que fuera de mayor tamaño para montarse en él y salir al galope. No la tienes más grande porque el caballo sí lo sea. Ni se han multiplicado los ceros en tu cuenta corriente. Y que intentes demostrar a los demás una supuesta superioridad y poderío, llevando en tus lomos al caballo... Me viene a la mente ese casposo y desorientado pijo español que lleva también un cinturón con la bandera de España y el cuello del dichoso polo para arriba. Sí, sigue existiendo. Son los mismos que confunden la bandera de España con ser facha, y esto con ser de derechas y ser de derechas con tener pasta.
El pijo moderno que para subrayar esto último se deja la camisa por fuera... Están muy trasnochados ya. Ahora suelen amenizar este modelo standar con una bufanda estrecha o fular y en los pies zapatillas caras y de colores llamativos.
No sé si es peor el hortera que va como si acabara de salir de jugar en la NBA, con gorra incluida.
Por Dios, ¡¡aquí no hay Bronx!! Pero tenemos nuestros propios grupos urbanos: estilo quinqui, el del Vaquilla, de la Movida... Si es que hay que anexionarse a algún grupo, claro...
También encontramos a los poperos de estética remilgada y tontorrona. Camisa estrecha, abrochadita hasta arriba, pantalón pesquero, chaqueta de tu hermano. Añádele una corbatita estrecha. Y unas gafas llamativas (basta de las de pasta ya, ¡que las prohíban!).
Para terminar no puedo dejar de hablar del que se pone cualquier cosa para demostrar que a él la moda y lo estética le da lo mismo. No sé si quiere enseñarnos que es demasiado macho, demasiado intelectual, demasiado sensato... ¿Crees que nos importa? Ponte algo gracioso y divertido, que te guste, ¡por Dios! Todos tenemos una idea de lo bello y somos capaces de discernir, y con la ropa igual, sin darle más importancia. Es el mismo personaje que acumula michelín y adopta postura indiferente ante él, porque tiene demasiada "vida interior" como para perder el tiempo con su físico. Normalmente esa actitud la utiliza para no tener que hacer ningún esfuerzo y disimular así su complejo/ amargamiento.
En el otro extremo, se encuentran aquellos que aprovechan para lucir las horas pasadas en el gimnasio. No voy a profundizar en el rechazo que me producen las camisetas a la sisa para mostrar un hombro esculpido a base de mancuerna. Son los mismos que llevan piratas blancos en verano y un bolso en bandolera...
La gente que piensa cero en su vestuario, pero tiene claro las cosas que le gustan, se nota. Y tienen un atractivo tremendo. No quiere decir que vayan hechos unas pintas, pueden respetar ciertos códigos: reunión de trabajo, cena familiar, fiesta, boda... Y no quieren desentonar, se preocupan por lo que llevan, pero con su indeleble estilo.
Si no lo tienes, no pasa nada, pero no te disfraces ni vayas dando "pistas" sobre tu personalidad que a los demás de verdad que nos las traen al pairo.
¿Y aquellos que son unos horteras? ¿Qué decir? Porque dentro de este apartado habría que hacer varias clasificaciones. Los que se ven bien con una camisa apretadita y abierta, mostrando pectoral abrasado en sesiones de rayos UVA con su vaquero ajustado, me dan pavor. Si quieres elevar tu nivel de espanto, fíjate en sus zapatos. ¿Son los típicos de traje que no pegan con vaqueros? ¿O aquella tremenda mezcla entre zapato de bolera y de golf? También suelen ser amantes del jersey fino de de cuello alto, ¿hay algo más rechinante que un tío con cuello cisne?
Pues sí, todos aquello que se visten para provocar algún tipo de reacción en los demás.
Los que van hechos un pimpollo de alhelíes con sus tirantes, gemelos, gomina en el pelo... Personalmente no soporto a un tío que cuide de su estética, que le guste levantar miradas por su look, que busca la sonrisita con la camarera y que le notas hablando más pendiente de cómo le ven los demás que de la estupidez que esté diciendo. Creo que no hay nada más patético y ridículo que un tío vanidoso.
Los que van mostrando marca. El caballo extra XXL de Ralph Lauren de verdad que dan ganas de que fuera de mayor tamaño para montarse en él y salir al galope. No la tienes más grande porque el caballo sí lo sea. Ni se han multiplicado los ceros en tu cuenta corriente. Y que intentes demostrar a los demás una supuesta superioridad y poderío, llevando en tus lomos al caballo... Me viene a la mente ese casposo y desorientado pijo español que lleva también un cinturón con la bandera de España y el cuello del dichoso polo para arriba. Sí, sigue existiendo. Son los mismos que confunden la bandera de España con ser facha, y esto con ser de derechas y ser de derechas con tener pasta.
El pijo moderno que para subrayar esto último se deja la camisa por fuera... Están muy trasnochados ya. Ahora suelen amenizar este modelo standar con una bufanda estrecha o fular y en los pies zapatillas caras y de colores llamativos.
No sé si es peor el hortera que va como si acabara de salir de jugar en la NBA, con gorra incluida.
Por Dios, ¡¡aquí no hay Bronx!! Pero tenemos nuestros propios grupos urbanos: estilo quinqui, el del Vaquilla, de la Movida... Si es que hay que anexionarse a algún grupo, claro...
También encontramos a los poperos de estética remilgada y tontorrona. Camisa estrecha, abrochadita hasta arriba, pantalón pesquero, chaqueta de tu hermano. Añádele una corbatita estrecha. Y unas gafas llamativas (basta de las de pasta ya, ¡que las prohíban!).
Para terminar no puedo dejar de hablar del que se pone cualquier cosa para demostrar que a él la moda y lo estética le da lo mismo. No sé si quiere enseñarnos que es demasiado macho, demasiado intelectual, demasiado sensato... ¿Crees que nos importa? Ponte algo gracioso y divertido, que te guste, ¡por Dios! Todos tenemos una idea de lo bello y somos capaces de discernir, y con la ropa igual, sin darle más importancia. Es el mismo personaje que acumula michelín y adopta postura indiferente ante él, porque tiene demasiada "vida interior" como para perder el tiempo con su físico. Normalmente esa actitud la utiliza para no tener que hacer ningún esfuerzo y disimular así su complejo/ amargamiento.
En el otro extremo, se encuentran aquellos que aprovechan para lucir las horas pasadas en el gimnasio. No voy a profundizar en el rechazo que me producen las camisetas a la sisa para mostrar un hombro esculpido a base de mancuerna. Son los mismos que llevan piratas blancos en verano y un bolso en bandolera...
La gente que piensa cero en su vestuario, pero tiene claro las cosas que le gustan, se nota. Y tienen un atractivo tremendo. No quiere decir que vayan hechos unas pintas, pueden respetar ciertos códigos: reunión de trabajo, cena familiar, fiesta, boda... Y no quieren desentonar, se preocupan por lo que llevan, pero con su indeleble estilo.
Si no lo tienes, no pasa nada, pero no te disfraces ni vayas dando "pistas" sobre tu personalidad que a los demás de verdad que nos las traen al pairo.